Para llegar a Bangui, lo hacemos mediante el vuelo de Royal Air Maroc que une Casablanca con Bangui, haciendo una parada intermedia en Douala (Camerún).
La llegada al aeropuerto ya te da las primeras pistas de cómo van a ir las cosas por aquí, desciendes del avión y vas andando hasta la terminal, que recuerda a las estaciones de autobuses o trenes que existían en los años 40 en España, en el resto del aeropuerto, las únicas aeronaves que puedes ver son aviones militares o de las Naciones Unidas, al entrar en la terminal te encuentras con una mesa y un trípode con una cámara térmica, te piden el carnet de vacunación, sin este carnet actualizado no entras en el país y te hacen una foto. A continuación y después de rellenar los acostumbrados papeles de inmigración, haces la cola correspondiente ante un par de ventanillas donde te piden el pasaporte y la carta de invitación (que Manu nos había mandado previamente) y se quedan con el pasaporte, entregándote a cambio un recibo, el cual, en principio, servirá para identificarte caso de que te solicitaran la documentación en algún momento posterior.
Este proceso burocrático es el responsable de que estés obligado a pasar un par de días en Bangui, ya que como mínimo, hasta el día siguiente (con suerte) no te devolverán el pasaporte, aparte, tenemos que conseguir el visado de entrada en Congo Brazza en la embajada, lo cual alarga ese periodo de trámites burocráticos.
Una vez superados los trámites aduaneros, recogemos los equipajes y finalmente nos dirigimos al hotel. Nos alojaremos en el Hotel du Centre, el cual, teniendo en cuenta donde estas y la situación que vive el país no deja de ser una agradable sorpresa (recordemos que RCA es uno de los países más pobres de África), las habitaciones tienen aire acondicionado y hay una piscina en la que refrescarse después de andar todo el día por las polvorientas calles de la ciudad.
Durante el par de días que estaremos en Bangui, aparte de pasar un montón de horas en la embajada de Congo para conseguir el visado, podremos conocer un poco está ciudad, al menos, las partes de ella en las que no andan disparándose unos a otros.
El hotel se encuentra al lado de la plaza Km.0, lo que vendría siendo el Km 0 de la Puerta del Sol en Madrid, así que estamos en el centro comercial de la ciudad y desde el hotel nos acercamos a un café a comer algo (hemos llegado a las 7 de la mañana hora local) para desayunar y a hacernos fotos para el visado de Congo Brazzaville, en el camino a la cafetería, encontramos bastantes “negocios” de fotografía, los cuales por un módico precio te entregan 4 copias de fotos de pasaporte.

Vista de Bangui, con el rio Ubangui
Después de desayunar regresamos al hotel, pero antes nos damos una vuelta por el mercado de Bangui, una vuelta breve, ya que a los dos minutos de entrar, a un compañero de viaje ya le han metido la mano en la bolsa intentando robarle cualquier cosa que llevara ahí.
Por la tarde, subimos hasta una colina cercana, desde la que se puede ver casi todo Bangui, junto al rio Ubangui, el cual separa la RCA de la Republica Democrática del Congo o Congo Kinsasa, la cual podemos ver desde aquí. Y es desde aquí que podemos también oír los disparos en el barrio K5 (llamado así precisamente por encontrarse a 5 kms. del centro de la ciudad).
Otro día, tomamos una canoa a motor que remonta el rio Ubangui y nos permite ver algún que otro poblado a las orillas del rio, tanto en el lado de la RCA, como del lado del Congo Kinsasa.
Asistimos también el domingo por la mañana a la misa que se celebra en la catedral de Bangui, la cual está prácticamente llena a rebosar, las canciones que entona el coro son geniales, pero los sermones se hacen interminables.

Navegando por el Ubangui
Una de las cosas que más me maravilla de esta ciudad y de su gente es la capacidad que tienen de seguir viviendo normalmente, como si no pasara nada, a pesar de que a cinco kms de distancia se están enfrentando a tiros tropas gubernamentales con los rebeldes que controlan el K5. De hecho, dos noches fuimos a “discotecas” las cuales se encontraban totalmente llenas de gente bailando y disfrutando de la fiesta.
También es verdad que nos observan con cierta sorpresa, habitualmente, cualquier blanco que veas paseando por aquí o es un diplomático, o un funcionario de la ONU o de las fuerzas de seguridad internacionales o como máximo, de alguna ONG. Lo que viene siendo un turista, pues como que no están acostumbrados a verlos, de hecho, más adelante, en el P.N.Dzanga Sangha, cuyo director es el español Luis Arranz, este nos comenta que muy probablemente seamos los únicos turistas en el país.
En resumen, me ha gustado Bangui. No me refiero al sentido normal, de ser un lugar con atracciones, monumentos o museos a visitar, sino más bien, me ha gustado porque es África, pura y dura, es la capital de un país en la que te sientes como si estuvieras en una aldea y lo cierto es que a pesar de la situación actual que se vive en la ciudad y el país, no hemos tenido en ninguna ocasión problema alguno o sensación de peligro.
Otro cantar será el trato con el embajador de Congo en la RCA, el cual nos retiene toda una mañana en la embajada básicamente para presionar a Manu y que este le pague una “mordida” a cambio de firmarnos los papeles, consiguiendo con ello que ese día, que pensábamos pasar en ruta, saliendo a media mañana de Bangui para hacer un buen trozo de la ruta hasta Bayanga, sea mucho más corto, ya que hasta pasado el mediodía no podemos salir y por lo tanto, el trayecto que podremos hacer será mucho más corto, haciendo que el siguiente día de ruta sea mucho más largo y pesado.