Cuando preparamos el viaje y durante el mismo siempre habíamos pensado que el 22 de Junio sería un día triste. Y así ha sido. Con la sensación de haber visitado uno de los lugares más idílicos del planeta y de haber pasado diez días inolvidables, nos despertamos este miércoles para disfrutar al máximo las escasas horas de relax que nos quedan antes de volver a la rutina.
Desayunamos (más de lo necesario, jeje) algo más tarde de lo habitual. A las 10 de la mañana estábamos de vuelta en la habitación para tomar el sol y bañarnos en la laguna mientras mirábamos las maletas pesando que debíamos prepararlas, porque a las 3 de la tarde debíamos dejar la habitación. Pasamos la mañana en el OW, aunque me acerqué a por un kayak y poder dar una ultima vuelta por la laguna, la más boita y espectacular de todas las islas que hemos visitado.
A la 1:30 pedimos una cheeseburguer y un sándwich club al servicio de habitaciones. Tardaron 40 minutos en traerlo (3900 xpf + 1000 xpf por el cargo extra de llevarlo a la habitación).
Disfrutamos de nuestra última comida en la terraza del OW. A las 3 nos fuimos a la recepción, gracias a la tarjeta ambassador de Intercontinental pudimos aprovechar toda la mañana la habitación porque entre los beneficios, está el “late check-out”. Pasamos por recepción, nos dieron la cuenta y nos regalaron una foto que nos hicieron cuando llegamos al hotel, con el Otemanu de fondo. Nos despedimos de Paolo, el beach boy, uno de los empleados más simpáticos de todo el complejo. De allí al embarcadero, donde a las 4 salió nuestro barco hacia el aeropuerto. El vuelo VT-411 aterrizó en Papeete procedente de Bora Bora con 15 minutos de retraso, ya de noche. Recogimos nuestras maletas y aprovechamos para reclamar la rotura que nos habían provocado en vuelos anteriores (tendremos que esperar 15 días para recibir una respuesta de la compañía, pero con el documento que me dieron ya puedo reclamar al seguro). Charlamos en el bar del aeropuerto con la pareja de españoles que habíamos conocido en el viaje y a las 8 facturamos nuestras maletas. Pasamos el control (exhaustivo, hasta nos abrieron las maletas), y esperamos la salida prevista del avión a las 22:55. Sin darnos explicaciones no embarcamos hasta las 0:15. A bordo nos dieron la cena (queso, pollo, ensalada y tarta de manzana) y el desayuno (tortilla con jamón y croissant -nada que ver con los de los hoteles-, con la omnipresente mantequilla). Llegamos a Los Ángeles a las 11:40 a.m. hora local. El resto del viaje de regreso a España lo podéis leer en mi díario de la Costa Oeste (www.enlace.es).
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