El Camino de Santiago... a New York ✏️ Blogs de USA

Hoy iba a ser un día muy completo; no sé si el mejor de todos los que estuvimos en Nueva York, pero sí que fue uno de los mejores.

Empezamos el día subiendo al Empire State, a primera hora (a las 8:15 am ya estábamos arriba), ya que el día anterior nos habíamos pasado casi 2 horas haciendo cola, y hoy queríamos subir sin agobios. Es lo bueno que tiene la New York Pass, que puedes subir al Empire State las veces que quieras, eso sí, solo una vez por día, y como nosotros vivíamos al ladito mismo, pues pa’rriba, que 86 pisos no son nada… :lol: De noche es alucinante estar allí, pero de día también es especial, sobre todo si es un día claro, no hace frío, y no hay que hacer colas. De día identificas todos los edificios y sitios de interés; ves a Miss Liberty, el edificio de las Naciones Unidas, el puente de Brooklyn, un trocito del Madison Square Garden, el Flatiron, que tiene un encanto especial desde aquí arriba… incluso se ve un trocito de Times Square, y los taxis parecen de juguete.

Luego también es curioso ver las terrazas de algunos edificios en Nueva York, ¿os habéis fijado? Hay algunos en los que están preparando alguna especie de fiesta, colocando incluso la bandera italiana:

Y otros que tienen incluso jardines…

Estuvimos un buen rato ahí arriba, ya que como os digo no había mucha gente y se estaba muy bien a esa hora, tanto de espacio como de temperatura. Al bajar decidimos dar un paseo por la 5ª Avenida, hasta la Catedral de Saint Patrick, ver el Rockefeller Center, pero fue un paseo ya no de turistas, sino que parecíamos neoyorkinos, incluso ya nos ofrecían menos excursiones los chicos que las venden por las calles; solo nos faltaba dejar las cámaras de fotos en casa e ir escuchando el iPod o hablando por el iPhone para ser neoyorkinos totales…

Y desde aquí nos fuimos, andando por supuesto, a hacer el tour de las Naciones Unidas, que es otra de las atracciones que son gratis al tener la New York Pass. Por cierto, el tour es en castellano y merece la pena hacerlo; el recorrido dura una hora, aproximadamente, y te enteras de muchas cosas de las que yo no tenía ni idea, incluso puedes hacer todas las preguntas que se te ocurran sobre el funcionamiento de esta institución, las misiones de paz en las que actualmente están involucrados, pautas a seguir en caso de grandes desastres, proyectos en los que están investigando... Por ejemplo, están intentando patentar un alimento increíblemente energético para las personas que sufren desnutrición y su sistema digestivo no tolera alimentos tras un periodo de inanición. También nos hablaron de algunos personajes famosos, que aparte de ceder su imagen, contribuyen economicamente para diversos proyectos. Nos contaron que algunos se dejan ver mucho por allí, como por ejemplo George Clooney…

El tour incluye la visita a la sala donde se celebra la Asamblea General de las Naciones Unidas, y en la que tendría lugar tres días después el Día Internacional de la Paz y estaban ya organizando dicho evento. De hecho teníamos que hacer el menor ruido posible pues estaba el secretario de las Naciones Unidas por allí y que en cualquier momento podía entrar a la sala para supervisar el trabajo. Aunque al final no pudimos verlo. Ya os digo, que si disponéis de una hora acercaos a hacer este tour, es verdaderamente interesante.

Algo que no imaginábamos tan pequeño, como les pasó a casi todos los que han pasado por allí y lo han comentado en el foro, fue la escultura llamada “Non violence”, el revólver que tiene un nudo en el cañón, como un símbolo de paz para todos los ciudadanos del mundo.

Este día también íbamos a comer en el piso, ya que estábamos “relativamente” cerca (de la 1ª avenida a la 6ª, un pequeño paseo…), así que repusimos fuerzas, descansamos un rato y planificamos qué íbamos a hacer por la tarde. Decidimos aprovechar que hacía muy buen día para ir hasta el Pier 17 y luego cruzar el Puente de Brooklyn y ver el atardecer desde allí, así que bajamos hasta el metro y nos fuimos hacia el sur de Manhattan. Nos bajamos en la estación que está al lado de la estación del Ferry de Staten Island, y luego subimos bordeando el East River. Antes de llegar al Pier 17, nos cruzamos con dos chicas de Liberty Helicopters y vieron que mi mujer llevaba en la mano el libro de información de la New York Pass; al momento ya nos quisieron convencer de que subiéramos a sus helicópteros:

- De Niu Llork Pass… llu jaf discaunt güiz dat.

Ese día no teníamos pensado subir en helicóptero, pero la casualidad se cruzó en nuestro camino, ya que todo estaba a favor, el día estaba claro, no había viento, y nos habíamos cruzado con la empresa de helicópteros en la que nos hacían descuento con la New York Pass… así que no lo pensamos y allá nos fuimos, ¡¡¡a sobrevolar Manhattan en helicóptero!!! Nos llevaron al helipuerto, que estaba allí al lado, nos dieron unas pequeñas instrucciones, y casi no tuvimos que esperar nada. Tienes que dejar la mochila en tierra, solo puedes subir la cámara de fotos o la cámara de video, pero no puedes ir con bolsos ni mochilas. Mi mujer estaba un poquillo preocupada, porque nos habían asignado de compañeros de vuelo a dos americanos un poco entrados en carnes, y no las tenía todas consigo sobre si el helicóptero iba a poder con todos.

En cosa de 5-10 minutos nos pasan a la pista de despegue y nos subimos, en total éramos 4 personas más el piloto. Mi mujer de copiloto y yo en la parte de atrás con los dos americanos. Mi mujer se encargó de las fotos, ya que tenía una situación privilegiada, y a mí me pasó la cámara pequeña para hacer un video del vuelo.

El viaje duró 19 minutos, lo sé porque grabé todo y es lo que dura el video, y para los que duden si incluir esta experiencia o no, yo les recomiendo que sí, pues es emocionante contemplar las impresionantes vistas desde ahí arriba. Aún estos días preguntó alguien en el foro si es una sensación parecida a la de una montaña rusa, y para nada se parece a eso. La montaña rusa es brusca, mientras que el vuelo en helicóptero es muy suave, muy tranquilo, y realmente no te enteras de lo alto que vas ni de los giros que hace; además, con las vistas que tienes te olvidas de vértigos y demás problemas. Tanto a mi mujer como a mi se nos hizo de lo más corto el viaje e inolvidable la sensación, además el piloto te va indicando los distintos edificios y zonas de la Gran Manzana en un perfecto inglés

Es verdad que no sobrevolamos la ciudad, bordeamos Manhattan y subimos por el Hudson River hasta Harlem, donde sí que nos metimos a la ciudad y pudimos ver desde allí lo rectas que son las avenidas, Central Park desde el norte, y además va tan despacio el helicóptero que ves todo muy bien. Las vistas de la ciudad son espectaculares, los puentes, los ríos, los dos estadios de los Yankees, los edificios de New Jersey… Luego nos acercamos hasta Ellis Island, el Puente de Brooklyn y aterrizamos. Ahora me resulta difícil elegir qué fotos poner, ya que todas son impresionantes.

Esta última foto es del helipuerto desde el que despegamos.

El día estaba siendo perfecto, y todavía nos quedaba casi toda la tarde. Contentos como niños con zapatos nuevos y comentando la aventura del helicóptero, subimos hasta el Pier 17. Aquí había una especie de concierto de rock duro, por las indumentarias de la gente que había allí esperando. Dimos una vuelta por las galerías, compramos nuestro inseparable Nestea with lemon, nos sentamos un rato en los bancos que hay enfrente del Puente de Brooklyn e hicimos unas tomas del puente.

Enfrente del Pier 17, en la calle Fulton, está la exposición de “Bodies”, que para quien no lo sepa es una exposición de cuerpos humanos reales, totalmente diseccionados donde se puede ver todo, desde el esqueleto hasta el sistema nervioso, respiratorio, circulatorio… ligamentos, tendones, órganos con diversas enfermedades, comparativas de un órgano enfermo y uno sano, etc., la verdad es que daba un poco de impresión verlo, todo tan desmenuzado, tan real, tan claro… y todo allí expuesto. Salimos un poco impresionados y descompuestos, entre lo que vimos y el frío que hacía dentro; casi se nos olvida el buen momento que habíamos pasado en el helicóptero. De esta exposición no tenemos fotos, ya que las mochilas y las cámaras hay que dejarlas en consigna.

Como ya serían sobre las 6 de la tarde, decidimos cruzar el Puente de Brooklyn y ver anochecer desde la playita que hay casi debajo del Manhattan Bridge. Es increíble estar aquí, cruzando este puente que hemos visto montones de veces en películas, documentales, reportajes, y ahora somos nosotros los que estamos aquí… Lo del carril bici y el carril peatonal, es un verdadero peligro, ya que a esas horas es mucha gente la que cruza el puente, tanto en bicicleta, como andando, como corriendo, y claro, tú vas por tu carril peatonal y te encuentras a gente que viene en sentido contrario y uno de los dos tiene que meterse al carril bici, con el consiguiente peligro de si viene un ciclista y te arrolla…

El trayecto es una gozada, pero tardas un buen rato en hacerlo, ya que todo te llama la atención. Empiezas el recorrido y ya ves el Pier 17 con el sol ocultándose detrás; parada para hacer fotos.

Cruzar por debajo de sus famosos arcos.

Volver la vista y ver la silueta de los edificios del bajo Manhattan, con el carril para los coches pasar por debajo de donde estamos.

Y después de casi 2 km de recorrido a paso de tortuga, llegamos a Brooklyn, salimos por la primera salida que tiene el puente, a la izquierda, y siguiendo la calle llegamos a la famosa playa que la mayoría hemos conocido en el foro, ya que de otra forma seguramente ni nos habríamos enterado de que existe. Antes entramos en un parque que está al lado, con unos bancos y unas vistas muy buenas de Manhattan y del puente, casi al lado de las cataratas artificiales que han puesto, que por cierto a mí no me gustaron nada, le quedan fatal. Aviso a futuros visitantes de este parque, cierra a las 7 de la tarde, ya que en la puerta (mejor dicho, en la valla de entrada), había un vigilante que nos avisó que cerraban en 15 minutos, así que tuvimos el tiempo justo para entrar, hacer unas fotos y salir.

Desde este parque vimos que en la playita había un montón de gente, se escuchaba una dulce música irlandesa, y cuando llegamos nos encontramos con esto:

¡¡¡ Una boda..., estaban celebrando una boda !!!. Menudo sitio más original habían escogido para la ceremonia, menudas vistas, y además había un montón de fotógrafos, la mayoría turistas como nosotros, y algunos muy preparados, hasta se habían traído trípode. Y aquí estuvimos hasta que se empezó a hacer de noche y Manhattan empezó a iluminarse. Según se iba haciendo de noche, proporcionalmente iba aumentando el frío, y nosotros íbamos en manga corta y pantalón corto ya que había sido un día de mucho calor, así que no estuvimos mucho tiempo allí pues por momentos aumentaba la sensación de frío con la humedad del río, y además todavía queríamos cruzar el puente de nuevo hacia Manhattan para recrearnos con la iluminación de los edificios. Aún así, caímos bajo el embrujo del anochecer neoyorkino, como no podía ser de otra manera, y aguantamos como campeones hasta que se hizo completamente de noche.

Cruzamos el puente, hicimos un buen número de tomas de la ciudad iluminada, pues a cualquier parte que miras siempre ves una buena foto y a pillar el metro, que allí se estaba calentito.

Después de cenar, hicimos el típico paseo hasta Times Square y p’al sobre, que mañana será otro día.

---

Hoy tocaba visita al Museo de Historia Natural, pero como no abre hasta las 10 de la mañana, había que buscar alguna actividad para antes de esa hora, por lo que decidimos hacer la colada y limpiar el apartamento. Este quizás sea el único inconveniente de alojarse en un apartamento en vez de hacerlo en un hotel.

Como ya os comenté en el primer post, este edificio tenía una lavandería en el tercer piso, con varias lavadoras y secadoras. El dueño del piso nos dejó una tarjeta que tendríamos que recargar para poder utilizar las lavadoras, así que nos pusimos manos a la obra. Durante el ciclo de lavado y secado le sacamos un poquito de brillo al piso, pues aunque estábamos muy poco en él, la suciedad se acumula igualmente.

Una vez terminadas nuestras tareas domésticas nos pusimos camino al museo y como teníamos tiempo suficiente, nos fuimos dando un largo paseo, empapándonos del ambiente de la calle.

Llegados al museo (por cierto, que también es gratis con la NY Pass) y como no habíamos seleccionado que salas visitar, porque nos habrían hecho falta varias tardes para poder visitarlo al completo, subimos al último piso para hacer el recorrido hacia abajo. En esta planta había muchas familias con niños pequeños, y estos disfrutaban como enanos (nunca mejor dicho), viendo a los animales de moda, los dinosaurios. Empezamos el recorrido viendo la exposición con calma, pero viendo que las salas eran enormes y que había tanto que ver, pues metimos directamente la quinta para intentar ver lo máximo en el tiempo que decidimos dedicarle a este gigantesco museo.

Como os digo, todo lo que hay en el museo es espectacular, impresionante, pero me llamaron especialmente la atención unas cristaleras detrás de las cuales están representadas escenas que realmente parece que estás en un zoo, en vez de en un museo.

Estuvimos toda la mañana viendo diferentes salas, pero llegó un momento que el cansancio era tal, que los pies se negaron directamente a dar un paso más, pues ya acumulaban el cansancio de días anteriores, así que decidimos abandonar... y eso que aún nos quedaban cosas por ver, pero en otra ocasión será.

Al cansancio se añadía el hambre y como había una cafetería en el museo y era la hora de comer pues nos pusimos a la cola, pero en cuanto vimos los menús que había y los precios, pensamos que aún podíamos aguantar un poco más y buscar un sitio más acorde a nuestro presupuesto y a nuestro apetito, porque la verdad comer un sandwich no estaba entre nuestras preferencias y el menú era cuanto menos “delicatessen” así que imaginaros el precio.

Así que salimos a la calle y preguntamos a nuestro gran amigo TomTom, que es tan listo que sabía que había un Dallas BBQ relativamente cerca, en la calle 73th y nosotros estábamos en la 79th. Y por referencias del foro sabíamos que, necesariamente, había que comer en un Dallas BBQ, así que para allá nos dirigimos, ya imaginándonos la gran mega hamburguesa que nos íbamos a meter entre pecho y espalda.

Nos traen la carta y directos a las hamburguesas; no recuerdo cuales pedimos, pero sí recuerdo que cuando nos trajeron la primera y nos preguntó la camarera para quién era, mi mujer me señaló a mí sin dudarlo, dado el tamaño que tenía y el montón de cosas que traía (bacon, aritos de cebolla, patatas…) La segunda no era mucho más pequeña que la primera, y además de ser tamaño XXL, estaban deliciosas. Es la primera vez en mi vida que como una hamburguesa con cuchillo y tenedor, ya que eso no cabía en boca humana. Mientras escribo esto, se me hace la boca agua.... ummmmmm

Para bajar un poco esta rica y copiosa comida entramos a Central Park, y como estábamos casi al lado de Strawberry fields nos fuimos a hacer nuestra segunda visita al mosaico, el cual tenía ya otra decoración floral.

Estuvimos un rato por allí viendo a la cantidad de incondicionales y curiosos de Lennon y a continuación nos pusimos a pasear sin rumbo fijo por Central Park, con el fin de poder rebajar la cantidad de calorías que habíamos ingerido disfrutando del encanto del parque, de sus moradores, las ardillas, y de la cantidad de gente que lo disfruta cada día.

La ciudad me encanta, sus edificios son impresionantes, sus gentes… pero Central Park es para mí lo mejor que tiene Nueva York; ese trozo enorme de naturaleza en medio de una ciudad tan grande; todo tan cuidado; poder levantarte un sábado por la mañana e irte a hacer footing por sus pistas, eso no tiene precio.

Esto si que es amor a primera vista, nos tiene a mi mujer y a mí completamente hechizados, además se lo transmitimos a nuestros amigos y también a la familia, y nos miran muy asombrados cuando decimos que esta ciudad se debería visitar al menos una semanita al año..., y siempre nos dicen lo mismo, que hay muchos lugares que visitar, y estoy de acuerdo, pero insisto que se debería guardar unos días para esta grandiosa ciudad. Bueno, a lo que íbamos, que me estoy enrollando.

Salimos del parque por la esquina del Plaza Hotel, y nos fuimos derechitos a la Tienda Apple, que aunque soy usuario de Windows, tenía mucho interés en ir a toquetear los iPhones y los iPods Touch. Una de las cosas que más llaman la atención de todo lo que suena a Apple, es el diseño, y la Tienda Apple de la 5ª Avenida de Nueva York no podía ser menos. La entrada ya es una pasada, un cubo transparente con el anagrama de la manzanita a la que le falta un bocado.

Bajamos a la tienda y aquello es otro mundo, en donde puedes toquetear todo lo que quieras, desde mandar emails desde los ordenadores que hay en las mesas, desde los iPhones, desde los iPods Touch; puedes incluso llamar por teléfono… Ya sabíamos que el iPhone no lo vendían a gente que no fuese de Nueva York, pero queríamos tocarlo, ver sus menús, pero estaban todos ocupados o sin carga, así que nos fuimos a por un par de iPods Touch que habían quedado libres. Aquello fue amor a primera vista; nos miramos el iPod y yo y surgió el flechazo. Precio, creo recordar que el de 32Gb costaba $399, cuando aquí en España cuesta 369€. Problema, pues que ya tenemos el de 80Gb, el clásico, y comprarnos el touch ahora era un antojo caro, así que superamos a fuerza de voluntad el momento de debilidad.

Vemos que en la mesa de los iPhones queda uno libre, así que allá que nos vamos a toquetearlo, pero cuando lo cogemos vemos que no tiene batería, por algo estaba libre… Al final conseguimos uno con algo de batería y aprovechamos para mandarle un correo a nuestro sobrino, Iván, desde un iPhone, ya que andaba como loco por conseguir uno y así le hacíamos un poco más de ganas (que tíos más malos somos…). Con mucho esfuerzo, conseguimos salir de allí sin comprar nada, y como he dicho antes, el diseño de esta tienda es algo espectacular, y me acordé de una foto muy curiosa que colgó un forero, no recuerdo el nombre, así que también la hice, además de otra de las escaleras.

Salimos de aquí y justo detrás esta la Tienda FAO Schwarz. Es lo que tiene Nueva York, que acabas de ver algo que te deja boquiabierto, y al rato ves otra cosa que te hace olvidar (esto de “olvidar” va entre comillas) lo anterior. Pues esto nos pasó con la tienda FAO, que recién salidos de Apple entramos aquí y vuelves a alucinar con todo lo que allí tienen.

Peluches de todos los tamaños y de todos los precios, juguetes de todo tipo. Incluso en la planta de arriba tienen una especie de desfile de modelos con muñecas Barbie. Salen las muñecas con sus modelitos, giran como las modelos y se vuelven a meter en los camerinos, im-presionante.

Hay tanta ropa para muñecas como si fueses a una tienda normal a comprarte ropa para ti, casas de muñecas que te dan ganas de quedarte a vivir en ellas. Los niños, y los no tan niños, alucinan/alucinamos aquí. Tan absortos estábamos viendo juguetes de todo tipo, que salimos sin darnos cuenta de que en esta tienda es donde está el famoso piano de la película Big, de Tom Hanks, por lo que tuvimos que volver otro día sólo para verlo.

Bajamos por la 6ª Avenida, disfrutando del paseo. Pasamos enfrente del Hotel Hilton, de la escultura de LOVE, del Radio City Music Hall y nos fuimos al Madame Tussauds, otro de los sitios que son gratis con la NY Pass. Si disponéis de hora y media, aproximadamente, os recomiendo entrar aquí, ya que no es un museo de cera tradicional, sino que es casi interactivo, puedes hacerte fotos con todos los personajes que hay allí, e incluso parecen visitantes en vez de esculturas de cera, como se puede ver en esta primera fotografía, que están como en una fiesta mezclados con la gente. Incluso los puedes tocar, de hecho a George Clonney le han roto una oreja, o bien era una fan muy eufórica o un novio despechado :lol:

Sobre las 7 de la tarde salimos del museo y nos fuimos a TKTS de Times Square, a sacar entradas para ver un musical. Nos pusimos a la cola y cuando nos tocó le pedimos entradas para ver “El jovencito Frankenstein”, pero nos dice el chico de la taquilla que no hay entradas juntas para ese musical, que sí las había para ver “Chicago”, así que aceptamos. $100 por dos entradas y el musical empezaba dentro de una hora, en el Teatro Ambassador, en la calle 49th, entre Broadway y la 8ª Avenida, así que nos daba tiempo de bajar al piso, dejar la mochila con la cámara y volver; así hicimos. Llegando al piso, nos encontramos con la siguiente imagen, y no podíamos dejar pasar la oportunidad de inmortalizar esos colores.

Bajamos andando, a buen ritmo, y dejamos las cosas en el piso. Para volver entramos al metro para subir hasta Times Square y luego subir andando hasta la 49th. Problema y primeros nervios, pasamos la Metrocard y nos dice que no tiene saldo, cagontó… Repetimos y tampoco. Nos vamos a la máquina expendedora y sacamos una de 5 viajes; esta vez sí funcionó, así que corriendo a pillar el metro y directos a la 49th, que casi eran las 20:00 horas y todavía no sabíamos donde estaba el teatro. Por suerte había bastante cola a la entrada y lo localizamos en seguida, y aún nos dio tiempo de comprar un Nestea with lemon en un puesto de perritos que había al otro lado de la calle. La cola se movía muy rápido, así que acabamos el Nestea y entramos al teatro. Nuestros asientos estaban en la parte de arriba, en primera fila y casi en el centro, así que disfrutamos un montón del musical y a muy buen precio, ya que en la cola vimos a gente con tickets que marcaban $130 cada uno.

Aunque nuestro inglés no es muy bueno, se podía seguir el argumento perfectamente, así que recomendamos ir a un musical en Broadway, y este en concreto nos hizo pasar un muy buen rato.

A la salida bajamos hasta Times Square, y hoy ya no paramos, sino que seguimos directos hasta la calle 34, y a casita, que mañana será otro día.

---

Hoy iba a ser otro día muy completo, en el que íbamos a ver gran variedad de cosas. No es que hiciéramos un planning al salir de casa, simplemente hacíamos una especie de borrador comentado por las mañanas o la noche anterior, y nos echábamos a la calle y en ocasiones, a improvisar en función de lo que nos íbamos encontrando.

No somos de los que hacen un planning cerrado porque no nos gusta recorrer todo rápidamente y a otra cosa, nos gusta disfrutar del momento y ver las cosas con calma, tomar un café y ver pasar a la gente, sin el stress de llegar a un sitio, foto y salir hacia otro lugar, sin perder un segundo. Nos gusta sentir que un trocito de nosotros pertenece a ese lugar.

La primera visita de hoy sería el edificio Fuller, más conocido como Flatiron, ese edificio tan incomprendido, tan peculiar, y que a pesar de que cuando se construyó la gente no creía que iba a durar mucho en pie, ahí sigue después de 106 años de vida. Bajamos por la 5ª Avenida y nuestra primera parada fue un Starbucks, para hacernos con nuestro capuccino, que a esas horas de la mañana sentaba pero que muy bien, a pesar que de lo sirven a 100º

Llegamos al miniparque (mejor dicho, acera con mesas, sillas, sombrillas y plantas) que hay enfrente del Flatiron, y nos tomamos allí los capuccinos, disfrutando de las vistas del Flatiron, y afotándolo desde todas las posiciones.

Esto de los parques y jardines en Nueva York es algo que admiro. Con mesas y sillas estratégicamente colocadas que además están asombrosamente limpias; la gente cuando termina su café o lo que esté tomando lo tira a la papelera. Desde luego en este sentido, nos dan mil vueltas y me refiero al civismo. Allí la gente suele dejar las cosas como le gustaría encontrarlas. Este rinconcito que os comento, enfrente del Flatiron, si llega a ser en España, seguro que estaría lleno de bolsas de plástico, de botellas rotas del botellón de la noche anterior, de vomitonas, de meadas y yo que sé que más cosas.

Desde aquí nos fuimos Broadway abajo hasta Union Square, sin saber lo que nos íbamos a encontrar allí. Los sábados montan un mercadillo con gran variedad de productos: multitud de flores, bouquets de rosas de diversos colores, patatoes de varias clases, tomatoes de distintos colores, mazorcas de maíz de las que vemos a los niños comer en las películas americanas, frutas y verduras de todos los tipos... y todo cultivado orgánicamente y, por supuesto, tan bien colocado y ordenado que te daban ganas de decirles:

- Me pone un kg. de cada, pliiis.


Este mercadillo me recordaba a un Whole food market, pero exterior (salvando, lógicamente, las diferencias). Para vuestra información hay uno en la calle 14 East, del que nos informó Arturo, el chico que nos alquiló el apartamento, en el que pudimos hacer la compra durante nuestra estancia en NY.

También en la calle 14, entre la 4º y la 5ª avenidas, encontramos un Foot Locker, una tienda de zapatillas deportivas y entramos a echar un vistazo. La dependienta era una chica que hablaba español y nos comentó que si pagábamos en efectivo, nos podía hacer un buen descuento, que creo recordar que era sobre el 20 o 25%, aunque no en todos los modelos. Miramos algunos que nos gustaban y dos pares que le gustaban a mi mujer tenían el descuento, así que nos quedamos con ellas. También había unas Nike que me gustaban, pero no nos alcanzaba el efectivo que llevábamos en ese momento, así que no nos quedó más remedio que dejarlas e intentar pasar otro día a por ellas.

Una de las cosas que teníamos pendiente, era hacer el tour del Madison Square Garden, que empezaba a las 12 del mediodía, así que nos pusimos en marcha, mi mujer con sus zapatillas Nike top fashion recién compradas, que aún a día de hoy dice que en su vida ha tenido unas tan cómodas como esas (el modelo en concreto es Nike Shox Experience, por si quereis mirar en Internet, pero os aviso que en España cuestan la friolera de 160€…). Tan contenta estaba con ellas, que se hizo una autofoto bajando unas escaleras del pabellón.

Llegamos al pabellón un poco antes de las 12 del mediodía y nos fuimos a las taquillas para coger los pases, que eran gratuitos con la NY Pass (la verdad es que aprovechamos bastante la tarjetita esta, y como pregunta mucha gente en el foro si merece o no la pena comprarla, os diré que a nosotros sí que nos compensó). El tour lo hacen cada media hora, aproximadamente, desde las 11:00 hasta las 15:00, es en inglés y cuesta $17 para los adultos.

En este pabellón, aparte de la gran cantidad de conciertos y eventos que se celebran durante el año, juegan tres equipos, dos de baloncesto (los New York Knicks, que es el equipo masculino de baloncesto, y las New York Liberty, que es el equipo femenino), y uno de hockey sobre hielo (los New York Rangers). Cuando visitamos nosotros el pabellón tenían puesta la cancha de hockey, y aunque me hubiera gustado más verlo con las canastas puestas, esta tampoco estaba mal.

En el grupo con el que hicimos el tour iban cuatro chavales vascos que con su simpatía y su falta de timidez, hicieron que la visita fuera de lo más amena, pues siempre tenían una frasecita, por supuesto sin cortarse nada, para añadir sus propios comentarios a la explicación del guía durante el recorrido. La verdad es que pasamos un buen rato con sus particulares explicaciones y críticas hacia el guía. Aquí os dejo algunas perlas:

Una de las paradas que se hace en este tour es en una cafetería, con una especie de terraza interior con mesas y una gran pantalla, en la que el guía nos puso un video con la historia del pabellón y nos iba dando sus explicaciones. Al acabar nos levantamos para seguir con la visita, y le comenta un chico a otro:

- El #%&@# viejo este ya podía aprender castellano, cagontó…

Luego nos fuimos a ver los palcos VIP, con todo tipo de comodidades y algunos de los asientos más caros del pabellón, y el guía nos explicaba a quien pertenecían y lo que costaban. Y el comentario de uno de los chicos:

- Yo por ese precio me pillo dos butacas, una para mí y otra para dejar la mochila, con dos coj…

La verdad es que nos reímos bastante con ellos y sus comentarios. Luego nos llevaron a los vestuarios, pero al de las Liberty y al de los Rangers; y aquí nuestra primera decepción, pues no sé por qué no pudimos entrar al de los Knicks, que es realmente el que todo el mundo quiere visitar. Para desviar nuestra atención nos muestra unas inmensas zapatillas, que ahora ni recuerdo de quien eran…

Siguiendo con el recorrido nos muestra un salón para directivos en el que había unos confortables sillones y una pantalla inmensa en una de las paredes, junto con unas repisas en las que les colocan el buffet para picotear durante los partidos.

En uno de los bares que hay en el pabellón vimos un letrero que es cuanto menos curioso y nos llamó la atención, dice:

“El límite por persona son 2 cervezas.
Debes tener más de 21 años y presentar una identificación.
No se vende cerveza ni alcohol una vez que haya empezado el 4º cuarto.”

Esto es literalmente lo que pone, que luego lo cumplan o no ya no lo sé…

Los pasillos que llevan a los vestuarios están llenos de fotografías de jugadores famosos, leyendas como Isiah Thomas, Phil Jackson; así como placas con todos los jugadores que pertenecieron al equipo en cada temporada. Y también tienen expuestos los carteles de los conciertos que ha habido en el Madison a lo largo de su historia, así como los discos de oro y platino de los grandes de la música como Queen, The Doors, Simon & Garfunkel, James Brown, Rolling Stones, etc, etc… incluso nuestro Julio Iglesias, pero destaca de manera especial Elton John, que tiene el record de actuaciones de un artista en solitario en el Madison Square Garden, con nada menos que 60 actuaciones.

Después de más de una hora recorriendo el Madison, finalizamos el tour y el guía nos indica dónde está la tienda, por si queremos ir a dejarnos los dólares y llevarnos alguna camiseta de los Knicks, pero como no entra en nuestros planes, nos vamos al piso, que lo tenemos muy cerquita y dejamos la bolsa con las compras y también aprovechamos para comer algo y reponer fuerzas.

Nuestro siguiente proyecto era visitar el Museo Metropolitano. Sabíamos que es uno de los grandes museos a nivel mundial, y al pasear por sus galerías, sus salas y ver la gran cantidad de tesoros, obras de arte, pinturas y esculturas que alberga te traslada un poco a otras culturas y civilizaciones. Tiene un departamento con una gran colección de arte decorativo estadounidense, recreando cuartos completos totalmente amueblados de un período o diseñador, con vitrales y colecciones de platería y obras de Tiffany & Co, entre otros.

Sin lugar a dudas, este museo merece unas cuantas visitas, es verdaderamente una obra de arte en sí mismo.

Tras unas cuantas horas, damos por terminada nuestra visita a este gran museo, quedando, por supuesto mucho que ver. Y de aquí, a ver la ciudad, mezclándonos con la gente. Bajamos por la 5ª Avenida y mi mujer iba haciendo de guía. La mayoría de las marcas ya las conocía (Chanel, Tiffany, Louis Vuitton, Zara…), pero había otras muchas que nunca había oído hablar de ellas, y era ella la que me iba informando. Los escaparates también son un espectáculo, y parece que cuanto más caro es el producto, más sencillo es el escaparate. Nos encontramos también con la Torre Trump, y como se podía entrar (de 8 de la mañana a 10 de la noche), pues allí nos metimos.

Vaya hall de entrada, de ahí no pasamos, bueno mi mujer aún quiso subir las escaleras mecánicas para tener otra perspectiva desde arriba, con una impresionante lámpara, cascada de agua cayendo por sus paredes de mármol, todo tan increíblemente pulido que te podías mirar en el suelo y paredes… Arriba había gente de postín tomando algo en una terraza, pero claro, ahí te sientes un poco raro de turista; mi mujer dice que para no sentirse un bicho raro, hay que ir vestido para la ocasión; ahí con un traje de cóctel pasas totalmente desapercibido… pero era demasiado lujo para ir en deportivas, mochilas y cámaras de fotos, así que estuvimos poco tiempo por allí y seguimos nuestro camino.

Entre las calles 55 y 56 nos encontramos con la tienda Disney, y para dentro como niños pequeños. Cuando entras en una tienda de este tipo es como si regresaras a tu niñez; ves a Pluto, Goofy, Mickey, Minnie… hasta la bruja de Blancanieves está guapa en esta tienda.

Y un poco más abajo, entre las calles 52 y la 53, está la tienda de la NBA, a la que también había que hacerle una visita.

Aunque no os guste el baloncesto, tenéis que entrar a esta tienda. Todo es espectacular, hasta el punto de que en medio de la tienda tienen un marcador de los que hay en los pabellones, con cuatro pantallas gigantes; todo a lo grande. Luego tienes camisetas de todos los equipos, de todos los jugadores, balones, zapatillas, sudaderas…

En la planta de abajo, a la que se accede por una rampa en espiral (como podéis comprobar, en Nueva York muy pocas tiendas tienen solo una planta, ) tienen 15 balones de baloncesto con la silueta de las manos de varios jugadores, como Steve Nash, Tim Duncan, Kobe Bryant, Shaquille O’Neal, Dirk Nowitzki, y aunque yo mido 1,90 y tengo las manos grandes, cuando las puse en las siluetas, me sobraba balón por todas partes.

Espero que dentro de poco, si no lo tienen ya, aparezca un nuevo balón con la mano de nuestro Pau Gasol.

En unas vitrinas tienen también algunas zapatillas de algunos de estos gigantes, como las del chino Yao Ming, que gasta un 18 (aquí sería un 52); las de Shaquille O’Neal, nada menos que un 22 (un 56 en España); las de Kobe Bryant, con una talla más normal, un 14,5 (un 49 en España). En fin, que la tienda en sí es una atracción, aunque no tengas intención de comprar nada. Y luego en la gran rampa tienen una exposición de retratos y pósters de jugadores, y aquí si que no podía faltar una de Pau Gasol, aunque como podéis comprobar, andan un poco atrasados en esta tienda, ya que lo tenían con la camiseta de los Memphis, cuando hacía ya 7 meses que había fichado por los Lakers…

Seguimos nuestro camino por la 5ª avenida, y volvemos a pasar enfrente de la Catedral de Saint Patrick, que a esa hora de la tarde ofrecía una imagen preciosa, así que aprovechamos para inmortalizar la ocasión.

Y lo mismo hicimos con el Rockefeller Center, al que teníamos unas enormes ganas de subir y que por recomendaciones del foro lo haríamos un poco antes de anochecer, para poder ver desde lo alto como se iba iluminando la ciudad, como se iban encendiendo las luces del Empire State, y eso era algo que teníamos pensado hacer mañana domingo. De momento una foto para el álbum.

Seguimos nuestro camino y llegamos a Times Square, concretamente al cruce de Broadway con la 48th y nos encontramos enfrente de la tienda de m&m’s, con todo su colorido y su enorme panel luminoso. Es increíble lo que pueden dar de sí unas bolitas de chocolate.

Esta es otra de las tiendas que tiene dos pisos, y dentro es el paraíso del merchandising. En el primer piso tienes relojes, platos, tazas, camisetas, calzoncillos, llaveros, gorras, gafas, adornos para Navidad, estatuas de la libertad…, pero el puntazo de la tienda está en el segundo piso. Allí hay un montón de tubos con m&m’s de todos los colores que te puedas imaginar, con distintos rellenos, y solo tienes que poner la mano debajo y coger los que quieras y degustarlos, incluso hay algunas bolsas ya hechas con los colores de las banderas de algunos países. Nosotros nos servimos una buena bolsa variada, para traernos a España. Costaba la libra unos $12. Vimos que alguna gente directamente se metía la bolsa en la mochila sin pasar por caja. Por lo que se veía eran mayoría los que no se pasaban por caja; no hay demasiado control…

Y todavía nos quedaba otra megatienda por visitar (y cuando digo mega no es exageración), Toys ‘R’ us, que está en la esquina de la 44th con Broadway. Después de haber visto la tienda Disney y la FAO creímos que ya habíamos visto las tiendas de juguetes por excelencia, pero cuando entras en Toys ‘R’ us y ves la que tienen allí montada, directamente alucinas. Nada más entrar te encuentras con una noria en la que te puedes montar y ocupa los cuatro pisos de altura que tiene la tienda; sigues paseando y te encuentras con nuestro idolatrado Empire State realizado con piezas de LEGO, y su inseparable King Kong intentando llegar a lo alto; en otra sección, dedicada a Jurassic Park, tienen un dinosaurio enoooorme que se mueve y dice cosas, como por ejemplo:

- Grrrrrr, jaaarrrrr… (pero en inglés)

Y muchas otras escenificaciones de películas… incluso tienen a Superman sujetando un camión para que no aplaste a los visitantes.

Después del “paseo” de hoy, ya teníamos ganas de reponer energías, y además hoy íbamos a comer algo que a mi mujer se le antoja siempre que lo vemos en alguna película, y no es otra cosa que los muslos de pollo rebozados. Así que como al lado de nuestro piso había un Kentucky Fried Chicken (KFC), para allá que nos fuimos a pillar nuestra cena, y como os podéis imaginar no se quedan cortos para nada con las raciones y, aún cogiendo el menú más pequeño te hartas de comer pollo, además viene acompañado de arroz o puré de patata y pan recién hecho.

Nos pegamos una “jartá” de pollo frito y la verdad es que estaba muy bueno; sano seguro que no, pero mi mujer cumplió con creces su antojillo. Y encima nos sentó de maravilla, pues esta fue la primera noche que dormimos de un tirón…

---