¡Hoy es el último día del año! Y nosotros lo vamos a pasar en Antalya. Porque es un pueblo de costa bonito, porque queremos ver el anfiteatro de Aspendos y porque nos pilla de camino hacia Myra y Fethiye.
Hemos desayunado viendo amanecer por última vez desde la terraza del hotel y temprano hemos salido hacia Aspendos porque está bastante lejos y como anochece pronto los monumentos cierran pronto.
Por el camino hemos pasado desde el paisaje desértico de la Capadocia hasta un paisaje de costa con pinares atravesando por una montaña nevada con abetos en la que hacia un frio que pelaba.
Por fin hemos llegado a Aspendos. Uno de los anfiteatros romanos mejor conservados.
Aspendos es una maravilla. Hay una explanada enorme, en la que sólo había tres coches y un autobús…pero horror el autobús era de turistas chinos. ¿ Por qué digo horror? Pues porque nada más entrar al enorme y sobrecogedor anfiteatro lo único que se escuchaban eran gritos y gritos y más gritos. Y mira que eran pocos, ni siquiera el bus iría completo pero hacían ruido por mil personas. Así que subimos hasta la parte más alta del anfiteatro , nos sentamos tranquilamente a contemplarlo y esperar que todos los chinos terminasen con sus fotos , poses y gritos. Al cabo de un rato uno de ellos desde abajo se puso a gritar y todos empezaron a irse y de repente nos quedamos casi solos , con algunos turcos y alemanes y todos nos mirábamos como diciendo : uff que paz, jajajaja pero entonces una turca se puso en el centro del anfiteatro a cantar…y bueno….ni bien ni mal pero no era desagradable.
La suite es genial con un salón enorme con sofás muy cómodos y lo mejor un balcón donde nos quedamos viendo una puesta de sol preciosa.
Efectivamente cenamos muy muy bien en un sitio de los que tienen la barbacoa en la puerta y fueron muy simpáticos con nosotros, como siempre y después de cenar fuimos al centro.
Nos costó bastante encontrar un “ oto Park” ( párking) porque todo estaba a tope, pero por fin pudimos aparcar, además muy cerca del centro y nos fuimos a ver el ambiente. Entramos en la ciudad antigua por la puerta de Adriano y empezamos a recorrer las calles.
Vimos locales en los que hacían fiestas de noche vieja y en todos había controles de seguridad y pedían documentación. Fuimos hasta el puerto y seguimos recorriendo las calles hasta que llegamos a una plaza en la que había varias pastelerías, una de ellas con una cola de gente impresinante y pensamos: ¡ahí! Y efectivamente no sé lo que pedimos eran como unos bizcochos empapados en leche que estaban……..¿he dicho que en Turquía todo está buenísimo?
Seguimos hasta encontrar la torre de Adriano y los restos de la muralla y por fin llegamos a una plaza muy grande que estaba vallada entera y con controles de policía para poder entrar. Había dos filas una para hombres y otra para mujeres porque te cacheaban y miraban el bolso, mochilas y todo lo que llevases encima. Es la plaza en la que se junta todo el mundo para recibir el año nuevo.
Fuimos hasta el final de la plaza dónde está la mezquita y nos dimos cuenta de que eran casi las doce así que decimos ir al hotel porque estábamos cansados y porque habíamos comprado uvas en el mercadillo de Derinkuyu.
Llegamos justo a tiempo para el cambio de año en Estambul, nos comimos las uvas viendo los fuegos artificiales desde el mejor sitio que se podían ver: el balcón de nuestra habitación. Era una imagen preciosa todos los fuegos reflejándose en el mar.
Un bonito lugar para despedir el año y una noche vieja muy bonita.