Después de un vuelo nocturno desde 8 horas desde Lisboa, una corta escala en Luanda, y otro vuelo de 4 horas, llegamos al aeropuerto de Johanesburgo a las 2 de la tarde. Los trámites fueron rápidos, no tardamos mucho ni en recoger la maleta ni en pasar el control de pasaportes.
Sacamos algo de dinero en un cajero para tener un poco de efectivo y fuimos a la tienda de Vodacom que hay en el aeropuerto, donde compramos una tarjeta SIM de 3 Gb de datos, con unos minutos en llamadas. En total fueron algo más de 400 rand. Allí mismo nos la instalaron y ya salimos teniendo internet para todo el viaje.
Fuimos a buscar el coche a los mostradores de Tempest, también muy rápido. Nos atendieron muy bien, fueron claros con la fianza, el depósito, etc. Nos dieron un Toyota Corola, que estuvimos revisando con un empleado para comprobar que no tenía ningún daño que después nos fueran a atribuir a nosotros.
La salida del aeropuerto fue un poco caótica y nos hicimos bastante lío. No por conducir por la izquierda, que ya lo habíamos hecho antes (ese mismo verano en Escocia), sino por el cansancio, coche nuevo, ciudad nueva,… Nos costó equivocarnos varias veces hasta que por fin nos pusimos en la carretera correcta.
Para esa noche habíamos reservado en Emalahleni, una ciudad que está a una hora y media del aeropuerto, en dirección a Kruger. Sabíamos que íbamos a estar cansados, así que no queríamos conducir mucho, ni que se nos hiciera de noche. Y la idea era salir hacia Kruger al día siguiente cuanto antes. El hotel, el Fortis Hotel Highveld estaba muy bien. Habitación amplia, cama cómoda y un estupendo buffet para cenar, que costaba 190 rand. Es otra de las cosas que queríamos para ese día, un hotel que tuviese restaurante, ya que no nos fiábamos de tener que salir a buscar un restaurante, porque nos habían recomendado no salir de noche.
Después de una cena en la que tuvimos nuestro primer contacto con la comida sudafricana y unos postres buenísimos, nos fuimos a la cama, estábamos reventados.