![]() ![]() Provenza Impresionista. Impresionante Costa Azul ✏️ Blogs de Francia
De como nos dejamos embelesar por los bellos paisajes de la Provenza y la Costa Azul
ABRIR CON EL CHROME O FIREFOX PARA PODER VER LAS FOTOSAutor: Naamur Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (2 Votos) Índice del Diario: Provenza Impresionista. Impresionante Costa Azul
01: Intro
02: De Gijón a Carcassonne
03: La Camarga - Saintes Maries de la Mer
04: Arles, Nîmes, Puente de Garda, Avignon
05: Gordes, Abadía de Senanque, Roussillon, Saint Remy de Provence
06: Playas de la Camarga, Aigues Mortes
07: Cassis, Les Calanques
08: Marsella
09: Antibes
10: Cannes
11: Grasse
12: Monaco
13: Relax en la playa
14: Marineland y Villa Ephrussi de Rothschild
15: Antibes - Gijón
16: Conclusiones y resumen de gastos
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Etapas 10 a 12, total 16
Ufff, nos levantamos molidos. Llevamos unos días durmiendo fatal xq parece que el colchón debe de haberse pinchado y por más que lo inflemos cada día, durante la noche va perdiendo aire y la cosa cada vez va a peor, hoy amanecemos casi tocando el suelo. Imperativamente hoy tendremos que sacar tiempo para ir a comprar uno. Nuestra excursión de hoy es Cannes, tengo muchas ganas de conocer tan glamuroso destino. La parada del bus está delante del camping, es el nº200 y pasa cada 20 minutos. El trayecto hasta Cannes es interminable, tiene cientos de paradas y tarda casi 1h para poco más de 20 km. Pero claro, el precio es irrisorio, tan sólo 1.50€. Atravesamos la bulliciosa Juan-les-Pines, donde tiene lugar en el mes de julio un festival de jazz de renombre internacional. Por fin llegamos a Cannes, Nos bajamos en la última parada y casi sin darnos cuenta estamos delante del Palais des Festivals, donde todo el mundo se hace la codiciada foto sobre la alfombra roja emulando a los astros del celuloide. En los bajos se encuentra la oficina de turismo, en la que hay wifi gratis, nos conectamos un rato para recibir noticias de casa. Recorremos en parte la Allée des Étolies, paseo de la fama en versión europea, donde un buen número de actores dejaron estampadas sus huellas. Paseamos por el mundialmente conocido Boulevard de la Croissette. Hay una playa pequeña que es pública y que tiene la rareza de ser de arena, y el resto de las playas son privadas. Alucinamos con los precios ya no de las comidas, sino con los de un refresco o un simple café. Al otro lado de la calle se encuentran los edificios de superlujo y los hotelazos, como el legendario Martínez, sólo al alcance de unos pocos privilegiados. Aparcados delante de ellos todo un muestrario de los cochazos más caros, casi todos matriculados en algún Emirato, y un enjambre de gente haciéndoles fotos. Es el lujo elevado a la enésima potencia. Invierto un buen rato escudriñando los escaparates de cada una de las boutiques y joyerías, pero me tengo que conformar con verlas por afuera. C´est la vie! Abandonamos la milla de oro superlativa y nos vamos hacia la parte antigua, donde está el vieux port, colmado, como no, de exclusivos yates, y el empinado barrio de le Suquet. Muchos de los restaurantes y locales exhiben las fotos dedicadas de las estrellas de cine que alguna vez se sentaron en sus mesas. En la cima se encuentra el Castillo de la Castre y la diminuta capilla de Notre-Dame d'Espérance. Desde lo alto se obtiene una panorámica increíble de toda la bahía y las cumbres del Estérel. Después de unos cuantos paseos y un torrente de fotos damos por terminada la vista a esta ciudad de cine. lh3.googleusercontent.com/ ...76-h657-no Cogemos de nuevo el bus infernal hacia Antibes, nos cambiamos a toda velocidad en el camping y nos dirigimos como dos misiles a la playa. Nos comemos unos bocatas y pasamos el resto de la tarde entre chapuzón y chapuzón, siempre con un ojo alerta por si alguna medusa osa acercarse. Nos da rabia, pero tenemos que interrumpir nuestra tarde playera para ir a comprar el colchón de marras. Habíamos localizado un Decathlón y aunque damos alguna que otra vuelta y nos comemos un buen atasco, conseguimos llegar antes de la hora de cierre, a las 20h. Después de cenar nos acercamos a AntibesLand, una especie de feria/ parque de atracciones veraniego que se encuentra detrás del camping. Hay un montón de atracciones para todas las edades, cuya estrella es el “Adrenaline”, espectacular montaje que consiste en una caída libre desde 60m sujetados tan solo por una cuerda elástica. Nosotros no nos atrevimos, nos pareció too much. Sin embargo, nos lanzamos a experimentar alguna que otra menos arriesgada. Antibesland fue un grandísimo descubrimiento. Vimos un ambiente muy “sano”, muchas familias con niños pequeños, de nuevo franceses que trasnochan y eso sí, nada de borracheras. Los precios de las atracciones más que asequibles, entre los 4-8€, excepto el mencionado Adrenaline que cuesta 20€. Pero lo más chocante, al menos para nosotros, es lo limpio que está todo (nadie arroja al suelo ni un palillo) y lo poco ruidoso. En cada atracción cuelga un cartel rogando controlar los gritos para no molestar a los vecinos. Y podemos dar fe que se esto se cumple, ya que nuestro camping está a pocos metros y apenas si se oye nada dentro de la tienda de campaña. Etapas 10 a 12, total 16
La excursión prevista para hoy es Grasse. No hay autobús directo, así que tenemos que ir a Cannes en el Nº 200 y allí coger el nº600 hasta Grasse. Entre lo que tarda en cada trayecto y la espera entre uno y otro, nos lleva llegar unas dos horas y media. Bufff. Grasse está más hacia el interior y hace un calor terrible. Nada más llegar, y antes de ver nada, nos tomamos unas Oranginas. Grasse es la capital mundial del perfume. La industria perfumera lleva desarrollándose y proporcionando riqueza a sus habitantes desde muchos siglos atrás. Aún sin el atractivo de todo lo relacionado con el mundo del perfume, el pueblo de por si es interesante, con un centro histórico compuesto por callejuelas de intrincado trazado medieval. La catedral de Notre Dame du Puy del SxIII merece una visita. Tras su austera fachada, alberga en su interior varias obras maestras de la pintura, de autores tan importantes como Rubens y Fragonard, el más ilustre Grassois nacido en 1732. También en Grasse es alargada la sombra El Perfume, la soberbia novela de Patrick Suskind. Mientras recorremos calles y plazas, no me puedo quitar de la cabeza algunos pasajes que relatan las correrías del protagonista, Jean-Baptiste Grenoullie por los rincones de la ciudad. Como colofón a la visita de Grasse, entramos en la fabrica-museo de Fragonard. Aunque esa casa cuenta también con unas instalaciones más amplias y modernas a la entrada del pueblo, preferimos ver esta, que es la fábrica antigua y cuenta también con un pequeño museo de la historia del perfume. La visita es gratuita y guiada, se hace en grupos de unas 20 personas. Nos toca hacerla en francés, pero la quia se explica muy claramente y no tenemos mayor problema para seguirla. A parte de contarnos los diversos procesos de extracción de las esencias de las flores y la posterior elaboración del perfume, también nos aporta datos muy interesantes sobre la tradición perfumística de Grasse y en particular de la historia de la casa Fragonard. En esta fábrica aún se mantienen muchos de los procedimientos artesanales de siglos atrás. Me quedo con un dato que me dejó asombrada sobre el perfume más delicado y costoso, el de jazmín, se necesita una tonelada de la flor para obtener un litro de esencia. Con mucho olfato, la visita finaliza en la tienda, donde puedes probar unas cuantas fragancias. Ni que decir tiene que sales tan embelesado que es difícil resistirse a realizar alguna adquisición. Personalmente los precios no me parecieron nada disparatados tratándose de perfume, y ahora tengo un Fragonard en casa. ![]() Emprendemos el mortífero camino de vuelta, el bus nos lleva por otra ruta diferente, más desesperante si cabe, y por este recorrido avistamos alguna de las granjas de flores que rodean la ciudad y que suministran materia prima a las perfumeras. Cuando por fin llegamos a Antibes es media tarde, y aprovechamos lo que queda para ir a la playa, arañamos hasta el último rayo de sol, pero es que luego el invierno es muy muuuuuy largo. Por la noche volvemos a Antibesland para divertirnos un rato, repito de nuevo que fue una suerte inesperada tener esta feria a solo un paso del camping. No contábamos con ello y nos dio mucho juego. ![]() Etapas 10 a 12, total 16
Empiezo el día con mal pie. Por la noche alguien me robó el bikini que había dejado colgado para secar después de la playa. Aviso en recepción, se muestran extrañados, pero claro, no pueden hacer nada, que lo denuncie a la gerdarmería si quiero, me dicen. Pues nada, me tengo que aguantar. No quiero pensar para que puede querer nadie un bikini usado. Joder, qué gentuza.
El plan para hoy es acercarnos a Mónaco. No hay transporte directo así que cogemos el bus nª200 hasta Niza (45min aprox) y nos apeamos en la última parada del paseo de los Ingleses que queda a la altura de Beau Rivage, más o menos. Este trasbordo no es precisamente rápido, hay que caminar unos 15-20 minutos hasta el Vieux Port, desde donde salen los autobuses para Mónaco. Como era de esperar, el bus va lleno hasta los topes, no cabe ni un alma, tenemos que hacer el trayecto de pie, espalda con espalda con el resto de guiris, al más puro estilo “metro de tokio”. Sobra decir lo incómodos que vamos, pero bueno, el paisaje y los pueblos que cruzamos son preciosos, sobre todo me gusta Villefranche sur Mer, que me apunto para otra ocasión. Tras una hora de tortura llegamos al Principado. No tenemos mucha información de Mónaco así que nos dedicamos a caminar y dejarnos sorprender por lo que vamos encontrando. De todos modos, en el puerto hay una mini-oficina de turismo y allí pido un mapa que nos sirve para orientarnos, aunque dado el reducido tamaño del principado tampoco hubiera sido imprescindible. Comenzamos la visita por el llamado Rocher, allí se encuentra el Palacio Princier, residencia de Alberto II y que cuenta en su fachada con un balcón famoso donde los haya, al menos a lo que su presencia en el papel cuché se refiere. A derecha e izquierda hay un par de miradores con vistas sobre la costa a cual más bonita. Recorremos las calles cercanas y observamos el rango de precios que se manejan. Mónaco si que lo encuentro caro, por ejemplo cualquier baratija de las tiendas de souvenirs cuesta casi el doble que Francia. Pero como siempre, hay que evitar precipitarse, nosotros queríamos un imán (coleccionamos) y después de mucho mirar encontramos una tienda algo apartada donde solo pagamos 3€ frente a los 5-6 que nos pedían en otras. Llegamos al museo oceanográfico, interesantísimo y al que el gran divulgador de la vida submarina en el sXX, el Capitán Jacques Costeau, dedicó gran parte de sus esfuerzos y del que fue director durante 31 años. No entramos por haber estado ya en otra ocasión, creo que el precio ronda los 18€. La cola de la taquilla es considerable, nos alegramos de no tener que esperarla. No obstante, merece la pena detenerse a observar la decoración exterior del edificio, compuesta enteramente por motivos marinos como algas, peces, corales, anémonas, recreando así la sensación de encontrarse sumergido en el mar. Descendemos hasta el puerto deportivo, en este momento el sol cae sin piedad sobre nosotros. Nos deshidratamos, así que hacemos un alto para tomar algo. Desde aquí arranca el recorrido del circuito urbano de F1 más famoso del mundo. Nos hace especial ilusión hacerlo a pie. Lugares vistos hasta la saciedad por TV como la curva Loëwe y la entrada del túnel acaparan la mayoría de nuestras fotos. Hacemos también una parada obligada, la del Casino. Como no podía ser de otro modo no faltan aparcados a su puerta tres coches de altísima gama, todos de matrícula árabe, a los que la gente fotografía y toca sin parar y, como tiene que haber de todo en esta vida, hay algún atrevido al que poco le falta para meterse dentro. Tras el obligado pose para la foto con el casino de fondo, ahora llega MI MOMENTO, el de corretear entre las joyerías caras y suspirar frente a los escaparates con los dientes largos. Ayyyy… Empapados del lujo y la opulencia que irradia el próspero Montecarlo nos dirigimos ahora al jardín japonés, pequeño pero muy logrado. Espacio como no muy Zen, y que a mí me encantó ya que es como tener un trocito de Japón al alcance de la mano. Es además una de las paradas de la ruta de la princesa Grace, ya que ella fue la encargada de inaugurarlo. Aquí cerca nos encontramos un McDonald, tiene vistas al mar y aire acondicionado, no nos lo pensamos y nos pedimos dos menús XL que devoramos en un segundo, tan entretenidos estábamos que no nos dimos cuenta de que es muy tarde ya y del hambre que tenemos. La comida nos cuesta 18€. De vuelta en el puerto deportivo admiramos la congregación de yates de lujo de diseños futuristas a cual más grande y exclusivo. Está abarrotado, no queda ni un amarre libre y nos preguntamos quienes serán los afortunados, y no tan escasos, ocupantes. Rodeamos el puerto y damos gracias por encontrarnos con un ascensor que nos lleva a la parte alta y nos evita la caminata cuesta arriba, que recién comidos y con treintaypico grados hubiera sido mortal. Nos queda por visitar la Catedral de San Nicolás, de dimensiones modestas y fachada neorrománica del SXX. Su mayor reclamo es acoger en su interior la última morada de la llorada Princesa Grace, a la que ahora acompaña su marido, Rainiero III, y sobre cuya sencilla lápida nunca faltan flores frescas. Decidimos poner fin a tan principesco día y nos armamos de paciencia para hacer el viaje de vuelta. Sin duda la peor parte es el primer tramo hasta Niza. El autobús de nuevo va colapsado, y como es de suponer, una masa de gente apiñada en un día de calor tras haber pateado hasta el último rincón del Principado no desprende precisamente el mejor de los aromas. Indescriptible. Es un alivio llegar a Niza y poder oxigenarnos un poco. De nuevo hay que hacer el cambio de parada y caminamos un rato por el paseo de los Ingleses. Aunque son cerca de las 19h las playas están hasta arriba de gente. A la altura de Beau Rivage nos encontramos lo peor del viaje: el memorial de las víctimas del brutal atentado que tuvo lugar un par de semanas atrás. Muchos peluches en recuerdo de los niños pequeños que perdieron la vida. No hay palabras para describir tal horror, no dejo de hacerme la misma pregunta ¿porqué, porqué, porqué? Sobre las 8 cogemos el autobús de vuelta a Antibes, no hay mucha gente a esta hora y hace el trayecto un poco más rápido que a la ida. Después de adecentarnos y cenar nos vamos de nuevo a Antibesland, nos sienta genial descargar adrenalina. Etapas 10 a 12, total 16
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