¡Primer día de viaje, después de un año sin viajar!

Llegamos al aeropuerto de Milán Malpensa puntuales, toca ir a Peschiera del Garda, una de las poblaciones más grandes de las orillas del Lago de Garda.
Debemos tomar dos trenes, uno del aeropuerto a Milán y otro de Milán a Peschiera.
Los compramos directamente a la taquilla de la estación del aeropuerto (no recomendable, sale más barato en la web). Y el autobús de Malpensa a Milán también es más barato (ahora lo sabemos, ese día, pues no).

No hay mucha frecuencia así que tomamos el primero que pasa, por la friolera de casi 40€ por persona (los dos trenes).

Es casi una hora a Milán y luego otra hora más, hasta llegar al turistiquísimo pueblo de Peschiera del Garda.
Nuestro hotel, en el que haremos tres noches no consecutivas es Hotel Johnson, justo a mitad de camino entre la estación de tren y el centro del pueblo. Bien de precio y bien situado. Después de hacer el check-in y una ducha, vamos a dar una vuelta.
Como prefacio, os brindo una breve historia compartida más o menos por todos los pueblos del Lago de Garda, para contextualizar:
Las orillas del lago ya estaban habitadas en la prehistoria.
Existen vestigios de la presencia romana, en Sirmione, por ejemplo.
En el período medieval vivieron varias poblaciones bárbaras, entre ellos, los lombardos.
En el siglo XIII la dinastía Della Scala, es decir, los Scaligeri, que poseían el señorío de Verona, dominaron la orilla oriental del lago durante un siglo. Ellos construyeron muchos de los castillos que podemos visitar hoy en día.
A principios del siglo XV el territorio de Verona pasa a integrarse con la República de Venecia, quedándose bajo el mandato de la Sereníssima.
A finales del siglo XVIII, después de cuatro siglos, el territorio fue invadido por el Imperio Austríaco, posteriormente cayó en manos de Napoleón y tras su derrota volvió a pertenecer a los austriacos

Finalmente, con el Risorgimento, etapa de unificación de la nación, a finales del XIX, la región pasó a formar parte de Italia.

Ahora ya podemos entrar a Peschiera.

El casco antiguo está situado en el interior de la fortaleza. La muralla y las puertas que podemos contemplar son de la época del dominio veneciano, como indica el león alado.
El Ponte dei Voltoni ofrece una magnífica vista del canal, que une el río Mincio con el lago.
El interior de la fortaleza es un entramado de callejuelas peatonales con ristoranti, pizzerías y heladerías.
Hay mucho bullicio de turistas.
Por la carretera que rodea el pueblo hay un tránsito denso y constante, se nota que es la tercera localidad más grande del lago.
Cenamos algo llamado “sfizza”, que es como una pizza pero con base de hojaldre. Ojo, lo que parece dados de piña encima del jamón dulce es en realidad patata frita. Será verdad, los italianos no le ponen piña a la pizza.
