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Llegamos a Copenhague desde Estambul el jueves 12 de diciembre de 2019 a las 10 de la mañana.
Elegimos esa fecha en concreto porque queríamos estar en la ciudad el viernes 13 de diciembre, pues es el día de santa Lucía y todo el mundo sale a la calle a celebrarlo, el ambiente es increíble y hay una procesión de Kayaks en el canal Nyhavn. Además abren las puertas del Tívoli, cerrado durante el invierno, y queríamos ver los mercadillos navideños en todo su esplendor.
Desde el avión y minutos antes de aterrizar, puedes empezar a alucinar con el puente de Öresund que conecta Dinamarca con Suecia y cruzaríamos al día siguiente. La longitud total del puente es de 7845 metros.
Para llegar al centro lo mejor es pillar el metro y tardas unos 15 minutos en llegar. El billete de metro sencillo cuesta 24 DKK y va por zonas, nosotras sacamos el de 3 zonas que nos costó 36 DKK. El metro de Copenhague es muy sencillo, solo tiene dos líneas y lo usamos bastante, aunque la ciudad se puede hacer andando perfectamente.
1 euro son 7,47 coronas danesas (DKK) a día de hoy.
Copenhague es una ciudad carísima, para hacerte una idea, una comida a base de sandwiches (eso si, grandes y riquísimos), y dos refrescos, te sale por unos 40 o 50 euros en un pub. Eso en el centro, pudimos comprobar que se puede comer en otros sitios por menos dinero. Pero lo primero que hicimos fue probar el famoso salmón noruego en un pub típico, y eso se paga
Nuestra primera visita fue a la famosa Sirenita. La verdad es que nos decepcionó un poco, no por su tamaño, que era más grande de lo que me imaginaba (me habían dicho que era enana), sino por el sitio donde está... en un ambiente totalmente industrial. Además siempre está rodeada de turistas y se encuentra algo escondida de la vista, así que tampoco es un sitio para sentarse y admirarlo. Pero bueno, la visita era obligada.
Después hicimos un recorrido por la ciudad viendo lo más importante. Copenhague es una ciudad bonita, pero si ya has estado en Amsterdam, te puede decepcionar un poco. Si solo puedes elegir entre una de las dos en un viaje, decántate por Amsterdam.
Nos acercamos al canal Nyhavn, donde veríamos al día siguiente la procesión de Kayaks, ya lo tenían todo preparado con sus mercadillos navideños y había mucho ambiente. El famoso escritor danés Hans Christian Andersen vivió en Nyhvan nº 20, mientras que en el número 17 residió el primer tatuador de la historia. Esta zona, ahora muy popular y cara, era el barrio de los pescadores y marineros y no tenía muy buena reputación cuando Copenhague en el siglo XVII era uno de los puertos más importante del norte de Europa.
Suele haber atracados numerosos barcos de madera y las casitas de colores son de cuento. Es realmente el sitio más bonito de la ciudad.
Por la noche y después de cenar en un mexicano (sólo a nosotras se nos ocurre entrar en un mexicano en Copenhague) donde había cuadros de corridas de toros, banderas americanas por las paredes y donde pudimos escuchar a Fito y los Fitipaldis... (pero saben dónde está México?) nos fuimos al Tívoli, el parque de atracciones más bonito del mundo! La entrada cuesta unos 16 euros, pero merece la pena pagarlos. Tuvimos la suerte de ver un espectáculo de agua, luces y sonido en el lago y a pesar de que a ninguna de las dos nos gusta mucho la Navidad, allí es imposible no volverte una niña y disfrutar entre tanta maravilla. Recomendable 100% la visita, al menos en Navidad.
Nos fuimos a dormir porque al día siguiente nos esperaba un día muy intenso.
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