Hoy tomamos el ferry desde Malcesine hasta Riva.
Por 10€ y en una hora, cruzamos el lago para hacer parada en Limone, un pueblecito que parece al igual turístico que encantador, luego en Torbole y finalmente alcanzamos Riva.
Es la segunda ciudad del lago en tamaño, y como denominador común en los pueblos más populares del lago, cuenta con un casco antiguo medieval, un castillo “scaligero”, un pintoresco puerto e infinidad de terrazas.
Destaca por las puertas medievales que aún siguen en pie, pertenecientes a la antigua muralla; un bastión convertido en mirador y restaurante (al que no subimos) y el campanario del siglo XIII, llamado Torre Apponale, en el que se puede subir para gozar de las vistas del pueblo.
Subimos a la Torre, por el módico precio de 2€.
El castillo, una fortaleza rodeada de agua llamada Rocca, ahora es el Museo del Alto Garda (MAG). Nosotros simplemente recorremos a pie su perímetro.
Para comer a un precio asequible, salimos “fuera murallas” y encontramos el San Marco Cafe, bueno, bonito y barato.
Después de comer volvemos en bus a Malcesine y visitamos el interior del Castillo (6€).
Reconstruido en el siglo XIII por la familia Scaliger encima de una fortaleza en ruinas, incluye en su interior un pequeño pero interesante museo sobre la geografía, historia, flora y fauna del lago.

Se puede visitar el patio, subir a los baluartes y observar el paisaje desde las murallas.
La torre, a una altura de 70 metros por encima del lago, está cerrada actualmente por motivos sanitarios.
Hemos necesitado alrededor de una hora y media para visitarlo por completo, y eso que no hemos subido a la torre.
Y para finalizar la tarde, nos tomamos un delicioso helado. Recomendable la heladería Cento per Cento, al lado de la entrada del castillo, buen precio y muy sabroso.
Para cenar, hemos comprado comida en el supermercado del pueblo, y nos montamos un picnic en el Puerto Nuevo, mientras nos divertimos viendo los patos nadar en el lago.
