Hola a tod@s.
Acabo de regresar de mi primera estancia en la Isla Bonita y quería dejar constancia, en primer lugar, de mi agradecimiento a todos los foreros y foreras por la gran cantidad de información útil que proporcionáis con vuestras opiniones para preparar el viaje; y, en segundo lugar, quería también expresar la satisfacción y las sensaciones tan positivas que nos ha proporcionado la estancia.
Hasta ahora había viajado bastantes veces a Lanzarote, algunas menos a Fuerteventura, en un par de ocasiones a Tenerife y una vez a Gran Canaria. Ya tenía por tanto constancia de la diversidad geológica y paisajística, y también cultural, existente entre las distintas islas del Archipiélago, no obstante su proximidad geográfica. Pues bien: la visita a La Palma no ha hecho sino confirmar esa impresión, pero en esta ocasión debo decir que las diferencias y singularidades me han parecido mayores, muy interesantes, y desde muy distintos puntos de vista.
Ante todo, y desde el punto de vista de los posibles objetivos del viajero, está claro que La Palma no es, a diferencia de la mayoría de sus compañeras de archipiélago, un destino “de sol y playa” –al menos no como primer objetivo-. Una impresión que es bastante común y que la propia promoción turística de la isla se ocupa de destacar. A diferencia de las otras islas que he mencionado, las playas de La Palma no solo son de arena oscura, de origen volcánico, lejos del “paradigma” playero de arena fina y dorada (en esto, sin duda Fuerteventura es la reina
), sino que también son reducidos su número y tamaño y, en ocasiones, también de difícil acceso (por ejemplo, la impresionante Playa de Nogales). Ello no impide ni mucho menos su disfrute, aunque seguramente otras épocas del año serán más apropiadas que el mes de enero y en pleno temporal, como ha sido mi caso
.
La Palma es ante todo y según mi experiencia, un destino para disfrutar de una naturaleza salvaje y exhuberante a partes iguales, y de una diversidad paisajística y climática difícilmente igualable en un territorio de tan reducidas dimensiones. La mejor forma de disfrutarla es, sin duda, a pie, mediante la práctica del senderismo –actividad para la que está perfectamente preparada y orientada- aunque ello no excluya también la posibilidad de conocerla por otros medios.
Mi experiencia ha estado bastante condicionada por un temporal de invierno que los propios isleños calificaban de atípico (aunque no deja de resultar llamativo oírles decir que se mueren de frío a 18º
). Ello me ha impedido, por ejemplo, acceder al que se supone su principal atractivo, la caldera de Taburiente. Debido a las condiciones climatológicas adversas, no he podido ni subir a la cima, cuyos accesos estaban cerrados por avisos de nieve y hielo, ni realizar la ruta por el interior de la Caldera, pues el tramo correspondiente al Barranco de las Angustias estaba también clausurado por el riesgo de lluvias.
Y sin embargo, ello no nos ha impedido conocer buena parte de los principales atractivos de la isla y disfrutar de ella, aunque seguramente tendremos que volver para completar esas “asignaturas pendientes” y alguna otra más, como la zona nordeste, a la que no pudimos llegar por falta de tiempo.
Tengo que confirmar también la idea de que
las distancias en la isla no se miden en kilómetros, sino en tiempo, y no solo por la complicada orografía que convierte a sus carreteras en un entresijo de curvas y pendientes que requieren de paciencia y ausencia de prisas, sino también porque la necesidad de caminar para conocer algunos de sus lugares emblemáticos implica dedicar más tiempo del habitual para visitar determinadas zonas que cuando uno se mueve solo en coche.
Por eso también
me parece una buena idea elegir al menos dos zonas distintas para alojarse. En mi caso repartimos la estancia entre la zona este –en Los Cancajos- y la zona oeste –en Tazacorte-. Aunque a la vista de la experiencia, tampoco sería descabellado establecer una tercera base en la zona norte. El ahorro de tiempo en los desplazamientos de ida y vuelta al lugar de alojamiento compensará seguro la incomodidad de hacer y deshacer la maleta dos o tres veces durante el viaje.
En cuanto a la organización de la visita durante los 7 días de estancia, fue la siguiente:
- Día 1: acomodación en el hotel de Los Cancajos (H10 Taburiente Playa) y primera toma de contacto paseando por Santa Cruz de la Palma.
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Día 2: nos desplazamos al sur e hicimos el tramo Los Canarios-Faro de Fuencaliente del denominado “Sendero del Bastón” (GR-131). Sencillo y sin complicaciones, obligatorio para todos los amantes del vulcanismo. Dejamos el coche de alquiler en el faro a primera hora y subimos en autobús a Los Canarios. Al finalizar, tras reponer fuerzas y recorrer las Salinas, intentamos visitar el complejo arqueológico de Belmaco, pero resultó estar cerrado, así que visitamos el Centro de artesanía y cerámica de El Molino. Muy interesante la cerámica que imita la realizada por los benahoritas, y una pena no poder comprar alguna pieza de recuerdo: la fragilidad y el tamaño complican su transporte en el avión.
- Día 3: cambiamos hacia el nordeste y realizamos el sendero del Cubo de la Galga y el Mirador de la Asomada por la mañana, y la parte abierta en la zona de Los Tilos hasta el Mirador del Espigón Atravesado por la tarde, así como la espectacular cascada del Barranco del Agua.
AVISO A SENDERISTAS: tal y como figura en la web oficial de senderos de La Palma,
el tramo entre la Casa del Monte y el mirador del Espigón Atravesado –es decir, toda la zona de los túneles y los Nacientes de Marcos y Cordero- está actualmente clausurado por los daños causados por sucesivos temporales y riesgo de desprendimientos. Todavía nos dio tiempo a visitar San Andrés –el día antes de la manga marina que salió en todos los telediarios-, Puerto Espíndola y Los Sauces, pero no de llegar a Barlovento, que quedará para posterior ocasión. El acceso al Charco Azul estaba también precintado por el temporal marino, y de hecho algún lugareño nos dijo que seguramente acabaría bastante perjudicado por el fortísimo oleaje
.
- Día 4: día de lluvia recurrente y visibilidad intermitente por el paso de las nubes, lo dedicamos al entorno de nuestra zona de alojamiento, los municipios de Breña Alta, Breña Baja y Santa Cruz. Visitamos por la mañana la Ermita de las Nieves, el Mirador de la Concepción y la Villa de Mazo. Era el día de descanso del famoso “Chipi-Chipi” y la alternativa para comer fue “La Graja”. Por la tarde hicimos la visita turística de Santa Cruz, que siendo domingo y con el mal tiempo y el comercio cerrado, parecía reservada para nosotros y algún otro turista despistado.
- Día 5: abandonamos nuestro alojamiento en Los Cancajos y dedicamos el día a la parte central de la isla, nos acercamos al Centro de visitantes del Parque Nacional en El Paso y, previa reserva, subimos al mirador de la Cumbrecita, realizando la ruta circular de los Miradores de Los Roques y Lomo de las Chozas. Como ya he explicado, por razones climatológicas fue nuestra única aproximación a La Caldera, suficente para hacernos una idea de su grandiosidad, aunque habrá que volver para explorarla a fondo. Por la tarde dimos un paseo por el núcleo de El Paso y visitamos su zona de Petroglifos en el barranco de la Fajana. Al final de la tarde llegamos a nuestro nuevo alojamiento en Tazacorte (Hotel Hacienda de Abajo) y cenamos en su restaurante, “El Sitio” (dos lugares de lujo y capricho, pero estábamos de aniversario
).
- Día 6: lo dedicamos a la Ruta de los Volcanes, realizando el tramo del GR-131 entre el Refugio de El Pilar y la localidad de Los Canarios. He de confesar que el inicio de la ruta estaba precintado por los responsables de senderos del Cabildo debido a las complicaciones meteorológicas de los días previos, pero tras consular la web del 112 Canarias y viendo que las alertas habían sido desactivadas, decidimos saltar el precinto e intentar la ruta si las condiciones nos lo permitían
. Por otra parte, tampoco fuimos los únicos. Tuvimos algo de viento y algunas nubes nos redujeron la visibilidad al rodear las cumbres del Birigoyo y las Deseadas, pero dado lo bien señalizado que está el camino no tuvimos dificultad. Regresamos al
Refugio del Pilar desde Los Canarios en taxi: es una
tarifa fija de 37 euros. Cenamos en el restaurante italiano "La Locanda" de Tazacorte.
- Día 7: tras consultar por última vez si el sendero de la Caldera estaba abierto y teniendo que desistir de hacerlo, quemamos el “último cartucho” de nuestro viaje visitando el puerto y la playa de Tazacorte y subiendo desde allí hacia el noroeste de la isla. Visitamos el Mirador del Time, Tijarafe, el Proís de Candelaria, y llegamos hasta el Parque arqueológico de la Zarza, donde tras contemplar los petroglifos dedicamos la tarde a regresar por la carretera de la costa desde Santo Domingo a las Tricias. Lamentablemente, toda la costa norte desde el Tablado hasta Barlovento queda para otra ocasión. La última cena fue en el restaurante "Carpe Diem" de Tazacorte.
- Día 8: teniendo el vuelo de regreso a primera hora de la tarde, aprovechamos la mañana para recorrer el interesante y comercial casco histórico de los Llanos de Aridane y hacer alguna compra de recuerdo.
Espero no haberme extendido más de la cuenta y que mis impresiones os sean de utilidad. Saludos.