Un trío de ruta por Transilvania ✏️ Blogs de Rumania

Fechas del viaje: del 18 al 22 de octubre, de lunes a viernes. Aunque realmente días allí sólo cuentan tres y medio, nuestro vuelo de ida era nocturno y la vuelta era a primera hora de la tarde.

Nuestros vuelos eran operados por wizz air, 101€ por persona con maleta de cabina. Barcelona-Bucarest. Si hubiese tenido mas tiempo para planificar, quizá habríamos cogido vuelos a Sibiu, pero visto el precio con la poca antelación que los cogimos, (un mes exacto) no me quejo.

También reservamos desde España coche directamente con Klasswagen a través de su web. 170€ por 4 días con seguro a todo riesgo.

Respecto al alojamiento, no hicimos dos noches en el mismo sitio excepto en el aeropuerto que si contratamos un hotel, el resto fueron apartamentos o pensiones. Realmente encontramos esta parte muy barata, contando que normalmente a mas noches en el mismo sitio mejor precio...

Decidimos descartar la capital y apostar por la ruta que terminó siendo: Sibiu, Brasov, Rasnov, Bran y Sinaia, con una escapada breve para disfrutar de la Transfagarasan.

Nuestro grupo estaba compuesto por una servidora, hermana y un amigo.

Dicho esto, partimos.

El vuelo salía de Barcelona a las 20.40, llegando a Bucarest a las 0.40 de la madrugada. Un poco tarde, pero era nuestra mejor alternativa para aprovechar los días. Elegimos el Otopeni Hotel para pasar "unas horas" precisamente porque tenía servicio de traslado gratuito al aeropuerto.

Nada mas llegar al país, aprovechamos las ventajas de la Revolut para sacar efectivo sin comisión. Nos habían advertido que lo de la tarjeta allí no está muy extendido así que preferimos pecar de precavidos.

De ahí nos fuimos a por el shuttle del hotel (previa llamada de aviso por las horas que eran) y tras dejar pasar un primer shuttle que iba lleno, tuvimos uno para nosotros solos.

El check in fue rápido, dejamos ya pedida la furgo para la mañana siguiente (te hacen especificar el horario y estar en recepción 10 minutos antes) y tras pagar los 209LEI (42€) que costaba la triple para una noche, nos fuimos a dormir, que teníamos sólo 4h de sueño por delante.

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El despertador suena a las 7 de la mañana, puntual. Queremos estar en el aeropuerto a las 8 para estar a primera hora en la sucursal de Klasswagen, coger nuestro cochecito y empezar la ruta, pues tenemos unas cuantas horas de carretera hasta Sibiu y nos habían avisado de que los horarios que marca google maps no suelen ser fiables. Bueno, en nuestro caso, si lo fueron, bastante exactos en realidad.

El chofer del shuttle nos está esperando a lo que llegamos a recepción, entregamos las llaves como todo check out y nos lleva de vuelta al aeropuerto. De ahí, cogemos el shuttle de Klasswagen y nos plantamos en su sucursal, donde nos entregan un Hyundai i20 con pocos kilómetros y sin daños aparentes, todo correcto.

En un principio yo sería la única que llevaría el coche, así que me puse al volante y salimos en dirección Sibiu. Sinceramente, me gusta conducir, pero era la mejor copiloto del grupo. Mi hermana se duerme y nuestro amigo como copiloto es un poco desastre, así que a medio camino y tras haber desayunado a base de galletas que traíamos de casa, paramos en un centro comercial para conseguir alimento para los desayunos de los próximos días. Todos los alojamientos que teníamos por delante eran pensiones o apartamentos con nevera, así que en ese sentido estábamos bien cubiertos.

La ruta a Sibiu eran 4 horas en un principio, pero terminan siendo 5.30 porque perdemos mas de una hora en el Carrefour (nos sentamos a desayunar, cierto es) cotilleando los productos locales. Es algo que siempre me gusta hacer en mis viajes, cotillear los supermercados


La cafetería interior del Carrefour fue uno de los pocos sitios en Rumanía en los que nos pidieron el pasaporte covid para comer... manda narices

Llegamos a Sibiu a la hora de comer y como todavía falta un poco para la hora del check in en nuestro apartamento, decidimos alimentarnos primero y luego ir en su busca.

Vamos directos a la plaza principal y allí mismo con ayuda de TripAdvisor nos decidimos por el restaurante "La Taifas": una sopa de judías en pan, un pan relleno de cerdo, longaniza y salsa de verduras y un codillo de tamaño normalito (había estado en Praga unas semanas antes, así que todo codillo que pudiese ver iba a ser pequeño) agua y una cerveza, fueron 103LEI (22€) +propina, que solíamos dejar un 10%.


Una vez llenos y saciados, decidimos ir primero a por el apartamento y después salir a ver la ciudad.

El apartamento no es nada del otro mundo, pero como base para visitar la ciudad está mas que bien. Muy muy cerca de la plaza, apenas dos minutos andando, con cocina, mesa, baño moderno y una habitación amplia. Está metido en una especie de callejón que da algo de mal rollo, pero por lo demás, muy correcto.

Mencionar también que en teoría por medidas covid, no vimos a nadie. Las llaves estaban en una caja que se abría mediante un código y un candado y a la salida tanto las llaves como el dinero en efectivo los dejamos sobre la mesa, así como el papeleo de responsabilidad covid y el propio contrato del servicio. Nos costó 148.77LEI la noche (31€)

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Tras acomodarnos en el apartamento y dejar todas nuestras cosas, salimos a visitar la ciudad. Tan solo teníamos esa tarde y al ser finales de octubre no anochece precisamente tarde, pero consideramos que es una ciudad que se puede ver fácilmente en medio día, al menos las cosas mas importantes. Seguro que nos dejamos mucho por ver en todo el viaje, pero en general somos personas mas de exteriores que de interiores, así que nos fue bien.

Mapa en mano proporcionado por nuestro apartamento (nos habían dejado uno limpio y otro con sus imprescindibles marcados) fuimos de vuelta a la plaza para verla ya con mas detenimiento y de ahí nos dirigimos al famoso puente de las mentiras.

Según la leyenda, si te sientas encima de él y cuentas una mentira, el puente se derrumbará. Nosotros estuvimos a punto de tentar a la suerte, pero decidimos dejarlo pasar finalmente... no fuese a ser cierto y nos echan del país nada mas empezar el viaje.


Desde ahí nos dedicamos un poco a lo que mejor se nos da: callejear por los alrededores.


Finalmente volvimos a la plaza y estuvimos entretenidos un rato viendo a los niños jugar con las palomas.


Nuestro día en Sibiu no terminaba todavía, pero el madrugón sumado al poco dormir empezaba a hacer mella y volvimos al apartamento a descansar un poco. Nuestro amigo fue capaz de dormirse (y luego nosotras no fuimos capaces de despertarlo!) pero nuestro lado de turisteo nos hizo imposible conseguirlo, así que lo dejamos a él durmiendo en el apartamento y aprovechamos los últimos rayos de luz para visitar la catedral ortodoxa y merendar un caprichillo.


De vuelta al apartamento echamos un vistazo al restaurante donde pensábamos cenar, con idea de reservar una mesa. Le hacemos ojitos al camarero y fácilmente nos asegura que tendremos una mesa ahí si decidíamos volver.

Viendo que los horarios de comida allí son mas europeos que españoles, decidimos volver a despertar al bello durmiente y de ahí, ir a cenar. Él se había echado un buen descanso pero nosotras llevábamos ya mucho tute sin haber descansado apenas.

El elegido para la cena fue el Crama Sibiul Vechi, ubicado en una antigua bodega de mas de cien años. Los camareros llevan trajes tradicionales. Es de cocina rumana, pero estando allí no queremos otra cosa.


En esta ocasión probamos la sopa de pollo (increíble, sabía como la de mi abuela y esa es insuperable!) una tabla de quesos y de nuevo nos decantamos por lo que ellos llaman "saco del pastor", pero este era indudablemente mas rico que el que habíamos tomado a mediodía. Con una cerveza, un agua y un postre, la cuenta asciende a 140.6LEI (28€) con propina incluida.


El camarero, al que ya habíamos encandilado con nuestros encantos, decide convertir nuestra cena en algo mas romántico y nos apaga la luz de la mesa, encendiendo velas en su lugar. La verdad es que nos reímos mucho esa noche con él, fue muy divertido. El pobre tuvo que acabar encendiendo velas a todas las mesas porque se lo pedían después de ver la nuestra.

Nos pareció curioso que, hablando con otro de los camareros que entendía y hablaba algo de español, nos dimos cuenta de las diferentes excusas que había en distintos países para evitar la vacunación del Covid. En España la excusa que mas habíamos oído había sido la desconfianza por lo poco testadas que podían estar las vacunas, el no saber que contenían, efectos secundarios, etc... pero mientras aquí rozábamos ya el 70% de vacunados allí rozaban el 19% apenas porque el rumor que se había extendido era que la vacuna...¡te dejaba estéril! Y allí tener descendencia es algo a lo que le dan mucha importancia.


Con el estómago lleno y el buen humor que nos había dejado nuestro estupendo camarero, volvemos al apartamento mas dormidos que despiertos, listos para madrugar de nuevo al día siguiente.

Distancia recorrida: 13.000 pasos, 8.56 kilómetros.
Gastos del día: 579LEI (115€)

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