Portugal: Algarve (Julio 2018) ✏️ Blogs de Portugal

El nuevo día lo empezamos en Faro, aparcamos fuera del casco histórico y lo recorremos andando. Es una delicia pasear por las calles con el típico empedrado portugués.
Nos encantó la catedral y el contraste que hace la piedra con el encalado blanco.

Aunque todo el centro con el sol y la bahía forman un conjunto precioso.

De nuevo, decidimos coger una excursión hacia una de las islas que forman la ría Formosa y el océano en la costa. En este caso fue Ilha Deserta. Nos decidimos por una de las empresas que tenían los puestos al borde casi del agua. Ofrecían ir en ferry y volver en lancha rápida (5 € + 10 €).

Nos alegramos de haber escogido esta opción porque así pudimos tomar fotos de la bonita Faro desde el agua y luego disfrutar de la más emocionante experiencia de volver en lancha. El truco para nosotros fue ponernos atrás del todo en el ferry para poder hacer las fotos mientras nos alejábamos de Faro y luego en la lancha al principio, pues las olas nos salpicaban y al final hasta mi pareja pudo coger el timón con ayuda del piloto.

Recorrimos Ilha Deserta por los senderos preparados y disfrutamos de sus paisajes. También nos bañamos, puesto que aunque el agua no deja de estar más fría que en el Mediterráneo, merece la pena atreverse y la playa de arena era fina y dorada, invitaba.

Tras la vuelta al continente, cuando la tarde comenzaba a caer, quisimos ir a ver la Praia do Vale do Lobo, tan bonita con su perfil rojizo recortado, que estaban realizando una sesión de fotos.

Para culminar el día, paseamos por Loulé, donde justo el día anterior había finalizado el Festival Med.

---

Cargamos el coche porque esa noche cambiábamos a un alojamiento en Portimao. Lo cogimos algo alejado de la playa, dado que estábamos haciendo el viaje en coche y e íbamos parando en diferentes sitios, por lo que nos salió bastante económico. Era un estudio (esta vez un piso), recién reformado. No recuerdo exactamente el precio, pero menos de 50€ la noche.

El caso es que a primera hora fuimos a Praia Falésia. Allí estuvimos tumbados varias horas en la arena y atreviéndonos a mojarnos un poco en la friísima agua.

Reemprendimos hacia la hora de comer el camino hacia el pueblo de Albufeira, donde aparcamos lejos del centro y así, paseamos combinando sus calles más tradicionales con su centro "guiri", lleno de bares y locales ingleses. Allí comimos unos bocadillos sentados en un banco con vistas al mar en la parte alta de la ciudad.

La ligera digestión la hicimos en el coche camino de Paderne, donde hicimos una pequeña ruta (1h30 aprox.) que pasaba por el centro de biodiversidad, el puente romano y culminaba en el castillo. El recorrido es a pleno sol durante varios tramos (aunque en otros hay sombra), por lo que recomiendo sombrero, protección solar y agua.
El trayecto concreto lo encontré en el foro, pero hoy en día, seguro que hasta en Wikiloc estará subido con coordenadas y todo, por lo que si lo queréis hacer, buscadlo.
Es bonito en sí, porque aunque el castillo final está en ruinas (cuando nosotros fuimos había obras), la senda está salpicada de fragantes higueras.

Como ya habíamos tenido playa por la mañana, escogimos cerrar el día con algunas playas al atardecer. Así, fuimos primero a Praia de São Rafael, donde disfrutamos de su animado ambiente.
Terminamos en Praia do Castelo, más tranquila, pues para los no españoles ya era hora de ducharse y arreglarse para cenar.

---

Este día fue sin duda el que más caña nos metimos.

Empezamos temprano en el castillo de Silves para visitarlo antes del calor. Estuvimos dando una vuelta por el pueblo antes de que abrieran y luego, fuimos casi de los primeros, por lo que fue una gozada la visita.
Las entradas son baratísimas (2,80 € adultos y 1,40 € reducida) y recomiendo entrar, porque aunque quede poco del edificio interior, las murallas están en muy buen estado y se pueden recorrer. Cuando fuimos, estaban realizando excavaciones arqueológicas y en el sótano había una exposición sobre el lince ibérico.

Al salir, redesayunamos en un bar que hay entre el castillo y la catedral, que se llamaba Dom Sancho. Normal.

De ahí fuimos a Nossa Senhora da Rocha, donde justo se estaba preparando una boda. Entre las dos playas que la flanquean (Praia Nova y Praia da Nossa Senhora da Rocha) bajamos a esta última para hacer fotos desde abajo, pero no nos quedamos a descansar porque había mucha gente, dado que están más cercanas a población.

Decidimos que como en este tramo se concentran muchas de las playas más icónicas, lo mejor era hacer un tramo del Percurso dos Sete Vales Suspensos, pero no entero, pues ya era plena mañana y con el coche, para verlas desde arriba y bajar a las que nos apeteciera. Así que lo que hicimos, dado el calor, fue ir parando con el coche, bajarnos, recorrer el tramo que nos pareciera haciendo fotos y bajando si nos apetecía, y volver a coger el coche hasta el siguiente punto, para que no se nos hiciera luego larga la vuelta hasta el coche y dejar en él bocadillos y agua y así no cargar.

Empezamos en la Praia do Buraco porque, aunque la ruta oficial comienza en la Praia da Marinha, vimos que había buen sitio para aparcar. Es pequeña, pero tiene un chiringuito y los restos de una construcción de piedra abandonada.

Continuamos hacia la Praia da Marinha, donde anduvimos hasta el final de la arena para pasar a Praia da Mesquida aprovechando que la marea estaba en un punto medio que, sin llegar a ser baja, permitía ponerse las mochilas altas porque llegaba como mucho por las ingles.
Allí, hicimos las fotos al arco al que los más imaginativos ven forma de elefante. Y luego, subimos de nuevo al sendero para hacer fotos desde arriba.

Nuestra siguiente playa fue Praia da Corredoura, solitaria ya al caer la tarde, pero igualmente bonita.

De aquí, llegamos al Algar de Benagil e hicimos fotos desde arriba, pues la playa ya la visitaríamos al día siguiente.

Volvimos al coche y nuestra penúltima parada fue la Praia do Carvalho, con su estrecho acceso, su cueva y los restos de un antiguo chiringuito excavado en uno de sus acantilados.

Cerramos el día admirando los altos acantilados de la Praia do Vale Centeanes al atardecer.

---