Comienzo mi diario de Montenegro agradeciendo su propia existencia a las dos personas que me sugirieron hacerlo y que me hicieron pensar “¿y por qué yo no?”, dicho lo cual me lancé a escribir sin complejos ni vergüenzas: gracias markeli y Yalma. Especiales “hvalas” a Bajamonti, como siempre, por su incondicional ayuda en la preparación del viaje y otra vez a Yalma y su diario, que un día de febrero tuve la suerte de leer y me avivó la ilusión y la curiosidad por querer descubrir el hasta entonces más desconocido país para mí de mis eternamente amados Balcanes. Y por supuesto GRACIAS a Gulpiyuri, por haber recorrido parte de la Ex-Yu con la mente y el corazón abiertos.
Después de este discurso tan peliculero -no quiero ni pensar lo que soltaría si me diesen un Goya…-, voy a la parte práctica, que supongo es la que más interesa.
No puedo exactamente dar los precios de todo con tanta minuciosidad como estoy acostumbrada a leer en los diarios del Foro porque no lo recuerdo bien, os dejo los que sí sé con exactitud:
El vuelo Madrid-Dubrovnik con Norwegian costó 119 euros, comprado en abril.
La vuelta la hicimos a Barcelona desde Dubrovnik, 89 euros, también con Norwegian.
Aunque ya existían antes vuelos directos a Ragusa con Iberia y Vueling, los vikingos han conseguido que medio Dubrovnik esté lleno de madrileños y la otra mitad de barceloneses .
El vuelo Madrid-Dubrovnik con Norwegian costó 119 euros, comprado en abril.
La vuelta la hicimos a Barcelona desde Dubrovnik, 89 euros, también con Norwegian.
Aunque ya existían antes vuelos directos a Ragusa con Iberia y Vueling, los vikingos han conseguido que medio Dubrovnik esté lleno de madrileños y la otra mitad de barceloneses .
Hasta donde alcanza mi conocimiento, no existen vuelos directos a Podgorica o Tivat desde España (sí vía París o Londres, por ejemplo), por lo que recomiendo Dubrovnik como la manera más fácil de entrar a Montenegro, ya que luego está todo muy cerquita (lo que no quiere decir que se tarde poco, gracias a la maravillosa orografía que da nombre al país).
Respecto a los alojamientos, nos hemos gastado una media de 40-50 euros por noche por dormir en auténticos sitios de lujo (y en agosto), lo que para mí significa: Guest Houses llevadas por gente encantadora, ultra limpias, coquetas, sencillas y ubicadas en el old town de las ciudades. Más adelante os daré los nombres.
Por último, decir que nos hemos movido en autobús, que es barato (8€ el trayecto más caro) y tiene muy bien comunicado el país, al menos para lo que queríamos ver nos bastaba, así como una frecuencia muy alta. Respecto a la puntualidad, llegamos con el chip de la “puntualidad croata” y nada más lejos de la realidad, pero con esas carreteras de infarto, me parecería un logro digno del Guinness si sólo un autobús consiguiese llegar a su destino a la hora. De cualquier manera, con paisajes tan flipantes, creedme que una horita más de viaje hasta se agradece. Montenegro es a los paisajes lo que Florencia al arte: llega un momento en el que se te viene Stendhal a la cabeza con su síndrome y petas.
Antes de comenzar con las etapas tengo que hacer el disclaimer de turno, no vaya a ser que se me os echéis encima nada más empezar: sin ánimo de hacer trabajos de campo ni estudios de comportamientos sociológicos express (en apenas 7 días), he de deciros que quizá por una latente vocación antropológica que nunca llegué a poner en práctica, cuando viajo me encanta observar a la gente y, quiera o no, mi puñetera cabeza se encarga de elaborar miles de teorías más o menos acertadas. Por este motivo, prefiero conocer menos pero bien, que llegar a los sitios, decir “por mí”, hacer la foto y darme la vuelta. Especialmente en los Balcanes, la gente hace mucho más bonito lo increíblemente bonito que es todo, y mira que es difícil superar tanta belleza.
Allá voy.
Allá voy.