La Abadía de Westminster era nuestra primera visita del día.
Bien temprano había ya una pequeña cola para entrar. La entrada cuesta 15£ con audioguía (muy recomendable), algo caro, pero vale mucho la pena. Lo que más nos gustó: el coro, el techo abovedado de la linterna, la bóveda de abanico de la capilla de Enrique VII, la silla de la coronación, la “Poets’ corner” y los claustros. Aprovechamos aquí para tomar algo caliente en un puestecillo que había antes de salir y dejar la abadía, viendo la tumba del soldado desconocido, rodeada de amapolas rojas, tan características en este tipo de memoriales en la ciudad.
A la salida intentamos de nuevo entrar en St. Margaret’s Church, pero estaba cerrada a cal y canto, así que nos conformamos con unas fotos con el Big Ben enfrente.
Cruzamos hacia Victoria Tower Gardens, que dan al río en un lateral de las Casas del Parlamento.
Este edificio tiene una gran belleza, que de lejos no se aprecia bien. Desandando el camino, llegamos al Puente de Westminster y por fin estábamos ante el Big Ben.
La siguiente parada fue County Hall. La zona es muy animada, con la noria London Eye (colas enormes para comprar entradas y para subir), el Aquarium, el Dalí Universe, el Golden Jubilee Bridge, el Royal Festival Hall…
Por la tarde visitamos la Tate Britain, edificio de planta griega donde estuvimos un par de horas.
Nos hacía especial ilusión ver las obras de estilo prerrafaelita de J. Everett Millais, especialmente, “Ophelia”, y de Dante Gabriel Rosetti. Hay algunas obras de Bacon, que habíamos visto en la exposición temporal que hubo el año pasado en el Prado.
Volvimos a St. Jame´s Park. Es uno de los Parques Reales de Londres, el más bonito de los que visitamos, con su vegetación que entra en el estanque, el contraste de color de los árboles, las famosas ardillas, cisnes, patos, cuervos…
Nos encantó su aspecto semidecadente, con una especie de niebla… Empezó a llover, así que volviendo a Buckingham Palace Road llegamos a Victoria. Casualmente encontramos el pequeño Big Ben, cerca de Victoria Palace.
La última visita que nuestro cuerpo aguantaba era la Catedral de Westminster, con su característica construcción neobizantina de ladrillo rojo. Antes de llegar al hotel, nos tomamos unas cervezas
en “The Constitution” (42 de Churton Street), un pub cercano a Belgrave Road, muy agradable y barato (al menos eso nos pareció, a 1.75£ la pinta) y tras nuestros ocho tramos de escaleras, a la cama.

Bien temprano había ya una pequeña cola para entrar. La entrada cuesta 15£ con audioguía (muy recomendable), algo caro, pero vale mucho la pena. Lo que más nos gustó: el coro, el techo abovedado de la linterna, la bóveda de abanico de la capilla de Enrique VII, la silla de la coronación, la “Poets’ corner” y los claustros. Aprovechamos aquí para tomar algo caliente en un puestecillo que había antes de salir y dejar la abadía, viendo la tumba del soldado desconocido, rodeada de amapolas rojas, tan características en este tipo de memoriales en la ciudad.
A la salida intentamos de nuevo entrar en St. Margaret’s Church, pero estaba cerrada a cal y canto, así que nos conformamos con unas fotos con el Big Ben enfrente.

Cruzamos hacia Victoria Tower Gardens, que dan al río en un lateral de las Casas del Parlamento.

Este edificio tiene una gran belleza, que de lejos no se aprecia bien. Desandando el camino, llegamos al Puente de Westminster y por fin estábamos ante el Big Ben.
La siguiente parada fue County Hall. La zona es muy animada, con la noria London Eye (colas enormes para comprar entradas y para subir), el Aquarium, el Dalí Universe, el Golden Jubilee Bridge, el Royal Festival Hall…

Por la tarde visitamos la Tate Britain, edificio de planta griega donde estuvimos un par de horas.

Nos hacía especial ilusión ver las obras de estilo prerrafaelita de J. Everett Millais, especialmente, “Ophelia”, y de Dante Gabriel Rosetti. Hay algunas obras de Bacon, que habíamos visto en la exposición temporal que hubo el año pasado en el Prado.

Volvimos a St. Jame´s Park. Es uno de los Parques Reales de Londres, el más bonito de los que visitamos, con su vegetación que entra en el estanque, el contraste de color de los árboles, las famosas ardillas, cisnes, patos, cuervos…

Nos encantó su aspecto semidecadente, con una especie de niebla… Empezó a llover, así que volviendo a Buckingham Palace Road llegamos a Victoria. Casualmente encontramos el pequeño Big Ben, cerca de Victoria Palace.

La última visita que nuestro cuerpo aguantaba era la Catedral de Westminster, con su característica construcción neobizantina de ladrillo rojo. Antes de llegar al hotel, nos tomamos unas cervezas
