Vaya por delante que soy un viajero cansado de viajar 😎
Tras más de 40 años de frecuentes periplos, algunos de lo más disparatado, siento que ya he visto todo lo que realmente deseaba ver, y obtenido de la experiencia del viaje todas las satisfacciones posibles.
Por eso ahora, viajando solo por inercia (en el fondo no sé hacer otra cosa) no busco en los destinos nada en particular. Ninguna belleza, ningún estímulo, ningún placer… O tal vez sí. Pero en cualquier caso, la recompensa al esfuerzo que todo viaje supone, la encuentro en detalles muy pequeños, en matices apenas sensibles. Me basta con la consciencia de recorrer un espacio con alguna característica genuina, con un mínimo de originalidad..
Y por supuesto, imprescindible que haya vino 🍷

Analizar el mapa es la mejor manera de entender la actual configuración territorrial de la isla, de manera que me ahorraré el comentarla por el momento. Para este viaje que hice en la primavera, sin apenas documentación y con muy pocas ideas previas, los únicos objetivos que hasta cierto punto tuve claros fueron estos 3:
- Cruzar de la zona griega a la turca y regresar por otra ruta distinta, haciendo un recorrido circular
- Visitar al menos dos de las ciudades históricas que conservan importantes fortalezas de la época veneciana: Famagusta y Kyrenia.
- Instalarme en la région montañosa de Troodos para tratar de visitar algunas de sus famosas iglesias del periodo bizantino, decoradas con preciosos frescos.
Y al final se puede decir que sí, el viaje cumplió sus modestos objetivos y alguno más.
Pero sobre todo, puedo dar fe de que en Chipre hay vino; aparte del que se produce localmente en la zona griega, los pobladores del norte lo traen de Turquía sin dificultad alguna.
