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Día 31 de julio de 2017 y nuestro vuelo de regreso a España sale a las 19.40h; por lo que tenemos tiempo suficiente para hacer alguna visita.
Después del buen desayuno en lo mejor de nuestro hotel, la terraza, cerramos las maletas y las dejamos en recepción hasta la hora de partir
Vamos a hacer este recorrido, con calma y evitando, en lo posible, el calor sofocante
Salimos del hotel hacia la izquierda y en Via Gaeta a la derecha hasta Viale Castro Pretorio a la derecha hasta el metro Línea B parada Castro Pretorio en dirección Laurentina y en 5 paradas bajamos en Piramide
Piramide Cestio
Se trata de la tumba del Pretor Cayo Cestio Epulone: la pirámide fue construida hacia el año 12 a.C. en un tiempo sucesivo a la conquista de Egipto por parte del Imperio. La Pirámide Cestia es de hormigón y mide 36,40 metros de altura por una base cuadrada de unos 30 metros de lado. Según la inscripción que puede observarse en su fachada, se tardó sólo 330 días en construirla.
Sólo se puede visitar guiado algunos sábados y domingos y durante el mes de agosto está cerrada; por lo que nos limitamos a verla desde cerca, pero fuera del recinto.
Enfrente de la pirámide está la Porta San Paolo. Pegada a la pirámide de Cestio, la puerta de San Paolo, en sus orígenes tuvo el nombre romano de puerta Ostiensis, pues desde ella partía la Via Ostiense que unía Roma con el puerto de Ostia. Cambió su nombre por el de San Pablo por ser el camino que llevaba a la basílica de San Pablo Extramuros. Como dato, fue por ella por donde entraron los ostrogodos en el 549, y en ella se hizo frente a las fuerzas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial dos días antes de que se declarara el armisticio.
Desde allí por via Marmorata hasta Via Assino Pollione a la derecha, hasta Via di Porta Lavernale hasta la Piazza dei Cavalieri di Malta
Delante de la puerta de la Orden de los Caballeros de Malta se forman colas para echar un vistazo por el ojo de su cerradura aunque estés a 40ºC. Además, mientras tú estás ahí soportando ese sol, llegan furgonetas con aire acondicionado de las que descienden más turistas. Pero es curioso de ver: cuando miras, a lo lejos, enmarcada en los jardines de la Orden de Malta, se ve la cúpula de San Pedro en el Vaticano, delante de la cúpula se divisa una torre campanario del Trastevere (Italia) y lo más cercano a la cerradura, los jardines, pertenecen a Malta. Por lo que en solo un vistazo se contemplan tres países diferentes.
Después de ver San Pedro desde el ojo de la cerradura, tomamos la Via de Santa Sabina. En esta calle encontramos dos parques: el primero, el perteneciente a Sant'Alessio, poco cuidado y con un mirador sobre Roma y, el segundo, il Giardino degli Aranci, mucho más agradable, más cuidado y verde, con una de sus calles dedicada a Nino Manfredi (el actor italiano) y, sobre todo, unas vistas panorámicas impagables de la ciudad.
Luego seguimos por la via Santa Sabina hasta cruzar una zona verde por Via di Valle Murcia giramos a la derecha hacia Via del Circo Massimo
Los circos romanos constituían las instalaciones lúdicas más importantes de las ciudades romanas, junto con los teatros y anfiteatros. El Circo Massimo, situado entre los montes Aventino y Palatino, era un recinto alargado con espacio para 300.000 espectadores. La pista de arena, con unas dimensiones de 600 metros de longitud y 225 metros de anchura, era la mayor de Roma. Aquí se realizaban carreras de carros, en las que los participantes trataban de dar vueltas a la pista, se llevaban a cabo exhibiciones ecuestres o carreras pedestres, que duraban varias horas y se realizaban a pie. Hoy tan sólo se puede observar la enorme explanada que conserva la forma que tuvo en su día el recinto.
Desde uno de los extremos del Circo Massimo cogemos el metro Línea B hasta Castro Pretorio y al hotel para recoger las maletas. Aprovechamos para descansar un poco en la recepción del hotel y refrescarnos. Desde el hotel andando en menos de 5´hasta la estación Termini para coger el Leonardo Express que nos lleva en poco más de 30´al aeropuerto. Siguiendo las indicaciones se llega fácilmente a la T3 desde donde parte nuestro vuelo. Pasamos los controles de seguridad y a esperar un rato hasta el embarque.
El único problema del vuelo es que llegando a Barcelona no tenemos permiso para aterrizar y estamos en el aire dando vueltas un buen rato. Aterrizamos con retraso, recogemos la maleta facturada que traíamos y nos vienen a buscar los del parking. Recogemos el coche y a casa.
¡Se acabó, pero volveremos! 
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