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LOVCEN, CETINJE Y RIJEKA CRNOJEVICA
LOVCEN, CETINJE Y RIJEKA CRNOJEVICA
Jueves, 24, Octubre, 2019
♫♪♫♪ ¡¡¡ Quinto levanta, tira de la manta !!!! ♪♫♪♫
Duchado y acicalado salí a las 6.50 y a las 7 llegué a la oficina de 360 Monte, donde estaban esperando un par de chicas japonesas. Entonces llegó Yelena y nos pidió que fuésemos con ella al coche, que estaba frente a la abovedada Puerta del Mar, que atraviesa la muralla para llegar al Puerto. Nos montamos y Yelena nos dijo:
- Tenemos que ir a la salida del pueblo a recoger a otros dos más que están alojados en Tivat. Ha habido una confusión y nuestro chófer les ha estado esperando en el sitio equivocado. Es que es el primer día que trabaja con nosotros.
Recorrimos un par de kilómetros y ahí estaban junto a una gasolinera. Se unieron a nosotros y comenzamos a subir… y a subir… y a subir por una carretera estrecha y sinuosa, famosa por sus 25 cerradas curvas que ascienden por la montaña situada justo detrás de Kotor. Le llaman “la carretera serpenteante”. Une las localidades de Kotor y Cetinje.
La serpenteante carretera de Kotor a Cetinje. La foto no es mía.
La he tomado de www.dangerousroads.org/ ...kotor.html
Es la Antigua carretera que une ambas ciudades y que hoy está protegida por la UNESCO. Conducir por ella requiere gran destreza al volante. Las vistas sobre la bahía a esas horas de la mañana son increíbles. Mientras subíamos nos presentamos todos: las dos chicas chinas dijeron llamarse 杰西卡 y 露西 y nosotros nos quedamos en silencio, sorprendidos y pensando “¡Ah, Mira qué bien!”.
- Pero nos podéis llamar Jessica y Lucy – dijo Jessica
- ¡ Aaaaaahh….! – respondimos con alivio.
- Somos de Shanghai -dijo Lucy
Yo me presenté y acto seguido lo hicieron los dos componentes de la pareja de sexuagenarios que recogimos junto a la gasolinera.
- Nosotros somos Rachel y Richard y somos de Israel.
La guía también se presentó:
- Y yo soy Yelena, pero no soy de Montenegro. Soy de Belgrado, en Serbia, pero vine hace unos años a esta tierra. Me enamoré de un montenegrino. Luego rompimos pero yo decidí quedarme aquí. ¿Y a qué os dedicáis?
Las chinas fueron las primeras en responder:
- Nosotras trabajamos juntas en la tesorería de una gran corporación en Shanghai.
Yo entonces les mencioné [SARCASTIC MODE “ON”] mi apasionante trabajo en Aburralia Ltd [SARCASTIC MODE “OFF”]. Los israelíes fueron los que dieron la nota de color:
- Nosotros nos acabamos de jubilar los dos, pero hemos trabajado durante casi 40 años en el kibutz donde todavía vivimos.
Las chinas y Yelena no sabian lo que era un kibutz. Yo, sin embargo, había conocido en mi época de estudiante a gente que en verano había ido a trabajar a uno en Israel para la recolección de frutas y otros productos agrícolas.
- No sé por qué pero yo asocio los kibutz con los hippies. -les dije.
- No tiene nada que ver con los hippies. En los años 70 se pusieron de moda por eso de ser un modo de vida en comunidad y tener una base socialista, pero no tiene nada que ver con ellos. De hecho los kibutz ya existían mucho antes del movimiento hippy. – me comentó Richard.
- Así que fundamentalmente sois agricultores ¿no?
- Los dos hemos trabajado en la agricultura durante bastante tiempo pero también hemos hecho otros trabajos -me comentó Richard- Yo, por ejemplo, he trabajado muchos años en una fábrica de bombas de estas que sirven para abrir las puertas de los autobuses. Mucha gente cambia de trabajos pero todos son parte de la cooperativa del kibutz. Y todos ganamos lo mismo independientemente del trabajo que tengamos.
- Y no solo afecta al trabajo -dijo Rachel- Es una forma de vida. Richard es americano y vino a Israel al kibutz, donde nos conocimos, pero yo nací y me crié en uno donde he vivido toda mi vida. Me eduqué en las escuelas homologadas del kibutz. Son colegios internos dentro de la comunidad. Se llaman “la Casa de los Niños” aunque nuestros padres, que son parte del kibutz, están cerca para llevar a cabo el seguimiento de la educación de sus hijos.
Así íbamos hablando hasta que llegamos a la última curva: La número 25, la más alta. Salimos para admirar la vista desde donde se veía la Bahía de Boka Kotor en su totalidad. Yelena no señaló cada una de las 5 bahías que la componen:
- Esta es la Bahia de Kotor, esa la de Perast. La de más allá es la Bahía de Risan. Luego está la de Herceg Novi y ésta que está aquí más cercana, junto a la pista del aeropuerto, es la Bahía de Tivat.
Había un gran crucero en la Bahía de Kotor
- Siempre hay algún crucero en Kotor. En verano hemos llegado a tener siete cruceros en un mismo día. Es terrible. Si estáis alojados en Kotor y eso ocurre, lo mejor es salir a hacer alguna excursión a otro sitio y volver hacia las seis de la tarde, cuando todo se tranquiliza.
La vista es espectacular. Hicimos unas cuantas fotos, merodeamos por ahi un rato hasta que vino un gigantesco “autobusorro” de 60 plazas lleno de turistas alemanes invadiendo carretera, calzada y mirador, así que lo mejor era largarse.
Subimos al coche para ir a desayunar a la aldea de Njegusi, donde está la posada o taberna más antigua de Montenegro: el Kafana Kod Pera Na Bukovicu, donde se sirven desayunos tradicionales y se elabora el producto estrella de Njegusi y Montenegro: el prosciutto. Nos enseñaron donde lo elaboran, etc. Por supuesto, intentaron vendernos prosciutto, asi…. disimuladamente…. Como quien no quiere la cosa…, invitándonos a un par de rakijas de 55º de alcohol a ver si colaba… pero no, no coló…
Njegusi: Flores, troncos, bicicleta y escoba en el jardín de
Kavana Kod Pera Na Bukovicu
Dejamos Njegusi para encaminarnos al Parque Nacional de Lovcen. Por el camino, Yelena nos habló de la figura más preeminente de la historia y la cultura de Montenegro: el Rey Pedro II (1813-1851), nacido en la aldea de Njegusi. Su nombre completo era Petar II Petrović-Njegoš. Además de rey, fue poeta, filósofo y obispo. Cuando nació Montenegro no existía como estado. Estaba dominado por los otomanos, por los venecianos o por los austríácos. Es decir, era una marioneta.
Su tío, el príncipe obispo Petar I le envió al Monasterio de Cetinje, pensando en él como posible sucesor y encargó a los monjes su educación. Escribió sus primeros poemas cuando era un adolescente. Se convirtió en un auténtico erudito y en príncipe y obispo a la edad de 17 años, tras la muerte de su tío. Como rey fundó escuelas por todo el país y escribió tratados de lengua y gramática. En 1847 escribió su obra más famosa “La Corona de las Montañas”, poema sobre la voluntad del pueblo serbio por conseguir la libertad. Murió en 1851 y se le enterró en el Monasterio de Cetinje, siendo después trasladados sus restos a una capilla en el monte Lovcen, donde ahora está su mausoleo, pero esa capilla fue dañada durante la I Guerra Mundial. Las autoridades comunistas no estaban dispuestas a hacer una capilla, asi que decidieron hacer el monumento funerario en el que se encuentra ahora que, a más de 1.700 metros de altitud, es el mausoleo más alto del mundo.
Dejamos el coche en el parking, pagamos la entrada que creo recordar que era de 3 €, y comenzamos a subir y subir escaleras. Creo que son unas 400. Se hace llevadero porque todo el trayecto de subida está cubierto y no estás expuesto al sol. Además hay descansillos con vistas. Simplemente hay que tomárselo con calma.
Una vez llegamos a la cima, visitamos el mausoleo que es la típica construcción de estilo socialista erigida en 1971 en el lugar donde estaba la capilla donde el monarca quería que lo enterrasen. En el patio de entrada tiene dos grandes estatuas de dos mujeres que, al parecer, eran la hermana y la madre del monarca. Más adelante, bajo una bóveda dorada, está la del rey Petar y sus restos están en una especie de cripta más abajo. La verdad es que el conjunto arquitectónico no me pareció nada destacable. Sí lo es su entorno: Una vez que sales del mausoleo por la parte de atrás, tienes acceso a un mirador desde donde puedes disfrutar el magnífico paisaje lleno de montañas girando 360º. Desde aquí, en un día despejado puedes llegar a divisar el 70% del país.
Lovcen: Mausoleo del Rey Petar II
Emprendimos el camino de vuelta bajando las 400 escaleras hasta llegar al aparcamiento, donde cogimos el coche y recorrimos 22 kms para llegar a la antigua capital del país: Cetinje.
- Cetinje -
La anterior capital de Montenegro tiene solo 15000 habitantes. Era aquí donde se encuentra el antiguo palacio presidencial y la residencia de Petar II de Montenegro. Hay además algunas antiguas embajadas. Todos estos edificios han sido reconvertidos en museos. Hay también un par de iglesias: la pequeña Iglesia de la Corte y la iglesia Vlach. Todos ellos construídos y reconstruídos en los siglos XIX y XX. Pero he de decir que todo el conjunto no es muy destacable. A mí no me impresionó.
Entré en el Monasterio de Cetinje que, a pesar de que es uno de los más importantes del país, tampoco me pareció nada del otro mundo. Fue inicialmente construído en 1484, época de la que ya no queda nada. Lo que hoy se ve es de una reconstrucción de 1785. En este monasterio tienen una reliquia que ha pasado por Bizancio, Rusia, Serbia y no sé cuántos sitios más y que ahora está aquí. Sí: Es eso que esperabas con tanto ahínco: La mano derecha de San Juan Bautista. Por suerte, está en una urna tapada con una especie de tela drapeada y con un icono. O sea: Que no se ve, aunque hay alguna fecha señalada en que la descubren y, por lo que dice la Lonely Planet, no es nada agradable. ¡¡Buffff…!!
Arriba: Izquierda: Iglesia de la Corte, que era parte de un antiguo monasterio cuyos cimientos rodean a la iglesia. Derecha: Exterior del Monasterio de Cetinje: Abajo: interior del Monasterio
Subimos de nuevo al coche para dejar Cetinje -que dicho sea de paso, a pesar de toda la historia que tiene, no me pareció nada del otro mundo…- y encaminarnos a Rijeka Crnojevica.
- Rijeka Crnojevica –
Al salir de Cetinje, cogimos la carretera principal pero pronto nos desviamos para coger una local, bastante estrecha y sinuosa que discurría por la ladera de una colina con mucho arbolado y vegetación. Íbamos en dirección al Lago Skadar siguiendo el curso del también sinuoso río (llamado Rijeka Crnojevica) con sus meandros. Vi que había un mirador en un lugar llamado Pavlova Strana donde había varios turistas sacando fotos al gran meandro, pero Yelena conocía otro punto más adelante, donde hay una bandera, y ahí nos paramos. El meandro, el lugar y las vistas son simplemente espectaculares.
Rijeka Crnojevica
Los lugareños llaman "Sofía Loren" a las dos montañas del fondo
Proseguimos un par de kilómetros más hasta llegar al pueblo, que también se llama Rijeka Crnojevica. Es un pueblo pequeñito, muy rústico. Fuimos a la parte del río y ahí estaba el restaurante “Stari Most” (“Puente Viejo”). Comimos en el porche, que la temperatura se prestaba a ello. Nos dieron una sopa como entrante y luego truchas del río de al lado (dos por persona) con patatas y pan (“Montenegro Style”). A mí me supo todo buenísimo. Además éramos un grupo bastante majo y la conversación fue animada. No recuerdo cuánto nos cobraron pero no fue caro. Éramos los únicos ahí. No había más gente ni en el restaurante ni por el río.
Puente viejo de Rijeka Crnojevica
Seguidamente nos fuimos a la orilla y montamos en una de las embarcaciones con quien 360 Monte tiene algún tipo de acuerdo. Yelena nos presentó al “capitán”, un individuo que sólo hablaba montenegrino y que era el encargado de llevar la nuestra. Y comenzamos a navegar por las tranquilas aguas del río, llenas de nenúfares en sus orillas. Una delicia. Había además aves variadas, ranas, todo tipo de serpientes y culebras y demás fauna propia del lugar.
Rijeka Crnojevica
Al cabo de 15 o 20 minutos recorriendo el río vimos una pequeña aldea de pescadores abandonada (o eso me pareció a mí). Aunque bien se podía tratar de un antiguo reducto de la ciudad de Rijeka Crnojevica ya que en la Edad Media fue capital del país y un importante centro de comercio, tal como muestra la existencia de los dos antiguos puentes. Más adelante pudimos ver la bandera desde donde disfrutamos esa misma mañana de las vistas sobre el meandro en el que estábamos en ese mismo momento.
Rijeka Crnojevica
Fue entonces cuando el capitán paró el motor y quedó todo en silencio bajo la soleada tarde ¡Qué relax! Y ahí, en medio de la calma chicha del meandro del río, Jessica dijo:
- ¡Voy a cantar una canción!
Yo me eché a temblar. “¡Horror!” -pensé- “Seguro que nos viene con una de esas arias de ópera china, cantada con voz agudísima y chirriante, tan difíciles de digerir por nosotros los occidentales”. Imaginé entonces a todos los patos y demás aves graznando cacofónicamente y a gran volumen, emprendiendo de forma apresurada el vuelo en bandadas, huyendo del lugar presa del pánico, los peces sumergiéndose en lo más profundo del río, las ranas croando como histéricas y las culebras y serpientes retorciéndose sobre sí mismas. Se avecinaba un desastre ecológico. Había que buscar un remedio con urgencia. Pero ¿cuál?
No había tiempo. No había nada que hacer sino escucharla. Eso hicimos y fue entonces cuando me di cuenta de lo equivocado que estaba porque Jessica cantó maravillosamente una melodía china realmente bonita. Tiene una voz muy dulce y fue un auténtico placer escucharla ahí en medio de la nada montenegrina. En fin: Que metí la pata. Esto me ocurre por pasarme de listo, por adelantar acontecimientos y por “prejuicioso”
Le preguntamos a Jessica a ver si cantaba mucho o con algún grupo. Nos dijo que siempre ha cantado desde niña pues se ha criado en un entorno muy musical y que además toca el piano.
Diez minutos después el capitán encendió el motor de nuevo y emprendimos el regreso al pueblo pasando de nuevo bajo los dos viejos puentes. Yo no soy muy amigo de los paseos en barco pero tengo que reconocer que este me gustó mucho.
Pasamos bajo un segundo puente en Rijeka Crnojevica
Una vez en tierra, cogimos el coche y nos dirigimos al siguiente punto de destino: Sveti Stefan, donde llegamos al cabo de unos 20 minutos tras atravesar Budva. En realidad aquí lo único que se puede hacer es admirar la vista del pueblo desde la costa, ya que el acceso a él está cerrado a los comunes de los mortales como tú y como yo. Se trata de un resort privado al que solo pueden acceder los que han pagado una cuantiosa suma. Es decir: Millonarios, celebridades y famosos. Ni siquiera se podían hacer fotos porque el solazo daba de cara. Lo intenté de varias formas pero me han quedado todas fatal. Así que nada: Castigados sin foto de Sveti Stefan, pero tranquilos que la susodicha foto la encontraréis en todos los libros y postales de Montenegro.
Además, cuando estábamos en el mirador, llegó otro autobusorro gigantesco lleno de alemanes y sufrimos otra invasión de espacio, así que cogimos el petate y nos marchamos de ahí para regresar a Kotor. Pero esta vez no lo hicimos por la serpenteante carretera sino que elegimos la vía rápida: Atravesar Budva y la montaña Lovcen mediante el largo túnel de casi dos kilómetros que une los confines de Tivat con la entrada a Kotor, donde llegamos al cabo de media hora, al caer la tarde.
Al llegar, decidí dar una vuelta por el otro lado de la bahía, hasta el pueblo de Muo que está justo en frente, a una distancia de apenas 2 kms. Y, ya de noche, emprendí el camino de vuelta a Kotor. Me pasé por la oficina de Montenegro Hostel, que organizan también excursiones, pues me habían enviado un mensaje diciendo que al día siguiente hacían una excursión que iba a atravesar el Valle de Moraca. Así que pagué 49 € por ella. Seguidamente cené una pizza en la plaza de la catedral y me fui a la pensión a dormir.
Y colorín-colorado ésta etapa se ha acabado. Vamos a por la siguiente...
Kotor La Nuit: Vista del pueblo, el puerto y la muralla