![]() ![]() Días de arte y vino en la Toscana ✏️ Blogs de Italia
Florencia es una de las ciudades más visitadas de Europa, no en vano cuenta con la mayor concentración de obras de arte famosas del mundo, pero además de los consabidos símbolos, como el David y el Nacimiento de Venus, la capital de la Toscana nos ofrece rincones inolvidables, una gastronomía curiosa (para los gallegos eso de la excelencia de las materias primas deberían decirlo con la boca pequeña… ¡pero en fin!), artesanía, moda y vino, mucho vino.Autor: P.andres Fecha creación: ⭐ Puntos: 4 (11 Votos) Índice del Diario: Días de arte y vino en la Toscana
Total comentarios: 14 Visualizar todos los comentarios
Etapas 1 a 3, total 4
Llevaba tiempo queriendo hacer una escapadita a la Toscana. Aunque uno no lo pretenda, lo cierto es que es un destino que te meten por los ojos a través del cine, la literatura… eso los italianos lo saben hacer muy bien.
Conocía Florencia de un viaje anterior, en el que habíamos hecho la consabida ruta Roma –Florencia – Pisa… así que esta vez, con las visitas de los museos “obligatorios” ya cubiertas, íbamos pensando en disfrutar a tope de los deleites que ofrece la Toscana. Reservamos en el Grand Cavour, un hotel que, como prometía la información que habíamos consultado, estaba realmente céntrico. Es de esos establecimientos que se han remodelado hace poco… pero a los que se les nota el paso de los años. Eso sí: habitaciones amplísimas y un personal de lo más amable. El bar del Hotel, el Angel, está muy concurrido cualquier día de la semana. Por la noche, a la hora del aperitivi, traen un DJ y se pone hasta arriba de eso que llaman “gente guapa”. Como llegamos a la hora de la cena, decidimos empezar por darnos una buena zampada y tomarnos unos vinitos. Las Enoteche cumplen una función imprescindible en la vida de los toscanos, y se ubican tanto en palazzos grandiosos, como en antiguas abadías, como en chiringuitos de lo más cutre. Es un pecado de los gordos irse de la Toscana sin probar el bistecca a la fliorentina, un grueso y sanguinolento trozo de carne que, como la mayoría de los platos toscanos, se prepara de una manera muy sencilla (sólo pimienta y sal) para apreciar la calidad de las materias primas. Su secreto es que la ternera debe ser la auténtica Chianina (una especie local muy valorada). Para acompañar el vino es frecuente que sirvan pequeños bocados como panini o crostini… eso sí, siempre de pie, porque en cuanto te sientas en una mesa la cuenta se multiplica por 3. Nos levantamos tempranito y desayunamos en el hotel. Resultó que había una chica de Orense haciendo prácticas allí y se acercó a hablarnos en cuanto nos identificó. Nos enseñó la terraza del hotel (en la que se puede desayunar en verano), desde la que se tienen unas vistas impresionantes del mar de tejados rojos de Florencia. Bajamos a la calle para una segunda toma de contacto: el ambiente estudiantil de la noche había dado paso a una agitada mañana en la que las bicicletas eran las protagonistas. Por mucho que viajo, no dejan de sorprenderme los ejecutivos trajeados pedaleando, o señoras “empingoretadas” agarradas al manillar. Uno no puede irse de Florencia sin subir a la cúpula del Duomo, los jardines Boboli y “fare il giro” por sus magníficas plazas (especialmente la Della Signoría, aunque a mi personalmente me fascina el carrusel de la Piazza de la Repubblica). Pero ¡ojo con las terrazas! Son terriblemente tentadoras (y la única solución para quienes gustan de fumar con el café), pero igual de caras. Donde un capuccino te puede costar 1€ en la barra, te puede suponer 5€ en la terraza. Así, sin términos medios y sin pestañear. Comimos por muy poco en un establecimiento de pizza al corte (de esos que te la venden por porciones y así puedes probar las infinitas variedades de ingredientes). Siempre hacemos caso a las recomendaciones de Lonely Planet y casi nunca falla. La tarde la pasamos en el Oltrarno, callejeando y curioseando las tiendas de artesanía. *** Imagen borrada de Tinypic *** La sucesión de puentes que unen ambos lados del Arno es una auténtica maravilla. El más conocido es el Ponte Vecchio, pero también el más abarrotado, por lo que no es mala idea ver la puesta de sol desde el Ponte Santa Trinitá, ya que las tonalidades rojizas que se producen en el cielo a medida que el sol se va ocultando son igual de hermosas. Para adaptarnos a los horarios de comida italianos decidimos sucumbir a una de sus costumbres más características: el aperitivi. Cruzamos de nuevo el Ponte Vecchio para llegar al Moyo, en la Vía dei Benci, un local de ambiente estudiantil, techos altos y estilo moderno, en el que encontramos una mesa enorme para sentarnos y disfrutamos de un buffet de pastas, ensaladas y otros mejunjes italianos de esos sencillos pero riquísimos por 6 € cada uno. Etapas 1 a 3, total 4
A menos de 100 kilómetros de Florencia se encuentra Pisa, así que merece la pena reservar al menos una tarde para visitarla. Nosotros decidimos pasar allí el día, ya que se encuentra muy bien comunicada a través del Tren desde Santa María Novella por menos de 6€ el trayecto.
Los que opten por tomar el tren que estén atentos al particular sistema de “validación” de los billetes, que se compran sin hora cerrada. Si uno ignora que ha de pasarlos por la maquinita amarilla y lo caza el revisor son como mínimo 5 € de multa por billete. Desde la estación de tren se llega andando en un bonito paseo hasta el Campo dei Miracoli, donde se encuentra la famosa torre inclinada y el curioso conjunto de monumentos. También hay que estar atentos si se quiere visitar la Torre de Pisa, pues hay unos tickets sólo para la torre, y otros para todo lo demás (el Battistero, la Catedral… pero no la torre) que se encuentran en el mismo Campo dei Miracoli. No conviene ir con prisas, porque para subir a la torre también es obligatorio dejar los bolsos en una consigna que está junto al despacho de billetes. *** Imagen borrada de Tinypic *** Aunque hay que esperar bastante para subir a la torre, que se hace en grupos pequeños, y es caro (15€), encuentro que la sensación de inclinación al ir subiendo los escalones, y las vistas desde la cima merecen un montón la pena. Sorteando todos los puestos de souvenirs y los vendedores que te “asaltan” a cada paso regresamos hacia la estación dando un bonito paseo por Pisa. Etapas 1 a 3, total 4
Disponiendo de coche uno debe acercarse a cualquiera de las zonas vitivinícolas toscanas. Algunos pueblos también tienen conexión mediante tren o autobús, pero, evidentemente te permite ver muchos menos sitios.
Nosotros teníamos poco tiempo, así que alquilamos un coche. Habíamos reservado desde España a través de Iberia Plus con Avis, pero tuvimos muchos problemas y al final nos vimos obligados a pagar el doble por un solo día). A pesar del retraso y el cabreo, salimos en dirección al Chianti ilusionadísimos. La verdad es que no tiene pérdida, y en poco rato comenzamos a ver sus colinas de variado colorido, olivos y viñas… y haciendo nuestra primera parada en el Castello Il Palaggio. *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Aunque la primera referencia que se tiene de este castillo toscano es del s.XIII, se sabe que es anterior. Esta fortaleza que en la actualidad pertenece a los Marqueses Goretti Miniati sobrevivió a lo largo de los siglos a numerosos ataques e intentos de conquista. Hoy en día, además de organizar bodas y banquetes, se dedica al enoturismo y a la producción de vino y aceite. Impresionan los viñedos y olivares que lo rodean y que varían las tonalidades del paisaje en función de la época del año. Cualquiera es buena para visitarlo. *** Imagen borrada de Tinypic *** Lo cierto es que daría tiempo a ver un montón de pueblos y de bodegas, pero si, como nosotros, te detienes un rato en cada sitio y empiezas a degustar los caldos… el día se va en nada. Optamos por visitar la Badía de Passignano, que, además de salir referenciado en Lonely Planet, nos la habían recomendado. *** Imagen borrada de Tinypic *** La Badía de Passignano es un gran monasterio fundado en el 890 y que hoy está bajo los dominios de la familia Antinori (27 generaciones dedicadas al vino y unas 32 marcas entre blanco y tinto). Carreteras sinuosas entre viñedos, cipreses y olivos nos llevan a uno de los lugares en los que comprendes por qué la Toscana es uno de los lugares favoritos de británicos y americanos para comprar bodegas ruinosas y rehabilitarlas. Conviene llamar para reservar si se quiere visitar la bodega porque, sobre todo en invierno, lo hacen sólo en un horario prefijado (y cobrando, claro). *** Imagen borrada de Tinypic *** En la Toscana no hay nada gratis, más bien es todo bastante caro, y lo mínimo que te cobran por catar 3 de los afamados vinos Antinori son 15€. Una locura, sobre todo porque lo que te sirven es para degustación y ni siquiera es una copa. El sitio es tan bonito que se te olvida todo, pero lo cierto es que conviene ir con la tarjeta de crédito en buen estado de forma. Nos dimos un último paseo nocturno antes de coger el coche de regreso a Florencia. El vino y la carretera… ¡ya se sabe! Etapas 1 a 3, total 4
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4 (11 Votos)
![]() Total comentarios: 14 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados ![]() ![]() ![]() ![]() ![]()
![]() |