Hay una palabra capaz de enloquecer la mente humana, una palabra que nos puede librar de la maldición bíblica de ganar el pan con el sudor de la frente, una palabra que no debería existir en ningún idioma, porque ha provocado guerras y crimenes desde la noche de los tiempos; esta palabra es tesoro.
Mahé es la isla del tesoro y allí nos vamos
Son las 7,15 de la mañana y tenemos que llegar a la isla de Praslin para coger el barco a Mahé. Desde aquí no hay barco directo.
Iremos en este catamarán al que no se puede subir con zapatos, ni siquiera chanlas.
Los dejan en unas cajas y a la llegada, unos 20 minutos después, os los dan ya en tierra.
Del ferry Praslin-Mahé no os voy ni a hablar. Solo deciros que yo Nunca me mareo y me puse malísima. Demasiada velocidad para un mar picado como estaba ese día.
Es la isla más grande y donde vive casi toda la población de Seychelles.
Nos vamos a alojar en Beau Vallon, una enorme bahía rodeada de montañas donde antaño se refugiaban los piratas y escondían los tesoros procedentes de sus capturas
En esta isla también se concentran la mayoría de resorts y hoteles de lujo que ofrecen a sus clientes excursiones a las islas vecinas por el módico precio de unos 200 € por persona.
Si os planteáis un viaje a Seychelles no os quedéis aquí más de un par de días y dedicad el resto de días a La Digue y Praslin.
Hemos contratado alojamiento por 2 noches aunque solo estaremos un día y medio porque el vuelo sale a las 23,55h y aunque no dormiremos sí que necesitaremos el apartamento y el precio era realmente barato
El apartamento en cuestión era más grande que mi piso y a unos 15 minutos andando de la playa y sus servicios.
Me gustó mucho esta playa, especialmente al atardecer cuando los nativos se acercan a la playa.
Hay muchos niños en Seychelles, jugando y corriendo por la playa mientras sus relajados padres disfrutan de un picnic y unas cervezas.
Muchos restaurantes también por aquí, pero los precios asustan, así que compraremos algo en el take away y nos lo comeremos aquí, en el paseo junto a la playa.
Sorpresa mayúscula tuvimos con la dueña del establecimiento: Hablaba español.
Era hija de portugueses de Goa, en la India, y había llegado a Seychelles muy pequeña. En su casa siempre se habló portugués y de ahí que hubiera aprendido español e italiano con relativa facilidad. Un encanto de mujer, de verdad.
Teníamos intención de fotografiar la puesta de sol, pero la nubosidad procedente de las montañas nos lo va a impedir. Lo intentaremos mañana.