Sonó el despertador, nos hacíamos los remolones, no queríamos que ese día llegara por nada del mundo, y ahí estoy en ese momento de reflexión mirando al techo de la habitación, pensando en todo lo que he vivido, llena de satisfacción por haberlo conseguido, recordando cada olor nuevo guardado y cada imagen inmortalizada en mis retinas... hasta que Jon me trae de vuelta al mundo real y me informa que su estómago le pide Waffles para su último desayuno en la City, así que dejamos todo recogido para que cuando volvamos solo sea ducharnos, cerrar las maletas con las últimas cosillas e ir a buscar un Taxi que nos lleve al JFK Airport.
Recargamos las metrocard en el subway y nos dirigimos directamente a Union Square donde hay un puesto callejero de Waffles buenísimo, nos compramos uno cada uno y un buen café y nos sentamos en unas sillitas (no se si ya lo he dicho, pero es muy típico en los parques de NYC que pongan sillas y mesas de hierro para que te puedas relajar mientras tomas tu desayuno, tu comida o tu snack take away) a comérnoslo, degustando a la vez el ambiente mañanero de la ciudad. La mañana la dedicamos a hacer un par de compras que nos quedaban pendientes y pasear por el Midtown. Nos despedimos de la misma comiendo en el restaurante Italiano Carmine's, en el que ya cenamos el otro día, porque nos gustó mucho mucho y sobre las 4PM, después de despedirnos de esta gran ciudad a la que espero volver alguna otra vez en mi vida y de la que me voy prometida de una persona maravillosa y a la que le agradezco de todo corazón que sea mi compañero de vida, cogemos el subway de camino al piso, tocaba ducharnos para enfrentarnos a un trayecto de dos escalas hasta llegar a Mallorca.
Y bueno, hasta aquí mi primera aportación, llegamos a casa sanos y salvos aunque creo que la depresión post vacacional fue lo más jodido, estuvimos unas dos semanas que la rutina nos abrumaba más que nunca, hasta que nos motivo luchar por un nuevo sueño, un nuevo proyecto de viaje para el 2016
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