Con la limitación de peso que tengo en el equipaje para el viaje,no puedo pasarme de 15 kg.,pocas cosas puedo llevar desde aquí, mirare de comprar algo por aquellas tierras.
Sé que el comentario no viene al tema y pido disculpas pero ver la cara de felicidad de una niña en la India al coger la botella de zumo de mango que probablemente no lo ha probado en su corta vida no tiene precio, se me saltaron las lagrimas aun se me ponen los pelos de punta, saludos
sé que el comentario no viene al tema y pido disculpas pero ver la cara de felicidad de una niña en la India al coger la botella de zumo de mango que probablemente no lo ha probado en su corta vida no tiene precio, se me saltaron las lagrimas aun se me ponen los pelos de punta, saludos
Un gran detalle por tu parte. Estas cosas son enormemente emotivas.
En un viaje en faluca por el Nilo, se acercaban niños en barcas pequeñisimas y dependiendo de la nacionalidad de cada uno le cantaban una canción de su pais, ( a nosostrosnos toco manolo escobar) y la gente les daba unas monedas,…. Pues esos niños se llegaban a sacar mas de 200 euros al dia…..¿que motivación va a tener ese niño en ir a la escuela si ganaba en un rato mas que su padre en un mes de trabajo?……
Mi opinión al respecto. No dar nada ni a los niños ni a los mayores salvo casos excepcionales. En Kenia no tanto, pero en Uganda me sorprendió ver a niños que, en cuanto me veía, cruzaban avenidas y corrían toda la calle SÓLO para pedirme dinero. En Hoima, por ejemplo, hasta un hombre sin piernas que estaba pidiendo, cruzó una calle sólo para ponerse a mi lado y pedirme dinero. No nos damos cuenta, pero estamos fomentando con eso que vayan "a la caza" del blanco para pedirle dinero. Se puede ayudar muchísimo allí, pero no cuesta nada hacerlo con un poco de cabeza. Yo, en estos dos meses, no le he dado dinero a nadie que me ha pedido y creo que he ayudado mucho más que en toda mi vida.
Totalmente de acuerdo con muchos de los comentarios anteriores. No hay que dar dinero a los niños, no sólo por el tema del abandono escolar, sino porque así se contribuye al mantenimiento de las mafias, e incluso algunos padres, que utilizan a los críos para sacar pasta.
Sin embargo, es obvio que normalmente esos niños que piden tienen muchísimas carencias, y darles una pequeña alegría no nos cuesta mucho. Yo lo que hago en mis viajes es llevarme algunos detalles en la mochila que intento comprar allí mismo para contribuir al comercio local. Así, si algún niño me pide dinero o simplemente conozco a alguno con el que hago buenas migas, le regalo algún caramelo, chocolatina o juguetillo pequeño, como una marioneta de dedo por ejemplo, en lugar de dinero.
Al fin y al cabo son niños, así que al final les gustan más ese tipo de detalles que el dinero, el cual generalmente acaba en manos de sus padres o sus explotadores en el caso de las mafias.
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Acabo de volver de Senegal y es verdad que los niños, en cuanto te veían, gritaban "tangal" que significa regalo en wolof.
Nosotros llevamos caramelos y repartimos por todas partes. También llevamos ropa y calzado usados, cepillos de dientes y pasta de dientes que repartimos en las tribus y material escolar que entregamos a una ONG. Las medicinas de nuestro botiquín de viaje que nos sobraron también las entregamos a una ONG.
Hay muchísima pobreza y los niños de las tribus a mi me parecían aburridos y apáticos sin nada que hacer en todo el día tirados en la calle pues en las chozas solo había camas para dormir. La llegada de los extranjeros les debía de parecer todo un acontecimiento y se acercaban a nosotros sin pedirnos nada.
Si volviera ahora, yo llevaría juguetes. Nos contaron que todos los niños estaban escolarizados y en Julio que es cuando fuimos estaban de vacaciones, así que no veo nada malo en repartir algún balón, muñecas o cualquier juguete más o menos pequeño que se pueda llevar en la maleta. Recordad que solo hay una infancia para vivirla y que levante la mano el que no le hiciera ilusión recibir o tener juguetes cuando era pequeño. Y a esos niños, sus padres no les van a comprar porque no se lo pueden permitir.
Yo voy a insistir en el mensaje contrario. No dar nada material. Se puede dar nuestro tiempo, educación,sonrisa,juegos, entretenimiento.
Dar algo a los niños puede significar dejar de ir a la escuela,ya que saco más yendo a por el turista y revendiendo lo que consigo o apañaándome con el que vende balones:yo pongo cara de pena,turista me compra balón,turista se va y devuelvo balón que será nuevamente vendido al siguiente turista (práctica reconocible en diferentes lares de Senegal)
Comparto este buen artículo de un forero sobre el tema:
"En algunos poblados africanos, malacostumbrados por los turistas, los niños empiezan a pedir con picaresca aquello que le ha sido regalado con anterioridad por los visitantes como caramelos, bolígrafos o dinero -normalmente en este orden-. Pausadamente y sin cambiar mi talante, llevo años realizando el mismo ritual cuando esto sucede. Suelo coger mi siempre inseparable botella de agua, entreabrir un poco el tapón y, con un gesto acelerado, me dispongo a regar a los pequeños, salpicándoles el líquido en forma de improvisada lluvia. Sorpresas, carreras, gritos, risas estruendosas… Esto origina una peculiar batalla de consecuencias imprevisibles. Si existe acceso cercano al agua, inmediatamente los pequeños se defienden haciendo lo mismo conmigo, intentando mojarme. En caso contrario, me suelen circundar, tratando de atrapar la botella por cualquier medio, mientras el grupo de los más pequeños tiende a huir y situarse a una distancia prudencial, para contemplar divertidos la escena. El desenlace de la contienda se repite por muy diferentes que sean los enclaves y el tiempo transcurrido. Alguno de los niños serena a los otros y empieza a pedir que le eche agua directamente en la boca para saciar su sed. Después otro lo imita y otro y otro… empiezan a sumarse todos, incluso haciendo cola para degustar el líquido desde la altura. El ambiente es completamente jocoso y al final todos lo pasamos muy bien. Para concluir, nos damos la mano saludándonos cordialmente y, como buenos compañeros de travesura, nos despedimos. Es frecuente que en este último gesto nos miremos fijamente a los ojos mientras decimos nuestro nombre. Me parece una interesante lección para los niños africanos: Deben comprender que hay visitantes –especialmente blancos, esos que tanto llaman su atención para otras interesadas relaciones – que sólo estamos dispuestos a ofrecer agua y diversión cuando se presente la oportunidad."
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"En algunos poblados africanos, malacostumbrados por los turistas, los niños empiezan a pedir con picaresca aquello que le ha sido regalado con anterioridad por los visitantes como caramelos, bolígrafos o dinero -normalmente en este orden-. Pausadamente y sin cambiar mi talante, llevo años realizando el mismo ritual cuando esto sucede. Suelo coger mi siempre inseparable botella de agua, entreabrir un poco el tapón y, con un gesto acelerado, me dispongo a regar a los pequeños, salpicándoles el líquido en forma de improvisada lluvia. Sorpresas, carreras, gritos, risas estruendosas… Esto origina una peculiar batalla de consecuencias imprevisibles. Si existe acceso cercano al agua, inmediatamente los pequeños se defienden haciendo lo mismo conmigo, intentando mojarme. En caso contrario, me suelen circundar, tratando de atrapar la botella por cualquier medio, mientras el grupo de los más pequeños tiende a huir y situarse a una distancia prudencial, para contemplar divertidos la escena. El desenlace de la contienda se repite por muy diferentes que sean los enclaves y el tiempo transcurrido. Alguno de los niños serena a los otros y empieza a pedir que le eche agua directamente en la boca para saciar su sed. Después otro lo imita y otro y otro… empiezan a sumarse todos, incluso haciendo cola para degustar el líquido desde la altura. El ambiente es completamente jocoso y al final todos lo pasamos muy bien. Para concluir, nos damos la mano saludándonos cordialmente y, como buenos compañeros de travesura, nos despedimos. Es frecuente que en este último gesto nos miremos fijamente a los ojos mientras decimos nuestro nombre. Me parece una interesante lección para los niños africanos: Deben comprender que hay visitantes –especialmente blancos, esos que tanto llaman su atención para otras interesadas relaciones – que sólo estamos dispuestos a ofrecer agua y diversión cuando se presente la oportunidad."
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"En algunos poblados africanos, malacostumbrados por los turistas, los niños empiezan a pedir con picaresca aquello que le ha sido regalado con anterioridad por los visitantes como caramelos, bolígrafos o dinero -normalmente en este orden-. Pausadamente y sin cambiar mi talante, llevo años realizando el mismo ritual cuando esto sucede. Suelo coger mi siempre inseparable botella de agua, entreabrir un poco el tapón y, con un gesto acelerado, me dispongo a regar a los pequeños, salpicándoles el líquido en forma de improvisada lluvia. Sorpresas, carreras, gritos, risas estruendosas… Esto origina una peculiar batalla de consecuencias imprevisibles. Si existe acceso cercano al agua, inmediatamente los pequeños se defienden haciendo lo mismo conmigo, intentando mojarme. En caso contrario, me suelen circundar, tratando de atrapar la botella por cualquier medio, mientras el grupo de los más pequeños tiende a huir y situarse a una distancia prudencial, para contemplar divertidos la escena. El desenlace de la contienda se repite por muy diferentes que sean los enclaves y el tiempo transcurrido. Alguno de los niños serena a los otros y empieza a pedir que le eche agua directamente en la boca para saciar su sed. Después otro lo imita y otro y otro… empiezan a sumarse todos, incluso haciendo cola para degustar el líquido desde la altura. El ambiente es completamente jocoso y al final todos lo pasamos muy bien. Para concluir, nos damos la mano saludándonos cordialmente y, como buenos compañeros de travesura, nos despedimos. Es frecuente que en este último gesto nos miremos fijamente a los ojos mientras decimos nuestro nombre. Me parece una interesante lección para los niños africanos: Deben comprender que hay visitantes –especialmente blancos, esos que tanto llaman su atención para otras interesadas relaciones – que sólo estamos dispuestos a ofrecer agua y diversión cuando se presente la oportunidad."
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