¡Seventy! Muy caro. Enseguida sé que quería decir cuando veo que cara de circunstancia pone, como diciendo: este extranjero que quiere viajar gratis. Seventeen, pronuncia mal el número el taxista que abordo en el centro de Isfahán, sin alargar la vocal;un error, por cierto, por el cual yo también pase por él. Y sí, así sí creo que es un precio razonable.
170,000 riales desde el centro de Isfahán a la parada de autobús.
170,000 riales el autobús desde Isfahán a Kashan.
En dos horas y media llego a la explanada polvorienta que es la terminal de autobuses de Kashan. Por primera vez la actividad no desborda desde que inicie mi viaje. El tiempo se presenta más lento y la existencia tiene un ritmo más pausado. Sus 272.000 habitantes dan la espalda a las grandes ciudades y acaudillan la vida tranquila de los pueblos iraníes. Y además es Viernes en nuestro calendario pero en el suyo es festivo, es su domingo. Y recorro con un taxi por 100,000 riales las avenidas desérticas, con poco tráfico. No parece que hayan ni 10.000 almas en esta ciudad. Todo está paralizado, excepto algunos locales.
Rememoro,observando las calles, aquellas tardes dominicales insoportables de una adolescencia perdida en invierno cuando todo estaba cerrado y en el bolsillo no teníamos ni un duro para ir a Salou, sentados en un portal un grupo de chavales, hablando de cosas intranscendentes en un barrio obrero. Matando el tiempo abucharándonos por cualquier motivo y fumando cigarros, mientras el frio iba horadando nuestras entrañas con un cielo deprimente que invitaba a los razonamientos más lúgubres y abatidos.
2000000 riales vale la habitación por una noche. Pero tú has visto, si aquí no hay nadie, cómo me vas a cobrar este precio, si no tienes ninguna fuerza para negociar, estás en desventaja. Anda, dime un precio justo en el cual tú no pierdas y yo tampoco. Se lo piensa un poco el propietario y me dice:
1600000 riales por una noche (Kamalalmolk Traditional Guesthouse).
Perfecto.Ok.
Porque estamos en Irán y no hay más viajero que yo en el Hotel, pero el cierre de la habitación con candado es una mierda y en otro país me hubiera ido segurísimo.
Es un edificio antiguo con un patio interior con unos techos abovedados con claraboyas en sus habitaciones que le dan una genuino carácter con las comodidades justas para aquellos que buscan algo diferente. No está mal, tiene su encanto.
El bazar de Kashan con su techo abovedado es una preciosidad, pero sería muchísimo más hermoso sin las persianas de los locales no estuvieran echadas. Solo hay dos o tres tiendas abiertas de juguetes. Es festivo y está todo cerrado. Así que tengo toda la calle y sus maravilloso techo cubierto para mí.
Entro a un restaurante vacío en una calle con techo abovedado en la misma línea recta que la entrada del bazar por Bab Afzal pero separado por una avenida perpendicular a ésta.. Hay en su interior dos mujeres de fisonomía agradable, madre e hija,en un local vacío a pesar de estar en horario de servir comidas,que tras esos rostros angelicales esconden sus verdaderas intenciones. que contribuye a que baje todavía más la guardia en este viaje tan relajado que estoy teniendo. Ni tan siquiera pregunto por la carta con los precios. Como una tortilla vegetal, una montaña de arroz acompañado de un zumo de naranja y una cerveza sin alcohol.
El problema no radica en la comida, que esta,por cierto, buenísima, sino cuando llega la hora de pagar: 1100000 riales. ¡La madre que las parió! Son casi ocho euros al cambio, pero es una barbaridad para el local que es. Me quejo durante cinco minutos pero no me sirve de nada.Al final debo abdicar y pagar religiosamente como mandan los cánones inusuales de la sinvergüenceria iraní. Estas malas pécoras me han metido un gol por la escuadra.
Fachada del restaurante:
Voy andando hasta la calle Alavi que se llega en quince minutos. En una de sus callejuelas está el acceso a algunas de las casas tradicionales construidas por ricos mercaderes y que se pueden visitar.Desde fuera, escondido por sus tapias anodinas, nadie diría que aquí hay edificios tan magníficos. Hay varias tiendas de souvenirs y algún restaurante que tiene buena pinta y con más categoría que en el que estuve.
Me da un tríptico turístico un iraní en una de las plazas pequeñas que hay: Es gratis. Nada es gratis en este mundo, amigo. Le digo con guasa. Sonríe. Bueno, si quieres luego pasar por mi tienda, tengo cosas interesantes. Me responde sin rodeos. Tal vez pase.
Por 300.000 riales visito dos casas tradicionales y el Hammam -e Sultan Mir Ahmad. Los edificios son impresionantes con patios interiores y con detalles arquitectónicos impresionantes. Los habitáculos están vacíos pero bien cuidados. Son como palacetes. Hay muchos turistas, pero el noventa y ocho por ciento es turismo nacional. Lo baños públicos, Hammam, pese a sus 500 años está en un estado excepcional. Magníficamente conservado. Los azulejos de azul le da un toque elegante y acogedor al lugar.
Empieza a llover a las 21:00 h como si estuviéramos en Galicia, un torrente continuo de agua que no para ya hasta el mediodía del día siguiente.
Mientras la lluvia golpea la claraboya de mi habitación me doy cuenta que llegar en Viernes a Kashan es una mala idea y si encima llueve acaba por convertirlo definitivamente en una mala opción. Pero, al menos, en el local del Hotel, a través de sus rudimentarios ventanales, en su patio interior, pude disfrutar de unas horas de tranquilidad viendo y escuchando siempre la relajante lluvia.