Botswana y Victoria Falls: La ruta del Río Perdido ✏️ Blogs of Africa South

Por la mañana salimos del lodge con el equipaje preparado pero sin desayunar. El guía español había dicho que había una sorpresa. Por el programa se suponía que había otro paseo en barco, por lo que imaginé que a lo mejor era un crucero con desayuno. Efectivamente esa fue la sorpresa. Qué mejor manera de acabar el recorrido por este país.

Nos llevaron a un barco de dos plantas. La de abajo estaba acondicionada para tomar el desayuno buffet y la de arriba era en plan terraza para ver mejor las vistas.

De nuevo vimos aves como la aninga africana, el marabú, el ganso espolonado, o la garceta común.

Pero sobre todo, pudimos acercarnos bastante a unos hipopótamos y a unos cocodrilos.

Uno de los cocodrilos en particular estaba en tierra tomando el sol con la boca completamente abierta para regular la temperatura. Parecía como si se hubiera convertido en una estatua de lo inmóvil que estaba. Tan cerca estábamos que se le veían todas las filas de dientes.

Desde lo alto del barco se contemplaba además mayor extensión del paisaje, con el río Chobe, las islas de vegetación y las praderas parcialmente inundadas.

Tras esta fantástica manera de terminar, ya era hora de salir hacia Victoria Falls. El camión ya no lo íbamos a utilizar más (sólo sirvió para el trayecto de Kasane a Maun excluyendo los paseos en 4x4 por las diferentes reservas naturales) y nos llevaron repartidos en dos furgonetas. Paramos en el control de inmigración. Salir de Botswana fue rápido, pero entrar en Zimbabwe llevó una hora y pico. También influyó que algunas de las personas del grupo en vez de sacarse el visado de doble entrada el primer día del viaje, habían pagado un visado simple, por lo que se alargó la espera hasta que acabaron el trámite.

Al llegar a Victoria Falls nos dejaron en nuestros respectivos hoteles: la mayoría estábamos en el Victoria Falls y una familia en el Shearwater’s Explorers. Tras acomodarnos en las habitaciones nos dirigimos hacia el hotel Shearwater’s después, porque había la posibilidad de comprar unas camisetas con imágenes personalizadas relacionadas con la ruta hecha por Botswana, yendo los beneficios a una ONG local. Los que no estábamos muy interesados al final, nos marchamos al restaurante The Three Monkeys, a muy poca distancia del hotel ese.

Destacaría el buen ambiente y una carta más bien internacional. Por variar un poco después de estar prácticamente dos semanas de viaje comiendo a base de pollo, pasta y cremas, varié al pedir una ensalada thai de noodles, pero no acerté mucho. Más o menos fueron 15$.

Los precios son los que se podrían pagar en un país europeo.

https://3monkeyszw.com/vicfalls/

El resto del grupo terminó yendo al mismo restaurante y después de comer casi todo el grupo se fue con el guía español a hacer un paseo por Victoria Falls. Como iba a tratar de ver los diferentes mercadillos que hay, yo preferí volverme al hotel y hacer fotos de todo.

El hotel Victoria Falls es un hotel histórico, ya que fue construido en 1904 y su historia está ligada a la construcción de la línea de ferrocarril. Al principio las instalaciones estaban dedicadas a servir de alojamiento para los trabajadores de la línea de tren que tenía que conectar Ciudad del Cabo con El Cairo, tal como pretendía Cecil Rhodes. Con el tiempo se fue ampliando y transformando hasta convertirse en un hotel de lujo recompensado con varios premios internacionales.

El hotel es fantástico. Primero por las zonas ajardinadas que tiene, incluyendo la panorámica con el río Zambezi y el puente que comunica Zambia con Zimbabwe al fondo.

Luego la decoración clásica de los diferentes salones y los cuadros que decoran las paredes de las diferentes estancias y pasillos, que van desde animales típicos, imágenes antiguas de las cataratas Victoria y de visitas de la familia real británica a principios y mediados del siglo XX. Se puede pasar uno horas contemplando esos cuadros y haciendo fotos por el hotel.

La habitación en la que estuve era de tipo estándar (y ya está bien, por el precio que tienen) y era bastante grande, con cama con mosquitera (muy cómoda), escritorio, TV con pantalla plana, aire acondicionado, etc...

El cuarto de baño era muy grande y sí se notaba como bastante más anticuado con respecto a la habitación, aunque estaba bien y contaba con los suficientes artículos de baño.

En cuanto a restaurantes, tiene tres:

- Jungle Junction: es el restaurante buffet para desayuno y cena. El desayuno es a partir de las 6:30 y fue el mejor que tuve durante el viaje. El buffet de cena me pareció muy variado y tuve la oportunidad de probar algunas cosas que no había comido nunca, como cocodrilo y avestruz. Tuvimos también un espectáculo étnico que dio bastante animación al final (con participación final de los turistas, como suele ser habitual). La cena en este restaurante la tuvimos incluida.

- The Livingstone Room: es el salón clásico de estilo Eduardo y en el que se puede comer un menú degustación. La noche del primer día en este hotel tenía pensado cenar en él, pero al observar por la puerta me sorprendió que no hubiese absolutamente nadie, así que me arrepentí al final.

- Stanley's Terrace: situado en el exterior del salón principal al salir hacia la zona ajardinada que tiene vistas al puente que comunica Zambia con Zimbabwe, con lo que de día tiene buenas vistas. Yo estuve por la noche. Tienen menú todo el día y aparte hay un servicio de té. No recuerdo lo que me gasté exactamente, pero no fue una barbaridad. De entre los platos que pedí, recuerdo una ensalada que llevaba cocodrilo. Bastante buena.

Por otro lado, hay un bar para tomar cocktails (Stanley's bar).
El hotel cuenta adicionalmente con mostrador de excursiones, tienda de souvenirs, peluquería, etc... Hay una piscina, pero justo en estas fechas estaba cerrada por obras de mantenimiento, no sé por cuánto tiempo.

www.victoriafallshotel.com/

Inicialmente, mi plan previsto para el primer día era hacer la excursión en barco por el río Zambezi al atardecer, pero al final me dio pereza y no me apeteció gastarme más dinero, porque pensé (erróneamente o no) que no me iba a aportar nada especial, así que se me fue el resto de la tarde entre pasear por el hotel y cenar en Stanley’s Terrace.

Día dedicado a ver las cataratas Victoria desde el aire y desde la tierra. Comenzamos a las 7:30 yendo hacia el helipuerto de Zambezi Helicopter, que era la empresa con la que íbamos a hacer el vuelo panorámico.

zambezihelicopters.com/

Nos pesaron en una báscula (qué horror, después de 2 semanas comiendo sin ningún tipo de actividad física) lo primero de todo y nos fueron dando los auriculares.

El vuelo era muy breve, menos de 10 minutos. Lo justo para hacer un recorrido de ida y vuelta. Me tocó en el lado izquierdo del helicóptero, que también llevaba puertas. Otra vez con el sol y con los reflejos, le tuve que pedir al hombre que iba sentado a mi derecha que hiciese fotos por su ventana, porque a mí me estaban saliendo como una porquería. Y qué diferencia entre unas y otras.

La experiencia se pasó volando, nunca mejor dicho, pero fue muy emocionante.

Volvimos al hotel para poder desayunar, y a continuación fuimos andando hacia el punto de entrada al Parque Nacional de las Cataratas Victoria. Tomando como referencia el hotel Victoria Falls, cuando se sale a la carretera principal y se gira a la derecha, a las pocas decenas de metros sale un camino de tierra por el lado derecho. En unos pocos minutos aparecen los puestos de un mercadillo y cruzando por un paso nivel hacia el lado izquierdo, se alcanza la entrada al parque nacional. Si no, basta con seguir la carretera principal desde la ciudad.

La entrada al parque no es barata. Cuesta 50$ por persona. Al entrar hay dos posibilidades: o ir hacia la estatua de David Livingstone o tomar el camino que va pasando por los diferentes miradores de las cataratas.

El río Zambeze, que es el cuarto más largo de África, fluye a través de seis países antes de desembocar en Mozambique. A mitad de camino desde su fuente en Zambia, la fuerza erosiva del agua formó un paisaje de cañones en zigzag esculpidos a través de rocas basálticas, dando lugar a las cataratas. El Zambeze cae en línea recta desde más de 100 m de altura y, con una anchura de 1700 m, forma la cortina de agua más larga de nuestro planeta.

En 1855, el explorador David Livingstone las descubrió por primera vez en uno de sus viajes por África austral. En un recorrido en canoa por el río Zambeze, se quedó impresionado y las bautizó como cataratas Victoria en honor a la reina Victoria de Inglaterra. La población local las conoce por el nombre de “Mosi oa Tunya” (El humo que truena), debido a la bruma y estruendo que provoca el agua al caer por el cañón.

Dedicamos una hora y pico a ver los diferentes miradores a lo largo del recorrido. Desde algunos se veía cómo caía muchísima agua, hasta el punto de que hacer fotos era algo más difícil por la cantidad de vapor que se formaba y porque salpicaban gotas de agua a la cámara. Desde otros, no se veía apenas agua o la pared de la cascada iba seca. Lógicamente, es en época de lluvia cuando las cascadas Victoria llevan más cantidad de agua y luego en la temporada seca la cantidad de agua va disminuyendo progresivamente. En la fecha del viaje ya llevábamos unos 2 meses de temporada seca. Además, por lo que contaba el guía, había sequía en Zimbabwe y la cantidad de agua que había era inferior a otros años.

Uno de los puntos que asombran durante el recorrido es desde el que se ve la Devil’s Pool. Esta piscina rocosa natural formada por la erosión queda cerca de la isla de Livingstone, en el lado de Zambia, en la parte superior de las cataratas Victoria, antes de que el agua del río Zambeze se precipite por el cañón. Requiere una caminata y nadar por el propio río antes de alcanzar la piscina natural. ¿Y qué se puede experimentar? Pues alcanzar el borde del cañón y sentir cómo se precipita el agua con una caída de más de 100 m de altura. Dada la peligrosidad de la actividad, está limitada a determinados meses del año y condicionada a que el nivel del agua en el río esté lo suficientemente bajo, que no es cuestión de fluir con el agua cañón abajo.

Como digo, yo esto lo vi desde un mirador, observando como la gente se metía en el agua. En fin.

Otro mirador impresionante está justo al principio del recorrido, bajando unas escaleras. Se puede tener una panorámica de las paredes del cañón con el agua cayendo y supongo que en día soleado el arco iris. Yo vi un arco iris doble.

Tras eso, algunos del grupo se fueron a ver la estatua dedicada a David Livingstone y yo me quedé sentado esperando viendo asomar un impala y unos babuinos.

Tras terminar el recorrido por las cataratas yo me volví al hotel y otras personas del grupo se fueron andando hasta el puente sobre el río Zambeze que comunica Zimbabwe con Zambia. Saliendo del recinto del Parque Nacional de las Cataratas Victoria, seguir la carretera hacia el lado izquierdo.

Más tarde, quedamos para comer en el restaurante Zulu Bistro Bar. Este sitio destaca porque la carta contiene platos africanos. Yo pedí uno que se llamaba Inkuku Ele Dobi, que era un estofado de pollo con salsa de mantequilla de cacahuetes ligeramente picante. Aunque el pollo era un poco huesudo estaba bueno. Podía llevar de acompañamiento sadza (harina de grano en polvo cocinada, que es el alimento básico de Zimbabwe), arroz blanco normal y también me ofrecieron un arroz menos soso, que al final, con la contundencia de la salsa y lo apegotado que iba, me fue imposible terminar. En general, sin estar malo no me terminó de convencer.

El precio del plato era de 14$.

zulubistrobar.com/

Aproveché para comprar alguna cosa en una tienda de artesanía allí mismo, pero poca cosa.

Después de eso, la tarde ya fue tranquila en el hotel a la espera de la cena incluida en el restaurante Jungle Junction y preparando el equipaje.

El día más triste del viaje, que es el retorno, sobre todo cuando no tienes ninguna actividad que hacer ya ese día.

Tras el desayuno, nos llevaron al aeropuerto y el vuelo salía sobre las 13:00. Iba a ser un viaje bastante pesado, ya si que en la ida nuestro vuelo Madrid-Addis Abeba hacía una escala técnica en Roma y luego teníamos el vuelo Addis Abeba-Victoria Falls, ahora el vuelo Victoria Falls-Addis Abeba hacía una escala técnica en Gaborone, la capital de Botswana. Digamos que el itinerario que siguen los aviones es Addis Abeba-Victoria Falls-Gaborone, entonces regresando desde Victoria Falls siempre va a tocar pasar por esa ciudad. Luego por supuesto en el vuelo de Addis Abeba a Madrid, otra escala técnica en Roma. En total serían como unas 20 horas. Pesadísimo.

Conclusiones que pude obtener del viaje:

A priori este viaje me interesaba por la oportunidad de visitar y sobrevolar el delta del Okavango, un paisaje único en el mundo, por ver las cataratas Victoria y también por la posibilidad de hacer paseos en barco por el río Chobe, un tipo de actividad de avistamiento de animales que hasta la fecha no había hecho nunca (dentro del ámbito de lo que es un viaje de tipo safari, no de una excursión en lancha en cualquier otro país donde exista la posibilidad de ver algunos animales). Luego, claro está, al ser un circuito por diferentes reservas naturales, pues el número de experiencias excepcionales aumentó.

La otra cara de la moneda: haber estado de viaje en un país como Kenia, y en particular en la reserva natural de Masai Mara, y comparar con el volumen de animales que se va a ver en Botswana. Es inferior y no comparable, o al menos esa fue la opinión en la que coincidimos algunas personas que habíamos estado previamente también en Kenia. Eso no quita que el destino esté fenomenal, y se ven muchos animales, pero en mi caso le di prioridad a esos otros paisajes que yo no conocía.


Entre los aspectos más positivos:

- Paseo en barca en Chobe al atardecer y por la mañana con desayuno
- Elephant Sands con la charca repleta de elefantes y esa especie de adrenalina de ir andando por un alojamiento en el que te puedes cruzar con un elefante
- Vuelo en el salar de Makgadikgadi y noche al aire libre viendo las estrellas
- Cebras y ñus en el río Boteti
- Paseos en lancha y mokoro por el delta del Okavango, caminata con guía y piscina de hipopótamos (más adrenalina)
- Ver el delta del Okavango desde el aire desde Seronga a Moremi
- Manadas de elefantes, hienas, leones, chacales y otros animales en Moremi
- Licaones y leones de Savuti
- Acabar el viaje por todo lo alto alojándose en el hotel The Victoria Falls y sobrevolando las cataratas en helicóptero.


Cosas no tan positivas:

- Dormir en campamento y con baño seco: Esto no sabía si calificarlo como positivo o como un horror. La experiencia estuvo bien, era la manera de poder llegar a ciertos sitios más inaccesibles, pero no va con mi manera de viajar y espero no tener que repetir (o lo menos posible).
- Esos períodos de tiempo, quizás demasiado largos en algunos casos, en los que no se ven animales. En general Moremi, el delta del Okavango y Chobe, pese a que tienen variedad de paisajes, si que es cierto que tienen áreas con mucha vegetación, y eso para avistar animales es una dificultad.
- El polvo que se puede llegar a tragar por las pistas arenosas que tanto abundan en Botswana.
- El hecho de viajar en grupo. Es cierto que te da una comodidad y en países donde si no tienes posibilidad de alquilar coche te ves muy limitado y es entonces la única opción. Sin embargo, por otro lado, algunas cosas no me terminaban de convencer, como hacer esos “checklists” de animales vistos y ya se puede pasar a otra cosa, o hacer una parada al mediodía en el campamento para comer y sobremesa o tomar un café y sobremesa. Y aparte, tener que adaptarse a viajar muchos días con otras personas y a la forma de ser de cada uno.
- Definitivamente los vuelos internacionales con todas sus escalas

Resumiendo, y considerando cosas positivas y otras no tantas, el balance del viaje fue positivo, e intuyo que no será el último por esas latitudes u otras de África en algún otro momento.

Nota: Las fotos y algún vídeo son una combinación de las propias y algunas que fueron compartidas entre los compañeros del viaje.