Iulia.popescu
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Transilvania es, ante todo, una región de contrastes. Confluyen en ella vestigios medievales de origen germánico, rasgos culturales magiares y, sobretodo, una naturaleza agreste de inviernos duros y veranos amables que nos ofrece verdes paisajes de montaña (los Cárpatos) y estampas de la vida rural imposibles de encontrar en otro lugar de Europa. Nuestro viaje se caracterizó por emplear nuestro propio vehículo (un todoterreno) desde Barcelona. Ello permite tener una verdadera dimensión de la distancia real y del viaje que hay que hacer atravesando media Europa. Por otro lado, el disponer de tracción a las cuatro ruedas también nos facilita nuestras incursiones por las zonas rurales más remotas a las que solo se llega por pistas forestales de conservación irregular. En realidad, existen muchas carreteras de la red secundaria sin asfaltar. Para planificar el viaje dentro de Rumania, contamos con la inestimable ayuda de Anamar Viajes de Valencia. Con ellos hicimos todas las reservas y nos asesoraron en la planificación de las etapas. A pesar de que se puede viajar por libre perfectamente, da mucha seguridad ir con los bonos prepagados sabiendo que se ha escogido en cada caso la mejor alternativa de alojamiento. También hay que tener en cuanta que en muchos hoteles y casas rurales no hablan inglés y es difícil comunicarse por internet.
El viaje hasta Transilvania duró cuatro jornadas incluyendo la travesía en barco de Barcelona a Génova. A pesar de no ser la más corta, la ruta que escogí es la que atraviesa los Alpes desde Bolzano a Villach por la cornisa de los Dolomitas. Recorrer Austria en verano y con buen tiempo siempre es agradable. Después de dejar atrás el Tirol, pernoctamos en un pequeño pueblo de la región de Istria. Al día siguiente llegamos a Kecskemet a un hotel con piscina, sauna, jacuzzi, billar, etc. (todo ello sin recargo)
Por fin, atravesamos la frontera dejando atrás Hungría. La entrada a Rumania por Arad es algo decepcionante. La decadencia de viejas instalaciones industriales, los bloques de viviendas de la época comunista y la suciedad de los márgenes de la carrera suponen un cambio importante respecto a la limpieza y pulcritud de Austria y Hungría. En cualquier caso, estábamos advertidos. Para futuros viajeros, recomiendo entrar más al norte por pasos fronterizos secundarios (por ejemplo Gyula/Varsand); aunque eso siempre dependerá del circuito que tengamos planificado. Para orientarnos, utilizamos mapas físicos (también algún pdf descargado de Internet) y viejos mapas militares soviéticos georeferenciados para su uso con el oziexplorer de nuestro pocket pc. Estos mapas tienen dos inconvenientes: son muy antiguos y algunas carreteras no existían y todo está escrito con caracteres cirílicos, es decir, no se entiende nada. Pero, sorprendentemente, son muy exactos en cuanto al relieve y demás accidentes topográficos. Con toda seguridad, los rusos tomaron fotos aéreas.
Nuestra primera área para explorar eran los Muntii Cindrel y Sibiu. Las montañas al sur de Sibiu son poco conocidas por el turismo. Densos e impenetrables bosques de abetos se extienden por esta parte de los Cárpatos. Una infernal pista forestal utilizada para extraer madera con los caballos nos conduce desde la Cabana Craiuneasa a Paltinis. En esta estación de esquí existe un remontador que funciona en verano y que nos facilita la ascensión para hacer excursiones. La bajada hasta Rasinari es espectacular por sus paisajes de montaña. En cualquiera de los pueblos que encontramos en la falda de la montaña obtendremos muestras de la amabilidad y hospitalidad de sus habitantes. Un vecino de Rasinari (que ahora vive en Valencia) nos mostró la iglesia ortodoxa con todo lujo de explicaciones en perfecto español acerca de la liturgia de esta religión. El siguiente día lo destinamos a visitar Sibiu (capital cultural europea en 2.007) y a bañarnos en las aguas saladas termales de Ocna Sibiului. Esto último fue una recomendación de un rumano que se alojaba en nuestro hotel. Pese a no hablar ningún idioma común, insistió en sus consejos haciendo especial énfasis en la arquitectura de madera de Maramures. Nos quería dar su propio mapa de carreteras con los monumentos marcados que, evidentemente, rechacé.
La llegada a la zona de Poiana Brasov desde Rasnov es muy recomedable. La ciudadela fortificada de esta última población nos vigila desde lo alto en el tramo final de carretera (esta vez, perfectamente asfaltada). El Hotel Alpin ofrece todo lujo de servicios y comodidades, entre ellas una gran piscina interior climatizada, motivo por el cual lo escogimos. También disponen de una buena carta de vinos de Transilvania. Realmente, el cabernet-savignon y el merlot se han adaptado muy bien al clima local. Desde Poiana-Brasov visitamos los castillos de Bran (¿el de Drácula?) y Peles (con muchos turistas). El tema de los vampiros resulta muy estimulante para los niños y, a pesar de que entienden que hay más ficción que realidad, tienen un gran interés por todo lo relacionado con Drácula. Una excursión a pie por las frondosas montañas de Bucegi nos acerca a los dominios del oso. Los carteles nos advierten de no interactuar con la fauna salvaje. El último día alojados en Poiana Brasov lo dedicamos a hacer unas incursiones en el parque natural de Piatra Crauli. Embarradas pistas forestales comunican las aldeas y permiten adentrarse en las montañas. Aprovechamos la abundancia para recoger frutos del bosque, dejando, eso sí, algo para los osos.
Antes de llegar a Sighisoara visitamos alguna de las famosas iglesias fortificadas de origen sajón (patrimonio de la humanidad catalogado por la UNESCO). Si están cerradas, los vecinos nos indicarán cómo obtener las llaves. En Bunesti unos turistas de Bucarest que ya las habían conseguido nos invitaron a acompañarles en su visita.
Por fin alcanzamos la ciudadela medieval de Sigshoara, no sin antes pinchar una rueda. La parte amurallada está en obras con los restos del pavimento original completamente reventados. Cuando haya culminado la restauración de toda la ciudadela el resultado será magnífico. Nosotros sufrimos el inconveniente de no poder acceder con nuestro vehículo al hotel Casa Wagner, ubicado en el mismo centro neurálgico de la ciudadela. Actualmente Sighisoara también está catalogada como patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Cenamos en la casa donde nació Vlad Tepes (el temible empalador, hijo de Vlad Dracul). A pesar de que la mayor parte de la población de origen sajón ha emigrado a Alemania, la huella de los fundadores de la ciudad está muy presente como lo atestiguan los apellidos del cementerio mayoritariamente alemanes.
Continuamos viaje hasta Maramures, según algunos, el secreto mejor guardado de Europa. Antes de superar el puerto de montaña de Pasul Setref, un profesional nos reparó el pinchazo en 10 minutos por menos de 2,5 euros.
Ciertamente, lo que vimos durante el par de días que permanecimos en Maramures fue sorprendente. Aparte de la sofisticada arquitectura de madera (tanto religiosa como civil) la propia indumentaria de la gente (los días de fiesta van todos con vestidos tradicionales) ya era, de por sí, atracción suficiente para contemplar y hacer fotografías. La casa rural donde nos alojamos tenía la ornamentación de madera propia de Maramures. Y, por si fuera poco, algunos de los miembros de la familia anfitriona nos ofrecieron, por la noche, canciones y bailes típicos. El trato cercano, la gastronomía casera y las cenas en el patio con vistas a las montañas que hacen frontera con Ucraina fueron de lo más agradables. Realmente fue un acierto ir a una casa de agroturismo en lugar de un hotel más convencional. Visitamos, entre otras, el monasterio de Barsana y la iglesia de Surdesti, el edificio de madera más alto de Europa. Pero, en Maramures, parar en cualquier pueblo aunque no figure en ninguna guía es siempre un descubrimiento. Nosotros coincidimos con la festividad del 15 de agosto, muy celebrada por la religión uniata (predominante en la zona desde que la introdujeron los Habsburgo). No deja de ser sorprendente el trasiego de mujeres con faldas de flores y pañuelos de colores en la cabeza y los hombres con traje oscuro y sombreros típicos que se dirigen a las iglesias de madera.
La etapa final del recorrido por Transilvania eran los Muntii Apuseni. Si se va en todoterreno o en un vehículo alto y resistente, recomiendo encarecidamente llegar desde el norte por el pantano de Fantanelelor siguiendo la carretera de baja a Albac. El recorrido entre Poiana Horea y Horea es impresionante. A partir del pantano, el asfalto va desapareciendo paulatinamente hasta que la carretera se convierte en una pista de alta montaña por la que un coche normal apenas podrá circular sin romperse. Los paisajes que se ven durante estos últimos 20 kilómetros son de una gran belleza. En un gran prado antes de llegar a Albac encontramos el que será el último hotel de nuestro itinerario por Transilvania. Como en el anterior alojamiento, no hablan inglés, ni español, ni italiano ni catalán... Pero, una vez más, la amabilidad del personal suple la diferencia idiomática. Dedicamos los siguientes dos días a explorar los Muntii Apuseni, descubriendo el mundo rural de los moti (que dicen ser descendientes de los dacios) y visitando la famosa gruta de Scarisoara con una temperatura constante por debajo de los 0 grados. Las formaciones de hielo de su interior son un gran contraste con el día caluroso y soleado del exterior. Orientándonos con el mapa soviético del pocket-pc completamos una ruta por pistas de montaña atravesando bosques y prados hasta llegar otrea vez a Horea. Sorprende comprobar el gran número de casas y cabañas habitadas en sitios que en invierno tienen que quedarse forzosamente aislados por la nieve. Cuando llegamos al hotel, el Toyota estaba completamente rebozado de barro y excrementos de vaca. De todas las zonas visitadas en Rumania, en los Apuseni fue donde más sensación tuvimos de ser los únicos turistas occidentales. En realidad, en algunas aldeas no había más visitantes que nosotros. Al día s¡guiente, abandonamos Rumanía para dirigirnos al decadente hotel del castillo de Almasy (“el paciente inglés”) ya en Hungría. El resto del viaje por Austria e Italia consistió en deshacer lo andado a la ida.
Nuestra valoración final de la estancia en Transilvania es que se trata de un viaje diferente al que pueda hacerse a cualquier otro lugar de Europa. Rumanía es un país que pertenece a la Unión Europea pero que, para mejor o peor, de momento, ha escapado a la homogenización del resto de Europa. Transilvania es, ante todo, una región de fuerte carácter rural, con un nivel de desarrollo precario en algunas infraestructuras. Quizá por ello, transmite una autenticidad muy especial y una sensación de haber viajado a otra época. Es remarcable, también, el carácter amable y abierto de los rumanos. Incluso con las dificultades del idioma, siempre es fácil iniciar una conversación con ellos que no dudarán en ayudar en lo que sea antes incluso de que se les solicite. Por otra parte, en todas las zonas visitadas, las ciudades y carreteras están bien señalizadas. En cuanto a la seguridad, podemos decir que no hemos tenido en ningún momento el más mínimo problema. Otro tema es el de la circulación; algunos rumanos practican arriesgados adelantamientos en la las travesías de los pueblos. Hay que extremar la precaución ya que, además, otros circulan con carros tirados por caballos y, al menos en verano, hay mucha gente y animales por la calle. También quiero añadir una valoración acerca de la hostelería en Transilvania: en las principales carreteras es fácil encontrar restaurantes en pasos de montaña, gasolineras o cruces importantes. Se puede comer con una calidad muy aceptable por poco dinero. En carreteras secundarias o pueblos pequeños puede ser que no se encuentre ningún restaurante. Nosotros optamos por hacer picnic en muchos de los bucólicos parajes por donde pasamos. La gastronomía es buena pero poco creativa. Muy calórica, como corresponde a un país de montañas y muy basada en los productos locales. Todos los hoteles y casas en que estuvimos, seleccionados con el asesoramiento de Anamar Viajes, estaban muy bien emplazados y disponían de habitaciones amplias y límpias. Se nota, no obstante, que es un pais en que el turismo se está desarrollando y que, en un futuro, contará con un abanico más amplio de opciones de diferentes categorías. Desde estas lineas, recomiendo hacer el esfuerzo para visitar Transilvania y, por supuesto, ofrezco mi experiencia a quien quiera saber más de este increïble pais.
Agosto de 2.009
FOTOS RUMANIA : www.flickr.com/ ...22322/show
Última edición por Iulia.popescu el Lun, 07-09-2009 14:13, editado 1 vez
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Pacha
Dr. Livingstone
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Traslado al foro adecuado, donde ya tienes algunos hilos 
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