MILÁN Y SICILIA 16 AL 24 DE ABRIL DE 2011 ✏️ Blogs de Italia

A veces el destino hace que nuestros planes se vayan al carajo. Otra vez curioseo los carteles detrás de la puerta… ¡Ay, madre! Si hubiera prestado más atención ayer, hoy habríamos tenido un buen día. Habíamos aparcado el coche en Viale Regina Elena, cerca del apartamento (es el paseo del muelle), en zona de parquímetros, con horario desde las 08:00, así que habíamos decidido que según íbamos a desayunar pasaríamos por el coche a poner un ticket… ¡Pues mira qué bien, que nos lo vamos a ahorrar!… Veo en los papelillos estos que el coche está en zona de grúa… Bajamos a comprobar y efectivamente… no hay ni un coche, incluido el nuestro. Por lo visto limpian cada lado de la calle en días alternos y se llevan todos los coches aparcados por la noche del lado que toca.
Pedimos ayuda en recepción y nos atienden fabulosamente (no hemos sido los primeros pringaos… pero espero que seamos los últimos si leéis esto). Nos dicen que vayamos a desayunar (por cierto, hoy el desayuno más temprano nos ofrece zumo natural de naranja y alguna cosita, como queso Philadelphia, que ayer ya se había terminado), que llamarán para averiguar en qué deposito de grúas está, luego nos pedirán un taxi para ir al depósito a retirarlo… previo pago a la grúa y luego, a la policía municipal para pagar la multa y que no lo notifiquen a la empresa de alquiler que además de la multa, te cobran gastos de gestión … Esperamos un montón, entran varias personas, como nosotros, con el papelito rosa en la mano y vamos esperando nuestro turno para pagar. Cada uno que va pasando tarda un buen rato en salir… ¿qué hacen dentro? Cuando nos toca a nosotros solo nos lleva tres minutos pagar, nos hacemos una idea de lo que debe ocurrir: los sicilianos deben de cumplir con algún curioso ritual “Signore capitano, quíteme la multa que io no queria parcare qui”… no les debe funcionar muy bien porque todos salen cerrando la cartera, nosotros no queremos perder ni un minuto y la cara de pocos amigos del “capitano” hace que paguemos ipso facto sin llorar ni un poco … Total que hemos empezado la mañana con un gasto inesperado entre taxi, grúa y multa de 89€, y 2 horas perdidas. Ir hoy a Agrigento y el Valle de los Templos con las paradas previstas por el camino, se antoja difícil, así que los planes se cambian y decidimos hacer la excursión hacia el sur: “la de las 3 Ms”: Mozia, Marsala y Mazara del Vallo, cada una con una joya arqueológica que mostrar a quienes las visiten.
Antes de salir de Trapani compramos pan y agua en un supermercado pero ese pan plastificado de súper terminará en la basura porque un poco más allá descubrimos “Panificio Olimpia” (Via Fardella 308 de Trapani), y allí compraremos siempre nuestros panes y bollos.
Llegamos a la Reserva dello Stagnone, con su museo de las Salinas. La visita al museo (dentro de un molino) y las salinas son 6€, el barco “Mozia Line” (5 minutos) a la isla de Mozia 5€ y la entrada a las ruinas y museo de Mozia, 9€. Hábilmente, no se anuncia el precio de la entrada a la isla aunque sí te avisan que tendrás que pagarla. La sorpresa llega cuando has pagado el barco para llegar y te piden otros 9€…
Decidimos que las salinas y su molino nos los saltamos, nos limitamos a verlas “desde fuera”, que se puede perfectamente, solo te pierdes entrar en el museo y caminar entre ellas. Es que ya llevamos un día fino, así que nos conformamos con pagar 14€ cada uno para poder ver las ruinas fenicias de Mozia (o Mothya o Mozya) y el museo Whitaker con la magnífica escultura “El joven de Mozia”, la primera joya arqueológica del día.
Whitaker, sobrino de un magnate del vino de Marsala, como aficionado a la arqueología (en esto nos parecemos mucho) se compró la isla de Mozia (en esto solo nos parecemos en querer tener nuestro propio yacimiento arqueológico, nos distinguimos en que él cumplió su sueño y yo sigo soñando) y se construyó una mansión mientras excavaba. El museo está instalado en la mansión. Sinceramente, el paseo por el museo y por la isla visitando las ruinas desperdigadas entre cultivos de vid y olivo a tu ritmo merece totalmente la pena. Es muy agradable y bastante relajante si el tiempo acompaña, como ha sido nuestro caso (supongo que en verano el calor será asfixiante, y no los 20º de que hemos disfrutado hoy)… La tranquilidad sólo la interrumpen los cazas del cercano aeropuerto de Birgi de maniobras en Libia. Lo único malo es el elevado precio que conlleva el barco+entrada. A destacar la “primera autopista” de la historia que unía la pequeña isla de Mozia desde su puerta norte con la isla de Sicilia. Hoy se encuentra a 1 m por debajo del nivel del mar (Se ve perfectamente en el Google Earth).
Al pasar junto a la casa de los mosaicos vemos llegar el barco, corremos al muelle pero lo perdemos.
Al llegar al muelle llega otro barquito (no se le puede llamar ferry) al que intentamos subir pero nos dicen que ese no es el nuestro, que el nuestro pasa cada media hora, que este es de otra línea de botes que lleva a la isla desde otro lugar. Desconocemos de dónde y su precio. Así que a esperar un rato. Menos mal que nos han informado porque si nos metemos en el barco este y nos dejan en un lugar distinto a dónde está el coche y no lo vemos otra vez, nos da un yuyu allí mismo. Mientras esperábamos, nos hemos dado cuenta que, a la llegada del bote, el de la taquilla se asoma para que no se le escape ni uno de los turistas que llegan si pasar por caja.
Segunda M: continuamos hacia el sur y llegamos a Marsala: su catedral, sus callejuelas… buscamos la zona arqueológica y el museo pero están cerrados, así que nos perdemos la segunda de las joyas escondidas en esta zona de Sicilia: los restos de un barco fenicio (según las fotocopias que conservamos, restos bastante escasos pero que me apetecía mucho ver, mi chico me sigue sin queja por los restos arqueológicos del mundo con una paciencia infinita aunque lo que veamos sean “cuatro piedras” o como en este caso, que serían “cuatro tablas”). La ciudad nos ha gustado en sí misma. También estaba cerrado el complejo monumental de San Pietro.
Vamos a por la última M: Mazara del Vallo que esconde una figura de un sátiro danzante en su propio museo (una antigua iglesia). No encontramos el museo ni la escultura… Tampoco hacemos mucho empeño puesto que ya es tarde y casi seguro que está cerrado, así que nos limitamos a dar un paseo por el pueblo y nos gusta la plaza donde está la catedral que está cerrada por la hora. Sin embargo, hoy Mazara del Vallo nos ha ofrecido una agradable sorpresa que es una de esas cosas que te ocurren cuando hablas con las gentes del lugar: hemos preguntado por la plaza donde está el museo del sátiro a un señor y nos ha dicho que él nos iba a enseñar otra cosa muy bonita, le hemos seguido y ante nuestra sorpresa, ha abierto con su propia llave una iglesia (San Francesco) y ante nuestros ojos ha aparecido otra joya que no está en las guías de viaje, seguramente esa iglesia está siempre cerrada a cal y canto y ningún escritor de guías la conoce o al menos no imagina que tan triste exterior esconda tal desmesura rococó, tal fiesta de esculturas barrocas prácticamente superpuestas unas a otras con unos maravillosos frescos en la bóveda. Estuvimos dentro solo 5 minutos pero lo disfrutamos muchísimo. Fue la mejor sorpresa del día.
Después cenamos nuestra segunda pizza en “La Scrocchiarella” en Corso Vittorio Veneto, 140 de Mazara: dos pizzas pequeñas en horno de leña, porque las grandes son gigantes, con agua grande, las devoramos mientras la camarera mata las moscas con una raqueta electrificada. 13€. Como a mí me sobra un buen trozo pedimos una caja y nos la llevamos, mi chico la despachará mañana.
Por menos de 2€ compramos un poco de fruta y unos tomates para acompañar a nuestro jamón ibérico (que en días posteriores combinaremos con el exquisito pan siciliano y el fino aceite de oliva italiano para conseguir unos bocadillos de gourmet).
…Y para el apartamento que mañana toca un día duro… eso sí a ver dónde dejamos el coche, que mañana tiene que estar en el mismo sitio.
Me he quemado la cara y los antebrazos, imprescindible la crema solar incluso en abril.

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Todo bien. El coche sigue en su sitio. Después del desayuno tenemos previsto salir para Agrigento con varias paradas por el camino (Cueva de Cusa en Tre Fontane, Caltabellota, Eraclea Minoa, Scala dei Turchi –se pronuncia “Turqui”-, Agrigento y Valle de los Templos).
Sobre el mapa situamos la Cueva de Cusa cerca de Selinunte y cambiamos el plan: lo dejamos para el día de la visita a Selinunte y salimos directamente para Caltabellota.
Antes de salir de Trapani paramos en nuestra pasticceria que, como siempre, ofrece un espectacular mostrador de panes de distintos tipos, así como bollos. Compro dos barras de tipos distintos de pan, una caerá por el camino con los bollos, la otra para los bocadillos que comeremos hoy.
Caltabellota en un pueblecito en cuesta, situado en un lugar privilegiado, a los pies de un picacho. Destacan los restos de un castillo normando, su catedral del S. XI (con una cubierta de madera sustituyendo la bóveda de piedra perdida en algún momento de la historia… terremotos, bombardeos… ¿quién sabe?) y entre ambos una iglesita románica muy cuca (San Salvatore).
Se puede aparcar en la parte alta, donde están los tres monumentos. La intrincada carretera a y desde el pueblo nos ha ofrecido paisajes maravillosos todo el camino que nos han obligado a parar una vez y otra. Según vamos hacia el sur van surgiendo los naranjales de Ribera.
El siguiente destino: Eraclea Minoa, ruinas griegas por 4€. Queda francamente poco: un teatro de arenisca muy deteriorado y protegido por una estructura de plástico que prácticamente impide verlo desde arriba y algunas casas con restos de estucados. Es lo más destacable. Sin embargo la ubicación es espectacular junto a la playa del mismo nombre.
Mi chico dice que vayamos a darnos un bañito y aunque no hay nadie en el agua, nosotros le echamos valor y nos metemos dentro… (Tengo que confesar que yo sólo después de hacer los más variopintos aspavientos porque el agua, aunque mediterránea, tiende a estar fría. Luego mejora).
Pasamos una horita de relax entre agua y arena y entretenidos con un “pescador” que pesca con un armazón de madera que arrastra con un cordel andando a lo largo de la playa. No debía tener mucha confianza en que pescaría algo porque cuando atrapa un pez no tiene donde guardarlo y al final se lo mete en un bolsillo del vaquero. Yo siempre llevo bolsas para recoger arena de playa (hago colección), así que mi chico le da una, aunque yo creo que a esas alturas el olor a pescado en sus ropas ya no lo quita nadie.
Una vez quitados los bañadores mojados y vestidos de nuevo, continuamos camino hacia la Scala dei Turchi pasando por Realmonte donde solo paramos para preguntar el camino a la Scala. ¡Qué gente tan amable! Dos señores (uno dentro de su coche y otro desde fuera) nos indican, pero al final el que está dentro dice que le sigamos y nos lleva hasta un punto desde donde se tiene una increíble vista de la Scala dei Turchi.
Luego nos explica como bajar. Le agradecemos su gran amabilidad y decidimos quedarnos con la vista panorámica y no bajar, para poder llegar al Valle de los Templos. No hemos comido todavía y ya deben ser las 16:30 horas.
Llegamos al Valle de los Templos y aparcamos junto a la Tumba de Terón, debajo del Templo de Hércules.
La carretera divide en dos el valle: según las fotocopias que tenemos, la parte occidental del valle cierra a las 19:00 y la parte oriental a las 22:00. Así que sacamos las entradas (10€/persona, pero hay una exposición de esculturas en bronce del escultor Mito Raj y nos obligan a pagar 1€ más por barba, así que al final 11€.
Puede que la exposición sea interesante pero realmente no hemos venido a ver esas esculturas –exposición que por cierto ya estuvo en Madrid y que se podía visitar gratuitamente el año pasado- es más, en algunos casos, nos impiden ver los templos con perspectiva porque algunas las han colocado delante de los mismos. Y dura hasta noviembre de este año, así que los que vayáis este veranito os las encontrareis allí.
Pues las fotocopias se equivocan, sacamos las entradas a las 17:00 pero todo cierra a las 19:00.
Así que solo tenemos dos horas. Empezamos por la parte occidental: el Templo de Zeus Olímpico con sus gigantescos Telamones tumbados en el suelo, como si descansaran de su pesado trabajo de siglos sosteniendo la techumbre del templo, luego nos acercamos al templo de Cástor y Pólux y su entorno, donde nos quedamos un buen rato.
Cruzamos la carretera para pasar de nuevo por delante de la taquilla y, pasado el torno con el mismo ticket, entrar en la parte oriental del conjunto… nos regodeamos en cada uno de los templos…: Primero el de Hércules, luego el de la Concordia, en perfecto estado y al final de la Vía Sacra, el de Hera. Siempre que visito ruinas arqueológicas trato de imaginar cómo era el lugar en su época de esplendor… impresiona ahora por el buen estado de algunos de los templos, así que en su momento debía ser alucinante. También hay unas catacumbas y un museo arqueológico pero no tenemos tiempo para ellos.
El paseo se ralentiza delante de cada uno de ellos, las cámaras echan humo, no hay perspectiva que quede sin fotografiar. Los olivos rodean los templos y la ciudad de Agrigento y no podemos evitar rememorar el Monte de los Olivos de Jerusalén. La hora es ideal, el sol está bajando y aunque la temperatura ha sido muy agradable durante todo el día, ahora incluso mejora, la luz del atardecer aumenta la fotogenia de los templos… en verano debe de ser horrible. Creo que la primavera es ideal para la visita.
Aunque la hora de cierre era las 19:00, sigue subiendo gente mientras nosotros bajamos… y ya son las 19:30. Cuando llegamos a la salida echan el cierre y ya no entra nadie, excepto un grupo de cinco adolescentes, que muy agitados, discuten con el personal. Por fin les vemos entrar corriendo, posiblemente han olvidado algo dentro del recinto. Su autocar, repleto de sus compañeros les espera.
Ha sido muy tranquilo y relajante, había turistas, pero no tantos como yo esperaba, supongo que por la hora tardía a la que hemos llegado y porque es primavera. Posiblemente, por la mañana esté atestado de grupos y seguramente en verano, a pesar del calor, será un río continuo de turistas arriba y abajo.

Una vez finalizada la visita, bocata de pan y tomates sicilianos con jamón ibérico… ¡Menuda combinación! Ya son las 20:00, buena hora para comer-merendar-cenar. Mientras preparamos y comemos el bocadillo vemos a los cinco adolescentes que vuelven y suben al autocar. Se van. Poco después aparecen cinco turistas con la ilusa intención de entrar a los templos… cuando se dan cuenta de que ya está cerrado se dan la vuelta. Los últimos repartidores de propaganda de restaurantes se van ante la ya inexistencia de turistas.
Cuando llegamos al coche ya es de noche y han iluminado los templos: el de Hércules y la tumba de Terón, con luz blanca, quedan bien, pero el de la Concordia, con los colores de la bandera italiana, queda un poco “raro”…

Entre los tutes turísticos que nos damos y las comidas que nos saltamos estamos haciendo una “operación bikini” estupenda de cara al verano.

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El plan para hoy también es completito: Segesta, algún pueblecito, Cueva Cusa (Tre Fontane, traspasada de ayer) y Selinunte. Así que otra vez a las 07:00 arriba. A las 08:00 ponemos el ticket del parquímetro para dos horas en el coche, preferimos que nos sobre tiempo en el ticket para ir sobre seguro, así no tenemos que estar pendientes. Desayunamos y pasamos a recoger nuestras cosas antes de salir hacia Segesta. Le damos el resto del ticket a un chico que se acerca al parquímetro… por si le sirve la media hora que nos sobra. Compramos nuestro pan diario en “Panificio Olimpia”, como siempre.
Iniciamos las visitas por Segesta. Ahora creo que fue un error, tendríamos que haber ido primero a Selinunte. Cuando terminéis de leer el día de hoy sabréis porqué.
La visita a Segesta (6€/Persona, el coche gratis en el aparcamiento, como siempre) se alarga hasta la hora de comer pero es lo de siempre, como no hay excesivos visitantes y el paisaje es espectacular se convierte en un agradable paseo. Nadie nos pide los tickets, podíamos haber entrado sin pagar perfectamente.
Segesta se encuentra al norte, en la carretera entre Trapani y Palermo. Aquí vivían los elimos, descendientes de los troyanos, en disputa continua (como no podía ser de otra forma) con los griegos de Selinunte justo al sur de Segesta. Lo principal son un templo y un teatro muy bien conservados, también una casa, restos de un castillo… El camino desde la taquilla al templo es cuesta arriba, afortunadamente es cortito, se encuentra justo en lo alto de una loma.

El entorno espectacular, luego se baja hasta el aparcamiento y se va al teatro… otra vez cuesta arriba. Este camino lo recorre un autobús que cuesta 1,5€ pero la agradable temperatura ±21º hace que recorramos andando el camino entre el templo y el teatro.
De hecho yo recomiendo que al menos uno de los trayectos (ida o vuelta) se haga así puesto que las ruinas del castillo y de la casa están en el medio de ese trayecto.
La bajada andando desde el castillo hay que hacerla con cuidado puesto que puede ser un poco “delicada”, y desde luego no apta para personas mayores o con algún problema de movilidad o vértigo, ni para tacones altos, por favor. Que vimos una chica con vestido y unas plataformas y tacones de madera de varios cientos de centímetros al borde del esguince y ambas rodillas desolladas. Para estos casos y para el verano (por el calor que debe hacer) el autobús es un gran aliado.
Queríamos ver un pueblecito del interior, Corleone queda un poco lejos, así que nos decidimos por Alcamo, lo de siempre: buena temperatura, solecito, paseo agradable y relajante…pero todas las puertas están cerradas, iglesias, monasterios, castillo, así que hacemos una “panorámica” tipo touroperador.
Las calles son bastante estrechas y a veces circular implica maniobrar más de una vez para hacer un giro.
Después de un rato por allí nos vamos hacia nuestra próxima parada: Cueva Cusa en Tre Fontane. Por el camino, compramos agua y aceite de oliva italiano en un súper… y un par de helados.
En Cueva Cusa no hay taquilla pero sí serpientes negras que se cruzan por los caminos… mi chico tan “cagao” como la propia serpiente.
Cueva Cusa es un lugar mágico, solitario, encantador. Es la cantera de la que los griegos extraían la roca con la que construir Selinunte.
De hecho quedan restos de columnas listas para transportarse a Selinunte para el templo G que nunca se concluyó. Aquí cae el segundo bocata de pan siciliano (uno de tantas clases) con el resto del jamón, tomates y nuestro nuevo aceite de oliva...
¡Cómo me recuerda a nuestro viaje a Menorca hace dos años!
De camino a Selinunte, ya con el tiempo pegado tenemos un percance con el coche, afortunadamente mi chico, que conducía, sale airoso y evita un accidente colosal. El GPS intenta llevarnos a Selinunte por un camino de cabras, vemos un templo en lontananza, es por aquí pero no encontramos el camino. Decidimos ignorar al GPS y volver a un cruce con indicación civilizada al yacimiento. Pero llegamos a las 18:30. La taquilla cerraba a las 18:00 y las visitas se acababan a las 19:00. Así que para Trapani con la puerta en las narices. Volveremos mañana. Eso sí, marcamos la puerta en el GPS para que no nos lleve por caminos de arrieros.
…Y de vuelta a Trapani. Paramos para comprar dos helados en brioche (los ponen en un panecillo en lugar de un cono si lo pides) son artesanos de verdad por 4,60€, aparcamos en una zona un poco alejada del apartamento pero todavía en Viale Regina Elena.
Mi chico se ha mosqueado un poco porque esto retrasa la búsqueda de un sitio para ver el Real Madrid-Barcelona. En la recepción del apartamento le indican una serie de calles por las que hay bares, pero los dos únicos locales con fútbol ofrecen el partido del “calcio” Milán-Palermo… no hay nada que hacer. Preguntamos a un grupo de chicos, nos indican una casa de apuestas y allí nos metemos. Cuando va a empezar el partido el dueño dice que no lo pone porque es de pago. Así que a la calle… seguimos buscando pero nada, sin embargo todo tiene su punto positivo, hemos paseado por esta ciudad en la que llevamos ya 4 días y que no habíamos pateado todavía, descubriendo su barroco que visitaremos más adelante. Volvemos al apartamento y se queda con su portátil en la Wifi de la recepción. Al final termina viendo el partido con el recepcionista en el ordenador de la oficina. Y yo tan agustito en la habitación.
Si hoy hubiéramos empezado las visitas por Selinunte, nos habría quedado Segesta para mañana, mucho más cerca de Trapani y más conveniente para lo que ocurrirá mañana. Pero somos muy optimistas… con la pachorra con la que visitamos los lugares, y todavía tenemos fe en que nos dará tiempo a hacer las mismas visitas que los circuitos organizados.

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