Puse el despertador muy temprano, creo que a las seis de la mañana, es la última etapa y parece que no hubiera un mañana, las ganas de terminar son tremendas.
Recogí las cosas, dejé la mochila en recepción y en el primer lugar que encontré, la pizzería en que había cenado la noche anterior, entré a desayunar. La camarera que atendía en desayunos era la misma que en el turno de cenas la noche antes (eso explica algunas cosas). El lugar estaba lleno y tardé bastante, solo pedí café y bizcocho, renunciando al rico pan de las tostadas que ponen en Galicia. Por si alguien lee este diario, y hace noche en el mismo hotel, al estar al principio del pueblo (la mayoría de estos pueblos, realmente todos menos Portomarín están construidos a ambos lados de una carretera) queda todo el pueblo por recorrer y a medida que avanzas, los bares, que son muchos, van teniendo menos concurrencia, realmente aconsejo desayunar en el par de bares que están una vez que se abandona la calle principal de Pedrouzo y se gira a la derecha pasado el colegio, seguro que ganará tiempo y desayunará más tranquilo.
A las siete y veinte comenzaba a caminar también de noche, está vez tuve que usar la linterna del móvil porque nada más comenzar se atraviesa un bosque muy tupido donde apenas llega la excasa luz que proporcionan la luna y las estrellas y no quería sufrir un mal tropezón ya a las puertas de Santiago.
La etapa comienza atravesando unos bonitos bosques, a la salida de estos nos encontramos con esta imagen.
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Cuando apenas llevamos recorridos 6 km entramos en el municipio de Santiago y caminamos al borde de la autopista, teniendo a nuestra izquierda la valla del aeropuerto de Lavacolla.
A estas alturas ya iba verdaderamente incómodo, no encontraba el ritmo, tenia las piernas, sobre todo la derecha, completamente acalambradas. Me costaba mucho caminar y, para colmo, sentía molestias en la ampolla que arrastraba desde hacia etapas y no me había molestado lo más mínimo. Paré, revise la ampolla y estaba todo bien,continué , pero también lo hizo la molestia, volví a parar y, ahí estaba, una nueva ampolla en el dedo de al lado, como estaba por debajo no la había visto, maldita sea. No quise sacarla el líquido con las jeringuillas allí, y simplemente le coloqué un apósito compeed para ampollas, que redujo la molestia y me permitió continuar algo mejor.
Un poco más adelante nos topamos con el arroyo de Lavacolla, donde según el Códice Calixtino lavaban sus ropas los antiguos peregrinos antes de llegar a postrarse ante la tumba del Apóstol.
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Ahora ya nadie lava nada allí, aún al contrario, en mi opinión ensucia, es uno más de los "templos" improvisados con los más variopintos objetos que se suceden a lo largo del camino. Cada uno tendrá su opinión, pero yo creo que una garrafa de agua o de aceite, como la que se va en la foto, carecen de cualquier sentido espiritual y lo único que hacen es ensuciar y afear el camino. Opino que las manifestaciones espiritúales tienen otros lugares, o al menos otras formas mucho más adecuadas de llevarse a cabo.
Tras rodear el aeropuerto, que no es poca cosa, llegamos a San Paio que está en el kilómetro 7,7 de la etapa. Aquí sufrí un confusión, entré en la pequeña ermita y pregunté a la persona encargada si San Paio en castellano era S. Pelayo, respondiéndome este en sentido afirmativo, como quiera que en mi guía de viaje hablaban de la Iglesia de S. Pelayo en el km 9,5, me ilusione pensando que, me quedaba mucho menos de lo que en realidad faltaba.
A todo esto no había parado a tomar nada, salvo una banana (no era un plátano canario) que había cogido en uno de esos tenderetes en que venden pulseras, abalorios y también ponen fruta y alguna bebida para los peregrinos a cambio de un donativo.
Finalmente llegué a San Pelayo.
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Aquí pasé el peor momento, totalmente acalambrado y sufriendo mucho, sobre todo en los descensos. Pasada la iglesia de S. Pelayo hay un pequeño puente sobre un arroyo donde me detuve de nuevo para aplicarme en las piernas la pomada que me habían dado en la farmacia de Palas de Rei, y tomar un ibuprofeno, a ver si conseguía mejorar un poco, porque a ese paso iba a tardar una eternidad en llegar. No se si fue eso, o que salió el sol y empezó la impresionante subida al Monte do Gozo (en subida el dolor era mucho menos y caminaba mejor) o también que adelanté a una peregrina que la pobre iba mucho más lenta y perjudicada que yo, el caso es que me rehice lo suficiente para llevar un ritmo, sino rápido, si decente, y continuar del tirón hasta el Monte do Gozo, pasando antes por Villamaior, donde fotografíe un hórreo más de los muchos que ya había fotografiado durante el camino.
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Finalizada la subida el camino discurre por una carretera por medio del bosque.
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Rapidamente se llega a una zona de bares y tenderetes, y en seguida se pasa por las instalaciones de la Televisión de Galicia y un poco más adelante por el centro territorial de Televisión Española en Galicia, donde no debe preocuparles en absoluto la factura de la luz, ya que, a las 11,30 horas de la mañana, tenia todas las farolas y focos del perímetro de la valla encendidas. Luego, si no cuadran las cuentas, con despedir a un buen puñado de trabajadores asunto arreglado.
Ya estaba a poco menos de 2 kilómetros de mi destino, que para mí en esta etapa estaba en el Monte do Gozo, y casi me lo paso, no pensaba que el monumento erigido por la visita de Juan Pablo II estaba tan pegado al camino, y además, el acceso está en obras, lo que me despistó. En el último momento giré la cabeza a la izquierda, vi el monumento y a Rosa junto a el grabándome con su cámara. Unos metros más, muy pocos, y el abrazo esperado, el reencuentro y todas las emociones que afloran de golpe. El encuentro me compensó con creces de los dolores que me habían acompañado ese día.
Una foto para el recuerdo:
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El penúltimo sello en la credencial en la ermita de San Marcos, allí mismo, y emprendimos el descenso a la ciudad, poniéndonos al día y felices por encontrarnos. ¡Qué alegría!.
El resto del camino, los poco más de 4 kilómetros que quedan hasta los aledaños de la plaza del Obradoiro, donde frente a la imponente catedral (en obras) acaba la peregrinación, transcurren por las calles de la ciudad, primero por la periferia, cruzando autopistas y grandes avenidas y luego, una vez que nos acercamos al centro histórico, por pequeñas y atestadas calles al ser un sábado de primeros del mes de septiembre.
Tras una parada para disfrutar de una Estrella de Galicia, poco a poco vamos encontrando imágenes conocidas de viajes anteriores a Santiago, que nos indican que el fin del camino está muy cerca
¡Ya están ahi las torres de la catedral!
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La plaza de Cervantes
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La plaza de la Inmaculada o de la Azabachería, con el imponente Monasterio de
S. Martín Pinarro a nuestra derecha
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Y a la izquierda la preciosa Iglesia de Santa María de la Corticela.
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El arco de Palacio por el que vamos a entrar en la Plaza del Obradoiro, que atravesamos acompañados del sonido de una gaita.
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¡ Y por fin! La catedral de Santiago que esconde el pórtico de la gloria y la tumba del Apóstol. Hemos llegado, nuestro camino ha terminado y somos uno más de los muchos peregrinos que ,como nosotros, han concluido su peregrinación y lo celebran felices, entre abrazos, este bonito día de verano en la preciosa plaza.
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Unos minutos para hacer algunas fotos y nos dirigimos a la Oficina del Peregrino, muy cerquita de la plaza, en la calle Carretas, para poner el último sello en nuestra credencial
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y obtener la Compostela, certificado de que hemos cumplido con la peregrinación al haber hecho a pie más de 100km. En la oficina tardamos un buen rato, es todavía verano y además sábado, por lo que la afluencia de peregrinos a esa hora es mucha, lo pasamos charlando con otros que también han terminado ese día, intercambiando comentarios sobre las cosas vistas en el camino y también, sobre las ampollas y dolores varios que casi todos acarreamos.
Y de allí, a la que sería nuestra última morada en el camino, el Hotel Convento de S.Francisco, un buen lugar para descansar en Santiago de Compostela, muy cerquita de la Plaza del Obradoiro, en lo que fue un antiguo convento convertido hoy en hotel.
Tras la ducha , unas cervezas en la cafetería , con todo el ajetreo ese día ni comimos, y a la misa del peregrino que empieza a a las 19:30 y suele tener bastante afluencia, por lo que fuimos temprano con la intención coger un buen sitio, aunque da un poco lo mismo, porque no dejan acceder hasta poco antes de que comience la misa.
No tuvimos la suerte de ver "volar" el botafumeriro, esto depende de que alguien lo pague.
Indpendientemente de las creencias religiosas de cada cual esto es una peregrinación, y, para mí, parte integrante del final de la misma debe ser esta misa. Aquí tuve, creo , la única decepción a lo largo del camino, puesto qué, la bendición al peregrino , fue pronunciada por el oficiante en Inglés, so pretexto de acoger o abarcar a más personas, creo que dijo. No estoy en absoluto de acuerdo. Cierto es que el Camino de Santiago lo han hecho, y lo siguen haciendo, peregrinos de todas las partes del mundo, esa es la grandeza del camino, pero termina en España, adonde vino a predicar Santiago que, supongo, aprendió la lengua de los que aquí habitaban para poder trasladar su mensaje.
No se acoge a más por pronunciar la bendición en inglés, entre otras cosas porque la palabra de Dios que se traslada en la misa no conoce de idiomas. Se acoge a los mismos, solo qué unos la entendieron y otros la supusieron, la mayoría de los que estaban ese día en la Catedral. Además, la bendición no creo que llegué al minuto, ¿no se podría pronunciar en castellano y también en inglés?. Así, sí que se acoge a todos.
Se me hizo raro escuchar de palabras del Sacerdote" St. James", la verdad y me dejó un regusto amargo. Estoy seguro de que, si esta peregrinación terminara en la catedral de San Pablo en Londres, jamás se diría la bendición en castellano.
En fin, tampoco esto iba a amargar el día, un ratito después estábamos en la Rua Raiña tomando otra cervecita.
Por último, y como colofón a ese día de emociones, una cena en el Enxebre del Hostal de los Reyes Católicos y a descansar al hotel, estaba tan cansado que no me quedaban ganas ni para un último gin-tonic.
Y aquí acaba este relato , que no las vacaciones, que se prolongaron todavía unos días y, además ya en compañía, pero esa es otra historia.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Datos de actividad:
Kilómetros caminados: 20,83.
Pulsaciones medias por minuto : 99
Pulsaciones máximas alcanzadas: 150
Tiempo invertido incluyendo descansos: 6 horas y 46 minutos.
Ritmo medio por kilómetro : 19' 31''.
Pasos totales : 29.749
Calorías quemadas: 3.072
Valdemorillo a 18 de septiembre de 2016