A HOLANDA CON NIÑOS EN 12 DÍAS ✏️ Blogs de HolandaRELATO DE NUESTRA EXPERIENCIA EN EL PAIS DE LOS TULIPANES: HARDERWIJK, GUIETHOORN, KAMPEN, ELBURG , ALKMAAR, ZAANSE SCHANS, BREDAAutor: Mamitrotera Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (22 Votos) Índice del Diario: A HOLANDA CON NIÑOS EN 12 DÍAS
01: LUNES 15 AGOSTO: LLEGADA A HARDERWIJK
02: MARTES 16 AGOSTO: GUIETHOORN, KAMPEN Y ELBURG
03: MIERCOLES 17 AGOSTO: RUTA EN BICICLETA POR EL VELUWE
04: JUEVES 18 AGOSTO: HARDERWIJK Y ERMELO
05: VIERNES 19 AGOSTO: ALKMAAR Y ZAANSE SCHANS
06: SÁBADO 20 AGOSTO: PARQUE EFTELING
07: DOMINGO 21 AGOSTO: BREDA Y PARQUE NACIONAL DE LOONSE EN DRUNENSE DUINEN
08: LUNES 22 AGOSTO: AMSTERDAM, CENTRO Y BARRIO ROJO
09: MARTES 23 AGOSTO: JOORDAN-CASA ANA FRANK-BEGIJNHOF-MERCADO FLORES-REMBRANDPLEIN
10: MIERCOLES 24 AGOSTO: EDAM, VOLENDAM Y MARKEN
11: JUEVES 25 AGOSTO: WATERLOPLEIN-ALBERT CUYP-MUSEUMPLEIN-VONDELPARK- LEIDSEPLEIN..
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Etapas 7 a 9, total 11
Las previsiones daban lluvia y tormentas para hoy, así que muy a nuestro pesar, decidimos no volver a Efteling.
Pensamos acercarnos a Breda, que nos quedaba bastante cerca y pasamos allí la mañana. Llovía y tuvimos que tirar de paraguas y chubasqueros. Paseamos por sus calles casi desiertas y entramos en la Grote Kerk, donde estaba terminando un concierto de órgano que fue muy aplaudido por todos los asistentes. Cuando salimos a la calle ya había más gente, dimos un garbeo por el centro pero enseguida empezó a llover esta vez con más fuerza así que "obligatoriamente" nos tuvimos que cobijar en un H&M hasta que paró. Gracias a un folleto, nos enteramos de que muy cerca de nuestro hotel había unas dunas impresionantes: El Sáhara de Bravaria ponía. Se llamaba National Park De Loonse en Drunense Duinen. Compramos comida en un super para hacernos un picnic y nos fuimos para allá. Cuando llegamos empezó a diluviar, así que cambiamos de planes y nos sentamos a comer en la terraza de un restaurante muy mono que había justo al lado de las dunas. El sitio estaba muy bien. Aunque comimos fuera no nos mojamos pues hay muchas sombrillas enormes y no te mojas. Estaba lleno, con eso os lo digo todo. Había mucho sitio dentro, pues además es un local bastante grande. Pero la gente prefería comer en la terraza porque aunque llovía, la temperatura era muy buena. La comida fue estupenda y bien de precio. Recomendado. Este lugar es espectacular. Había muchas personas con perros. Es un sitio precioso para andar, correr, montar en bici, o a caballo... simplemente perderse. Las dunas son sorprendentes. A veces sí daba la impresión de estar en el desierto por su paisaje de arena y su vegetación tan especial. Sin embargo, alrededor se extiende un frondoso y fresco bosque donde pasear o practicar mountain bike. La lluvia cesó y apenas si había gente. ¿Cómo desaprovechar la ocasión?. Nos lanzamos a las dunas y pasamos un rato bastante divertido. Igualmente, las fotos salieron muy bonitas aunque no se aprecia del todo la belleza del lugar. Sobre todo la tranquilidad que se respiraba... justo lo contrario de lo que luego encontraríamos en Amsterdam. Los niños lo estaban pasando genial, correteando de aquí para allá y no había manera de volver al hotel. Pero empezó a chispear otra vez y en el cielo nos miraba una amenazante nube oscura. Nos dio tiempo justo para llegar al coche, la nube explotó en cuanto lo pusimos en marcha. Al llegar al hotel aprovechamos el wiffi gratis para wasear con la familia mientras los niños jugaban con nuevos amigos en el salón de juguetes y llegaba la hora de cenar. Sería nuestra última noche en Kaatsheuvel. Etapas 7 a 9, total 11
La señora del hotel nos despidió muy amablemente. En algo más de una hora estábamos en Amsterdam. Dejamos el coche en la agencia de alquiler y el que iba a ser nuestro casero en Amsterdam vino a recogernos en su furgoneta.
Teníamos alquilado un apartamento por internet. La ubicación era buena, en el barrio del Joordan. La casa, aun sin estar mal, era el peor alojamiento que habíamos tenido durante el viaje. Se trataba de una típica casa estrecha, planta baja, tipo estudio. Gracias a Dios, nu tuvimos que subir y bajar las archiconocidas empinadas y estrechas escaleras holandesas. La sala hacía las veces de salón, cocina y dormitorio separado por una estantería repleta de objetos curiosos, libros y películas. Los niños tenían su habitación y baño propios justo detrás y además daban al patio interior, que ni usamos, la verdad. El gato de la familia entraba y salía a su antojo por un agujero en la puerta y nos daba algún susto que otro, aunque divertía a los niños. El casero y su familia vivían arriba, cosa que me tranquilizaba bastante por si hubiera algún problema. Aunque todo fue muy bien. Nos dejaron el frigorífico lleno: leche, huevos, mantequilla, zumos, queso y demás alimentos para el desayuno. Era un bed&breakfast. Una vez instalados, cogimos un plano y nos dispusimos a descubrir esta famosa ciudad. Estábamos en la calle Planciusstraat y era hora de comer. Así empezaba nuestra primera toma de contacto, sguiendo la ruta que tenía en mi planning de hoy... Cogimos la calle Haarlemmerdij y avanzamos hasta la calle Harlemmerstraat. Íbamos a comer en el EtCafé Harlem Soul Food, pero como estaba lleno y era tarde, retrocedimos unos pasos y entramos en Ibéricus, un local donde se vende sobre todo jamón serrano ibérico. Puedes comer allí o para llevar. Un par de camareros eran españoles así que nos atendieron muy bien. Conseguimos mesa en el fondo y dimos buena cuenta de una tabla de jamón, queso y lomo y unos bocatas. Sin ser caro, nos pareció buena relación calidad-precio. A estas alturas ya habíamos descubierto lo que eran los coffe-shops y el ambientador natural de Amsterdam. Mi hijo hizo un comentario muy gracioso. Dijo: -"¿A qué huele?... es como si estuvieran quemando hierba..."- -"Eso es precisamente lo que es hijo"- le contesté riéndome ante el bochorno de mi marido. Continuamos por la avenida Damrak llena de tiendas en dircción a la famosa Plaza del Dam, el corazón de Amsterdam. Era majestuosa. Dando un giro de 360º podías ver el Palacio Real, la Nieuwe Kerk, el Edificio de correos, el Museo de Cera, el Monumento a los soldados fallecidos en la segunda guerra mundial y el Hotel Krasnapolsky. Entre artistas callejeros y carruajes de caballos, usamos nuestro palito de selfies para tirar las primeras fotos, con las palomas volando alrededor. Nos asomamos a la Nieuwe Kerk, lugar donde hacen las coronaciones reales. Había que pagar entrada, pero si entras a la tienda de souvenirs, puedes mirar por un hueco que hay, mucha gente lo hacía así que yo también. Al salir ví a mi derecha el edificio imponente del centro comercial Magna Plaza. Mientras que mis hijos se divertían viendo a unos chicos bailar, yo me limité a apreciar los detalles de las fachadas de todos los edificios de la plaza, incluido el Bijenkorf (centro comercial parecido al Corte Inglés). Nos tentó la idea de entrar al museo de cera Madam Tussaud, pero hacía buen día. Quizá si llovía el resto de la semana fuéramos. Dejamos atrás la Plaza Dam para dirigirnos al Barrio Rojo. Lo hicimos por la animada calle Damstraat. Estaba repleta de restaurantes y tiendas. En el lado izquierdo nos atrajo una en especial con una decoración llamativa y unos trajes peculiares. Los niños entraron como un imán y nosotros detrás claro. Vimos de pasada la famosa licorería Wynand Fockink, escondida en una callejuela próxima, pero al ir con los niños, no nos pareció adecuado entrar. Pasamos un par de canales y en el tercero nos hicimos una foto en el puente, teniendo como telón de fondo el impresionante edificio de De Waag. Giramos entonces a la izquierda y en paralelo al canal fuimos paseando hasta llegar a la Plaza de Nieuwmarkt. Los alrededores estaban muy animados. Nos hicimos unas fotos delante del bonito restaurante In the Waag, el edificio histórico que había sido una antigua puerta de la muralla de Amsterdam y que también sirvió como casa de pesos, De Waag. Seguimos por la calle Zeedijk hasta encontrarnos con el gran templo He Hua. Estaba cerrado, pasaban unos minutos de las cinco. Los restaurantes y las tiendas nos chivaron que se trataba del barrio chino. Continuamos hasta la calle Korte Niezel. Al parecer estaban celebrando algo en relación al orgullo gay, pues las banderas multicolores colgaban de las ventanas. había música, y mucha gente bebiendo en las calles. Muchas chicas, o ¿debería decir chicos?, disfrazados montaban alboroto a su alrededor en un ambiente muy divertido. Estábamos en pleno Barrio Rojo. Como era temprano no había ni rastro de luces rojas de neón ni escaparates con chicas ligeras de ropa ni nada por el estilo. Eso sí, muchos turistas como nosotros que paseaban curiosos por la zona. En medio del barrio más sensual de Amsterdam descubrimos la Oude Kerk, la iglesia vieja de la ciudad. Saliendo de su puerta principal, a mano derecha, reconocimos en el suelo el famoso busto tocado por una mano tan popular entre los turistas. -"¿Mamá, qué hace una teta en el suelo en la puerta de una iglesia?¿y quién la está tocando?"- Comentarios de este tipo nos hicieron reir en varias ocasiones. Al igual que en otro momento en el que mi marido sin darse cuenta, se puso a llamar por teléfono a la familia, justo delante del escaparate de un sex-shop. Mi hijo mayor le gritaba a su hermano para que mirara los penes gigantes que había, de todos los colores. Tenía que haber sacado una foto, allí los dos, con la nariz pegada al escaparate muertos de risa. En fin, despistes de papá. Junto al canal estaba el Bulldog Café,el primer coffe-shop de Amsterdam y nos sentamos a tomarnos una coca cola justo al lado, a la orilla del canal. El peque se había dormido así que no había peligro de que se cayera al agua, ja,ja,ja. Paradójicamente nadie de las mesas cercanas fumaba. Cosas de la vida. Allí mismo y aprovechando la buena temperatura, hicimos el recorrido en barco por los canales. la empresa se llamaba Frienship. Los chicos iban vestidos de marineros. El barco era open boat, muy mono, de color negro y con asientos con almohadones alrededor y mesas y sillas de madera también. Al ser un barco abierto, las fotos salieron estupendas y se estaba de maravilla. Solo un par de familias y dos parejitas íbamos a bordo. Genial. Además, fueron dando explicaciones en inglés sin ser pesados. Tenían una barra con bebidas y aperitivos que se pagaban aparte, muy ricos por cierto. El paseo me encantó. fue muy relajante y pudimos ver los puentes y los edificios desde otra perspectiva. Las casas flotantes, los viejos barcos, los canales... El paseo nos costó 16€ adultos y el niño 8.5€. El pequeño no pagó. Os lo recomiendo, pues los barcos típicos acristalados son como latas de sardinas, atestados hasta la bandera. Vimos gente abanicándose y sudando saliendo de ellos. Y el precio es similar. Además si vais con niños tened en cuenta que deberán ir toda la hora sin apenas moverse. Sin embargo mis hijos se portaron genial, iban tranquilos y relajados viéndolo todo. El ser un barco abierto, el poder ir recostados, el aire, la proximidad al agua, no sé, todo influiría en el relax de ellos y como consecuencia el de nosotros. Pasamos el resto de la tarde por la zona. Ya habíamos cumplido con el planning así que volvimos al Dam y calles adyacentes paseando sin rumbo. Cenamos en un sitio de comida ¿italiana??... bueno, vale. Y nos fuimos a casa a descansar. Genial para ser el primer día. Etapas 7 a 9, total 11
Teníamos entradas para la casa de Ana Frank a las diez. Estaba a quince minutos andando de nuestra casa así que antes de ir paseamos por el barrio del Joordan, hicimos fotos en los canales, a las fachadas torcidas y vimos las iglesias de Noorderkerk y Westerkerk. La estatua de Ana Frank está justo al volver esta iglesia.
La casa de Ana Frank es de obligada visita. Yo ya me había leído el libro y hace quince días ví la película con mi hijo mayor para que estuviera más o menos preparado. Las interminables colas de la entrada ya no son tantas, pues casi todo el mundo compra la entrada por internet a una hora determinada. Si no es así, sólo podrás entrar en horario de tarde. Puedes ir a las taquillas a preguntar. Además hay personal que habla español en la puerta. Nosotros entramos sin esperas. Nos guardaron la sillita del peque y nos dieron un folleto explicativo en español. A lo largo de las estancias van poniendo audiovisuales en varios idiomas (también en español), hay objetos originales y algunas maquetas o fotos de cómo estaba todo, así como de los protagonistas. Me pareció una visita muy interesante e inquietante, sobre todo para mi hijo el mayor, cuando llegamos a la estantería llena de archivadores que daba paso a la casa de atrás. Fue muy emocionante. Además está el diario original y más escritos de puño y letra de Ana. La visita puede durar sobre dos horas, depende de cada uno, pues vas a tu ritmo. Al salir, cambiamos totalmente el chip y nos dirigimos casi sin darnos cuenta a las 9 straatjes, las nueve callecitas. Aquí me hubiera gustado quedarme a curiosear en las pequeñas tiendas de ropa pero al ir con niños es casi imposible hacerlo con calma. Hay tiendas de estilo vintage, de muebles, de diseñadores de ropa, objetos de segunda mano y también cafés y restaurantes con encanto. Paseamos sin más a lo largo de sus canales cruzando los puentes y descubriendo rincones únicos. Andando, andando llegamos hasta la plaza de Spui. Muy concurrida, tranvías, restaurantes, una gran librería... y la puerta casi desapercibida al Begijnhof. Es un pequeño tesoro, un remanso de paz, un tranquilo jardín con dos iglesias y la casa de madera más antigua de Amsterdam. La entrada es gratuita y el horario de 9 a 18 h. Seguimos caminando y en la orilla opuesta del canal Singel nos encontramos con el Bloemenmarkt o Mercado de las flores. Tal como me lo imaginaba era una hilera de puestos flotantes de flores, sobre todo de bulbos de tulipanes (un souvenir muy socorrido), flores frescas, semillas y recuerdos de la ciudad. Los precios son similares en todos los puestos, así que no te marees y si te gusta algo, cómpralo sin más. Además hay mucha gente, nosotros arovechamos la hora de la comida y realmente se podía andar bien. Compramos souvenirs y nos sorprendimos con la tienda de artículos navideños que no cierra en todo el año: Christmas Palace. Los críos tenían hambre así que decidimos comer allí mismo, cruzando la calle, en la misma plaza de Muntplein, enfrente de la Munttoren, la torre de la moneda, que en sus inicios fue parte de la muralla medieval de Amsterdam. Nos metimos en un McDonald donde comimos rápido, fresquitos y descansamos un poco. Después salimos por la calle Reguliersbreestraat donde pudimos admirar la impresionante fachada del cine-teatro Tuschinski. Como era impensable entrar con los niños, sí que asomé mi nariz al vestíbulo. Es una obra de arte, con alfombras de colores y diseños abstractos, luces tenues y mobiliario que parece sacado de un palacete. Este cine está considerado uno de los más bonitos del mundo y es lugar de muchos estrenos de películas de Holanda. No pases de largo. Siguiendo esta calle llegamos a Rembrandplein, una plaza muy animada, con incluso una discoteca, Scape. En el centro de la plaza una escultura representa la Ronda de Noche de Rembrandt y la gente aprovecha para hacerse fotos originales con los soldados. En esta plaza encontramos chicos haciendo pompas gigantes, vendiendo gorras pintadas con spray, y una señora haciendo caricaturas, que les hizo una muy divertida a mis hijos, aunque para mi gusto no muy real. también encontrarás bastantes sitios para cenar por aquí, hay pizzerías como Vapiano, restaurantes de batalla y alguno más chic como el Rain o el De Koon. Terminado el planning de hoy, nosotros optamos por cenar de vuelta a casa, pues era algo temprano para nuestro horario habitual , así que lo hicimos en un restaurante que encontramos por el camino en una calle cercana a Damrak. Además habíamos comprado bulbos e íbamos bastante cargados. No queríamos trasnochar mucho pues al día siguiente haríamos un descanso. Dejaríamos el estrés de tranvías, bicicletas y turistas y nos escaparíamos en tren a los pueblos del Waterland: Edam, Volendam y Marken. Etapas 7 a 9, total 11
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