Dia 4 - Viena: Schönbrunn, Centro y Prater ✏️ Travel Journeys of Europe EastAquel día nos permitimos descansar algo más y no salimos del hotel hasta las 10:00. Compramos para desayunar 2 sándiwiches y yogur líquido en su súper de camino por 5,50€ y cogimos el metro para llegar hasta el Palacio de Schönbrunn. Estaba a...Travelogue: Praga, Viena y Budapest en 1 semana: Diciembre de luces e historia⭐ Points: 5 (4 Votes) Travelogues: 9 Localization: Europe EastAquel día nos permitimos descansar algo más y no salimos del hotel hasta las 10:00. Compramos para desayunar 2 sándiwiches y yogur líquido en su súper de camino por 5,50€ y cogimos el metro para llegar hasta el Palacio de Schönbrunn. Estaba a apenas a 4 paradas del hotel, haciendo un par de transbordos. El exterior del palacio es bonito, pero no de los mejores que hemos visto. Había un mercado navideño un tanto soso en la entrada, pero nosotros fuimos directos a la puerta de acceso ya que con el Sissi Ticket que habíamos comprado el día anterior, no era necesario pasar por caja. Eso sí, dejamos en consigna de forma gratuita, la mochila y los abrigos, porque no se permite entrar con bultos. Una vez dentro, comenzamos con la visita del Palacio. El audio de la primera parte, centrada en Sissi y en Francisco José, era exactamente el mismo que habíamos escuchado el día anterior, pero más tarde, la visita se fue centrando en la Figura de María Teresa I de Austria, que fue la que se encargó de hacer del palacio la residencia veraniega de los Habsburgo. Fue precisamente aquella parte la que más disfriutamos, pasando por impresionantes estancias entre las que destacaba La Gran Galería, quienes muchos califican como “la gran joya del Barroco Europeo”. Y no se equivocan... No pos puedo enseñar porque no se permiten fotos. Concluida la visita, nos dirigimos en metro a Karlskirche, otra de las iglesias más importantes de Viena. En el momento en que fuimos no se podía acceder, desconocemos por qué, pero al menos disfrutamos de su arquitectura exterior. En ese punto, comenzó a lloviznar y cogimos el tranvía para ir hasta el palacio de Belvedere y visitar el exterior. Es una gran obra de arquitectura barroca, pero teniendo en cuenta que su punto fuerte es el museo (donde se expone la conocida obra de Gustav Klimt “El Beso”) y nosotros no somos aficionados al arte, sólo teníamos prevista la visita a los jardines y eso fue lo que hicimos. Ya casi a la hora de comer, cogimos de nuevo el metro para ir hasta Wien Mitte. Desde allí, fuimos caminando a otro de los puntos más famosos de Viena: Son varias casas diseñadas por el artista Friedensreich Hundertwasser con una fachada de lo más original: líneas curvas, colores vivos y árboles que crecen en sun interior. También pasamos a Hundertwasser Village, un pequeño centro comercial diseñado con el mismo estilo. Una visita que, honestamente, sin ser nada del otro mundo, no nos podíamos perder. Ya bien entrada la hora de comer y sin ver un restaurante con comida típica susceptible de no rompernos el presupuesto, terminamos entrado al centro comercial Mitte y buscando alguna alternativa en su interior que acabó siendo un lugar de comida asiática en el que que comimos de forma abundante y a buen precio. Nuestras elecciones fueron arroz con pollo y verduras al curry de coco, noodles con pollo teriyaki y rollitos vietnamitas, regados con cocacola y zumo de lichi. Todo nos costó 15,50€. La comida terminó siendo la espinita de Austria. Ya más que por el dinero, fueron los horarios y la falta de oferta la que nos hicieron recurrir a alternativas del tipo “fast food” para salir del paso. En muy contadas ocasiones vimos restaurantes con platos típicos que estuvieran abiertos a horarios más españoles y menos europeos…. Y aún así el menú expuesto tampoco era del otro mundo. La siguiente visita era muy esperada: Prunksaal, la Bioblioteca Nacional Austriaca. Está situada junto al palacio de Hofburg así que regresamos a la misma zona del día anterior. La entrada fueron 7€ por persona (olvidé el carnet joven en el hotel para intentar un descuento). Nos pareció espectaular, sin ninguna duda la mejor que hemos visto y eso que el listón estaba bastante alto con joyas como la del Trinity College de Dublín. Pasamos un buen rato recorriéndola una y otra vez y admirando todos sus ricones. Una vez terminada la visita y para quitarnos el mal sabor de boca que teníamos con la oferta gasrtonómica de la ciudad, nos dirigimos al Hotel Sacher para probar su famosa tarta, pero la cola que había para acceder a la cafetería nos quitó todas las ganas. Probamos entonces en el Café Central, el otro establecimiento que se atribuye la creación de este famoso dulce… pero nos decepcionó porque aparentemente ¡le faltaba la capa de mermelada! Así no era Sacher ni nada… así que decidimos abortar misión y coger el metro para visitar la zona del Prater, concretamente su pequeño parque de atracciones. Aunque había gente, la zona nos pareció un poco desangelada, pero para dar una vuelta y tomar un chocolate caliente en los puestos está bien. Aprovechamos la visita para comprar un par de souvenirs de la ciudad en las tiendas (gastamos 2,90 en total por un imán y una postal) y regresamos a la estación de metro donde, por fin, decidimos probar la famosa tarta. Fue en una pastelería que vimos allí mismo, donde pedimos una deliciosa y abundante porción y una tartaleta salada también bastante grande, además de un par de refrescos por un total de 8€…. Fuera mientras, noche cerrada desde que salimos de la bilbioteca, comenzó a llover, lo que hizo que se nos quitaran las ganas de deambular por la zona, que no tiene mucho más para ver a oscuras. Pensamos en volver al centro pero ante la amenaza de encontrar los establecimientos cerrados por la hora que era, pusimos rumbo al hotel, donde pusimos un poco al día nuestras anotaciones y vimos una serie en el móvil. Teníamos pensado salir a cenar al centro comercial cercano, pero como continuaba lloviendo y teníamos aún el estómago lleno de la contundente merienda, no nos apeteció y seguimos refugiaditos y cogiendo fuerzas para el día siguiente, que nos tocaba cambiar de nuevo de ciudad y de país. Si obviamos el tema de la gastronomía, la visita a Viena fue bastante satisfactoria. Sí eché de menos más ambiente festivo, sobre todo fuera de las horas de luz, como sí vimos en Praga y veríamos más tarde en Budapest, pero nos fuimos contentos. Nos dejamos pendiente de visitar la Cripta Imprerial, pero decidimos priorizar otras visitas en las que aprendimos y disfrutamos mucho. Gastos del día para 2 personas: - Desayuno en super: 5,50€ - Comida: 15,50€ - Souvenirs: 2,90€ - Merienda – cena: 8€ Total: 31,90€
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