El pasado mes de junio hicimos una pequeña ruta por el norte de Huelva, una de cuyas paradas fue en las Minas de Riotinto y su Parque Minero, a la que he dedicado una etapa anterior. Además, visitamos Aracena, Cortegana y Almonaster la Real. Se nos quedaron pendientes otros lugares muy interesantes de una sierra fantástica donde reina el jamón ibérico, aunque, en general, creo que aprovechamos bien los dos días y medio que estuvimos allí, teniendo en cuenta que hacía mucho calor para hacer alguna ruta de senderismo, algo que tampoco era nuestro objeto en esta ocasión, pues queremos dedicarle el tiempo que la zona se merece y del que entonces no disponíamos. Como simple referencia, comentar que según Google Maps, el itinerario completo, del que pongo una captura, supone unos 92 kilómetros, con una hora y tres cuartos en el coche.
Nuestra primera visita en este periplo fue Aracena, localidad que se encuentra a unos 100 kilómetros de Huelva capital, 89 de Sevilla, 152 de Badajoz y 501 de Madrid.
Situación de Aracena en el mapa peninsular.
Como el viaje desde Madrid es muy largo, pues requiere casi cinco horas de viaje en coche, aprovechamos para pasar tres jornadas intermedias en el sur de Badajoz, conformando una escapada de seis días muy interesante. Simplemente a título informativo, pongo el itinerario sugerido por Google Maps desde la capital.
Aracena se encuentra al norte de la provincia de Huelva, a 714 metros de altitud sobre el nivel del mar, en la comarca de la Sierra de su nombre, que forma parte de Sierra Morena. Actualmente cuenta con cerca de 8.300 habitantes, cuya economía se basa fundamentalmente en la ganadería, sobre todo el cerdo ibérico, que se cría en dehesas y pastizales. Esta circunstancia determina también la existencia de una industria cárnica muy importante, dedicada elaboración de un jamón ibérico de excelente calidad, que se exporta a todo el mundo. Y es que, ¿quién no ha oído hablar alguna vez del jamón de Jabugo? Pues esa es precisamente la denominación de origen, registrada en la Unión Europea, de las paletillas y jamones ibéricos elaborados tras un proceso que dura más de cuatro años en las singulares condiciones microclimáticas del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, zona catalogada como Parque Natural y Reserva de la Biosfera según la UNESCO. Naturalmente, salvo que no se consuma carne o embutidos, tomar un bocadillo o una ración de este fantástico jamón es una cuestión imprescindible si se visita Aracena.
Nos alojamos una noche en el Hostal Rural Molino del Bombo, en la parte alta de la localidad, lo cual no nos supuso ningún problema, pues en menos de diez minutos caminando estábamos en el mismo centro. Nos gustó el sitio y la persona que nos atendió fue muy amable. El precio, 66 euros (no incluía desayuno).
UNOS POCOS DATOS SOBRE ARACENA.
Pese a los hallazgos prehistóricos encontrados no muy lejos, casi todas las fuentes opinan, aun sin certezas, que su origen fue un asentamiento romano, surgido quizás por los recursos mineros en torno al Rio Tinto, y que su nombre se debe a su propietario, llamado Aretius o Arcios, que derivó en Villa Aretia o Villa Arciana. Sin referencias concretas de su pasado visigodo, los primeros hechos documentados datan de la época de los almohades, convertida en plaza importante a la que se dotó alcazaba con funciones defensivas y, más tarde, en escenario habitual de luchas fronterizas, al principio entre musulmanes y cristianos y, tras la reconquista, entre castellanos y portugueses.
Durante la primera mitad del siglo XIII, se registraron alternativas en cuanto a su dominio, hasta que el rey Alfonso I de Portugal se la arrebató a los musulmanes en 1251. En adelante, siguieron las disputas con los reyes castellanos, Fernando III y Alfonso X, hasta que en 1297, el Tratado de Alcañices fijó Aracena, entre otras localidades fronterizas, como tierra de realengo de Castilla. Sancho IV la repobló con astur-leoneses y gallegos y, después, pasó a depender de la Orden de Santiago, cuyos caballeros levantaron una iglesia-fortaleza para defender el territorio de los portugueses, que volvían a amenazarlo.
El núcleo de población inicial, situado sobre una montaña caliza, bajo la cual está la Gruta de las Maravillas, se extendió rápidamente por sus laderas, lo que trajo consigo una época de esplendor económico por la explotación de sus recursos naturales, así como un incremento de la población, que se mantuvo hasta el siglo XVII, cuando decayó a causa de las epidemias y las guerras con Portugal.
En 1640 pasó a manos del Conde Duque de Olivares y, ya en el siglo XVIII, a las de Conde de Altamira, que conservó el lugar hasta principios del siglo XIX. Tras los estragos de la Guerra de la Independencia contra los franceses, en 1833 dejó de ser parte de Sevilla para pasar a la provincia de Huelva, afianzando una creciente prosperidad económica, basada en el olivar, el jamón y las chacinas. A finales del siglo XIX y principios del XX alcanzó bastante notoriedad, hasta el punto de que la regente María Cristina le concedió el título de ciudad. De esa época se conservan bastantes casas señoriales, especialmente en las calles Barberos, Constitución, Esperanza y Campito.
Actualmente, además de los ingresos relacionados con el cerdo ibérico, que le hizo recuperar a partir de 1980 la población perdida durante las dos décadas anteriores, ha cobrado mucha importancia el sector turístico, con las Gruta de las Maravillas y el Parque Natural de la Sierra Aracena.
NUESTRA VISITA.
Llegamos por la tarde, procedentes de Llerena, y fuimos directamente al hostal, donde nos entretuvimos poco, pues teníamos reserva realizada online para visitar la Gruta de las Maravillas, uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad y que se encuentra en pleno centro, por lo cual pudimos llegar tranquilamente caminando en menos de diez minutos.Abre todos los días, excepto 24, 25 y 31 de diciembre, y 1 y 6 de enero. Tiene horario por las mañanas de 10:00 a 13:00 y de 15:00 a 18:00 por las tardes. Hay aforo limitado (entonces lo era más que ahora) y las visitas son siempre guiadas. La entrada cuesta 10 euros para los adultos y 7 para los niños, de entre 6 y 12 años. Hay descuentos para jubilados, parados, etc. Se recomienda reservar a través de su página web. También está disponible una tarjeta combinada, que incluye la Gruta, el Castillo y el Museo del Jamón por un precio para los adultos de 12,50 euros, 10 los niños.
Esta cueva es famosa por la extensión de sus lagos y por su belleza. Descubierta a finales del siglo XIX, fue la primera cueva subterránea de este tipo abierta al público en España, en 1914.
Durante la visita, que dura unos cincuenta minutos, fuimos viendo todo tipo de formaciones cársticas, originadas a lo largo de los siglos por la acción erosiva de la disolución continua del agua sobre las rocas y mármoles del Cerro del Castillo, con estalactitas, estalagmitas, coladas, excéntricas, columnas… En fin, todo lo que se espera ver en una cueva. Y, ciertamente, ésta es muy bonita.El recorrido tiene 1.200 metros, es circular y se realiza a través de tres niveles de altura, con seis lagos y 12 salas. La temperatura en el interior está entre los 16 y 17 grados en todas las épocas del año. Fresquita, pues, aunque no tanto como otras que hemos visitado.
Con la cámara del móvil, las fotos tienen otro color.
En el interior, está prohibido tomar fotos. Antes de entrar, te hacen una foto-composición con un fondo fijo que se puede comprar a la salida para llevársela de recuerdo. Nuestro grupo no era muy grande, unas veinte personas, y dado que “nos portamos muy bien”, según el guía, como premio nos permitió sacar unas fotos durante un par de minutos, aunque sin movernos del sitio. En esas condiciones y a toda prisa, no salieron muy bien, pero el detalle fue de agradecer, ya que el recuerdo gráfico ahí queda.
Después, dimos una vuelta por el entorno de la entrada de la cueva, muy cerca de la cual se encuentra la calle de San Pedro, donde vimos un sinfín de bares y restaurantes con sus correspondientes terrazas. También localizamos un panel informativo municipal con un plano de los lugares turísticos para visitar. Cada uno cuenta con su correspondiente cartel, así que resulta muy fácil enterarse de casi todo.
Estábamos al lado de la Ermita de San Pedro, una de las cuatro que se levantaron durante la Edad Media en los caminos que conducían desde Aracena a Sevilla, Huelva, Badajoz y Portugal. De estilo mudéjar, data de los siglos XV y XVI, consta de una sola nave y ábside de planta cuadrada con bóveda de crucería. Actualmente se dedica a usos culturales.
Enfrente, se encuentra la Plaza de la Gruta de las Maravillas, en la que se han instalado unos bancos con azulejos que representan sus diferentes salas, así como varias esculturas de las que componen el Museo de Arte Contemporáneo al aire libre “Andalucía”.
Unos metros más adelante, vimos los antiguos Lavaderos de la Fuente del Concejo, que se abastecían de los lagos de la Gruta de las Maravillas y que fueron transformados por el arquitecto sevillano Aníbal González e inaugurados en 1929.
A continuación, entre casas blancas con rejas negras, caminé por las calles de Pedrinazzi y Mejias hasta salir a Francisco Rincón, pasando previamente por la Casa-Palacio del Obispo Moya y contemplando también casas de arquitectura típica y popular. Entre las calles, se veían bonitas vistas del castillo, en lo alto.
Al fin, después de superar una empinada cuesta, llegué a la Plaza Alta, con la Iglesia Parroquial de la Asunción y el Cabildo Viejo.
La Iglesia de la Asunción es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura renacentista en la provincia de Huelva. Su construcción se inició a principios del siglo XVI. Consta de tres naves de igual altura y se abrió al culto en 1603 sin estar acabada. Las obras continuaron durante varios y no concluyeron hasta el año 2008. Buena parte de los objetos y muebles que había en el interior se perdieron durante la Guerra Civil, si bien se conserva una talla de San Blas, Patrón de Aracena, que ocupa un retablo de mampostería del siglo XVIII. Estaba cerrada, así que no la vi por dentro. Por cierto que su arquitectura se aprecia bastante mejor desde lejos que desde cerca.
Enfrente, al otro lado de la plaza, tras una bonita fuente de piedra, se encuentra el Cabildo Viejo, la antigua casa consistorial. Cuando la población empezó a aposentarse ladera debajo de su primitiva ubicación en el Cerro del Castillo, la zona de la Plaza Alta se convirtió en su centro neurálgico, donde se instalaron los diferentes poderes. Así, frente al poder religioso que suponía la Iglesia de la Asunción, el poder político se instaló en el Cabildo Viejo, un edificio del siglo XV, que fue utilizado para servicios municipales, pósito y cárcel, mientras que los mercaderes ocupaban las galerías mudéjares laterales. Lo más destacado del conjunto es la portada, del siglo XVI y estilo toscano, labrada en mármol.
Desde allí, por una empinada calle, subí hasta la calle empedrada que conduce a la colina donde se ubican el Castillo y la Iglesia prioral, si bien antes de llegar me metí por una calle estrecha paralela que me brindó una estupenda panorámica del casco viejo. En realidad, no es necesario, ya que desde más arriba las vistas son igualmente espléndidas y abarcan gran parte de la comarca. Por ejemplo, resulta muy recomendable asomarse al Mirador de Aracena, donde hay un panel informativo que interpreta el paisaje serrano que contemplamos, así como el núcleo urbano.
Se supone que el Castillo fue construido sobre los restos de una antigua alcazaba almohade, probablemente por los caballeros de la Orden de Santiago, aunque no falta quien afirma que lo iniciaron los templarios. De la fortaleza, que se puede visitar, queda poco. No lo visité (entrada 2,5 euros) porque el cielo se puso negro de repente y amenazaba tormenta.
Sin embargo, se conserva muy bien la Iglesia prioral de Nuestra Señora del Mayor Dolor, que es la más antigua y emblemática de Aracena. De estilo gótico, tiene de tres naves de igual altura. Se supone que sus primeras piedras se colocaron en el siglo XIII, aunque las obras se paralizaron durante al siglo XIV, reanudándose en el XV, ya con influencias de la Catedral de Sevilla. Se puede visitar libremente si está abierta, como fue mi caso.
Adosada a la Iglesia, hay una preciosa torre de estilo mudéjar.
Se puede rodear todo el recinto por un paseo que regala unas panorámicas excelentes
Una vez vista la zona del castillo, volví a la Plaza Alta y desde allí me moví por el centro, donde hay otros lugares destacados como la Iglesia de Santo Domingo, edificio gótico mudéjar del siglo XV, que fue el primer Hospital de San Sebastián. Seguí callejeando hasta que llegué a la Plaza de Santa Catalina, donde encontré el Ayuntamiento, un curioso edificio triangular de piedra y ladrillo, que data de principios del siglo XX y construido en el llamado estilo regionalista andaluz.
Iglesia de Santo Domingo desde el castillo.
Ayuntamiento.
Ayuntamiento.
Muy cerca está la Iglesia de Santa Catalina, de estilo gótico-mudéjar, cuyo elemento más destacado es la portada principal, levantada en el año 1500, de ladrillo, con arco apuntado, tres arquivoltas y alfiz.
Otro de los lugares imprescindibles para visitar es la Plaza del Marqués de Aracena, construida en 1876, arbolada y con una fuente de cuatro caños y una estatua de San Julián, transmitía un aire de distinción a una localidad en auge, prueba de lo cual son varios edificios modernistas de principios del siglo XX, como el Casino Arias Montano, obra de Aníbal González, que lo diseñó en 1910. En claro contraste, detrás del Casino se encuentra la Iglesia del Carmen, de estilo mudéjar con espadaña neoclásica.
Ya muy cerca del hostal donde nos alojábamos, se encuentra la Ermita de Santa Lucía, en una plaza que lleva su nombre que ha sido reformada hace poco tiempo y en la que se han colocado algunas esculturas. La ermita, del siglo XV, es de estilo mudéjar con arcos trasversales.
Otro sitio destacado en Aracena es el Museo del Jamón, en el que se explica todo el proceso de elaboración del jamón ibérico, el famoso Jabugo de la comarca. La entrada cuesta 3,5 euros. No lo visitamos. También pasamos junto a la Plaza de Toros.
Por la noche, fuimos a cenar a la zona de bares de la Calle de San Pedro, donde degustamos varias tapas y, claro está, una suculenta ración de jamón ibérico. Luego, unas cuantas fotos nocturnas y a dormir, que al día siguiente nos aguardaba el singular paisaje minero en torno al Río Tinto.
ETAPAS RELACIONADAS EN LA SIERRA DE ARACENA:
. MINAS DE RIOTINTO (HUELVA). PARQUE MINERO, UN PAISAJE CON TINTES DE OTRO PLANETA
. CORTEGANA Y ALMONASTER LA REAL, SIERRA DE ARACENA (HUELVA).