Rusia y algo de los Bálticos por libre en 17 días, verano de 2018 ✏️ Blogs de Rusia y Ex URSS

Tren a Tallin y coche de alquiler a Parnu (día 11: sábado, 25 de agosto de 2018)

A las 6.25 nos sale el tren de San Petersburgo a Tallin. Para ir a la estación queríamos coger un taxi. Uber no se puede reservar anticipadamente en Rusia. Justo en nuestra calle cada vez que pasamos hay muchos coches que ya se ve que son taxi, pero no hay parada física, así que no me la quería jugar de ir a las 6 de la mañana y no encontrar ninguno.

Miré por internet y algunas compañías me pedían un teléfono ruso en sus aplicaciones y encontré la web de taxi777. Este es el link. Había una dirección de correo electrónico donde escribí para informarme y donde me contestaron enseguida. El precio fueron 220 rublos coche pequeño y 300 el grande. Está a 5’ en coche así que cogimos el más barato.

Por curiosidad me conecté a Uber por la mañana para ver si tenía oferta y sí, salía por 330 rublos. A las 5.45 h estábamos en la calle. Esperaba un taxi, con distintivo, pero era un coche normal. Llegó superpuntual. No tenía el importe justo y nos devolvía cambio de 200, fue super legal, así que le dimos propinilla.

Los billetes estaban comprados así que sólo había que encontrar la vía, que estaba indicada a la entrada de la estación. Llegamos con media hora de anticipación y en la entrada del vagón, de nuevo los revisores como un clavo, te miraban si el billete era el adecuado y también el visado. Recuerdo que había camarotes, pero nosotros cogimos asiento. Nos costó 1397 rublos.

El tren arrancó puntualmente. Enseguida pasó el revisor y recogió todos los pasaportes, que devolvió al cabo de un rato. La hora prevista de llegada son las 14 h y hace 4 o 5 paradas por el camino. Dos de ellas son las respectivas fronteras en cada uno de los países. Allí suben varios policías, militares, también suben perros y revisan todos los pasaportes. Para la salida de Rusia se quedaron el papelito que nos dieron a la entrada y nos pusieron el sello. Para la entrada en Estonia, como ambos somos europeos, simplemente revisaron, no hicieron nada más. Cada una de las paradas dura 1 h y los parones están previstos en el itinerario.

El tren es muy cómodo, con asientos muy amplios y muy reclinables. Hay una pequeña tienda donde puedes comprar refrescos, galletas y snacks, lo suficiente para el trayecto y gastar si te queda algún rublo.

A pesar de las 7 horas que duraba el trayecto no se nos hizo nada pesado. Dormimos un rato y luego fuimos viendo el paisaje, todo muy verde, muchos ríos… Llevábamos bocadillos para desayunar.

Al llegar a la estación de Tallin había que recoger el coche de alquiler en el aeropuerto. Al ser sábado la oficina estaba cerrada así que había bastante diferencia de precio de recogerlo en un sitio u en otro. Desde la estación de tren la mejor opción para ir al aeropuerto era el tranvía. Había que coger la línea 2 y luego hacer transbordo con la 4 hasta Lennujaam, la parada del aeropuerto, que te deja en la misma entrada. Se tardaba una media hora. Allí mismo cogimos el tranvía. El precio del billete son 2€ por persona y se paga al conductor, que tiene una rendija para que le dejes el dinero sin establecer contacto físico puesto que está encerrado en su garita.

Como había que hacer transbordo, para no pagar 2€x3personasx2 tranvías había leído que con la tarjeta verde de transporte podía comprarla para 1 hora y utilizarla los 2 trayectos con lo que saldría 1,10€ por persona, así que el precio pasaba de 12€ a 3,30€. Pero en el quiosco me dijeron que esa tarjeta no funcionaba… era una por persona con otro precio. Igual no nos entendimos. Así que optamos por comprar el billete directamente al conductor. Y en el transbordo, como sólo quedaban un par de paradas, la conductora me preguntó si íbamos al aeropuerto y no nos cobró el billete.

El alquiler del coche nos costó 90 €, con el seguro a todo riesgo, para 3 días, con Auto Europe. La compañía asignada era Thrifty, que parecía la marca blanca de Hertz. Cuando entras en el aeropuerto lo primero que encuentras son las oficinas de alquiler de coches. La devolución la haremos en la estación de ferry, que estará al lado del apartamento en Tallin, así que podremos dejar las maletas y luego devolver el coche. No tenía cargo adicional.

Es un Opel Corsa muy nuevecito. A las 15h salíamos del aeropuerto. Teníamos 137km, un par de horas escasas hasta Parnu, donde haremos noche.

La carretera bien, poco tráfico, el clima aguantaba porque tenía que llover y no llovía… Estonia es un país con pocos habitantes así que se nota mucho la diferencia con Rusia que allí todo está masificado y aquí hay poca gente.

Llegamos a las 17h y tuvimos problemas para acceder al apartamento, lo he explicado en el apartado de alojamiento, pero al final todo bien.

Hacía fresco, estábamos a 18º y veníamos de casi 30º. Fuimos hacia el centro a dar una vuelta. Parnu es una ciudad costera, de las más turísticas de Estonia, pero quizás no cogimos el día apropiado porque no hacía muy buen tiempo. La visita se limita a poco más que un par de calles y la playa, a la que no nos apetecía acercarnos con aquel fresquito. La ciudad estaba desierta, las callecitas coloridas e iluminadas que había visto en foto no nos parecieron tanto, las iglesias ya cerradas… y nos decepcionó un poco la visita.

Así que básicamente buscamos un sitio para cenar, que tampoco fue fácil porque había poca oferta y en la puerta las cartas en su idioma. Cenamos pizzas y hamburguesa con cervezas y agua por 45€. Cenamos muy bien pero aquí ya vimos que los precios son más caros que en Rusia. Allí pagábamos unos 30€ por este tipo de comida.

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Llegar en ferry a Saarema (día 12: domingo, 26 de agosto de 2018)

Para esta mañana teníamos una caminata por el Parque Nacional de Soomaa, a unos 45’ de Parnu, y un paseo en canoa. Queríamos haber pillado la 5ª estación, que se puede dar en Agosto-Septiembre, pero nos dijeron que no estaría porque no había llovido suficiente. La Fifth Season (o quinta estación) sucede dos veces al año y es puro espectáculo. Estonia es un país prácticamente llano, Soomaa está lleno de ríos y lagos, por lo que cuando el nivel del agua sube por el deshielo o por las condiciones climatológicas, se inunda. Esta es su web con toda la información.

Pero no tuvimos suerte. Además, seguía el mal tiempo, hacía fresco y chispeaba, con lo cual decidimos ni siquiera intentarlo. Así que pusimos rumbo directamente a la Isla de Saarema.

Se tarda como una hora en llegar a Virtsu, desde donde salen los ferris que llevan a Saarema, la isla más grande de Estonia y donde estaremos dos noches. El trayecto en ferry tarda una media hora y pasan cada 45’ aprox. Aquí tienes los horarios que cambian incluso semanalmente.

El precio del ferry son 3€ adulto y 8,40€ el coche, por trayecto. No tienes más que pasar por caja y luego colocarte en la línea que te digan. Se aparca el coche en bodega y se sube a la superficie, pero el viaje es tan rápido que no tienes tiempo ni de marearte.

Cuando tocas tierra de nuevo hay que pasar por la isla de Muhu y luego se cruza una carretera por entre medio del mar que te lleva directo a Saarema. Nosotros cogimos el apartamento en Kuressaare, en el centro de la isla. Desde que bajas del ferry hasta Kuressaare hay una hora de coche, aprox.

Pasando por la isla de Muhu, vimos todo de gente vestida de soldados, una moto del ejército y diversas armas, habían montado barricadas y tenía pinta de que estaban de fiesta, así que paramos.

Preguntamos y nos dijeron que la representación empezaba en 15’, así que nos esperamos. Unos era evidente que iban del ejército alemán y los otros no sabría decir porque no controlo los uniformes. Lo que estaba claro es que llevaban hasta el más mínimo detalle, iban totalmente vestidos sin que les faltara nada. Había enfermeras, fotógrafo, todos con ropa de la época.

Preguntamos y nos dijeron que era una batalla de la Segunda Guerra Mundial, en 1941, en que fueron invadidos por los alemanes. Reprodujeron escenas de guerra como si de una película se tratara y el entorno, todo verde, en medio del bosque, con un muro de piedras, no podía ser más adecuado. Las armas disparaban e incluso simularon diversas explosiones.

Fue todo muy real y un poco surrealista e impactante. El ejército alemán ganó la batalla y no quedó ninguno del otro bando. Los prisioneros que hicieron fueron ejecutados de un tiro en la cabeza, delante de todos. Había muchos niños con sus familias y las escenas me parecieron muy crudas aunque fuera ficción. Duró como una hora. De hecho, no me quedó claro cuál era el motivo de aquella representación: si lo que se pretendían era rememorar, exaltar u honrar… aquella batalla.

Ya sabemos lo que ha sido la guerra y los desastres que ha ocasionado, pero parecía que el público disfrutaba con la representación y a mí me puso muy mal cuerpo el final. En mi opinión, si en aquella guerra los locales lucharon como héroes, la ejecución final creo que sobraba. Y si se pretendía ensalzar lo bien que lucharon los nazis, pues entonces sobraba todo. Así que con un poco de sabor agridulce ante la duda, seguimos hacia nuestro destino.

Como nos venía de paso, hemos aprovechado para hacer una de las visitas, el cráter de un meteorito que cayó hace más de 3000 años. Está en Kaali. El cráter tiene 110 metros de diámetro y 22 de profundidad. Se puede bajar hasta el pequeño lago que forma. La visita es gratis, curiosa y rápida. Parece un lago o el cráter de un volcán, rodeado de un paisaje muy verde.

Luego fuimos al apartamento, llamamos y enseguida vinieron a darnos los llaves. Hemos buscado un lugar para comer. Resulta que la calle principal, que tenemos paralela a la nuestra, está en obras. Todo el suelo está levantado, así que le quita el encanto que habíamos visto en las fotos. Estamos en racha!! Todo el suelo es de tierra, con tablas de madera para entrar en los restaurantes. En fin.

Aquí en Estonia no hay mucha variedad de comida en los restaurantes. La carta es muy reducida, suele haber un par de platos de cada: sopa, ensalada, pasta, carne y hamburguesa, así que cuesta encontrar algo que no hayamos comido ya. Al final encontramos uno que nos gustó donde comimos pasta con salmón y pasta carbonara, alitas y panqueques variados. Era como un pub irlandés. Todo espectacular, teniendo en cuenta que la mayoría de platos estamos hartos de comerlos, pero tenían un punto de cocina diferente del que solemos comer, así que disfrutamos un montón.

Ya eran como las 18h así que hemos acabado el día.

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Isla de Saarema (día 13: lunes, 27 de agosto de 2018)

Hoy no madrugaremos, ya que no hay muchas visitas para hacer en la Isla de Saarema.

Empezaremos por los molinos de Angla, que los tenemos como a 45’. Se trata de un grupo de 5 molinos de viento, de los cuales cuatro fueron construidos entre finales del S. XIX o principios del S. XX y uno, el más grande, en 1927. Este es de estilo holandés, un poco más alto que los otros y está en el medio del grupo. Están en perfecto estado de conservación y se puede entrar en alguno. Esta es la web.

El horario es de 9 a 20 h y el precio 3,5€ adultos y 2€ estudiantes. Además tiene un pequeño museo con cosas antiguas de diferentes oficios: planchas, husos, tornos, herramientas… Muy interesante la visita y muy divertida, poder subir hasta arriba de uno de los molinos. Hemos estado como una hora.

Luego hemos ido a los acantilados de Panga, a otros 40’, que ya sabemos que son solo 20 metros, por lo que no son nada espectaculares, pero hacía solete y por ver el mar. Y nos ha encantado la zona. Hay área de picnic, columpios, el césped muy cuidado, con caminos para pasear, el bosque llega hasta el mismo acantilado. Muy agradable para darse un paseo y pasar un rato.

Y luego hemos vuelto a Kuressaare puesto que ya era hora de comer. Hemos ido al mismo restaurante de ayer, que nos encantó.

Y ya sólo nos quedaba por ver el castillo. El castillo por fuera es gratis, está rodeado de un foso lleno de agua, accedes por un puente, hay diversas torres con las almenas en perfecto estado y la muralla también. Tiene vistas a la playa, que está allí mismo y está dentro de un parque, todo de zona verde muy bien cuidada.

Luego puedes entrar al castillo, que es un museo, que valía 6€ adultos y 3€ estudiantes que hemos pagado y que no nos ha gustado nada. Había mucha foto, recuerdos antiguos, monedas, objetos de guerra, ropa, algunas cosas incluso parecían trastos, colocados sin mucho concierto, todo mezclado… Y después de haber visto ya antigüedades en los molinos todo con tanta gracia, pues lo del museo no nos ha llenado. Básicamente era la historia de Saarema… Aunque tengo que reconocer que las fotos dan mucho el pego.

En cambio el castillo por fuera, que es lo que es gratis, sí que merece la pena. Ya eran como las 18 h así que con esto acabamos.

Hoy para cenar hacemos biquinis en el apartamento, aprovechando que tenemos sandwichera.

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