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El despertador volvió a sonar pronto. A las 7 de la mañana ya era de dia y nos levantamos para desayunar en el Intercontinental Tahití. El desayuno buffet que llevábamos incluido costaba la friolera de 3.800 xpf. Nos empezamos a hacer una idea de los precios en Polinesia. El buffet tenía de todo, de calidad buena y lo mejor las vistas desde nuestra mesa a la piscina, detrás la laguna del hotel y el Pacífico y por último la silueta de Moorea.
Hicimos algo de tiempo por el lobby y volvimos a la habitación a por las maletas para el check-out. Llevábamos dos maletas grandes con unos 25 kg cada una, una maleta pequeña con 12 kg y una mochila. Decidimos dejar una de las maletas grandes en consigna, y al decírselo al chico de South Pacific Tours que vino a buscarnos al hotel nos dijo que la dejáramos en la propia consigna del hotel, así que por 1500 xpf se quedaba allí 10 días y el ultimo dia nos la llevaban al aeropuerto, porque nosotros no regresaríamos a ese hotel. Así que nos salio la jugada redonda, porque en la consigna del aeropuerto nos hubieran cobrado 1000 xpf por dia (algo más de 8 €/día).
En el aeropuerto el conductor nos acompañó hasta que dejamos las maletas en la cinta (fue un verdadero encanto, me quedé con ganas de darle propina, pero había leído que se extrañan cuando lo haces). Al pesar las maletas una de ellas llevaba sobrepeso, pero como entre las dos facturadas no sobrepasaban 40 kg pues no ponen pegas (esto sucedió en todos los vuelos de Air Tahití, entre las islas). Después hicimos tiempo por las tiendas del aeropuerto (vaya precios, imanes para la nevera y llaveros por 10 €, jeje, nos empezábamos a hacer una idea de lo que nos esperaba...).
A las 11:00 salió el vuelo de Air Tahití con destino a Tikehau. En el aeropuerto de Tahití-Faaa el control de equipajes y el embarque es muy rápido.
Una vez en el aire nos ofrecieron un zumo. Pudimos sacar estas fotografías desde el avión. Se trata del atolón de Tetiaroa, y lo divisamos desde la parte izquierda del avión 25 minutos depués de haber despegado. Sin duda, una vista preciosa.
Finalmente, después de 45 minutos, el avión se preparó para aterrizar en el aeropuerto de Tikehau. Nada más bajarnos sentimos la sensación de haber aterrizado en el paraíso. Un sol radiante, cocoteros, olor a flores, frondosa vegetación……..
Fuimos a la terminal (que no tendrá más de 100 m2) y allí nos esperaban los empleados del hotel Tikehau Pearl Beach, para ponernos un collar de flores, que huelen genial (y eso que soy alérgico, pero allí nada me hacia estornudar). Allí mismo nos dieron unas etiquetas para pegarlas a nuestras maletas con el número de habitación ya asignado. Nos subieron en una furgoneta hasta el muelle (5 minutos) y del muelle al hotel en barca (10 minutos). Ya en la barca camino del hotel no parábamos de hacer fotos y mirarnos como niños cuando desenvuelven sus regalos el día de reyes. Todo lo que veíamos, olíamos y sentíamos era emocionante, todo un regalo para los sentidos. Una vez llegamos al muelle del hotel, nos sentamos en los sillones de recepción, nos ofrecieron un zumo y rellenamos los papeles para hacer el check-in. Nos acompañó una empleada del hotel muy amable, que en un inglés bastante regular (hablan tahitiano y francés, pero el inglés les cuesta, como a nosotros), nos explicó las instalaciones del hotel. Llegamos a la habitación y quedamos maravillados, lo miramos todo un par de veces. De estilo tradicional, nada minimalista, una gran cama, el baño abierto al exterior (qué sensación más agradable ducharse en un sitio así, rodeado de jardines). Y como no, la terraza, con tumbonas, a escasos 15 metros de la laguna, impresionante.
Después de acomodarnos decidimos ir a comer algo, ya que tanta emoción nos había abierto el apetito. En todos los hoteles de Polinesia llevábamos media pensión y bajo mi punto de vista ha sido un acierto. Para la comida, ya sabíamos los precios que manejan los resorts. Una ensalada chicken, unos tallarines, coca-cola y cerveza hinano por 3800 xpf, eso si todo de muy buena calidad y con una presentación de primera.
Por la tarde nos fuimos a la terraza de nuestro Beach Bungalow ha disfrutar de la playa. Estuvimos hasta las 6, aun siendo ya de noche, se estaba muy bien allí tumbado, escuchando las pequeñas olas de la laguna y de fondo viendo los overwater iluminados en la oscuridad.
Nos arreglamos para ir a cenar (el restaurante abre de 7 a 9 pm, pero te adaptas bastante bien a hacer todas las comidas antes del horario habitual de España). La cena, seguramente de lo mejor del hotel. Con la media pensión pedíamos un entrante (esa noche Foie y una crema de no se que, que estaba riquísima), un plato principal (esa noche mahi-mahi y otro pescado de la laguna, ambos exquisitos), y un postre (esa noche brownie y plato de frutas frescas). Todo riquísimo y con un servicio excelente. Las bebidas no están incluidas en la media pensión (Hinano por 500 xpf y agua por 450). Después de la estupenda cena, y con la sensación de haber acertado al 100 % en visitar Tikehau y el hotel Pearl, nos fuimos a descansar.
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