![]() ![]() El paraiso si existe y esta en la Polinesia ✏️ Blogs de Oceania
Polinesia, sin duda el mejor viaje hasta ahora...Autor: Mabel Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.7 (37 Votos) Índice del Diario: El paraiso si existe y esta en la Polinesia
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Cuando te planteas este viaje es inevitable que te surja la duda de si realmente merece la pena hacer un viaje tan largo, unos 18.000 KM, para ir a unas islas y estar en la playa. Cuando regresas tienes la certeza de que si merece la pena, absolutamente.
Este viaje fue el regalo que me hizo mi marido por mi 50 cumpleaños por lo que él lo organizo todo, solo sé que lo hizo todo a través de El Corte Ingles. En alguna ocasión habíamos hablado de viajar hasta allí pero de eso hacía ya mucho tiempo y no lo habíamos vuelto a comentar por lo que para mí fue una autentica sorpresa el destino elegido. La Polinesia Francesa, cuya capital es Tahití, está formada por 118 islas y atolones repartidos en 5 archipiélagos. El primer occidental que pasó por allí fue Magallanes en el siglo XVI, aunque enseguida llegaron británicos, holandeses y franceses, que finalmente fueron los que conquistaron las islas. A finales del XIX los franceses consiguieron quedarse con la soberanía completa y lo convirtieron en territorio de ultramar, de forma que el francés se impuso como lengua cooficial con la polinesia, y la población fue convertida al cristianismo, mayoritariamente protestante. Actualmente dependen del gobierno galo aunque gozan de un presidente local y representación diplomática. Nuestro viaje empezó el 29 de julio de 2011 desde Barajas salimos para Los Angeles en un vuelo de iberia de 12 horas de duración, al llegar a L.A. y tras pasar los pertinentes controles de inmigración nos quedo tiempo de sobra para pasear por el aeropuerto, ver algunas tiendas, comer algo y esperar a que saliera nuestro avión de Air Tahití Nui con destino a Tahití. Después del primer vuelo y de las horas de espera estábamos bastante cansados. Esta fue la primera vez que me siento en un avión y me quedo dormida sin enterarme del despegue pero es que estaba tan cansada que me dormí de inmediato ![]() Llegamos a Tahití 8 horas después. Llegar a Tahití produce una intensa sensación de lejanía, de estar en medio de la nada, de estar perdido en medio de un océano afortunadamente bastante pacífico. Al entrar al aeropuerto antes de pasar inmigración nos dieron la bienvenida un grupo de nativos con música típica de estas tierras. Aquí también tuvimos que esperar un buen rato hasta que saliera nuestro avión rumbo a Moorea. Pero por fin tras unos escasos 15 minutos de vuelo llegábamos al PARAISO ![]() Creo que es un viaje demasiado largo, con demasiadas horas de vuelo y de espera en los aeropuertos para hacer en un solo día, pero cuando llegas allí la placidez de Moorea que envuelve al viajero nada más llegar a la isla produce tal sensación de serenidad que el cansancio desaparece de inmediato. En el aeropuerto nos dirigimos al mostrador de nuestra agencia para presentarnos y recoger algo de información, y allí mismo compramos nuestra primera excursión, un recorrido por el interior de la isla en 4X4. En ese mismo momento conocimos también a una pareja de españoles en luna de miel con la que coincidimos en varias ocasiones. Una vez recogidas las maletas nos subimos a un autobús que nos llevo en apenas unos minutos a nuestro hotel, el Sofitel Moorea. En recepción nos dan la bienvenida con un delicioso zumo de futas, unas toallitas refrescantes y un collar de flores que olía increíblemente bien. Rodear el cuello del recién llegado con guirnaldas de flores es la forma tradicional que tienen los polinesios de dar la bienvenida. También al despedirse lo hacen, pero con collares de conchas. Tengo que señalar que durante toda nuestra estancia en este hotel el trato del personal fue de primera, eran todos muy atentos y encantadores, siempre te respondían con una amable sonrisa. Mientras que toman nuestros datos nos hablan de las excursiones que podíamos hacer y nos decidimos por hacer un tour alrededor de la isla en moto acuática para bañarnos con los tiburones y las rayas. Lástima que hasta las 2 del mediodía no tenían disponible nuestra habitación. Pero como llevamos los trajes de baño en el equipaje de mano nos cambiamos en uno de los cuartos de baño que hay justo al lado de recepción y nos vamos a la playa del hotel hasta que esté lista nuestra habitación. Las primeras imágenes del hotel y de su playa ya nos dejan maravillados ![]() ![]() Lo único malo que tiene esta playa, Playa de Temae, es que el sol se pone por detrás de las montañas que están detrás del hotel, y esto hace que a las 4 de la tarde desaparezca el sol. A pesar de que el hotel estaba lleno en la playa hay muchas tumbonas libres y espacio donde ponernos a tomar el sol y tomar nuestro primer bañito a la espera de que nos den las llaves de nuestro Overwater. El hotel dispone de muchos tipos de habitaciones. Todos ellos son bungalows individuales de aspecto rústico, los hay con vista al jardín, a la playa o sobre el agua llamados overwaters, el nuestro era uno de estos. ![]() ![]() A las dos nos fuimos a recepción, de nuevo, y por fin nos entregan las llaves de nuestra habitación, la 119, uno de los últimos OW, desde el que las vistas de Tahití, de la barrera de coral y de la laguna eran impresionantes. Claro que la habitación no desmerecía para nada el entorno, nos pareció preciosa y muy cómoda, realmente te dan ganas de no salir de ella. Por ser el primer día teníamos fruta fresca y por la noche nos pusieron macarons. ![]() 3.bp.blogspot.com/ ...3%25B1.jpg ![]() Con la puesta del sol nos fuimos hacia nuestra habitación para arreglarnos para la cena. Nosotros teníamos contratada la media pensión (me da la impresión que como casi todos los huéspedes del hotel) que incluía el desayuno y la cena, sin bebidas, en el restaurante Pure que era tipo bufet, no tenia excesiva variedad pero estaba bien, cada noche ofrecían un tipo de comida diferente, italiana, oriental, etc., sin duda lo mejor era la situación del restaurante en una terraza con luz tenue y viendo al fondo la isla de Tahití, sencillamente espectacular. Al llegar al restaurante cada noche la camarera que te lleva hasta tu mesa te ofrece una flor de Tiare. Allí tanto los hombres como las mujeres polinesios se adornan poniéndose esta flor en la oreja y según en qué oreja te pongas la flor, derecha o izquierda, significa si estas comprometido o no. Creo que en la izquierda es que estabas comprometido. Cada noche a las 7´30 en el restaurante ofrecían un espectáculo Polinesio que siempre era diferente y que estaba muy bien por lo que reservábamos mesa siempre a esa hora para cenar mientras veíamos el espectáculo. El hotel contaba además con un bar, The Vue, y otro restaurante llamado “K”, en el que tenias que pagar un suplemento de 35€ por persona y cena si tenias contratada la media pensión, este restaurante era mucho mas romántico y reservamos para cenar una noche allí. ![]() Después de la cena y el espectáculo nos fuimos a la cama porque aun arrastrábamos los efectos del jet-lag. A la mañana siguiente nos despertamos antes de que amaneciera, no es fácil acostumbrarse al cambio de hora, pero gracias a eso hemos disfrutado de unos amaneceres de película desde la plataforma de nuestro OW ![]() Tomar un café (hecho con la Nespresso que teníamos en la habitación) mientras tumbados en nuestras hamacas veíamos esos espectaculares amaneceres, mirar cada amanecer hacia el horizonte sin que nada ni nadie se interponga es una de las sensaciones mas maravillosas de este viaje ![]() ![]() Tras el maravilloso espectáculo que la naturaleza nos había brindado nos vestimos y nos fuimos a desayunar al bufet. Una vez acomodados en nuestra mesa siempre nos traían además del café con leche panes y cruasanes, estos últimos de hojaldre extraordinario. En el bufet tienen más o menos de todo, fruta, cereales, algo de bollería, quesos, fiambres y huevos que te hacían en el momento fritos o en tortilla. Pero lo mejor del desayuno son las vistas de la playa con Tahití al fondo, el desayunar escuchando las olas de la laguna, con una temperatura agradable y observando a un lado el Pacífico con Tahití al fondo y a otro lado la frondosa vegetación de Moorea ![]() El interior de la isla, con pendientes muy pronunciadas, esta todo cubierto con un tupido manto verde formado por todo tipo de enredaderas que incluso cubren los arboles, te sientes realmente en el paraíso. La carretera que de adentra hacia el interior de la isla es bastante escarpada por lo que solo se puede acceder a ella con 4x4. En primer lugar nos dirigimos hacia la montaña mágica, 1000 m. de altura, a través de un camino bastante empinado que no habríamos podido subir si no hubiéramos ido en un 4X4, incluso los últimos metros los tuvimos que hacer andando porque prácticamente no había ni camino, pero las vistas desde el mirador merecían la pena el esfuerzo ![]() ![]() ![]() ![]() De allí nos dirigimos al Beldevere, hasta un mirador desde el que las vistas que pudimos contemplar son magnificas con, en un primer plano las dos bahías, la de Cook y la de Opunohu, separadas por el majestuoso Rotui, de 900 metros de altura, y todo el conjunto montañoso de Moorea y mas allá la isla de Tahiti. Sin duda alguna es uno de los mas bellos paisajes del Pacifico ![]() ![]() Cuando llegamos al hotel decidimos irnos a nuestra habitación a comer algo de lo que habíamos comprado, y darnos un bañito recorriendo nuestro personal y solitario dominio situado debajo de nuestra cabaña. Es realmente un placer sumergirse en las limpias, cálidas y siempre tranquilas aguas de la laguna y nadar persiguiendo a los peces de diferentes colores y tamaños hasta sus escondites entre los corales o dando de comer a pequeñas bandadas de peces plateados que vivían justo debajo de nuestra cabaña y que aparecían en cuanto sacábamos algo de pan. El baño y la excursión de la mañana nos dejo bastante cansados por lo que nos quedamos dormidos y al despertar nos dimos cuenta que ya era casi de noche, por lo que nos dimos una ducha y nos arreglamos rápidamente para irnos a cenar y poder ver el espectáculo de esa noche. Después de cenar nos fuimos a dormir para estar descansados al día siguiente y poder seguir disfrutando de todo lo que nos rodeaba. Al día siguiente, tras disfrutar de otro maravilloso amanecer desde la plataforma de nuestra cabaña y de desayunar en el buffet del hotel, nos preparamos para nuestra siguiente excursión. Como en todas las excursiones que hicimos nuestro guía paso por la recepción del hotel a buscarnos y nos llevo en un jeep hasta un hotel cercano al nuestro para coger allí las motos acuáticas en las que íbamos a dar la vuelta a la isla y a bañarnos con los tiburones y las mantas ![]() ![]() A lo largo de la excursión fuimos parando en diferentes lugares para poder contemplar las impresionantes bahías, la tranquilidad de sus aguas, el verdor que las rodea y los impresionantes picos que coronan la isla. Pronto llegamos al lugar elegido por nuestro guía para nuestro baño con las mantas, fondeamos en un lugar poco profundo, donde hacíamos pie, el agua de un color turquesa intenso y tan transparente que podía verse perfectamente el fondo. El guía empezó a echar al agua algo de pescado que levaba en una bolsa y enseguida varias mantas rayas se nos acercaron ![]() ![]() ![]() Dejamos las motos en el mismo lugar que las habíamos cogido y nos llevaron de nuevo hasta nuestro hotel. Decidimos descansar algo en la habitación después de las emociones vividas con los tiburones y las rayas y comimos algo de lo que habíamos comprado el día antes en el súper. A la hora de comer no solíamos comer demasiado ya que desayunábamos siempre más de lo que estamos acostumbrados y por eso no teníamos demasiada hambre y además allí se cena bastante pronto. Decidimos quedarnos en la habitación y pasar el resto del día tomando el sol y bañándonos en nuestro OW. Al ponerse el sol nos arreglamos y nos fuimos a cenar al otro restaurante que tiene el Hotel y en el que aun no habíamos estado. El restaurante K, no es tipo buffet y hay que pagar un recargo si tienes contratada la media pensión ![]() ![]() Después de cenar dimos un paseíto por los jardines del hotel hasta llegar a nuestra habitación. Al día siguiente, la misma maravillosa rutina de todos los amaneceres, despertarnos justo antes de que saliera el sol y con nuestro café en la mano acomodarnos en las hamacas de la plataforma del OW para contemplar el amanecer. Ese día decidimos quedarnos a pasar el día en el hotel y disfrutar de las actividades gratuitas que te ofrecen. Después de desayunar nos decidimos por dar un paseo en canoa por la laguna alrededor de nuestro hotel. El agua estaba tan transparente que la canoa parecía que flotara sobre la nada ![]() ![]() Por la tarde nos fuimos a la playa a tomar el sol, aunque se está fenomenal en el OW, a veces también apetece estar rodeado de gente, aunque en la playa había siempre tan poca gente que en ningún momento se sentía agobio. Al llegar vimos que había preparado algún festejo delante del restaurante donde habíamos cenado la noche anterior, enseguida nos dimos cuenta que se iba a celebrar una boda, por lo que nos situamos en un sitio cercano a donde se iba a celebrar la boda para no perdernos ni un detalle. ![]() ![]() Después de nuestro cotidiano paseo, al acabar la cena, nos fuimos a dormir. El amanecer de nuestro ultimo día en Moorea fue un poquillo triste porque nos tocaba despedirnos de ese trocito de paraíso del que habíamos disfrutamos esos cuatro días. Aunque se atenuaba con la esperanza de encontrar algo parecido o mejor en Bora-Bora. Ese día el desayuno fue mucho mas relajado, tomándonos todo con mas calma, como queriendo atrasar el momento de la partida. La noche antes nos habían dejado una carta en la habitación anunciándonos a qué hora teníamos que dejar la habitación, a qué hora pasarían a recoger las maletas y cuando debíamos estar preparados para que nos recogieran para ir al aeropuerto. Así que no nos quedaba otra que ir a preparar nuestras maletas para cuando vinieran a buscarlas. Decidimos quedarnos en la habitación, bañándonos y tomando el sol, hasta la12, que era cuando teníamos que dejarla libre. Aprovechamos para despedirnos de los peces que habían compartido con nosotros su pequeño paraíso y que en cuanto nos veían acudían a nuestro alrededor buscando los trozos de pan que les llevábamos todos los días. ![]() ![]() ![]() ![]()
BORA –BORA
El vuelo hacia Bora-Bora dura algo menos de una hora, a pesar de que hizo una parada en Raiatea, para que subieran y bajaran viajeros. Al despegar pudimos ver desde el aire las dos maravillosas bahías de Cook y Opunohu, que habíamos tenido ya ocasión de verlas desde el interior de la isla, desde cualquiera de las perspectivas que se contemplen resultan impresionantes. ![]() Bora-Bora es un atolón, de unos 30 kilómetros de circunferencia, con fama de ser una de las islas más bonitas de la tierra. Está rodeada de una laguna de aguas turquesas y cristalinas que permiten ver con claridad todos los pececillos que en ella habitan, y de la barrera de coral que hace que estas aguas sean realmente tranquilas y que sus playas tengan una arena blanquísima y muy fina. En el centro de la laguna, con sus dos picos más altos, el Pahia de 661 metros y el Otemanu con 727 metros, se encuentra la isla principal, la más grande de Bora Bora, 9 km de largo y 4 de ancho, en ella se hallan los pueblos más importantes y la capital Vaitape, una pequeña población pesquera de casitas bajas. Esta isla principal se encuentra rodeada de motus, pequeñas islas unidas a la barrera de coral, donde se ubican los mejores hoteles. El aeropuerto de Bora-Bora, bullicioso y concurrido, se encuentra en el motu Mute. Al llegar nos recibe una chica ataviada con el típico pareo y los collares de flores de bienvenida. Enseguida nos acompaña hasta la lancha que nos llevaría hasta el Hotel Meridien, situado en el motu Tupe, que será nuestro hotel en Bora-Bora, en algo menos de 30 minutos, aunque antes tendremos que esperar a algunos clientes más que estaban a punto de llegar. El hotel cuenta con 100 habitaciones, 80 de ellas son overwater situadas sobre la laguna y con vistas al monte Otemanu. Por fin llegamos a nuestro hotel ubicado entre playas paradisiacas de aguas transparentes y arena blanca coralina bordeada de cocoteros. La laguna en esta parte de la isla es poco profunda y muy tranquila, su color varía en función de la profundidad oscureciéndose bruscamente en la zona central de la laguna. El hotel Meridien fue el primer hotel de lujo que se construyo en esta isla, al ser el primero tuvo la oportunidad de elegir la mejor ubicación, está situado probablemente en una de las zonas más bellas de la laguna. Al llegar al puerto del hotel nos estaban esperando para llevarnos hasta recepción con un cochecito como los del golf, las distancias son tan grandes que se hace necesario ![]() Nuestra habitación era preciosa, algo más pequeña que la de Moorea pero perfectamente decorada con maderas nobles, ventanas tipo persiana, techos de paja y telas de tonos tierra que hacían que te sintieras en un auténtico ambiente polinesio ![]() ![]() ![]() Después de descubrir cada rincón de nuestra habitación salimos a la terraza, donde las vistas de la laguna, que con la puesta de sol se empezaba a cubrir de tonos dorados, y del Otemanu, que se erigía ante nosotros coronado de nubes, nos dejo sin palabras ![]() Tras deshacer las maletas, asearnos y ponernos guapos nos fuimos de nuevo hacia el edificio principal en busca del comedor ya que no habíamos comido demasiado y el hambre apretaba. En este hotel también teníamos contratada la media pensión, que incluye dos botellitas de agua en la cena. El restaurante era tipo buffet, era bastante grande con una parte cubierta y otra en el jardín alrededor de la piscina. La comida era bastante variada, cada noche estaba dedicada a una parte del mundo: italiana, oriental, etc., y la calidad no estaba mal para tratarse de un buffet. También se podía comer a la carta en un restaurante anexo reservando antes. Después de la cena nos fuimos dando un paseo hasta nuestro OW, cruzando la playa, a pesar de que había muy poca iluminación pero era un paseo muy agradable y ayudaba para bajar la cena. A la mañana siguiente, después de desayunar, nos pasamos por el mostrador de reserva de excursiones para ver que nos ofrecían y elegir alguna excursión. Al final nos decantamos por tres, una por el interior de la isla, otra para alimentar las mantas rayas y los tiburones y la ultima para dar una vuelta completa a la isla en moto de agua. Al salir nos dimos cuenta que al lado estaba la sala de Internet y que este era gratuito por lo que aprovechamos para hablar con nuestros hijos un ratito por el skype. De camino hacia nuestra habitación pasamos por el lagunario de las tortugas, ya que este hotel participa en un proyecto de protección de tortugas para facilitar su reproducción. Se encuentran en la laguna interior del hotel en la que se puede nadar y hacer snorckling rodeado de gran variedad de peces tropicales y sobre todo de las impresionantes tortugas marinas, que con mucha curiosidad se acercan a los bañistas hasta el punto de poder tocarlas ![]() Todos los días, a las 10.30 de la mañana, una de las cuidadoras les da de comer y va explicando todo lo relacionado con estos animalitos: su forma de vida, su alimentación, etc., el único pero es que toda la explicación era en francés e ingles ![]() ![]() ![]() Al anochecer, cuando los últimos rayos de sol teñían las nubes de tonos anaranjados, cansados tras un intenso día de playa decidimos volver a la habitación para prepararnos para la cena. Como cada noche, en el paseo de regreso a nuestra habitación, nos sorprendía ver el cielo plagado de miles de estrellas que hasta entonces ni imaginábamos que pudiesen existir. A la mañana siguiente, al igual que todas las mañanas nos despertábamos con los primeros rayos del sol. Aunque en Bora-Bora, debido a la orientación oeste de nuestra habitación, no podíamos ver la salida del sol eso no nos desanimaba a salir a la terraza y ver como la luz del sol inundaba cada rincón de nuestro paraíso particular. Nos esperaba un día muy completo ya que teníamos programadas dos excursiones, por la mañana dar una vuelta a la isla por el interior y a mediodía también dar la vuelta completa pero en moto acuática por la laguna. Por lo que teníamos que recargar nuestras energías con un buen desayuno, al llegar al restaurante nos sorprendió muy agradablemente cuando nos ofrecieron estos sillones tan idílicos mirando al mar, cualquier desayuno en esas circunstancias os aseguro que es inigualable ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Sobre la colina, subiendo por una pendiente increíble, llegamos a un lugar donde encontramos antiguas piezas de artillería del ejército norteamericano completamente oxidadas que, desde la segunda guerra mundial, apuntaban hacia el mar, mostrándonos nuevamente las diferentes y maravillosas tonalidades de la bahía ![]() ![]() ![]() La siguiente parada fue en una casa donde vendían pareos hechos a mano, que hacían ellos mismos siguiendo un método tradicional que hace que cada pareo sea único y diferente ![]() Nos mostraron como los hacían e incluso nos dejaron colaborar en su ejecución. Además eran mucho mas baratos que los que habíamos visto hasta entonces por lo que compre algunos y fueron muy amables regalándonos unas conchas y un bolso hecho con hojas de palmera. ![]() ![]() Al llegar nos dirigimos hasta nuestra habitación para cambiarnos de ropa y prepararnos para nuestra siguiente excursión del día, esta vez en moto acuática. En la playa del hotel nos esperaba ya Nicolás, un argentino encantador que iba a ser nuestro guía. En total éramos tres parejas y el guía, que nos fue guiando alrededor de la isla central dándole una vuelta completa y parando en algunos lugares para apreciar mejor las maravillosas vistas tanto de la isla como de los motus y explicando todo aquello que íbamos viendo: el primer hotel que se construyo en la isla que disponía de ovwewaters, pero que tristemente estaba cerrado ya que no había podido soportar la competencia de otros hoteles. ![]() ![]() ![]() ![]() Al día siguiente nos esperaba otra excursión maravillosa, quizás la que mas, y sin duda desde luego fue la mas excitante ya que no siempre una se baña con tiburones en mar abierto. A pesar de que sabía perfectamente que estos tiburones no atacan a humanos cuando lo ves allí nadando cerca de ti en esas aguas tan profundas te sientes absolutamente indefensa y el miedo no se puede reprimir. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos. Como todos los días nos levantamos prontito y después de desayunar esperábamos ansiosos que empezara la excursión. A la hora indicada nos fuimos hacia el embarcadero y vimos que ya había llegado la lancha en la que íbamos a salir al mar y que nos estaba esperando y a algunos clientes mas del hotel, entre ellos otra pareja española que hasta ese momento no habíamos conocido. En cuanto estuvimos todos nuestro guía se presento y enseguida zarpamos rumbo a la aventura. El guía era un tipo muy peculiar, a pasar de qué hablaba ingles y yo le entendía a medias nos reímos un montón con él, era nativo de la isla, iba vestido con taparrabos, con el que incluso se bañaba en el mar, y nos amenizo toda la excursión tocando el ukelele y cantando canciones. Al primer lugar al que nos dirigimos estaba fuera de la laguna, ósea al otro lado de la barrera de coral, y eso ya imponía un poquito. Resultó excitante atravesar la barrera de coral, dejar atrás las transparentes y apacibles aguas color turquesa de la laguna y encontrarnos en el océano mucho más oscuro, emocionante e impredecible. Al llegar al sitio elegido por el guía, y en el que ya habían otros barcos, anclo la barca y tras prepararse poniéndose, según el repelente de tiburones, luego descubrimos que era protector solar, y recolocarse el taparrabos para no perderlo en el agua, comenzó a tirar al mar pescado para atraer a los tiburones que no se hicieron esperar. Los más valientes, junto con el guía se lanzaron al agua enseguida, y entre ellos mi marido ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Cuando acabo la excursión de vuelta a nuestro hotel cogimos una típica canoa polinesia, de las que ofrecían en el hotel gratuitamente, y dimos una vuelta por la laguna sin alejarnos demasiado del hotel. Esa tarde iba a ser la última que pasábamos en Bora Bora y no queríamos irnos sin volver a disfrutar un ratito de su maravillosa playa, mientras disfrutábamos de los últimos rayos del sol pudimos ser testigos en primera línea de una boda de unos canadienses a los que acompañaban sus 5 hijos, dos del y tres de ella, la verdad es que fue una boda preciosa y muy emotiva hasta para los que nos lo conocíamos de nada ![]() A la mañana siguiente recoger todas nuestras cosas, hacer las maletas, el último desayuno y espera a que vinieran a buscarnos para volar hacia Tahiti. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.7 (37 Votos)
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