Bueno, hoy es jueves y toca ir a ver las Islas Columbretes. Hoy es el gran día, he preparado esta excursión desde el principio pues me interesa especialmente visitar este Parque Natural, creo que tiene una flora muy particular y única.
Hoy me levanto y vuelvo a ver la bruma reptando por las montañas pero hoy parece mucho más espesa que otros días y no parece tener la más mínima intención de largarse a algún otro lado. Termino de desayunar y allí sigue estando, quieta, amenazante, como burlándose de mí. Pero da igual tengo las entradas compradas y hay que irse a Castellón, al Grao, a tomar el barco que me llevará a mi destino. Y hoy me voy a mojar. ¡Vaya que si! La bruma se ha levantado algo y deja al descubierto unas nubes grises, espesas, dispuestas a aguarnos el día. Y yo sin capota, al final vamos a reñir este compañero y yo. Pero, en fin, basta de retrasos que no llego al barco.
He conseguido llegar hasta el Grao sin perderme y sin mojarme. El cielo sigue gris pero no ha caído una gota de agua, algo es algo. Como no se si lloverá o no, guardo mi coche en el garaje que hay a la entrada del Grao y me voy feliz como una perdiz a buscar el lugar del que sale mi barco. Hoy si que tengo la cámara en orden y aprovecho para hacer fotos del mar que está igual de gris que el cielo y se ven los barcos mercantes recortados contra el cielo y es una imagen muy bonita, me gusta y me quedo un rato contemplándola.

Y aquí estoy, junto al kiosko de mi compañía de barcos y ya están los empleados y todo y yo estoy tan contenta ¡Por fin voy a ver las Islas Columbretes! ¡Ja!, ¡qué te lo has creído! El barco no sale porque en la zona de las Columbretes hay oleaje y no se puede desembarcar. Vamos, como si me hubieran tirado un cubo de agua fría por encima.

Y me voy de allí con esa sensación de vacío, de estar chafada. ¿Y ahora que hago?


Y veo el faro,

y me voy hasta el Casino Nuevo, edificio modernista y majo
Y paseo por sus calles todas con edificios de principios del XX y de 2 alturas máximo

y me cuelo en uno de los edificios que tiene buena pinta, con una escalera muy bonita

Y recojo mi coche del garaje y a él no le importa en absoluto el cambio de planes, no se queja ni protesta y se pone en marcha con la misma alegría que si hubiera estado parado. Y aquí, si me lo permitís, aprovecho para hacer una disgregación filosófica. ¿Por qué dirán los hombres que las mujeres somos tan difíciles de entender? Este vehículo mio no ha tenido ninguna dificultad, hace todo lo que le digo sin poner pegas y nos llevamos estupendamente. No es tan difícil ¿verdad?

Y me voy a Castellón, a ver que tal y si puedo echar un vistazo a la ciudad.
Y aquí estoy, visitando el centro con un calor y un sol de justicia y eso que amaneció feo. Y visito la catedral, sencilla con una hermosa torre exenta

Y paseo por sus calles llenas de edificios modernistas y otros anteriores como el Casino antiguo, un pastelón de crema y vainilla, y su mercado central y ya está. Se acabó Castellón.




¿Y ahora qué?

Pues ya hemos llegado por fin, mi fiel compañero y yo, estamos en Onda, precioso pueblo que se desparrama por las faldas de la montaña coronada por un majestuoso castillo. Aparco en el parking que ha puesto el Ayuntamiento justo antes de entrar en el casco antiguo y me encamino a ver que me depara este lugar.
Lo primero que veo son los restos de un antiguo molino que está justo al lado del parking y que está en proceso de excavación

Sigo caminando y atravieso el Portal de San Pere, la única puerta original de la antigua muralla que queda en pie

y que da acceso a un conjunto de calles encaladas con los zócalos pintados en añil y que ofrecen una vista muy agradable del pueblo

Y sigo subiendo hasta llegar al castillo conocido como el castillo de las 300 torres. Desde luego no hay 300 torres, ni mucho menos yo creo que me sobran con los dedos de las manos para contar las que quedan

Y entro en el centro de visitantes y miro los carteles que hablan de su historia desde su primitiva construcción en el siglo X hasta las últimas modificaciones que abarcan el edificio de la escuela y la iglesia y que hoy albergan el centro de visitantes, pasando por las muchas vicisitudes que ha pasado este monumento.

Y luego salgo a fuera y voy viendo los diferentes espacios que conformaban el castillo aunque, en la actualidad, solo quedan restos arqueológicos de estos lugares. En esta foto se puede ver la zona del acaurtelamiento, donde se alojaban las tropas

Aquí hacen hincapié en el descubrimiento de los restos de un palacio andalusí del siglo XI y que, al parecer, son de gran importancia.

Y a qué no os imagináis que encuentro entre las piedras. Una preciosa mariposa negra y amarilla que abre sus alas para mi deleite y que no se asusta y allí se queda permitiendo que pueda fotografiarla.
Y me asomo a las murallas y observo las espléndidas vistas que hay desde estas alturas

Y ya no queda nada más que hacer por aquí, así que echo a andar y andando, andandito, llego hasta la plaza del Almudín, original plaza que conserva su antigua estructura medieval y toda su arcada gótica del siglo XV. En esta misma plaza todavía se conservan dos edificios que esconden en su interior restos de su pasado medieval.

Una plaza muy acogedora con varias terrazas que me llaman y me dicen “Ven, ven” y claro, yo que soy una chica muy bien mandada, pues que voy a hacer, obedecer, y me siento en una de estas terrazas a la sombra y me bebo una botella de agua no demasiado fría (hay que cuidar la garganta) y descanso de la subida y posterior bajada al castillo.

Y ahora ya solo queda recoger mi coche, volver hasta Benicasim, darme un baño en la piscina y terminar el día en compañía de mi amiga.