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Bueno, pues el viaje, como todos, llegaba a su fin. Nuestro vuelo salía a las 6 de la tarde, así que decidimos subir hacia el norte y visitar alguna playa de la zona, sin alejarnos demasiado de la zona del aeropuerto.
Hoy volvía a abrir al público el Parque Nacional del Teide, pero entendimos que para visitarlo bien necesitaríamos algo más que unas cuantas horas de la mañana, así que decidimos que volveríamos en otra ocasión para terminar de conocer la isla, y es que en esta pequeña escapada solo hemos podido admirar pequeñas pinceladas de este paraíso.
La PLAYA DE LAS TERESITAS es visita obligatoria y la pasión de los isleños, ya que no hay que desplazarse para llegar a ella. Solo llegar y ver el contraste de su arena blanca (traída del Sahara en los años 60), las palmeras y el azul intenso del mar ya te transporta al paraíso. El mar es una auténtica balsa, y es que el rompeolas levantado detrás protege su arena africana. Tiene forma de media luna y originariamente estaba formada de rocas y cantos rodados. Sus aguas eran bravas y los vecinos la calificaban incluso como playa peligrosa debido a la fuerza de sus olas. Con el desgaste y erosión de las mismas, se autorizó la creación de una playa artificial, para lo que se cogió nueva superficie para ensancharla.
Fue necesaria la creación de espigones laterales y un escalón de corte dentro del mar para preservarla de la fuerza de la naturaleza, y se trajeron cerca de 5 millones de sacos de arena del desierto del Sáhara. Al principio los tinerfeños temían pisar la arena por temor a que en ella hubiera escorpiones y otros bichos propios del desierto. 25 años después de su remodelación hizo falta de nuevo varios miles de toneladas para reponer toda la arena perdida en ese tiempo.
Así podemos verla en la actualidad desde el mirador que lleva su nombre:
Era lunes por la mañana y la playa estaba practicamente vacía, aparcamos justo en la misma calle. El tiempo amenazaba con nublarse continuamente, así que recorrimos toda la playa caminando por la orilla y mojándonos los pies. A medida que avanzaba la mañana la gente iba llegando a la playa, imagino que en verano y en épocas pre covid debe estar masificada.
Y como contrapunto a esta playa a la que acude la gente en romería encontramos la PLAYA DE LAS GAVIOTAS. Es la siguiente playa siguiendo la costa hacia el Norte, justo a los pies del macizo de Anaga, y es un remanso de paz y tranquilidad, resguardada del viento por sus altos acantilados, con arena negra y escenario en la actualidad de un cementerio de cruceros, a la espera de que pase esta pandemia y puedan volver a navegar.
Debido al color negro de su arena, al reflejar el sol, la sensación de calor aumenta considerablemente, así que aquí fue donde nos bañamos continuamente escapando del calor que hacía un 22 de febrero (impensable en la península). Comimos unos sandwich que habíamos comprado en un supermercado y allí pasamos el resto del día hasta que se acercó la hora de irnos al aeropuerto.
Nuestro vuelo salió puntual y terminamos nuestro segundo viaje a las islas en los dos últimos meses, le hemos cogido el gusto... y es que su contraste de paisajes, de playas, de charcos, de naturaleza, de amabilidad y hospitalidad de sus habitantes y su eterno verano hacen que busque desesperadamente otro puente para seguir conociendo la isla. Y es que allí, todo son facilidades para el turista, con razón se conoce a Tenerife como la isla de la felicidad...volveremos seguro!
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