Para moverse por el Lago de Garda en transporte público se necesitan dos cosas:
Una app (Ticket Bus Verona o Arriva My Pay según la zona) y paciencia.
La app es imprescindible para comprar los billetes. Actualmente (quizás de forma temporal por la pandemia) no se puede comprar el billete en el autobús.
Y la paciencia, porque los autobuses no son en absoluto puntuales.
Entonces ¿es mejor ir en coche? No lo tengo claro, hay mucho tránsito por la carretera, de un solo carril por sentido, así que no hay forma de ir más rápido que el bus. Y el parking escasea, por lo que quizás debes dejar el coche más lejos de lo que te dejaría el bus.
Todas las líneas de autobús tienen como inicio o fin el pueblo de Garda.
Así que para ir a Malcesine desde Peschiera debemos hacer trasbordo en Garda y sólo disponemos de 5 minutos. Obviamente el bus llega a Garda con retraso
Damos una vueltita por Garda, no es el pueblo más fotogénico, pero como todos, tiene su casco antiguo de callejuelas peatonales estrechas, que nos mantienen al resguardo del sol abrasador y su paseo arbolado frente al lago, con terrazas de cafeterías esperando multitudes.
Malcesine está unos 45 minutos más al norte. Es uno de los pueblos más bonitos de los que visitamos, en mi opinión comparte podio con Sirmione
Tiene a sus espaldas el Monte Baldo, cordillera prealpina de un verde rotundo y de 2000 metros de altitud, y en el horizonte, en la otra orilla del lago, unas montañas no tan altas, pero más escarpadas, salpicadas de pueblecitos y casitas.
El castillo se encuentra elevado en el extremo norte del centro histórico, un laberinto de callejuelas empedradas e inclinadas que salvan el desnivel entre el monte y el lago.
Del centro medieval destaca el Palazzo dei Capitani, elegante residencia de estilo veneciano, dispone de un cuidado patio con vistas al lago. Probablemente de lo poco gratuito que hay en el lago y está abierto hasta tarde
El funicular que sube al Monte Baldo es una de las atracciones turísticas más populares de la zona.
Como soy aprensiva a las alturas
Nos refugiamos del sol abrasador bajo unos pinos con el único sonido de los cencerros de unas vacas cercanas.
Una vez hemos descendido, paseamos por el Puerto Nuevo y el Puerto Viejo. Y desde una callejuela que rodea el castillo llegamos a una cala diminuta en la que nos tomamos un delicioso baño.
Cuando digo diminuta, me refiero a que la orilla no tiene ni un metro de ancho, así que olvidaros de tender la toalla y tomar el sol
La playa "oficial" se encuentra al otro lado del castillo, afuera del casco antiguo, donde se alinean hoteles, complejos de apartamentos y segundas residencias. Aquí la orilla es como de gravilla, pero a los italianos parece no importarles, incluso se tumban a broncearse en el pavimento
Atardece pero parece ser que ver una puesta de sol aquí es misión imposible, pues cada tarde se forman unas nubes densas encima de las montañas de la otra orilla.