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El enigma que los físicos llaman "el problema del tiempo" se manifiesta siempre en vacaciones.
No existe un tiempo lineal, parece que fue ayer cuando organizaba este viaje, anteayer cuando aterrizábamos peligrosamente en el aeropuerto de Mahé... Se entrelazan las imágenes y los momentos, pero lo cierto es que hoy nos tendremos que ir.
Después de desayunar hemos quedado con el dueño del apartamento para concretar la hora de salida.
Solo hay una posibilidad de ir al aeropuerto a esas horas de la noche, en taxi por un precio de 500 rupias (30€). pero el conoce a un taxista que nos llevará por 300 rupias (18 €). En bus no se puede ir, no solo por la hora, si no porque no se puede subir al mismo con maletas.
La conversación se alarga, nos explica cosas del país y de lo mucho que está cambiando en los últimos tiempos.
La ley seychellois no permite construir nada que sea más alto que una palmera, sin embargo se ha vendido una montaña entera al Khalifa de los Emiratos para construirse una finca de recreo para él y su familia. En Mahé ya se están construyendo nuevos resorts de "lujo asiático" que por lo visto no respetan lo más mínimo el entorno.
Poderoso caballero es Don Dinero.
Nos vamos a la playa, a aprovechar nuestras últimas horas en el Indico Africano
Beau Vallon es mucho más bonito por la tarde, su situación hacia poniente le da una luz especial, aunque hoy se divisan las islas Silhouette justo en el centro de la bahía y la pequeña Nord más lejos y a la derecha.
También ha sido muy interesante ver la recogida de las redes de los pescadores locales.
Trabajan en grupo colocando una enorme red de más de 100 metros de largo por la noche y ahora la están recogiendo entre 10 personas, tirando de ambos lados.
La típica frase:
-Tanto mirar, tanto mirar... venid a echar una mano!
Lo dijo en un tono tan gracioso que varios hombres, mi marido incluido, se acercaron a tirar de las redes.
Muchísimo pescado expuesto sobre la arena. Los peces pequeños de vuelta al mar (Bien!!) y lo grande directamente a la lonja o a los restaurantes.
Tras el gran espectáculo de los pescadores vamos a disfrutar de la playa, ahora mucho más grande que ayer al tener marea baja.
Volvimos a comprar la comida en el take away, por 150 rupias en total (9 €) un pollo asado, arroz, patatas fritas y una botella grande de agua.
No estaba dispuesta a pagar 20€ por persona por comerme una pizza sentada en el restaurante.
Hay que ir donde van los nativos si no queréis tener un disgusto.
Es miércoles y nos han dicho que es el día de mercado-fiesta Beau Vallon.
Ya empiezan a llegar familias y gente joven. Han montado varias paraditas en el descampado de detrás, donde ponen el mercadillo. Hay varios puestos de comida, con pescado a la brasa, carne, comida china, helados... y aquí los precios son normales
Suena la música, ritmos africanos a veces y reggae jamaicano otras.
Creo que hoy tampoco podremos fotografiar el ocaso, demasiadas nubes, pero bajo este cielo de intensos colores y sentados junto a la gente del país nos tomamos la mejor cena del viaje.
Esto se acaba, amigos, con muchos recuerdos en la retina, muchas sensaciones en estas islas.
Si alguna vez os decidís a visitarlas os encontraréis un pequeño país, seguro y tranquilo con un paisaje propio de hace milenios.
Ha sido precisamente la falta de riqueza lo que ha mantenido intacta la belleza de estos parajes, y lo digo en el mejor de los sentidos.
Si hubiera habido metales, especias o cualquier otra cosa susceptible de ser exportada (o expoliada) hoy no podríamos hablar de este entorno virgen.
La pobreza y esa enorme distancia al continente las ha conservado en el olvido durante siglos, protegiéndolas, esperándonos...porque hemos tenido el privilegio de caminar y sumergirnos en el jardín del Edén.
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