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MIERCOLES 8 DE ABRIL

Hoy según teníamos planificado tocaba excursión a Versalles. A estas alturas ya nos conocíamos la red de metro de memoria y para no perder la costumbre tocaba de nuevo ir hasta la estación Charles de Gaulle-Etoile, y allí hacer trasbordo para coger el RER C. Una vez más os aconsejo que miréis bien en el andén donde para el tren, pues en el mismo andén circulan trenes que no van a Versalles.
La estación que tiene que poner es Versailles-Rive Gauche y es fin de trayecto así que tampoco hay que estar muy atento por si nos pasamos de estación, además como es costumbre, la marabunta de gente con cámaras de fotos nos indicaran a la perfección que hemos llegado a nuestro destino.
Una vez que nos bajamos del tren y siguiendo a toda la gente a no más de 5 minutos aparece majestuoso el gran Palacio de Versalles con su majestuosa puerta dorada.


El tiempo tengo que decir que no nos acompañó para nada y deslució bastante nuestra excursión, pero bueno como se suele decir a mal tiempo buena cara, y sólo de evitar la inmensa cola que había para adquirir las entradas, se nos quedó esa cara de satisfacción de saber que nuestra “Museum Pass” había sido todo un acierto. Antes de acceder tienes que pasar por un control de seguridad tipo aeropuerto por donde hay que pasar las mochilas y bolsos. Y una vez dentro del palacio otra cola, esta para adquirir las audio guías que están en todos los idiomas habidos y por haber. En esta ocasión nuestro pase “anticolas” no valía y si queríamos enterarnos de que había en cada sala del Palacio teníamos que esperar pacientemente…

Creo que eran más las ganas de ver cosas que de esperar así que para adentro sin guía y con el único soporte de algunos libros y algunos apuntes tomados de amigos foreros de cosas que había que tener en cuenta. Por si acaso también estábamos atentos a grupitos con guía a ver si alguno era español y haciéndonos los remolones podíamos poner la oreja. En esta ocasión no hubo suerte así que dejamos a los grupos de italianos, ingleses y japoneses y proseguimos viendo cada una de las salas del palacio.
En la entrada suele haber planos orientativos que os van a venir muy bien ya que te señaliza perfectamente en que sala estas aunque no lleves guía.

El palacio consta de 17 salas y cada una tiene algo que llama la atención, sillones de la época, cámaras con camas igualmente de la época, grandes frescos, impresionantes techos…

La que más destaca es la sala de los espejos con unas lámparas espectaculares que iluminadas dan una idea del poderío que se gastaban por aquellos tiempos, pero como he comentado antes cada una de las salas tiene algo que seguramente te llame la atención.

Una vez llenos de arte y cuando acabas con la última de las cámaras, sales a los maravillosos jardines. Esta vez nuestra buena estrella no nos acompañó y aunque habían sido inaguradas recientemente las fuentes, dado el día de lluvia que hacía no había ninguna lanzando chorros de agua. Una verdadera lástima, pero bueno esto no nos iba a echar atrás, así que nos lanzamos a disfrutar de todas las fuentes de los jardines.

Nada más salir del palacio hay una especie de tren que si quieres ahorrarte un paseo de algo más de kilómetro y medio que hay desde el palacio al grand trianon y el pequeño trianon (posesiones de Maria Antonieta) bordeando los jardines puede ser muy práctico, ya que hace parada en todos los puntos de interés y te puedes bajar y subir las veces que quieras.

Como estaba cayendo un diluvio decidimos coger el trenecito (6 euros) y que nos dejara en el grand trianon, así al menos evitaríamos la lluvia.

Todas las posesiones de María Antonieta son como en el palacio multitud de salas y cámaras con pinturas, esculturas, muebles de la época y grandes frescos y tapices, pero merece la pena echarlas un vistazo.

De aquí andando (está a escasos metros) al pequeño trianon que es más de lo mismo pero más coqueto y según dicen que decorado exclusivamente para uso particular de María Antonieta sin ningún tipo de protocolos.

Saliendo del pequeño trianon al trenecito de nuevo que nos llevara al gran canal, que es una especie de embarcadero gigantesco donde hasta regatas se podrían hacer.

Al lado de donde está el gran canal creo recordar que hay un restaurante…….no se me ocurrió ni entrar al lavabo, no sea que cobraran solo por preguntar jajajaja

La lluvia nos dio una tregua así que plano en mano empezamos a perdernos por los jardines para ir descubriendo bosquecillos y fuentes a cada cual más espectacular, con buen tiempo y con las fuentes funcionando tiene que ser un verdadero espectáculo.


Andamos de fuente en fuente y de bosque en bosque hasta que nuestras piernas dijeron basta, y decidimos cuando volvía con ímpetu la lluvia que era el momento de regresar a Paris con el lógico cansancio pero con la satisfacción de haber visto algo digno de ver.

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