Estaba decidido, había que pensar algo para huir de las procesiones, y decidimos pasar la semana santa en Londres, que por lo visto allí no se celebra con tanta devoción. Una vez más, el tiempo y el dinero volvían a ser factores determinantes, y teníamos de miércoles a sábado para explorar una ciudad enorme como es Londres. La idea estaba bastante clara, íbamos a disfrutar de lo que viésemos y no obsesionarnos en intentar abarcar más de lo posible, puesto que siempre se puede sacar un hueco para completar la visita.
El vuelo salía de Madrid a las 15:20, y tras algo de retraso, despegamos rumbo a Londres con AirEuropa. Tras un vuelo sin incidencias llegamos a Gatwick sobre las 4:50 hora local. Compramos los billetes en tren hasta Sant Pancras, y aprovechamos la oferta 4x2 (17.80 libras en total). El 1º contatiempo vino cuando la vía por la que debía pasar nuestro tren se quedó sin circulación, y tuvimos que buscar otro tren que, obviamente, estaba abarrotado.
A las 6:30 llegábamos al Hotel Montana Excel, situado en Arguile Square (no confundir con Arguile Street...). El hotel no era gran cosa, camas pequeñas (como mucho eran de 70 cm), pero estaba bien comunicado y bien de precio. Al día siguiente descubriríamos que los desayunos eran muy abundantes.
El primer destino del día iba a ser, como el de la mayoría de la gente que visita la ciudad por 1º vez, el Big Ben, la noria y alrededores. Tras cenar algo cerca del hotel fuimos en metro hasta Enbankment y cruzamos un puente hacia la noria. Nos sorprendió mucho el buen tiempo que hacía, estaba despejado, e incluso teníamos algo de calor.
Al ver que no había colas para subir a la noria, decidimos subir, pero nos llevamos una enorme sorpresa al ver que estaba cerrada. Abre hasta las 8 en abril, y nos decepcionó porque pensábamos que el mayor atractivo de la noria era ver la ciudad de noche iluminada, pero parece ser que no es posible. Desde esta orilla del rio se divisa ya claramente el Big Ben. Junto a la noria hay varias estatuas, una de ellas en homenaje a Dalí y sus relojes de la persistencia de la memoria, y el edificio del County Hall, donde está el Aquarium, edificio muy iluminado con luces que cambian de color que lo hacen muy llamativo.
El edificio de las casas del Parlamento me pareció uno de los más bonitos de Londres por su decoración, bastante recargada, y la forma de las ventanas que le dan gran verticalidad al edificio. Gracias a la fama del Big Ben se convierte en visita inexcusable de la ciudad (claro que tampoco pudimos entrar, sólo es visitable en verano).
En Parliament Street vimos las primeras cabinas típicas londinenses, y continuamos caminando delante de Downing Street, donde una valla y varios policías hacían imposible acercarse a la residencia del primer ministro.
La siguiente parada fue en Trafalgar Square, compramos algo de picar en una tienda y nos sentamos en la plaza a comer. La verdad es que no había prácticamente nadie, y estaba muy poco iluminado, por lo que no nos quedamos mucho tiempo y fuimos a Picadilly Circus. Aquí si había más ambiente, pero ya estábamos bastante cansados después del día de trabajo, viaje, etc. y nos fuimos a descansar para prepararnos para el dia siguiente.
Amanecía nuestro 1º día en Londres, con un tiempo más propio de las islas que el día anterior. Desayunamos en el hotel, que estaba incluído en el precio de la habitación, y después de comer 2 huevos, 3 salchichas, 5 lonchas de bacon, 2 tostadas, 2 zumos y un café (eso yo, los demás algo parecido) decidimos que ya habíamos cargado las pilas para bastante rato e iniciamos nuestra primera visita del día: la Torre de Londres.
Sacamos la travel card de 3 días por 18.80 libras cada uno, y gracias a los 2x1 y nos ahorramos dos entradas (costaba 17 libras cada una).
En la entrada a la torre hay varios Yeomans Warders o Beefeaters, los tradicionales guardias de la torre, aunque al ser primera hora todavía no estaban comentando la visita, y lo hicimos por nuestra cuenta. Visitar todos los edificios de esta fortaleza-prisión lleva bastante tiempo, y destacan la habitación de Eduardo I, las exposiciones de armas y armaduras, y como no, las joyas de la corona. La visita de las joyas estaba muy masificada, pero habia gran cantidad de objetos de incalculable valor que la hacen imprescindible. También destacan los cuervos, son de doble tamaño que cualquier otro cuervo. Y es que cuenta la leyenda que el día que desaparezcan se acaba la monarquía, y los cuidan a cuerpo de rey.
Después de la visita de la torre tomamos un café en una terraza que hay justo antes de llegar a Tower Bridge, y subimos a visitar el puente, nuestro segundo objetivo del día. El puente une la Torre de Londres con Thames Path, y vale la pena pagar (de nuevo 2x1) para subir a las dos pasarelas superiores y disfrutar de las vistas de la ciudad. En estas pasarelas se exponen fotografías y datos de la construcción del puente y de otros puentes muy conocidos.
El puente tiene bien merecida su fama, guardo muy buen recuerdo de la visita. Ésta concluye en la sala de máquinas, donde se exponen cantidad de maquinarias y artilugios, que, o eres entendido en la materia, que no es el caso, o no te llaman mucho la atención.
El siguiente destino del día era la Catedral de San Paul, y decidimos ir en metro para no castigarnos demasiado. Pero al dirigirnos al metro nos equivocamos de dirección y fuimos a parar al Shad Thames, una calle con puentes de hierro que unen ambos lados, hasta llegar al Design Museum.
Una vez en la ruta correcta hacia el metro, paseamos delante del City Hall, donde la arquitectura de los edificios rompe con el entorno. También cruzamos por una galeria con techos de hierro (posiblemente alguna antigua estación) llamada Hays Galery.
Poco después llegamos a la catedral de San Paul. La quinta catedral - las cuatro anteriores se quemaron - fue construida en estilo barroco inglés, con una gran cúpula muy parecida a la de San Pedro del Vaticano, diseñada por Wren.
Dentro de la catedral, destacan los mosaicos del coro, la cúpula y el crucero, impresionantes, pero sobre todo, las galerías. Dentro de la cúpula, 257 escalones nos condujeron a la Galeria de los Susurros, donde se aprecian los frescos de las escenas de la vida de San Pablo. 119 escalones más arriba se encuentra la Galería de Piedra, desde donde se consigue una gran vista de la ciudad. Mejores deben ser las vistas desde la siguiente galería, la Galería Dorada (otros 152 escalones), pero no estaba permitido el acceso el día que estuvimos.
El cansancio empezaba a notarse, y entramos a comer a una taberna inglesa, donde pedimos el famoso Fish and Chips, que resultó ser algo más de lo que yo pensaba, y nos pusieron una abundante comida en un local muy típico y muy bonito.
Me llamaron bastante la atención algunos edificios en ladrillo de varios colores y tonalidades que se veían con bastante frecuencia en las calles de Londres.
Después de comer fuimos a ver el British Museum, uno de los museos más importantes del mundo. Alberga obras esenciales de la cultura asiria, egipcia, griega... El expolio de la corona inglesa abarca desde la Piedra Rosetta hasta los frisos del Partenón, pasando por supuesto por las momias egipcias. La entrada es gratuita.
Tras salir del museo, antes de lo esperado porque el cuerpo ya no daba para más, entramos a tomar un café justo enfrente. En la cafetería había un sótano con unos sillones que nos devolvieron a la vida.
Y después del descanso y de haber visitado lo planeado en la jornada, el resto del día lo dedicamos a pasear por el centro de la ciudad, donde había muy buen ambiente por las calles. Paseamos por Leicester Square, y por las calles del Soho y Chinatown.
También hay que destacar los musicales. Ninguno somos seguidores de los musicales y no nos planteamos entrar en ninguno, pero la verdad es que con la publicidad que les dan y por lo llamativo de los teatros donde se representan es una de las tareas pendientes para una futura visita.
Tras una jornada intensa y agotadora, nos acercamos al hotel y nos tomamos unas pintas en un bar cercano . Además, tomarte una cerveza sin tener que oir el famoso reggueton, o Bisbal, o cualquier otra cosa tan típica de España hace que te sienten mejor. Allí sonaban unos chavales que prometían (Rolling Stones, o algo así se llamaban).
La jornada comenzó igual que la anterior, un suculento desayuno y rumbo a nuestro primer destino del día, que en esta ocasión era Westminster Abbey. El primer contatiempo vino cuando cortaron una linea de metro en la que hacíamos transbordo, y tuvimos que coger el bus para llegar. No estuvo mal, estuvimos caminando junto a Green Park hasta Wellington Arch, y desde alli en bus vimos la estación de Victoria y la Catedral de Westminster, anotada como lugar a visitar en un futuro viaje.
El 2º contatiempo fue más grave. Al ser viernes santo, la abadía estaba cerrada, lo que nos trastocaba bastante los planes, y tendríamos que volver el sábado para verla, anulando algo de lo programado para ese día.
Contemplamos de nuevo las casas del parlamento, al ser de día se apreciaba mejor la decoración.
Nos dirigimos hacia Buckingham Palace, a través de Sant Jame´s Park, donde las ardillas asaltaban a los turistas en busca de algo de comer.
El palacio de Buckingham es similar al Palacio Real de Madrid, construidos ambos siguiendo el estilo del Palacio de Versalles.
La idea era llegar sobre las 11:30 para ver el cambio de guardia, pero al no haber podido entrar en Westminster eran poco más de las 10, y no nos apetecía esperar casi hora y media para verlo. Nada más llegar pasaron los guardias que iban a hacer el cambio hacia una estancia que hay en The Mall, y poco después pasaron otros guardias a caballo para hacer el cambio de guardia en House Guards Parade, con lo que nos dimos por satisfechos ya que ninguno somos admiradores de las ceromonias militares.
Tras un paseíto por The Mall, que fue donde vimos los guardias a caballo, llagamos a Trafalgar Square, ahora sí con gran actividad, a visitar el National Gallery. Los fondos de este museo son impresionantes, y pese a verlo en menos tiempo de lo aconsejable por ir bastante justos de tiempo, guardo uno de los mejores recuerdos de mi visita a Londres.
Al salir del museo nos dirigimos hacia la zona de Picadilly y Regent Street para buscar un sitio donde comer por el Soho o Chinatown, y ver esta zona del centro de la ciudad. Tras colocarme un chubasquero porque llovía bastante, entramos a comer en un restaurante chino que tenía unos patos colgados en el escaparate, y el olor a pato inundaba todo el restaurante. Pedimos un menú degustación para cuatro personas, y nos pusieron de todo, desde una sopa con una textura gelatinosa hasta pato, cerdo, pollo, gambas, arroz....
Después de comer fuimos a Covent Garden, donde algunos artistas callejeros daban algo de ambiente, pero como seguía lloviendo la gente se refugiaba en los locales del interior. El edificio es bastante bonito, pero no pudimos sentarnos a tomar un cafe y unas cookies porque estaba abarrotado de gente.
Después de un pequeño descanso y un café en una terraza de la calle Strand, fuimos en bus hasta Hyde Park. Decidimos ir en bus para poder contemplar la ciudad, y fue una buena opción, aunque al principio estuvimos parados bastante rato. Nos bajamos en el Royal Albert Hall, y cruzamos el parque hasta Marble Arch. Es un paseo recomendable a todo el mundo, Hyde Park es muy bonito. En Speakers Corner no había nadie, parece ser que es el domingo cuando hay más movimiento en esta esquina del parque.
En Marble Arch comienza Oxford Street, una calle con varios kilómetros de tiendas. ¿Y cuál es la mejor forma de pasear por una calle repleta de tiendas? En autobús. Hay varias lineas que recorren esta calle, y evitas los escaparates y los agobios. Nos bajamos en la calle Charing Cross, y dedicamos el resto de la tarde a comprar algunos recuerdos en las tiendas del centro y a tomar unas pintas en las típicas tabernas, donde también sirven comida hasta una determinada hora.
Tras una dura e intensa jornada nos esperaba un merecido descanso en nuestras camas de 70 cm.
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mermar45, no pude fotografiar en la abadia. Incluí estas fotos porque creo que son necesarias para el diario, pero no las hice yo. Me alegro que os guste a todos
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