Semana santa en Londres con niños ✏️ Blogs de Reino Unido

Me animo a escribir mi primer diario para animar a padres a viajar con sus niños. Todos sabemos que no es fácil, pero sabiendolos llevar y planificándolo bien, no es misión imposible. Espero que os sirva de algo y que os guste.
Llegó el día, después de tanto planificar el viaje.
Después de un vuelo sin problemas con Ryanair aterrizamos en Stanted. Una vez recogida la única maleta que facturamos y la sillita del niño que nos dejaron a pie de las escalerillas del avión, nos dirigimos a la planta inferior del aeropuerto a coger el tren que nos llevaría a Londres.
Nos evitamos las colas para comprar los tickets y algo de dinero, pues ya llevábamos los billetes comprados desde casa vía internet. Os aconsejo que lo hagáis, os ahorrareis algunas pelillas y mucho tiempo, sobre todo si vais en fechas señaladas.
Era hora de comer y los críos ya empezaban a protestar. He olvidado comentar que junto a mi espectacular y tranquilo marido, viajan conmigo mis dos niños de 7 y 2 años. A cada cual más terremoto.
En fin, que ya me veía aguantando quejas durante los 47 minutos que tarda el tren hasta Liverpool Station, pero mira por donde tuvimos suerte. En el tren pasan con carritos de comida y bebida, con lo cual pillamos unos deliciosos sándwiches y unas cocacolas que los mantuvieron entretenidos durante todo el trayecto.
Nuestro apartamento estaba en La City, a 10 minutos de Liverpool Street y fuimos caminando. Es la primera vez que no vamos a un hotel fuera de España, pero en este caso me aventuré reservando uno mediante Homeaway y nos fue bien... o tuvimos suerte.
Entre llegar, ir a comprar algo y descansar un poco, ya casi se nos pasó la tarde. Pero aquí la mami tenía un tour reservado para las 20 h. Tuve mis dudas hasta última hora pero al final lo contraté. Es el Londres Nocturno de la compañía Toursgratis, aunque este precisamente me costó 42 libras los tres, porque el pequeño no pagaba.
Quizá no fue una gran idea hacerlo, pero no me arrepiento, porque nos sirvió para ubicarnos bastante bien para el día siguiente ir a nuestra bola.
Yo creo que el problema fue que no nos organizamos bien. Y os lo cuento para que no os pase igual a vosotros.
Para llegar a Covent Garden a las 20 h.(era el punto de encuentro) salimos con bastante antelación, aunque estaba cerca. Teníamos miedo de liarnos o perdernos y no llegar a tiempo. Y nos vino bien, porque luego hubo follón. Algo relacionado con un escape de gas en una de las calles cercanas hizo que tuviéramos que dar un rodeo. Si a eso le unes, los niños, la desorientación propia del primer día, la gente, ¡cuanta gente!!!, la lluvia que empezaba a caer.... en fin.
A lo que voy. El tema es que deberíamos haber cenado antes de ir porque luego se hizo demasiado tarde. El recorrido estuvo muy bien. Covent Garden, Picadilly, Trafalgar, Chinatown, Soho, London Eye y terminando en Webminster, justo a los pies del Big Ben, en un pub típico inglés donde la guía nos invitó a una consumición.
Por el camino, además tuvimos un pequeño tiempo libre para entrar en M&NS y en el café Rainforest, del que ya hablaré más adelante.
Pero bueno, el caso es que no lo disfrutamos como deberíamos porque los críos iban quejándose todo el rato. El mayor, que si tenía hambre, que si estaba cansado, que si se mojaba... y el pequeño llorando mucho rato porque no quería ir en la sillita. Diossss, dame paciencia!!!!
Así que en cuanto nos tomamos nuestras coca colas en el pub, nos despedimos de la guía y de un autoservicio de paquistaníes nos pillamos los segundos sándwiches del día, esta vez para cenar.
Y allí mismo, en la estación de metro de Webminster tiramos derechitos al apartamento, en la que más hemos usado, la línea verde y amarilla, que en unos 15 minutos nos dejaba en nuestra estación base: Tower Hill.
Con los niños malhumorados, cansados y el padre con la típica frasecita de: "Te dije que no era buena idea" me tuve que ir a la cama con resignación y desilusión por la triste y pasada por agua bienvenida que nos había dado Londres.

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Venga, hoy es el primer día completo de nuestras vacaciones y lo vamos a aprovechar!!
Aunque no madrugamos mucho, fue el día que antes salimos del apartamento. A las 9,30 h. nos dirigíamos a la parada del autobús Tower of London, que teníamos a dos calles.

Para hoy tenía previsto hacer el tour gratis con los chicos de Sandermans, pero visto el éxito de la noche anterior y viendo que el recorrido era muy similar, optamos hacerlo por nuestra cuenta, a riesgo de perder las explicaciones. Pero bueno, con una guía que me había prestado una amiga y mapas y libros infantiles que llevaba mi hijo, nos apañamos bastante bien... aunque somos de pueblo.

Empezamos la aventura haciendo feliz a mi hijo mayor: subiendo a los famosos autobuses rojos de dos plantas. El nº 15 nos llevó en sus asientos delanteros de arriba hasta Trafalgar Square, o como la llama mi hijo: la plaza de los leones.
De camino hicimos muchas fotos, las de la catedral de San Paul nos quedaron realmente bonitas.
En Trafalgar hicimos otras tantas. Anoche no nos pareció tan grande. Los chicos querían escalar los leones y fotografiarse encima, así que pasamos un ratico allí.
Después tiramos en dirección al Sant Jame´s Park, pasando por debajo de "la puerta de los arcos" (otra frase de mi hijo).
Antes de entrar al parque vimos mucha gente en una explanada y nos acercamos a ver.
Y allí estaba, la guardia montada. Madre mía, pero qué le dan de comer los ingleses a los caballos???? Eran enormes y de un lustre que cegaba.
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En fin, visto un guardia vistos todos, así que tiramos para el parque: Sant Jame´s Park.
¡Qué chulo!!! Fue un paseo muy agradable, pues los niños fueron todo el rato muy entretenidos dando de comer a las famosas ardillas, patos, pelícanos, cisnes y alguna que otra paloma. Así que casi sin darnos cuenta nos plantamos en Bukinghan Palace.

No pensaba ver el cambio de guardia. Loca estaría si pensaba en esperar una hora para pillar un buen sitio. Aun así, tuvimos suerte pues eran sobre las 12 h y el cambio de guardia aun no había terminado. Pudimos ver desfilar a los "guardias de los gorros negros" más tiesos que la mojama, un dos, un dos... qué monos!
Pero ya estaba durando mucho la tranquilidad. Empezamos a oir la temible frase: "Vámonos ya, me aburro". Así que buscamos la estación de metro más próxima y otra vez, la mágica línea verde-amarilla nos llevó hasta la parada de South Kesington, la de los museos de Historia y de Ciencias.
Al salir, compramos unos helados y tema solucionado. Ya iban los tres señores (los dos niños y el papi) tranquilitos para un rato.
Bueno, el rato que duró la corta cola para entrar al maravilloso Museo de Historia Natural. Eso sí, por la entrada lateral, pero bueno.
Cuando accedimos a la impresionante planta del esqueleto, famosa por varias películas, me quedé atónita.... de ver la cola que había para entrar a la zona de los dinosaurios. Pero ea, como el helado había llenado el estómago, había que aprovechar antes de las quejas para comer. 45 minutos de cola y ya estábamos dentro.
Esqueletos, reproducciones de dinosaurios, muchas pantallas interactivas, en fin, a los críos les gustó mucho. El mayor que creía conocer todas las especies, y el pequeño que creía que eran de verdad. Todo un éxito.
Al salir de esta sala nos fuimos a comer al restaurante del museo. Tres personas unas 31 libras, aunque también hay un self-service y una zona de picnic por si quieres llevar tu comida. Está bien pensado, no me digáis que no.
Después de descansar un poco, aprovechando el wiffi gratis del museo para wassear con la familia, fuimos a ver la zona roja. Genial, no os la perdáis.
Ya la entrada es chula. Se sube por unas escaleras mecánicas y entras literalmente al centro de la tierra.
No os perdáis el simulador del terremoto de Japón. Pone los pelos de punta. Y toda la planta es muy interesante al tiempo que inquietante. Todo muy interactivo, los niños estuvieron muy entretenidos, sobre todo el de 7 años.
Y para terminar fuimos a la sala de la famosa ballena azul. Las reproducciones de los animales encantaron a mi pequeñín. Si había 50 animales, 50 fotos hicimos. Todos le gustaban.
En fin, casi 4 horas en el museo ya fue para mí un logro, así que me dí por satisfecha.
Después de hacer más fotos a la maravillosa fachada enfilamos vía Harrods en dirección al Green Park, donde les había prometido a mis tres hombres descansar y merendar.

Aquí os voy a decir una cosilla que me dio mucha rabia, para que no os pase a vosotros.
Justo enfrente de Harrowds, hay varios bazares. No compréis. Yo sí lo hice, y casi me tiro de los pelos, cuando ví el mismo artículo en otro bazar en Camden por tres veces menos de lo que yo pagué. Así que, ya sabéis.

Bueno, pues llegamos al Green Park. Tengo que avisaros que el paseíto fue largo, o eso o es que ya estábamos algo cansados... o que las botas me apretaban.
Nos sentamos en un banco, nos comimos nuestros sándwiches y descansamos un rato.
Menos el peque, que nos dio un espectáculo en tres actos: "cómo cazar una paloma", "persiguiendo a una ardilla" y "como no pillo ná, me cojo dos palos y soy el tío de la vara".

Repuestos un poco, les tenía reservado un premio para finalizar el día. Iríamos a cenar al Rainforest.
Dejamos atrás Bukinghan Palace y seguimos andando por The Mall. Os advierto que el paseíto es bastante largo, pero bueno, nosotros somos fuertes.
Por fin, llegamos a Picadilly y enseguida en la puerta del Rainforest.

No llevábamos reserva pero enseguida nos hicieron un hueco.
Para el que no lo sepa, el Rainforest es un restaurante PARA FAMILIAS. Está decorado imitando a una selva tropical, con sus árboles, palmeras y demás parafernalia. Además hay reproducciones de animales: elefantes, gorilas, peces, leones, etc. que cada cierto tiempo se mueven y emiten sus característicos sonidos. Por si faltaba algo, también hay un momento en el que se escenifica una tormenta con sus truenos y relámpagos.
No nos engañemos, yo si no voy con niños ni me lo planteo. Pero si los llevas, tienes que ir al menos una vez. Y si además te colocan junto a algún animal, como fue nuestro caso, ya es lo más. Sus caritas pagan de sobra la abultada cuenta que te presentarán al final de la cena. 83 libras nos cobraron por dos platos combinados y una hamburguesa con patatas y las bebidas. Del postre pasamos. Y de los peluches de la tienda superior también. Pero bueno, nos trajimos los dibujos y los colores que les regalaron los simpáticos camareros y el recuerdo inolvidable que ya les han contado a los abuelos y a todos los compis del cole unas cuarenta veces.

De allí, en metro volvimos al apartamento, cansados de un día muy intenso. Nada más y nada menos que 17 km. andando. nos marcó el rutómetro. Si es que somos unos campeones....

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Las previsiones metereológicas anunciaban para hoy bastante lluvia. De hecho estaba muy cubierto. Empezaríamos el día por el Museo Británico, que allí me han dicho que no llueve, ji,ji,ji....
Fuimos paseando hasta Liverpool Station (10/15 minutos) y allí cogimos el metro, la línea roja hasta Holborn. De allí al museo hay un paso. Los alrededores me gustaron.
Aquí hago un inciso para comentar que la parada de Totenham Court Road de la línea roja está cerrada hasta diciembre por obras.
En fin, prosigo.

Al llegar al maravilloso museo me sorprendió que no hubiera colas... claro, ya estaba todo el mundo dentro!!! Madre mía cuanta gente. Creo que todos me copiaron el planning para ese día.

Fuimos derechito a las salas de Egipto, en la planta 3. Lo mejorcito se concentra en las salas 62 y 63. Vimos el famoso gato momificado, sarcófagos, momias, tesoros funerarios, relieves, jeroglíficos, etc. Una amplia colección que sumé a las que ya había visto en El Cairo y en El Louvre.
Luego fuimos a la planta principal donde se encontraba otra de las cosas que quería ver: la piedra Rosetta. Que quería ver yo y un montón de chinos que en ese momento rodeaban la vitrina y disparaban fotos como si no hubiera un mañana...
Esperé prudente y me metí en un hueco para poder verla y hacer también un par de fotos. Deambulamos otro rato por esta sala que tenía muchas más piezas egipcias, entre las que destaca el busto de Ramses II. Y también muchas figuras bien conservadas.

Me gustó mucho, pero no pude ver nada más. Los niños se nos perdían entre la gran gente que llenaba el museo y antes que sufrir un ataque de nervios, preferí terminar aquí la visita y posponerla para la próxima vez que volvamos a Londres.

El tiempo invertido en este museo fueron 2 horas escasas, únicamente dedicadas al mundo egipcio.

Salimos a la calle y seguía sin llover pero estaba muy negro. Como la línea del metro que teníamos que coger para ir a Camden, donde pensábamos comer. Nos despistamos un poco al salir del museo haciendo fotos y viendo los alrededores y nos costó encontrar la parada del metro. Una vez nos ubicamos, entramos al metro. Si no recuerdo mal era la parada de Warren Street. 3 paradas y estaríamos en Camden.

Todo el mundo aconseja ir el domingo a Camden. Yo no. El viernes estaba muy bien, mucho ambiente, mucha gente, pero sin agobios. No así a la vuelta, que el metro iba a tope. No quiero imaginar cómo será en domingo. Igual los que estais acostumbrados a usar metro no os agobiais, pero nosotros que tenemos 3 autobuses para todo el pueblo, ya os podeis imaginar.

Al salir a la calle ya se respiraba otro ambiente. Mucha gente joven, sentada por las aceras, punkis, pijas, psicodélicos, rancios.... de todo hay en la casa del Señor.
Lo primero que llamó nuestra atención fueron las fachadas de algunas tiendas. Empezamos a hacer fotos. Aquí sí es buen sitio para comprar los regalos.

Tienes las típicas tiendas de souvenirs, con los típicos y baratos regalitos para llevar a la familia y amigos.
Hay una especie de mercadillo laberíntico que me recordó al mercado semanal de mi pueblo. Con ropa, gafas, complementos, etc. Entre cosas normales y cosas super cutres, se esconden verdaderas gangas y prendas monísimas, con las que podrás quedar muy bien. Pero necesitas tiempo y tranquilidad. Si vas con tus hijos, mucho ojito que aquí se despistan enseguida. Las calles son muy estrechas entre los puestos y todas parecen iguales. Así que, mucho cuidado.
Nosotros dimos una vuelta, nos probamos unas cuantas gafas psicodélicas y nos fuimos a buscar algún sitio para comer. El peque se había quedado dormido. Había que aprovechar.

El olor a comida nos guiaba y fuimos a parar al canal. No nos complicamos mucho, íbamos con la sillilta y había escaleras. A pesar de que no lucía el sol, se estaba muy bien así que compramos comida en uno de los múltiples puestecitos callejeros y tuvimos la suerte de pillar una mesa junto al canal. Ahora ya había más gente, muchos españoles. Aquí también había señal wiffi y aproveché para enviar fotos de los niños en tiempo real a la familia. Se estaba de maravilla, allí sentaditos, comiendo y viendo el ambiente.
Comer en Camden no os supondrá ningún problema. Hay restaurantes, bares y puestos en la calle con todo tipo de comida. Hasta paella vimos.

Después de comer nos fuimos para donde está el gran cartel de Camden Lock. Allí empezaba, o debería decir continuaba otro mercado. Primeramente había puestecitos de camisetas y artesanía, también más de comida y luego.... de todo, para que voy a decir otra cosa. Esta parte también me gustó mucho.

Me preguntaba donde estaría la famosa tienda ciber que había visto en Callejeros viajeros. Pues allí mismo, nos tropezamos con ella: Ciber Dog.
Dos grandes estatuas flanqueaban la puerta. Una vez dentro, otro mundo.
Bienvenido a Benidorm!!! Fiesssssstaaaaa!!!!
Esta tienda es una pasada. Es como entrar a una discoteca. La música a toda leche, sus gogós bailando en tarimas. Mi hijo flipaba. Todo lo quería, todo le gustaba.
Todos los artículos se basan en colores fluorescentes que se iluminan en la oscuridad, o sea, que están destinados a salir de marcha. Un buen sitio donde pasar un ratico curioso, eso sí, ten cuidado de que no se metan tus hijos en la sala para mayores de 18 años... ji,ji,ji..... o tendrás que dar unas cuantas embarazosas explicaciones.

Cuando salimos del maravilloso mundo ciber-fluorescente, punki, no sé cómo llamarlo, estaba lloviendo. Ya casi eran las seis y dimos una pequeña vuelta más y nos fuimos para el metro otra vez. Dimos por concluida así nuestra jornada en Camden.

La entrada al metro ya estaba a rebosar, supongo que la lluvia también influyó. Mi planning para hoy incluía ir a Regent Park, concretamente a Primrose Hill, para ver el atardecer y las fantásticas vistas de la ciudad que dicen se ven desde aquí.
Pero la lluvia nos obligó a cambiar de planes. Era hora de darles su premio diario a los niños, iríamos a pasar el resto de la tarde a la juguetería más antigua y famosa de Londres: Hamleys.

Desde Camdem fuimos en la línea negra hasta Warren Street. Allí cambiamos a la línea azul que nos llevó rápidamente a la parada de Oxford Circus. Cuando sales a la calle te encuentras en el cruce de la calle Oxford con la Regent. En la Oxford, enfrente del metro a la izquierda, veréis un Primark (por si os interesa). En esta calle, hay un montón de tiendas, pero bueno, pasé de largo y tiramos por Regent Street. Hamleys nos esperaba un poco más abajo. 5 minutos andando.

Madre mía! Bienvenido al paraíso de los niños. 5 plantas sólo de juguetes. Nunca he visto nada igual. Los dependientes super amables y simpáticos con los críos. Jugaron con ellos, les hicieron trucos de magia, les explicaron el funcionamiento de algunos juguetes....
Lo que más me gustó es que había muchos juguetes con los que jugar. Mis niños disfrutaron de lo lindo. Jugaron con peluches, con balones, al baloncesto, con pistolas de dardos, con consolas, con Playmobils, con coches, teledirigidos, legos, puzles, globos, bolas, robots, y un largo etcétera.
Literalmente, aquí se nos paró el reloj. Ïbamos de una planta a otra sin parar. Yo creía que había un restaurante pero sólo encontré un puestecito de pasteles y zumos. Y los aseos están exclusivamente en la 5ª planta. Hay 2 ascensores nada más entrar a la izquierda si llevas sillita o no te apetece subir por las escaleras centrales.
No os perdáis la planta donde están los Legos. Hay sorpresa. Aparte de que hay muchas cosas hechas con piezas de lego que os sorprenderán, encontrareis unas piezas que os dejarán con la boca abierta. Os dejo una pista: tienen que ver con la familia real británica.

Y bueno, después de decidirnos por los juguetes que íbamos a comprar (no son excesivamente caros, puedes negociar con tus hijos y llevaros un buen juguete y recuerdo), bajamos paseando, aunque seguía lloviendo hasta Picadilly. Hicimos otras foticos a las luces de neón y cogimos el metro (línea Picadilly Circus) hasta South Kesington, donde enlazamos con la línea verde-amarilla de mi amor, rumbo a Tower Hill y a nuestro bonito y tranquilo apartamento.

Eran las 10 h de la noche. Hoy cenaríamos tranquilitos en el apartamento. Repasaríamos las fotos hechas hasta ahora, wasearíamos con la familia, aunque en España era una hora más y por lo visto, todos o casi todos estaban de procesiones. Y todo el mundo a dormir, que mañana es sábado sabadete...

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