Desde mi viaje a Perú, en el que tuve que suprimir mi visita al lago Titicaca porque a raíz de un terremoto, los accesos al sur del país habían quedado impracticables, tenía ganas de llegar hasta aquí.
Según he oído o leído, la parte boliviana es más bonita que la peruana, aunque no tengo elementos para juzgarlo. En cualquier caso, el lago impresiona por su tamaño (8.300 km2), ya que es casi un mar interior, además de ser el lago más alto del mundo (se encuentra a casi 4.000 m de altitud).
La proximidad de La Paz hace que, en cuestión de un par de horas, se pueda alcanzar (lo que permite combinarlo, en su caso, con una visita a Tiwanaku). En caso de que se quiera llegar a Copacabana, la principal localidad boliviana a orillas del lago, se requerirán cuatro horas. Los autobuses para Copacabana salen cada media hora del cementerio de La Paz y creo recordar que cuestan 20 bolivianos (algo menos de 3 euros) más 2 bolivianos por atravesar el estrecho de Tiquina. Es curioso, al llegar al estrecho, los pasajeros descienden del autobús y cruzan en lanchas, mientras el autobús cruza el estrecho en un remolcador.
Según he oído o leído, la parte boliviana es más bonita que la peruana, aunque no tengo elementos para juzgarlo. En cualquier caso, el lago impresiona por su tamaño (8.300 km2), ya que es casi un mar interior, además de ser el lago más alto del mundo (se encuentra a casi 4.000 m de altitud).
La proximidad de La Paz hace que, en cuestión de un par de horas, se pueda alcanzar (lo que permite combinarlo, en su caso, con una visita a Tiwanaku). En caso de que se quiera llegar a Copacabana, la principal localidad boliviana a orillas del lago, se requerirán cuatro horas. Los autobuses para Copacabana salen cada media hora del cementerio de La Paz y creo recordar que cuestan 20 bolivianos (algo menos de 3 euros) más 2 bolivianos por atravesar el estrecho de Tiquina. Es curioso, al llegar al estrecho, los pasajeros descienden del autobús y cruzan en lanchas, mientras el autobús cruza el estrecho en un remolcador.
Copacabana es una localidad agradable, que vive principalmente del turismo y de la pesca del lago. Aquí se encuentran montones de agencias que organizan viajes no solo por el lago, sino también por Perú, especialmente a la zona de Cuzco. No obstante, las excursiones más habituales tienen como destino las islas flotantes y las islas del Sol y de la Luna.
Copacabana merece un paseo, principalmente por la orilla del lago. Aunque yo no llegué, creo que es muy bonito el paseo que lleva a Yampupata, ubicada a 17 km de distancia, que es la localidad más próxima a la isla del Sol en tierra firme. Por esa zona hay también algún resto inca. En cualquier caso, de Copacabana yo resaltaría su catedral, algo que llama la atención por su tamaño en esta pequeña localidad, que se asemeja a un cortijo andaluz y que alberga el camarín de la Virgen de la Candelaria, patrona de Bolivia. Aunque uno no se puede acercar al altar, cuando yo fui había una gran actividad en la catedral, pues se estaban celebrando bautizos.
Copacabana merece un paseo, principalmente por la orilla del lago. Aunque yo no llegué, creo que es muy bonito el paseo que lleva a Yampupata, ubicada a 17 km de distancia, que es la localidad más próxima a la isla del Sol en tierra firme. Por esa zona hay también algún resto inca. En cualquier caso, de Copacabana yo resaltaría su catedral, algo que llama la atención por su tamaño en esta pequeña localidad, que se asemeja a un cortijo andaluz y que alberga el camarín de la Virgen de la Candelaria, patrona de Bolivia. Aunque uno no se puede acercar al altar, cuando yo fui había una gran actividad en la catedral, pues se estaban celebrando bautizos.
Para aquellos que, como yo, quieran visitar la isla del Sol, existen básicamente dos alternativas: salir en el barco que zarpa a las 15.30 y pasar allí la noche, o salir a primera hora de la mañana y regresar por la tarde-noche. Los alojamientos en la isla son sencillos pero supuestamente tienen el encanto de ver amanecer en la isla. Yo me decanté por la segunda opción, y vi anochecer y amanecer en Copacabana, que también es muy bonito y merece realmente la pena.
Aunque había leído un montón de foros e informaciones, no tenía muy claro cómo organizar mi visita a la isla del Sol (la isla de la Luna es mucho más pequeña y parece que no tiene demasiado interés). Había leído que los barcos “públicos” salían a las 8.30 de la mañana y regresaban a las 15.30, pero que además había barcos “privados” (mucho más caros) que salían a lo largo de la mañana.
Yo solo vi en el puerto la salida de las 8.30 de la mañana, quizás porque era el mes de junio y no era aún temporada alta. En cualquier caso, quiero hacer hincapié en que esa información es solo cierta en parte. Yo, de hecho, me levanté temprano para tomar el barco a las 8.30 y cuál no sería mi sorpresa cuando me encontré con que debía esperar hasta las 9.30. El motivo es el siguiente.
Yo había leído que los barcos que se dirigen a la isla del Sol tienen dos paradas, en el sur y en el norte. Yo creía que el mismo barco hacía ambas paradas, pero no: el barco que sale a las 8.30 va al sur (Yumani) y el barco que sale a las 9.30 va al norte (Challapampa). El precio también es distinto, pues el trayecto al norte es más largo, ya que dura dos horas, y cuesta 60 bolivianos (unos ocho euros).
Aunque había leído un montón de foros e informaciones, no tenía muy claro cómo organizar mi visita a la isla del Sol (la isla de la Luna es mucho más pequeña y parece que no tiene demasiado interés). Había leído que los barcos “públicos” salían a las 8.30 de la mañana y regresaban a las 15.30, pero que además había barcos “privados” (mucho más caros) que salían a lo largo de la mañana.
Yo solo vi en el puerto la salida de las 8.30 de la mañana, quizás porque era el mes de junio y no era aún temporada alta. En cualquier caso, quiero hacer hincapié en que esa información es solo cierta en parte. Yo, de hecho, me levanté temprano para tomar el barco a las 8.30 y cuál no sería mi sorpresa cuando me encontré con que debía esperar hasta las 9.30. El motivo es el siguiente.
Yo había leído que los barcos que se dirigen a la isla del Sol tienen dos paradas, en el sur y en el norte. Yo creía que el mismo barco hacía ambas paradas, pero no: el barco que sale a las 8.30 va al sur (Yumani) y el barco que sale a las 9.30 va al norte (Challapampa). El precio también es distinto, pues el trayecto al norte es más largo, ya que dura dos horas, y cuesta 60 bolivianos (unos ocho euros).
Como mi intención era ir al norte, al encontrarse aquí los principales atractivos de la isla (playas y ruinas incas), y porque quería recorrer el camino que une el norte con el sur (a través de lo que algunos llaman la “autopista”, por ser un camino que está debidamente señalizado y en perfecto estado), compré el billete al norte en una agencia próxima a mi hotel, perteneciente a una cooperativa de lancheros aymarás. A la llegada a la isla, los guías nativos estaban esperándonos. He de señalar que, como sabía, no es necesario recorrer la isla con guía, pero lo cierto es que yo creo que merece la pena. Al final de la visita se les pagan 10 bolivianos (unos 1,30 euros), dinero que va destinado a su comunidad. Están bien organizados, pues en función del tamaño los de turistas que llegan a la isla forman distintos grupos, siempre con un guía que va marcando el camino y otro que se queda atrás, para evitar que los turistas se queden rezagados. Además, he de reconocer que yo no sé si hubiese encontrado el punto de partida de la “autopista” sin su ayuda, pues para llegar a él hay que localizar primero las ruinas incaicas. Aun así, soy consciente de que un par de alemanas que viajaron en la barca conmigo pasaron de los guías y siguieron su camino directamente hacia el sur, con lo que dieron con sus propios medios con la “autopista” y, como mencionaré luego, fueron las únicas que llegaron en el tiempo previsto para coger el barco en Yumani de regreso a Copacabana.
La zona norte está bastante bien. Tiene unas playas muy bonitas y las pocas ruinas que quedan en la isla, que aunque no son espléndidas, son curiosas.
Quisiera detenerme en el camino que une el norte con el sur.
Cuando se adquieren los billetes de la barca para el norte y cuando se llega a Challapampa, el vendedor y quien maneja la barca preguntan cuántas personas piensan regresar a Copacabana directamente desde Challapampa y cuántas piensan hacer la caminata y salir desde Yumani. A tal fin recuerdan que, en el primer caso, la barca zarpará a las 14.00 de Challapampa y en el segundo a las 15.30 de Yumani. Pues bien, cuando uno llega a Challapampa los guías advierten de que recorrer el camino que lleva a Yumani exige hora y cuarto para los nativos, dos horas para un turista medio y tres horas para alguien que sufra el soroche. Sin embargo, he de alertar de que los guías se entretienen, unas veces con sus explicaciones y otras dejando pasar el tiempo sin más, y cuando al final liberan a aquellos que quieren hacer tanto la visita guiada con ellos como el camino al sur, ya solo les quedan dos horas justas (o al menos así me ocurrió a mí, con la mala suerte de que mi grupo era el último de todos, pues fue el último en salir del puerto de Challapampa de los que se formaron cuando arribó la barca).
Además, pese a que los guías insisten en que dos horas es el trayecto “normal” para recorrer el camino que separa Challapampa de Yumani, la verdad es que requiere más tiempo. Yo tardé dos horas y cuarto en completarlo, caminando a buen ritmo y sin descanso. Así que mi consejo es que si queréis hacer el camino, tratéis de seguir las explicaciones de los guías, pero pagadles los 10 bolivianos sin esperar a terminar la visita y dejadles con las explicaciones cuando os queden entre dos horas y media y tres horas.
En este sentido he de reconocer que yo tuve mucha suerte. Como ya he dicho, yo salí el último de todos los que habíamos llegado en la misma barca porque el grupo al que se me asignó salió el último, y de ese grupo yo fui el único que hizo el camino. De hecho, al final siete personas decidimos hacer el camino: dos (las alemanas a las que me he referido) que pasaron de los guías, cuatro que fueron en el primer grupo y yo, que fui en el segundo grupo. Pues bien, como ya he señalado, recorrer el trayecto entre el norte y el sur me llevó dos horas y cuarto, a pesar de que los guías no me dejaron marchar hasta que solo quedaba un par de horas para que zarpara la barca. El resultado fue que, si la barca no hubiese esperado por mí ese cuarto de hora adicional, me habría visto obligado a pernoctar en la isla del Sol. Los cuatro franceses que habían salido delante de mí y que iban en el primer grupo de turistas no tuvieron tanta suerte. Conseguí adelantarles poco antes de llegar a Yumani y cuando llegué al puerto, el barquero que debía llevarnos de regreso a Copacabana dijo que no podía esperar por ellos, que ya iba un cuarto de hora retrasado y que debía partir. Así pues, deduzco que tuvieron que buscarse un alojamiento en la isla para pasar la noche, con el consiguiente trastorno provocado por el imprevisto.
Querría hacer una advertencia en relación con Yumani. Como he dicho, Yumani es el final del camino, el lugar en el sur de la isla de donde zarpa la barca a las 15.30. Poco puedo decir sobre Yumani porque pasé por allí a toda velocidad, rumbo al puerto, con la esperanza de que mi barco no se hubiese ido, a pesar de mi retraso. En cualquier caso quiero hacer hincapié en que las circunstancias engañan. Uno está muy contento cuando llega a la localidad porque cree que la barca ya está próxima. Sin embargo, desde que se entra en Yumani hasta que se alcanza el puerto hay entre 15 y 20 minutos de descenso con fuerte pendiente, que en mi caso, viví con verdadera angustia temiendo que la barca ya hubiera partido.
Tras dos horas de travesía, llegamos de vuelta a Copacabana, desde donde tomé un autobús para La Paz en la misma plaza en la que me había dejado el autobús procedente de aquella ciudad el día anterior. El inicio del viaje fue muy bonito gracias al hermoso paisaje que se veía desde el autobús. En efecto, a medida que se bordeaba el lago Titicaca, se podían admirar simultáneamente el lago y la Cordillera Real, pues en realidad no es mucha la distancia que separa a estas dos maravillas de la naturaleza. Creo que la denominación Cordillera Real responde perfectamente a la majestuosidad de esta zona andina donde destacan picos de 5.000 y 6.000 m de altitud.
La zona norte está bastante bien. Tiene unas playas muy bonitas y las pocas ruinas que quedan en la isla, que aunque no son espléndidas, son curiosas.
Quisiera detenerme en el camino que une el norte con el sur.
Cuando se adquieren los billetes de la barca para el norte y cuando se llega a Challapampa, el vendedor y quien maneja la barca preguntan cuántas personas piensan regresar a Copacabana directamente desde Challapampa y cuántas piensan hacer la caminata y salir desde Yumani. A tal fin recuerdan que, en el primer caso, la barca zarpará a las 14.00 de Challapampa y en el segundo a las 15.30 de Yumani. Pues bien, cuando uno llega a Challapampa los guías advierten de que recorrer el camino que lleva a Yumani exige hora y cuarto para los nativos, dos horas para un turista medio y tres horas para alguien que sufra el soroche. Sin embargo, he de alertar de que los guías se entretienen, unas veces con sus explicaciones y otras dejando pasar el tiempo sin más, y cuando al final liberan a aquellos que quieren hacer tanto la visita guiada con ellos como el camino al sur, ya solo les quedan dos horas justas (o al menos así me ocurrió a mí, con la mala suerte de que mi grupo era el último de todos, pues fue el último en salir del puerto de Challapampa de los que se formaron cuando arribó la barca).
Además, pese a que los guías insisten en que dos horas es el trayecto “normal” para recorrer el camino que separa Challapampa de Yumani, la verdad es que requiere más tiempo. Yo tardé dos horas y cuarto en completarlo, caminando a buen ritmo y sin descanso. Así que mi consejo es que si queréis hacer el camino, tratéis de seguir las explicaciones de los guías, pero pagadles los 10 bolivianos sin esperar a terminar la visita y dejadles con las explicaciones cuando os queden entre dos horas y media y tres horas.
En este sentido he de reconocer que yo tuve mucha suerte. Como ya he dicho, yo salí el último de todos los que habíamos llegado en la misma barca porque el grupo al que se me asignó salió el último, y de ese grupo yo fui el único que hizo el camino. De hecho, al final siete personas decidimos hacer el camino: dos (las alemanas a las que me he referido) que pasaron de los guías, cuatro que fueron en el primer grupo y yo, que fui en el segundo grupo. Pues bien, como ya he señalado, recorrer el trayecto entre el norte y el sur me llevó dos horas y cuarto, a pesar de que los guías no me dejaron marchar hasta que solo quedaba un par de horas para que zarpara la barca. El resultado fue que, si la barca no hubiese esperado por mí ese cuarto de hora adicional, me habría visto obligado a pernoctar en la isla del Sol. Los cuatro franceses que habían salido delante de mí y que iban en el primer grupo de turistas no tuvieron tanta suerte. Conseguí adelantarles poco antes de llegar a Yumani y cuando llegué al puerto, el barquero que debía llevarnos de regreso a Copacabana dijo que no podía esperar por ellos, que ya iba un cuarto de hora retrasado y que debía partir. Así pues, deduzco que tuvieron que buscarse un alojamiento en la isla para pasar la noche, con el consiguiente trastorno provocado por el imprevisto.
Querría hacer una advertencia en relación con Yumani. Como he dicho, Yumani es el final del camino, el lugar en el sur de la isla de donde zarpa la barca a las 15.30. Poco puedo decir sobre Yumani porque pasé por allí a toda velocidad, rumbo al puerto, con la esperanza de que mi barco no se hubiese ido, a pesar de mi retraso. En cualquier caso quiero hacer hincapié en que las circunstancias engañan. Uno está muy contento cuando llega a la localidad porque cree que la barca ya está próxima. Sin embargo, desde que se entra en Yumani hasta que se alcanza el puerto hay entre 15 y 20 minutos de descenso con fuerte pendiente, que en mi caso, viví con verdadera angustia temiendo que la barca ya hubiera partido.
Tras dos horas de travesía, llegamos de vuelta a Copacabana, desde donde tomé un autobús para La Paz en la misma plaza en la que me había dejado el autobús procedente de aquella ciudad el día anterior. El inicio del viaje fue muy bonito gracias al hermoso paisaje que se veía desde el autobús. En efecto, a medida que se bordeaba el lago Titicaca, se podían admirar simultáneamente el lago y la Cordillera Real, pues en realidad no es mucha la distancia que separa a estas dos maravillas de la naturaleza. Creo que la denominación Cordillera Real responde perfectamente a la majestuosidad de esta zona andina donde destacan picos de 5.000 y 6.000 m de altitud.
Por último, he de hacer una referencia a mi alojamiento en Copacabana: el hotel La Cúpula (www.hotelcupula.com/es_index.php). Es un hotel que yo recomendaría, pues el personal es muy agradable y lo considero una buena elección. Había reservado una habitación con vistas, con la intención de no perderme la puesta de sol desde ella. Desgraciadamente me equivoqué con el día de la reserva y cuando me di cuenta de mi error la habitación ya no estaba disponible. Aun así, merece la pena. En todo caso, el restaurante, además de servir una deliciosa comida, ofrece buenas vistas de la bahía. Creo que fue una de las mejores cenas de las que disfruté en todo mi viaje por Bolivia. La trucha que me sirvieron (especialidad del lago Titicaca) estaba deliciosa. Era lo que en España llamaríamos una trucha asalmonada.
La habitación con vista al lago que inicialmente había reservado costaba 220 bolivianos (30 euros) y la habitación en la que finalmente me alojé, una vez advertido mi error, 180 (25 euros).
La habitación con vista al lago que inicialmente había reservado costaba 220 bolivianos (30 euros) y la habitación en la que finalmente me alojé, una vez advertido mi error, 180 (25 euros).