Tras levantarnos temprano, fuimos a la estación par desayunar, esta vez, en un Starbucks, e informarnos sobre los tickets de autobús que ya comenté antes. Finalmente aclaramos nuestras dudas, los compramos y fuimos al andén desde donde partía en breve el autobús que iba directo a Zaanse Schans, pero...¡Ay de mí! Cuando iba a hacer una foto de la estación...¡¡¡ la cámara réflex no funcionaba!!!!




Nosotros no entramos en el pueblo en sí, sino que fuimos directamente a la zona de los molinos. A lo largo del camino hay 6 molinos de distintos tipos que puedes visitar por , creo recordar, 4€ cada uno, aunque no visitamos ninguno. También hay una tienda de quesos en la que podréis probar algunos y resguardaros de la lluvia como en nuestro caso, el día no acompañaba del todo, tan pronto hacía sol como llovía, un esquema que se prolongaría durante todo el día.



Tras dar una vuelta por allí volvimos a la parada de autobús y, aunque había escampado hacía un rato, ahora volvía a llover. No tardó mucho en pasar el primer autobús que iba a Edam (pasando por Volendam).
Fuimos los últimos en bajarnos, todos los demás se habían bajado en Volendam y hasta el conductor nos preguntó a dónde íbamos cuando vio que no nos bajamos allí. Al llegar a Edam no sabíamos bien como llegar al centro, aunque en realidad solo había que andar hacia donde se vieran edificios más pintorescos. Como fuimos un miércoles, todavía quedaba algún puesto de queso (los miércoles se celebra allí un mercado de quesos), así que pudimos probar algún queso, el Edam me encantó, y mira que ya lo había comido antes, pero ese Edam tenía mucho más sabor, así que aproveché para comprar un poco aunque no tardaron mucho en cerrar. Ya era más o menos la hora de comer, y aprovechando un puesto que había allí, comimos algo que creo que era merluza frita y arenques. Tras acabar de comer, nos dimos un paseo viendo los canales, puentes y arquitectura de Edam, un pueblo muy tranquilo y poco saturado (probablemente porque la gente fuese por la mañana al mercado y por la tarde se dirigiera a Volendam) que merece una visita.



Pero, como ya nos ocurrió al irnos de Zaanse Schans, comenzó a llover justo mientras esperábamos para entrar al autobús que conecta Edam y Volendam.


La lluvia seguía cuando nos bajamos en la parada de Volendam, así que andamos un rato con el paraguas aunque sin saber muy bien hacia donde íbamos. Justo cuando decidimos resguardarnos en un soportal, dejó de llover y, tras caminar unos metros, vimos a una pareja con pinta de turistas que se había bajado con nosotros del autobús y decidimos seguirlos a ver si así llegábamos a algún sitio. De esta manera llegamos a la zona del puerto, la cual, a pesar de estar inhundada de turistas y tiendas de recuerdos, conservaba un toque pintoresco.


Tras dar una vuelta por el paseo del puerto y alguna calle paralela a este, decidimos continuar en el ferry rumbo a Marken.
Marken es un pueblo pequeño y se ve rápido (incluida la "fábrica de zuecos", que más bien parece una tienda para el turista, nada de especial interés).

Ahora bien, en la "isla" (aunque ahora está unida a tierra) puedes ir andando a un faro que está a 3km creo del pueblo y al que tenía pensado ir hasta que mis padres se negaron.





Cuando llegamos de vuelta, fuimos directamente a cenar y encontramos sitio en un restaurante chino que estaba en una calle llamada Zeedijk (incluso el cartel con el nombre de la calle estaba escrito caracteres chinos). Esta calle está llena de restaurantes de todo tipo: chinos, vietnamitas, tailandeses, argentinos, italianos... Después de cenar bastante bien, fuimos de vuelta al hotel a dormir y recargar energías para el último día, aunque por desgracia no podríamos aprovecharlo al máximo.

