LA BELLA ITALIA ✏️ Blogs de ItaliaVenecia-Florencia-RomaAutor: Wendo80 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (16 Votos) Índice del Diario: LA BELLA ITALIA
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Etapas 1 a 3, total 5
Tras ser un destino más que pendiente y haberse convertido en mi bestia negra, por fin pude realizar un ansiado viaje, conocer un trocito de la bella Italia. Tenía pocos días, 5, ya que al sexto cogía el avión a las 10:00 de la mañana, por lo que ese día no podía contar con él. La decisión era: Roma o Venecia y Florencia. Pensé en visitar Venecia antes de que se inundara, y en otra visita independiente hacer Roma antes de que se derrumbara.
Salimos desde el aeropuerto de Sevilla a las 6.40 de la madrugada. La compañía elegida fue Vueling, ya que era el único vuelo más asequible que encontré. Barajé opciones como llegar a Florencia, pero nada, lo más económico fue a Venecia. Aquí comienza: VENECIA Llegamos al aeropuerto de Marco Polo tras un vuelo de 2 horas y 40 minutos. Desde el avión, y tras su descenso, se comienza a ver toda la laguna. Tocamos tierra firme a las 9.20 de la mañana, a la hora prevista. Tras la recogida de maletas, buscamos la “Uscita” y nos dirigimos a coger el autobús número 5 de la compañía ACTV que es el que te lleva desde el aeropuerto a Piazzale Roma (última zona en tierra firme tras cruzar el Puente de la Libertad). El billete nos costó 2,5 € por persona, y tardó en llegar a Piazzale Roma 20 minutos, haciendo varias paradas. Decir que hay que validar el billete en la máquina que te encuentras en el propio autobús.
Una vez llegamos a Piazzale Roma, habíamos barajado la posibilidad de irnos andando al hotel para hacer una primera toma de contacto con la ciudad, pero como compramos el bono para 24 horas del vaporetto, decidimos aprovecharlo. En la misma Piazzale Roma, hay una oficina de la cía ACTV donde se pueden comprar los correspondientes abonos para el transporte. Bono vaporetto para 24 horas, 16 euros. Nos dirigimos a la parada del vaporetto de Piazzale Roma (llenísima de gente). Tras validarlo en la máquina correspondiente y hacer espera hasta que llegara nuestra línea (la uno), nos montamos en él para tener la primera visión de esta maravillosa ciudad. La primera impresión fue como conocerla..había visto tantas fotos que me era tremendamente familiar. Es una gozada pasear por el Gran Canal, es algo, al menos para mí, demasiado atípico. La estructura de la ciudad es única (de lo que he visto hasta ahora, claro). Nos bajamos en la parada de Cad D’Oro (la correspondiente a nuestro hotel): y nos dirigimos al Campo de San Apostoli. Está en el distrito de Cannaregio, y a 3 ó 4 minutos andando del Puente de Rialto. En la primera calle a mano izquierda, estaba nuestro hotel, el Bernardi Semenzato: el primer día que estuvimos nos dieron una habitación con baño compartido. Muy normalita y sin gran lujo, pero muy limpia, con televisión y aire acondicionado. Teníamos el desayuno incluido, aunque ningún día hicimos uso de él ya que salimos más temprano de la hora del comienzo del mismo. El precio de la habitación de este primer día fue de 56 euros. Tras darnos la habitación y soltar las maletas, nos dispusimos a recorrer Venecia. Creía que haría más calor, pero la verdad es que se puede soportar. De cuando en cuando aparecía una brisita fresca que te daba un respiro. Comenzamos a andar dirección a la Plaza de San Marcos. Llevaba un mapa en la mano, que te sirve para orientarte, pero no para dar con los lugares exactos. Si no fuera por los letreros que indican hacia dónde tienes que ir, nos hubiéramos perdido seguramente en infinidad de ocasiones, ya que como he dicho el mapa te orienta, pero no te lleva. Hay multitud de calles. Venecia es un laberinto puro, pero muy divertido. Llegamos a la Plaza de San Marcos. Vaya lugar abarrotado de personas y de palomas..puaggg...no me gustan estos bichejos, aunque he de decir que ofrecían simpáticas imágenes con los críos y no tan críos rodeándose de ellas. Pasear por la plaza bien merece la pena. Esos cafés tan lujosos, con sus músicos deleitando... La Basílica es preciosa, tanto por fuera como por dentro, pero casi más por dentro que por fuera. Está prohibido hacer fotos, pero alguna que otra cayó. La calidad de la imagen del interior no es demasiado buena, incluso de muchos lugares los tendré que omitir, ya que como sabéis está prohibido usar flash, mi cámara no tiene estabilizador de imagen, y la mayoría de las fotos movidas. Una cosa a tener en cuenta: con mochilas no dejan entrar. Si te sitúas frente a la Basílica, verás dos leones y algún que otro niño encima de ellos, jeje. A la izquierda hay una calle, que se llama San Basso. Entras en ese pequeña calle y hay una entrada con “consignas” para dejar la mochila gratis. Digo “consignas” porque las mochilas están a la vista sin guardar en armario a puerta cerrada. Dejé lo que no era valioso y me llevé el monedero, la cámara evidentemente, y el móvil, ya que no me hacía ninguna gracia dejarlo ahí. A todo esto, había dejado a mi madre en la cola para entrar en la basílica, pero al soltar la maleta, el chico me da una tarjetilla con el número de “consigna” para retirar la mochila y me dice: con esta tarjeta no tienes que esperar cola, directamente entras en la basílica justo al lado de donde está la cola. Efectivamente, me planté en la entrada de la basílica y le dije al hombre de la puerta: ¿entro directamente con esto?, y me dijo que sí. Fui corriendo a buscar a mi madre a la cola de infarto que había, y nada, para dentro sin esperar cola. Así que ojo al dato porque te ahorrarás tiempo y no pasarás calor. Nos cubrimos los hombros con los jerséis que llevábamos, aunque en la entrada te dan un poncho de papel (gratuito). El interior es precioso, y los mosaicos realmente asombrosos. Entramos a ver la Pala de Oro (2 euros). Un trabajo de orfebrería impresionante. De ahí subimos al museo (4 euros) y a asomarnos al exterior para tener una buena panorámica de la Plaza y del exterior del Palacio Ducal junto al canal. En la misma Plaza, se encuentra el Campanile, de 98 metros de altura...quería subir a ver las vistas, pero no quería agotar todas mis fuerzas desde el primer día y prefería reservarme para otros. También se encuentra allí el Palacio Ducal. Quería haberlo hecho junto con el itinerario secreto, pero al final no hice la reserva oportuna y me quedé sin verlo, aunque ya por fuera es una maravilla. De allí al puente de los suspiros (mucha gente haciéndose fotos, y sinceramente, hay cantidad de puentes con más encanto en Venecia, siempre desde mi punto de vista). Desde allí, y paseando, fuimos a la famosa Pizzería recomendada en el foro, L’Angelo. Se encuentra en el distrito de San Marco, en la calle de la Mandolla. No tienen cartel ni nada. He de decir que está un poco difícil el encontrarla. Yo lo que hice fue tomar como punto de referencia el Puente de la Academia, y desde allí continuar al Campo Sant'Angelo. Una vez estás en él, sigues recto y entras directamente a la Calle de la Mandolla. He de decir que las pizzas, aparte de ser enormes y baratísimas, están riquísimas. Para mi gusto, ha sido la mejor que me he comida de los tres lugares que he estado en Italia. Masa fina y muy muy jugosas. Nos costó una pizza familiar, una botella de vino de ¼ y una botella de agua de 1 litro, 10 euros. No sé si se equivocó o es que es así de barato. Desde el Campo de Sant’Angelo, se puede contemplar el campanario inclinado de la Iglesia de San Esteban. Fuimos a la Basílica de la Salute, enorme, pero con la cúpula en obras (todo sea por la conservación). La fachada de la Iglesia es muy bella, y por dentro lo es más aún. El suelo hace un juego visual precioso. (La entrada es gratuita). De allí pasamos por la Galería de la Academia (fachada en obra), y continuamos por el puente del mismo nombre. Hay cantidad de pequeñas y estrechas calles en Venecia, a cuál más curiosa. Una muestra: Fuimos dirección al Puente de Rialto, el más antiguo de Venecia. Cruzar el puente andando es toda una odisea. Cantidad de turistas haciéndose fotos y otros tantos contemplando las tiendas de joyería que hay en el mismo. Andando, andando y reandando, fuimos a parar a la Iglesia de Santa María de Miracoli, en el distrito de Cannaregio. La fachada de mármol es preciosa, y el interior igualmente. De allí, andando nuevamente para Plaza de San Marcos (es la mejor forma de recorrer Venecia, andando), para coger el vaporetto que nos llevara a la Isla de San Giorgio y ver la iglesia del mismo nombre que la isla. Pese a no subir al Campanile, muchos de los compañeros foreros recomiendan subir al de San Giorgio, ya que no hay tantas colas como en el de la Plaza de San Marcos, es más económico y las vistas parece ser que son mejores. De allí, a la Isla de Giudecca, pasando por la Basílica del Cristo Redentor. De la misma historia que la Basílica de la Salud. Se encomendaron a los santos para que acabaran con la peste. Cogimos el vaporetto de la línea 2 pero en sentido no correcto, esto es, que nos dimos una pedazo de vuelta bestial llegando hasta el parking de Tronchetto y apareciendo por Piazza Roma, jeje, pero bueno, así los pies descansaban. Hicimos parte de este recorrido en este vaporetto, y luego montamos en el número 1 para hacer el Gran Canal de noche. Esto es algo que nadie puede perderse. Ver Venecia con esa luz tenue, en el vaporetto, es una gozada, aunque previo a eso es mejor hacerlo de día. Es una ciudad antigua, las fachadas de los edificios están casi se caen a pedazos, pero es parte del encanto de la ciudad. A mi parecer, más que una ciudad monumental, es una ciudad cuyo especial interés es andar por cada calle, cruzar cada puente... Etapas 1 a 3, total 5
Tras un recorrido de tres horas en tren, en el eurostar, y tras soportar al pesado que tenía a mi lado en el tren llegamos a la estación de Santa María Novella. Bajamos del tren y tomé dirección a mi hotel, que se encontraba en Vía Cavour, muy cerca del Duomo. Seguimos las indicaciones del plano donde se encontraba el hotel y de buenas a primeras, al girar la calle, zas....el Duomo!!!!!!...madre del amor hermoso, ¿pero qué es esa cosa tan enorme?...Iba avanzando y más grande lo veía. Paré la maleta, pero pensé, que no, que no lo mires más, vuelve la vista, apresúrate a soltar las maletas y ahora lo verás con todo lujo de detalles. Llegamos al hotel, (San Marco, para más señas), muy decente pero limpito, con baño propio y desayuno incluido (50 euros la noche). Tras dejar las maletas, nos fuimos a disfrutar de Florencia (y a sufrir su calor). Andamos de nuevo por Vía Cavour y rodeamos el Duomo. Precioso, impresionante, mármol blanco, verde y rosa:
Su cúpula bestial y el Campanile otro tanto: El Baptisterio se quedaba pequeño al lado de ambos..en realidad el lugar se queda pequeño, ya que la Catedral es demasiado grande para el lugar en el que se encuentra ubicada. Tras rodearla, nos pusimos en la cola (avanza rápido) y entramos a la Catedral. Sinceramente, con tanta inmensidad por fuera, lo de dentro (y salvando por supuesto la cúpula) me supo a poco. Tras verla, salimos fuera. Queríamos subir a la cúpula, pero había una cola considerable, y lo siento pero no soy amiga de éstas...no tengo paciencia, así que decidimos aplazar la subida para el día siguiente a primera hora (mejor con la fresquita de la mañana). Rodeamos el Baptisterio y vimos sus famosas puertas del paraíso: Tomamos la calle Vía del Proconsolo y comimos en un restaurante que recomendó nuestra compañera del foro Isis80, Gusto Leo. Tomamos una ensalada, macarrones a ¿? (jeje, no me acuerdo) y lasaña, con botella de agua y copa de vino por 25 euros. De allí fuimos a la Plaza del Santo Croce, y con ella su Basílica (el altar en obras..juasssss...qué palo)...En esta Basílica se encuentras las tumbas de Miguel Ángel, Galileo Galilei, Maquiavelo.. (Siento no poder colgar demasiadas fotos de los interiores, pero sin flash y sin estabilizador, me salían movidas casi todas las imágenes ) Tras salir de allí, fuimos dirección al río Arno, pasando por la Biblioteca Nacional. Bajamos en dirección al Ponte Vecchio, pasando muchísimo calor, pero más calor fue al cruzarlo...masificado a tope de gente observando joyas... Una vez lo cruzamos, íbamos dirección del mirador de Michaelangelo. Andamos un poquito, pero era demasiado calurosa la tarde como para subir sin anestesia. Cogimos el bus número 13 y nos dejó en la propia plaza. Las vistas son casi indescriptibles..mejor que lo describan las fotos: De ahí, a la Iglesia de San Miniato al Monte, que está a unos 5 minutillos andando de la plaza. Esta iglesia para mí, fue de las más especiales, no sólo porque las vistas (ahora desde algo más de altura) son casi más espectaculares, sino que el momento en la Iglesia fue maravilloso. Aparte de lo bello de ésta, estaban tocando música, y ¿qué decir?, más bien poco, porque sólo podía sentir. Una bella melodía que me hizo sentar y dejar el rato pasar... De allí nos bajamos en autobús, esta vez en el número 12, y vaya vuelta que nos dio. Fuimos a parar a la estación de tren Santa María Novella, que la verdad, tampoco me vino nada mal. Pensé que estar tan cerquita de Roma en tren, y no hacerme ni tan siquiera una visita panorámica era un poco delito, aún máxime sabiendo que una próxima vuelta a Italia estaría algo más lejana. Miré los billetes de tren, una hora y media, así que los saqué desde la máquina expendedora de los mismos (y con tarifa amica). Desde la estación, nos acercamos a ver el exterior de la Basílica que da nombre a la estación. La Plaza estaba en obras. Me acordé de las recomendaciones del foro para ver la Farmacia de Santa María Novella, así que nos acercamos..es una auténtica preciosidad. Si te sitúas de en la plaza de Santa María Novella, de espaldas a la iglesia, continuas andando por la parte de la derecha y la primera calle (Vía Scala) a mano derecha, es la que te lleva. Aún tengo grabado el olor de aquel lugar. Los habitáculos donde puedes comprar son preciosos. Es una maravilla. Salimos andando dirección a la Piazza de la Signoria. Justo al lado está el Palacio Vecchio y la Gallería Uffizi (a la que no entré): La Piazza de la Signoria derrocha arte, elegancia. Es uno de los lugares más bellos. Contempla varias esculturas importantes. De las que más me gustaron, la Fuente de Neptuno, el Perseo o el Rapto de las Sabinas. Nos comimos un heladito en la plaza y tomamos un capuchino, y nos fuimos a cenar a Leo Gusto.De allí, y cansaditas, nos fuimos al hotel. Duchita y a dormir, que al día siguiente tocaba continuar. A la mañana siguiente nos levantamos a las 08:00. Desayunamos en el hotel, que estaba bastante bien, por cierto, completito. Ya con el estómago lleno y aprovechando la fresquita de la mañana, nos fuimos camino del Duomo para subir a la cúpula, ya que el día de antes, aparte de haber una cola considerable, era más tarde y apretaba más el calor. Perfecto!, no había cola. Pagamos (6 euros) y comenzamos a subir. Cuando ves las pinturas del techo tan tan de cerca..impresionantes...y ahora tocaba lo “peor”. Comienza a subir por escaleras pequeñas, casi sin entrada de aire, hasta arriba del todo..buahhhh...cuatrocientos y pico escalones...las gotas de sudor empezaban a caer, pero bueno, suponía que el aire una vez que asomas al exterior las retiraría. Cuando sales....argggg...qué maravilla. Ver la catedral desde la altura, ver Florencia desde ahí...se me olvidó el dolor de piernas, el sudor, el agobio por las escaleras tan pequeñas...altamente recomendable. Aunque subiendo se pase un mal ratillo, una vez que llegas arriba, está más que compensado. Después de estar un ratillo descansando las piernas y agudizando la vista, comenzó el descenso. Desde allí nos fuimos hacia la Iglesia de San Lorenzo y la Capilla Medici. He de decir que por fuera no le hace justicia, ni a una ni a otro, aunque a esta última mucho menos. Este fue el lugar que más vigilado encontré para realizar fotos interiores. Si no eran las responsables, eran los guías turísticos que acompañaban a grupos los que te decían de muy malas formas: “no se pueden hacer fotos”..en el idioma que terciara, claro. Lo más vigilado que me he encontrado y con diferencia. Tras salir, estuvimos paseando por un mercadillo de la zona, comprando unas cuantas camisetas de Italia (me llamó la atención la cantidad de camisetas que había de la selección española, concretamente de Torres, ¿será porque marcó el gol que dio a España el mundial?) y fuimos a parar al Mercato Centrale. Ay por dios.....maldita sea mi suerte...¿cómo se me ocurre entrar ahí en mi estado, sin poder comer muchas de las cosas que había?...aún se me cae la baba cuando lo recuerdo...puestos con cantidad de embutidos de la zona (qué salamis había), jamón, quesos, comidas preparadas para llevar, frutas, pastas...me ofrecieron para probar una “tapita” que tenía un minibocadillo de salami de la toscana en un pan que se las gastaba y otro con jamón...mi madre me dijo que estaba rico rico...a mí sólo me caían los lagrimones. De allí a la Piazza de la Republica. Con mucho ambiente de cafés, el tío-vivo y unos músicos tocando la melodía de la canción de Nat King Kole: quizás, quizás, quizás...tengo debilidad por esta canción. Parece que me olieron llegar y la tocaron para mí. Al lado de esta plaza, está el Pórtico del Mercado Nuevo, también con muchos puestecillos de souvenirs, en el que por cierto, me compré la bandera italiana. Tras este momento mágico, entramos en la Iglesia de Orsanmichelle...una maravilla. Está decorada con estatuas que rodean toda la Iglesia. El tabernáculo que hay dentro es...increíble. Fue en otro lugar en el que no pude hacer fotos, me tenían vigilada. De allí, nos fuimos hasta la Iglesia de Santa María del Carmine, cruzando el puente Vecchio. Antes paramos a comer porque eran ya casi las 16 de la tarde en una trattoria que se llama del Carmine y que está justamente en la misma plaza. Tomamos una ensalada, arroz con queso (risoto con...no me acuerdo, jeje) y raviolli burro e salvia, con una copa de vino, una botella de agua y el servicio del cubierto, 28 euros. (La comida tampoco estaba para tirar cohetes). Tras esto, entramos en la Iglesia de Santa María del Carmine. Van dando paso de 15 en 15 minutos, así que ése es el tiempo que tienes para contemplar la capilla Brancacci. Curioso es que esta iglesia ardió casi en su totalidad, salvándose del incendio la capilla. Es una auténtica obra de arte, de una realidad absoluta... De allí fuimos andando hacia el Palacio Pitti y los Jardines de Bóboli (entramos a estos últimos). Pocas veces he pasado tanto calor como lo pasé aquí. Los jardines sí, están bien, pero los he visto más bonitos..si lo hubiera sabido, los hubiera sacrificado en favor de otros lugares, pero bueno, vistos quedaron y sudados, jeje. Dirección a la Academia que teníamos reserva. Habíamos reservado por vía telefónica, nos dieron un número (localizador) que era el que había entregar en la cola de los que tienen la reserva. Pagas y p’dentro. ¿Qué decir del David que no se haya dicho ya?. Es inmensooooo y de una perfección abrumadora, eso sí, quedará sólo en la retina de mis ojos, porque la cámara se me quedó sin batería: ole, ole y ole. Salimos de la Galería de la Academia que está cercana al hotel y dejamos la cámara cargando durante un ratito mientras descansábamos tomándonos un capuchino en una cafetería de Vía Cavour. Tras hacer algo de tiempo para que la cámara cargara la batería, fuimos a ver la Basílica de la Santísima Annunzziata. Con el mal aspecto que presenta la plaza en la que se encuentra y lo poco atractiva que es la fachada, el interior me dejó impresionada. El techo es francamente increíble y el templete de la anunciación más. Estaban dando misa, así que me senté allí y la seguí con ellos. Curioso fue que en la entrada, no vigilaban el tema de la vestimenta, y yo iba con un jersey de tirantes anchos, pero tirantes al fin y al cabo. Uno de los propios feligreses, italiano, no hacía nada mas que indicarme mediante señas que me tapara. Estaba realmente asfixiada, el calor lo debía de tener ya metido en el cuerpo, así que fuimos nuevamente al hotel a darnos una duchita y así poder ir tranquilamente a cenar. Nos acercamos a un bufete que había cercano al Duomo. No recuerdo exactamente si era la calle que quedaba cerca del Campanille, o del Baptisterio. Tomamos una cerveza, una botella de agua, un plato de ensalada de pulpo con arroz (los platos amplios, eso sí) y otro de pavo con verduras. No se comía mal, la verdad.Tras reposar un poquito y hacer hueco en el estómago, heladito de menta y chocolate y tras él, una granizada de menta (aquí en mi ciudad no las hay, así que las aproveché al máximo). Al día siguiente madrugón y prometedora paliza, Roma esperaba. Etapas 1 a 3, total 5
No tenía previsto ir aquí en este día. Tenía planeado ir a Pisa, pero pensé en lo que dije antes, que aunque fuera por un día, tenía que ir a Roma.
Cogimos el tren a las 7.40 de la mañana, y a las 9.10 ya estábamos en la ciudad eterna, en la estación de Termini. Como no contaba con ir y no tenía nada preparado, el día de antes en Florencia, en una librería que hay en Vía Cavour, donde tenía el hotel, me compré la guía de Lonely Planet, en la que venía un plano de Roma, plano del Metro, y qué ver de forma imprescindible, y aparte rutas que se podían hacer andando según la zona donde estuvieras. En el tren fui empollándome las posibles visitas y organizándolo para me cundiera al máximo. La primera parada estaba clara, El Vaticano. Me saqué el bono de metro para un día (4 euros). Roma cuenta con dos líneas, la A y la B, que convergen en Termini. Cogimos en esta parada la línea A con parada en Ottaviano-San Pietro. Cuando nos bajamos, sólo tuvimos que seguir la estela de turistas que con toda probabilidad se dirigirían allí. Antes paramos a desayunar en la avenida que andábamos, en una cafetería en la que vi que su tránsito eran más de lugareños que de turistas. Tomamos dos capuccinos, un croissant, y un bocata de jamón con queso calentito (que según mi madre estaba bueno a más no poder..pena de mí, que no puedo tomar jamón...argggg), y todo por 5.40 €, y a las puertas del Vaticano. Andamos una avenida llamada Ottaviano hasta que nos adentramos en la impresionante Plaza de San Pedro a través de sus columnas...dios santo..desde que entré por esa parte, hasta que salí, los vellos como escarpias..Qué inmensidad. Estás que lo ves en fotos, en televisión, pero hasta que no llegas allí, no puedes alcanzar a hacerte la idea de la grandiosidad de lugar. Tras divisar un poco la plaza de San Pedro, con su obelisco de Augusto y admirarla, fuimos a la cola para entrar a la basílica. Avanza bastante rápido. Una vez asomé no podía creer lo que mis ojos estaban viendo: JAMÁS había visto algo igual. En Florencia, la grandiosidad de la iglesias es mucho, pero es que esto superaba ya con creces cualquier expectativa. Realmente ahí te puedes dar cuenta del poder que tiene la Iglesia. El mármol, las esculturas, los techos, la cúpula, el baldaquino, el suelo, las pinturas....miraras para donde miraras, la percepción era abrumadora..la Piedad atestada de gente haciendo fotos..me es difícil describir lo que allí sentí porque hay lugares que necesitan de la propia percepción de uno para entenderlo. Como he comentado, era un día de visita en Roma, y había que priorizar y seleccionar. Fue lo único que vi del Vaticano, obviando la Capilla Sixtina y los Museos, pero sinceramente, tan sólo por ver la Basílica, merece la pena. De allí nos volvimos para la estación de metro, lo tomamos, y bajamos en la parada de la Plaza de España. Una vez sales de la estación, tienes la posibilidad de salir a la parte baja de la Plaza, o bien subir en ascensor y aparecer en la Iglesia de la Trinidad. Optamos por esta última opción, para contemplar inicialmente las vistas de arriba, y luego fuimos bajando. Alrededor de la famosa fuente de la Barcaccia (que por cierto qué agua más fresquita...mmm...), estaban montando algo, no sé exactamente qué se iría a celebrar, pero había vallas y altavoces grandes. De allí, volvimos a coger el metro y bajamos en la parada de Barberini-Fontana de Trevi. Siguiendo el plano, fuimos andando desde la parada de metro por una avenida y varias calles de Roma. Poco a poco se va viendo la masa de turistas, y se oye el ruido provocado por el agua de la fuente. Giramos y ohhh, allí está...enorme también, demasiado para el poco espacio en el que queda ubicada a mi parecer..o eso, o que estábamos demasiados turistas (que también es un punto, claro). Es el lugar más imposible para echarse una foto a solas con el monumento, jeje. El agua es de lo más clara, y la que se puede beber, de lo más refrescante. De allí fuimos andando dirección al Panteón, pasando previamente por la Columna Antonina, de 30 metros e altura con relieves para conmemorar las victorias de Marco Aurelio Continuamos andando y llegamos a la Piazza della Rotonda, donde se encuentra este monumento. Igualmente, muy grande. El orificio de la cúpula es enorme, y deja entrar un enorme halo de luz. Los monumentos en Roma me llamaron la atención por la inmensidad en cuanto a tamaño. La entrada al mismo es gratuita. Seguimos la ruta hasta llegar a Piazza Navona, enorme, pero con su famosa Fontana dei quattro Fiumi en restauración. Dimos un paseo por la misma y nos conformamos con la vista de la Fontana del Neptuno y la Fontana del Moro... había muchos camareros invitándonos a sentarnos, muchos caricaturistas, mucho turista comiendo helado...(yo en esta ocasión no fui una de ellas). De allí queríamos ir a la zona del Coliseo, así que fuimos buscando una parada de autobús para ir hacia el mismo en éste. No recuerdo exactamente el número que cogí (el calor me tenía derretido el cerebro, jeje), pero tras esperar unos minutillos, tomamos el autobús que nos llevó hasta la Piazza Venezia. Bajamos en el inmenso monumento a Vittorio Emanuele II. Tiene unas dimensiones enormes, aparte claro, de lo que resalta por su color blanco impoluto. Subes las escalinatas (conforme se va subiendo se puede comprobar las dimensiones del lugar en cuestión). Posterior a ésta, hay dos escaleras laterales que van a dar a la estatua ecuestre del susodicho. Arriba hay un pórtico con unas columnas bestiales. Bajamos y nos dirigimos a la Piazza del Campidoglio, de Miguel Ángel, pasando antes por la Iglesia de Santa María de Aracolei (cerrada). A la Piazza del Campidoglio se accede mediante unas escaleritas que...jejeje...llamada la Cordonata, cuyo final está custodiado a ambos lados por Cástor y Pólux. La mitad de la plaza está presidida por la estatua de Marco Aurelio. En la zona se encuentran los Museos Capitolinos (los cuales, obviamente, y debido a mi visita relámpago, no los pude visitar). Las vistas desde el Monte Capitolino son realmente asombrosas. Se puede contemplar en su gran mayoría el foro romano. Bajamos, pasando de nuevo por el monumento a Vittorio Emanuele II y comenzamos a andar por la Vía del Foro Imperial. , observando La Columna de Trajano, alzada al lado del Foro del mismo nombre. Tras andurrear un buen rato por allí, y sobre un sol de justicia, tomamos la Vía Sacra hasta llegar al Coliseo. Vista panorámica del mismo (y de los romanos vestidos para echarse la foto de rigor con los turistas, previo pago claro está), rodeamos el Coliseo para ir a comer en el primer restaurante de Via Labicana (17.30 de la tarde y mi estómago pedía a gritos comer). Tomamos dos menús, que consistían en ensalada, pizza margarita, lasaña y bebida por 26 euros, y en un lugar privilegiado, ya que disponíamos de vistas en primera línea al Coliseo. De allí fuimos andando a la Basílica de San Clemente (entrada gratuita). Es una Iglesia del siglo XII edificada sobre una iglesia del Siglo IV. Tiene un mosaico precioso. Vuelta al Coliseo andando y toma de metro para ir a visitar la catedral de Roma, San Giovanni in Laterano. Te quedas más que pequeña al lado de ella, jejeje. Las columnas son enormes, y arriba, los 12 apóstoles.El suelo de mosaico es una auténtica maravilla. Según dice, el monumento a Silvestre II, suda y cruje cuando va a morir un papa. El baldaquino es una preciosidad. La verdad que si algo ves cuando visitas Italia, es la exhibición de poder eclesiástico. Yo he quedado casi sin palabras de contemplar semejantes iglesias. Tras esta breve visita a la ciudad eterna, nos fuimos a la estación de Termini para coger nuestro tren de regreso que nos llevaría de nuevo a Florencia. Llegamos tarde, pero con hora para tomar algo en el Mc’Donalds que hay justo frente a la estación de tren de Santa María Novella. De allí, bajamos hacia el hotel, parando antes para tomarnos una refrescantes granizada de menta, y al hotel a ducharnos y a dormir, que estábamos muertas. Al día siguiente, hacer maletas y a coger el tren camino, nuevamente, de Venecia. Etapas 1 a 3, total 5
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