8.- INSTALANDONOS ✏️ Diarios de Viajes de Centro Africa R.

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Cuando uno empieza un viaje, a pesar de que dicho viaje acostumbre a tener un destino, siempre procura disfrutar del camino para llegar hasta allí. Dicho de otra manera, un viaje no es solo una ruta para llegar hasta un determinado punto, un viaje empieza en el momento en que sales de casa y no termina hasta que no vuelves a llegar a casa y lo vives en todos sus momentos, tanto en el viaje de ida hacia ese destino, como el regreso. En este viaje, hemos disfrutado enormemente del camino recorrido hasta llegar aquí, y disfrutaremos aúnmás en el resto de viaje que falta hasta que estemos de nuevo en casa, pero sin duda, “el destino” de este viaje no es otro que el lugar en el que nos encontramos ahora. En mitad de la selva del Congo, viviendo con los Bayaka.

Poder compartir unos días con los Bayaka, en el interior de la selva, cazando, pescando, recolectando frutas y plantas, en resumen, conviviendo con ellos en su casa, es un privilegio que no mucha gente puede vivir y por eso, cada uno a su manera, procuraremos exprimir estos días al máximo.

Hemos llegado a media tarde y empezamos a montar las tiendas, en una zona que los Bayaka han despejado de maleza previamente para que tuviéramos un lugar donde hacerlo cuando llegáramos, esta área que nos han dejado, sería un suburbio del campamento, digamos que estamos en “las afueras”, pero eso no quiere decir que estemos aislados del campamento ni mucho menos. A tres pasos tenemos lo que podríamos llamar la plaza principal del poblado y al otro extremo del mismo, después de bajar una pequeña pendiente, encontramos un riachuelo, en el que podremos recoger agua para beber y cocinar y bañarnos cuando nos apetezca.


Lógicamente, al principio nos sentimos algo tímidos al entablar contacto con los Bayakas, pero pronto dejaremos de sentir esa sensación, básicamente porque ellos no la tienen y aún no hemos terminado de montar las tiendas y ya tenemos a todos los niños del poblado ahí a nuestro lado, mirándonos, riendo (imagino que de nosotros) y observando atentamente todo lo que hacemos, los utensilios que llevamos … Y no tardan mucho en acercarse el resto de pobladores, así que podemos decir que nuestra integración en el poblado es un éxito en muy poco tiempo, gracias principalmente a los Bayaka, los cuales no entienden de vergüenzas, timidez ni tonterías parecidas, para ellos somos los amigos de Manu, por tanto es como si fuéramos uno más de la familia.

Una vez montadas las tiendas. Nos acercamos al riachuelo para intentar quitarnos de encima el barro y el sudor de dos días de caminata por la selva y como no, todos los niños (y los no tan niños) bajan corriendo para bañarse con nosotros.

Sus chillidos, risas y la música que hacen palmeando la superficie del agua con sus manos nos acompañan durante el baño, como lo harán el resto de veces que nos acerquemos al rio, si alguno esperaba tener un rato de intimidad en el rio, ya puede irse olvidando de ello, para los Bayaka somos una interesantísima novedad y en ningún momento tienen previsto dejar de disfrutar de ella.
Y llega la noche, la primera que pasaremos en este paraíso que es el campamento bayaka, cuando empieza a ponerse el sol y la oscuridad empieza a ganar terreno, ha llegado la hora de la cena, preparamos la comida y cenamos, mientras lo hacemos se nota una especie de nerviosismo. Los que ya hemos estado aquí antes, sabemos lo que vendrá después de la cena, cuando la oscuridad sea total, para los que es la primera vez que están aquí, la expectación es altísima, esta noche vendrán los espíritus.

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