Lo comenté más arriba: Chaurhattar es un lugar encantador, uno de esos rincones en el mundo que merecen ser disfrutados con tranquilidad. Aún permanecí en casa de Milan y sus mujeres tres días más, que dediqué a descansar, a leer, a charlar con los paisanos; y a hacer pequeñas excursiones a mis lugares favoritos del valle (Gatlang, Goljung, Parvati Kunda... todos ellos están cerquita de Chaurhattar).
Recomiendo con entusiasmo reservar un par de días para estos menesteres. Y quien no quiera (o no pueda) hacer el trekking, tiene aquí un centro de operaciones estupendo para disfrutar tranquilamente de todos los encantos del valle.
Pero todo lo bueno se acaba... Y al final, hay que volver. Milan se encargó de comprar mi billete para el autobús local de regreso a Katmandú, e incluso me acompañó a la parada (está a unos 15 minutos de su casa). Poco tengo que decir del viaje de vuelta: otras diez horas que darían para una película de aventuras. Insisto en que ese mismo trayecto se puede realizar en vehículo privado (4x4) de forma un poco más cómoda, un poco más rápida... y, eso sí, mucho más cara. Yo prefiero el bus... pero está bien tener otras opciones, oye. Así cada cual puede organizarse como más le convenga.