NUEVA YORK Y LAS VEGAS. VERANO 2012 ✏️ Blogs de USA

Era nuestro último día en NY, pero el avión salía por la tarde, así que teníamos hasta mediodía para seguir recorriendo la ciudad.

Cogimos el metro hasta el High Line Elevated Park (10ª ave con la calle 20). Nos encantó este parque, está situado en lo que antiguamente eran las vías de un tren elevado y ahora está muy chulo. Paseamos un rato por él dirección sur hasta que nos bajamos a la altura de la calle 14.
Paseamos un rato por el Meatpacking District y fuimos al Chelsea Market (9ª ave con la calle 15). Es una especie de centro comercial, pero de alimentación y restaurantes. La decoración es una pasada y vale mucho la pena darse un paseo por él. Dentro está la fábrica donde se fabricó la primera galleta oreo.

Seguimos paseando por Meatpacking y West Village y fuimos hasta The Cage (6ª ave con la calle 3). The Cage es una cancha de baloncesto callejero donde hacen campeonatos de basket callejero de verdad, pero no hubo suerte, cuando fuimos nosotros solo había jugando unos cuantos chavales, nada serio. Una pena, me hacia ilusión ver un rato de basket callejero auténtico.

Continuamos nuestro paseo hacia el Washington Square Park (5ª ave con la calle 4). Es un parque grandecito en el que destaca un arco en memoria de (creo recordar) Georges Washington y una fuente que nos vino de maravilla. Hacía un calor brutal y vimos que había niños metidos en la fuente y ni lo dudamos. Nos descalzamos y nos metimos dentro. Nuestros pies nos lo agradecieron mucho.

Del parque fuimos a ver el Cooper Union Building (3ª ave, entre las calles 6 y 7). Es un edifcio bastante curioso.

Ahora empezamos ya a caminar hacia el norte para llegar a Grace Church (Broadway entre las calles 10 y 11). La iglesia estaba cerrada por obras y por fuera apenas se podía ver nada debido a los andamios, así que continuamos paseando hasta llegar a Union Square (Park Ave con la 14). Era viernes, así que tocaba mercadillo de frutas y verduras (lo hacen los lunes, miércoles, viernes y sábados). Nos gustó pasear por el mercadillo. Aunque el gran calor y el cansancio empezaban a hacer mella, pero había que resistir, nos quedaba poco tiempo en Nueva York.

Un poco más al norte, llegamos al Flat Iron, que está junto al Madison Square Park (5ª ave con la 23). El Flat Iron nos gustó mucho, esa forma de cuña lo hace espectacular. Luego nos sentamos un rato en el parque y aprovechamos para comer allí, en otro de los sitios que venían resaltados en nuestra lista, el Shake Shack. Había una cola importante para pedir, pero bueno, hicimos la cola y pedimos nuestra comida. Al pedir te dan un cacharrin que vibra cuando tu comida esta lista y puedes ir a recogerla. Comimos en el mismo parque en unas mesas colocadas alrededor del Shake Shack. Fueron las hamburguesas que más nos gustaron de todo Nueva York, nos parecieron distintas, comimos muy agusto.

Y de vuelta al hotel a recoger las maletas para ir al aeropuerto. Se acabó nuestro periplo neoyorkino.
Creemos que nos han faltado al menos un par de días para hacer todo lo que queríamos hacer y poder repartir un poco más las visitas para no acabar tan cansados todos los días, pero bueno, sarna con gusto no pica. Además así tenemos excusa para volver y hacer todo lo que se nos ha quedado pendiente.

Rumbo a Las Vegas.

En teoría nuestro avión llegaba a Las Vegas a las 21:00, pero hubo mucho retraso en la salida del avión. Cuando ya estábamos todos en el avión, nos tuvieron más de una hora dentro esperando porque había un avión cruzado que no nos dejaba salir o algo así me pareció entender.

Lo que habíamos leído se cumplió, tal y como bajas del avión, con lo primero que te encuentras es con un montón de máquinas tragaperras, estamos en Las Vegas!!!

Llegamos a nuestro hotel pasadas las 23:30. El hotel es espectacular, estuvimos en el Venetian. Hicimos el check-in y fuimos camino de la habitación. Pensamos que debimos haber entendido mal las indicaciones que nos dieron para ir a la habitación, no podía estar tan lejos, preguntamos otra vez y, finalmente, dos ascensores y mas de cinco minutos de paseo después llegamos a nuestra habitación. Casi más grande que nuestra casa. Una pasada. No pudimos evitar la tentación y bajamos a dar un paseo por el hotel. Impresionante. Tuvimos que hacer el paseo corto porque al día siguiente íbamos al Gran Cañón, y pasaban a recogernos a las 4:20 de la mañana. Megamadrugon.

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Suena el despertador un poco antes de las 4:00 de la mañana. Nos levantamos medio zombis, nos vestimos y nos vamos a buscar el punto de recogida para ir al Gran Cañón. Fuimos bastante directos, pero tardamos casi diez minutos en llegar a la puerta del hotel donde nos recogería el minibús. Las dimensiones del hotel son increíbles.

Habíamos contratado la excursión desde España por internet. Contratamos con Papillon, la excursión Grand Canyon Deluxe con Helicoptero.

Llegamos al punto de encuentro a la vez que el minibús y nos fuimos a otro hotel a buscar a un par de chinos que vendrían con nosotros. Con el minibús fuimos hasta un pequeño aeropuerto en Boulder City, a una media hora de Las Vegas. Allí hicimos el check-in, nos pesaron, nos dieron nuestra ubicación en la avioneta y esperamos nuestro turno. El vuelo hacia el Gran Cañón en la avioneta fue entretenido, dura aproximadamente una hora y tienes unos cascos que te van contando por dónde estás pasando en cada momento y todo eso. Sobrevolamos la presa Hoover, el Lago Mead y el desierto de Mojave.

Llegamos al pequeño aeropuerto del Gran Cañón y en otro minibús fuimos hasta el helipuerto, que está muy cerca, a un par de minutos. En el helipuerto nos volvieron a colocar por grupos y nos dieron nuestra posición en el helicóptero. Esperamos de nuevo nuestro turno y a sobrevolar el Grand Canyon. Espectacular. Nos encantó el paseo en helicóptero por el cañón. Inolvidable. Una sensación que vale la pena vivir. El vuelo duro aproximadamente 25-30 minutos.

Después volvimos al minibús y nos llevaron a un punto de observación: Bright Angel Lodge. Nos dieron un pequeño almuerzo y nos dejaron alrededor de 45 minutos para disfrutar del cañon a nuestro aire. Las vistas eran extraordinarias. Nos encantó el cañón. Una vez acabada la visita volvimos al minibús, al aeropuerto, avioneta hasta Las Vegas y minibús hasta el hotel. La excursión nos pareció una pasada. Inolvidable el gran cañon. Lo único que echamos en falta fue un rato mas de tiempo libre en el gran cañon, visitar otro punto de observación, pero bueno, es lo que hay.

Ya en el hotel elegimos un sitio donde comer de los muchísimos que había y nos echamos la siesta para reponernos del madrugón e intentar esquivar las horas de solazo de Las Vegas, que hacía un calor seco brutal.

Sobre las 18:00 salimos y fuimos a ver algunos espectáculos. El primero fue el del Treasure Island, un show de unas piratas que bailan y tal, no es nada del otro mundo, pero pasas el rato entretenido. Luego entramos a dar un paseo por el hotel. Los hoteles son una pasada, unos más que otros, pero vale la pena darse un paseo por casi todos.

Después fuimos al Mirage, a ver el show del volcán, tampoco es que sea nada del otro mundo, pero también esta entretenido. Dimos otro paseo por el interior del hotel y nos fuimos hacia el Bellagio.

El show de las fuentes del Bellagio está muy bien, además es bastante a menudo por lo que puedes ver dos o tres sin pasar mucho tiempo esperando. Más o menos cada quince minutos empieza un show con una canción distinta.

Teníamos pensado ir a cenar al Peppermill, uno de tantos restaurantes que habíamos visto en programas de la tele sobre Las Vegas. Es el típico restaurante americano con las mesas redondas y sillones. Nos hacía gracia. Compramos una tarjeta de transporte de 24 horas para los buses de Las Vegas. La compramos en unas máquinas que están junto a muchas de las paradas, aunque por lo que vimos también se le pueden comprar directamente al conductor. Vale $7 y te permite subir en el bus todas las veces que quieras durante 24 horas reales. Tanto si compráis el billete en las máquinas como si se lo compráis al conductor, llevad el importe exacto, no devuelve cambio.

Cogimos el bus y fuimos hacia el Peppermill, que está justo enfrente del hotel Circus Circus. Antes de cenar entramos a ver el Circus Circus y la verdad es que es impresionante, no me hubiera gustado que fuera mi hotel por la cantidad de niños y alboroto que había, pero es impresionante, dentro del hotel hay un verdadero parque de atracciones con todo lo que puedas imaginar.

Cruzamos la calle y para llevar al restaurante pasamos por enfrente del Riviera y la famosa estatua de las chicas playboy de espaldas enseñando el culete, foto al canto. Ya en el restaurante yo me pedí un sándwich de no recuerdo muy bien qué y mi novia una ensalada. Con la ensalada de mi novia podíamos haber comido cuatro y a mi también me sobro cerca de la mitad de mi sándwich. Todo muy rico y el servicio muy agradable. Nos gustó mucho. Nos hubiera gustado volver al día siguiente para desayunar allí porque la carta de los desayunos prometía mucho, pero nuestro apretado planning de Las Vegas no nos dejaba huecos.

Una vez cenados, volvimos a coger el bus y seguimos hacia el norte hasta llegar a Fremont Street. Cuando llegamos estaban haciendo un concierto de rock y estaba llenísimo de gente y había muchísimo ambiente. Dimos un paseo por la calle y aprovechamos para comprar algunos souvenirs. Vale la pena comprarlos en esta calle, los precios son realmente bajos. Al rato acabaron los conciertos y comenzó el show Fremont Experience. Una gran cúpula de leds cubre toda la calle y se ilumina con imágenes al ritmo de canciones que van sonando, es espectacular. La calle además nos gustó porque había todo tipo de gente peculiar, recomendable una visita de noche a esta calle, aunque pilla un poco lejos, con el autobús se llega en un ratito.

La parada del vuelta del autobús estaba junto a un restaurante que se llamaba “Heart attack” (Ataque al corazón), un gran rótulo anunciaba que si pesabas más de nosecuantas libras podías comer gratis, además de destacar que llevaban luchando contra la anorexia desde el año 2005, nos pareció surrealista. Pero más increíble fue cuando mientras esperábamos el bus vimos llegar una ambulancia para sacar a un tío del restaurante. Hicieron honor al nombre, heart attack.

Ya de vuelta al hotel, a descansar hasta el día siguiente.

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Lo primero del día era algo que a mi me hacía especial ilusión y a mi novia no le hacía nada de ilusión. Me apetecia probar una pistola o una escopeta o algo en The Gun Store. No es que sea amigo de la política de armas de los USA, todo lo contrario, pero me apetecía probar, nunca lo había hecho.

Nada más desayunar, cogimos el bus y nos fuimos dirección sur. Era temprano, así que decidimos que antes de ir a The Gun Store, nos pasaríamos por el famoso cartel de Welcome to Fabulous Las Vegas. Nos bajamos en la parada de bus más cercana y aún nos toco andar un buen rato hasta el cartel, esta lejos lejos, eran sobre las 9 de la mañana y el solazo que pegaba a esas horas ya nos adelantaba que iba a ser un día duro, parecía que estábamos cruzando un desierto (bueno, casi casi). Llegamos al cartel y ya había allí bastante gente haciendo cola para la foto de rigor. Cuando llegó nuestro turno nos cogió la cámara un americano que andaba por allí y la verdad es que saco unas fotos muy buenas, incluso nos pidió que diéramos un salto y sacó la foto perfecta dando el salto frente al cartel.
Con nuestras fotos hechas volvimos a darnos la caminata hasta donde habíamos bajado del bus para coger otro en dirección a The Gun Store. Se notaba que nos alejábamos del strip, el tipo de gente era totalmente distinta, parecía que nos habíamos adentrado en la América profunda que, al menos nosotros, imaginamos.

Bueno, cuando llegas a The Gun Store, te sacan una especie de menú para que elijas lo que te apetece. Puedes elegir entre algunos packs que tienen preparados en los que pruebas varias armas o probar solo un arma. Dependiendo del arma que elijas es un precio y un número de disparos determinado. Yo elegí lo más barato y lo que más disparos incluía, una pistola (una Glock, que me sonaba de las pelis) que por $25 podías hacer 20 disparos. Además tienes que comprar por otros $2 una diana que luego te llevas a casa, puedes elegir entre un atracador con un rehén, un árabe, algunos monstruos… yo elegí la típica diana de toda la vida. Después de firmar unos papeles que no me leí porque eran muy largos y con mucha letra pequeña en inglés y de ponernos los protectores para los oídos y unas gafas, nos dejaron entrar a los dos a la zona de disparos, aunque solo fuera a disparar yo. Como os he dicho, nunca había disparado y me sorprendió el ruido que hace cada disparo, suena más de lo que imaginábamos. En todo momento tienes a un tipo de la tienda acompañándote, haciéndote indicaciones y vigilando todo lo que haces. No se me dió mal, aunque la verdad es que la diana estaba relativamente cerca. Me gusto la experiencia.

Con mi diana y un par de casquillos de bala, volvimos a coger el bus para volver hacia el strip. Tocaba empezar a visitar hoteles. Primero estuvimos viendo el Luxor. Para nuestro gusto es más bonito por fuera que por dentro, pero tampoco está nada mal.

Después nos pasamos por el Excalibur. Más de lo mismo que el Luxor, mejor por fuera que por dentro, pero no deja de merecer un paseo por dentro, sobretodo si tenemos en cuenta la temperatura infernal que hacía en el exterior. El calor de Las Vegas hace que cualquier sitio con aire acondicionado te parezca más bonito.

El siguiente hotel a visitar fue el New York New York. Estos tres están muy cerca unos de otros. El New York New York vale mucho la pena tanto por fuera como por dentro. Esta muy bien pasearse por ese mini Nueva York que tienen montado. En cada hotel/casino que entrabamos nos jugábamos un dólar en las tragaperras (sin miserias). Solo una vez llegamos a multiplicar por siete, pero también acabamos a cero. Era por hacer la gracia, lo teníamos asumido.

Del New York New York nos fuimos al Hotel Paris. Este recorrido lo hicimos metiéndonos por dentro de todos los hoteles que había a nuestro paso, teníamos que evitar el calor que hacia fuera de cualquier modo. El Hotel Paris es de temática muy similar al New York New York, cada uno con su ciudad claro está, pero casi nos gustó más el New York, aunque este también está muy bien.

Nuestro siguiente hotel en visitar era el Bellagio. El día anterior habíamos estado viendo el espectáculo de las fuentes, y hoy tocaba verlo por dentro. También este es una pasada. A los hoteles en general no les falta detalle, son inmensos y te pierdes por sus pasillos y salones. Muchas veces nos daba rabia porque intentas salir del hotel y parece que quieras escaparte del laberinto del minotauro, es casi imposible encontrar la salida.

Del Bellagio nos fuimos hacia nuestro hotel para comer y, sobretodo, coger fuerzas para el gran acontecimiento del día: nuestra boda en Las Vegas. Bueno, no fue exactamente una boda, fue una renovación de votos (aunque no estamos casados). Por lo que habíamos leído en el foro y nos pudimos informar, decidimos que no valía la pena los trámites de más que había que hacer para que la boda fuera válida, preferimos dejarlo todo en una renovación de votos, que para nosotros cumple el mismo papel.

La boda era a las cuatro en Elvis Chapel. A las 15:15 llamó por teléfono a la habitación del hotel el chofer de la limusina que vendría a buscarnos. A las 15:40 estábamos en la puerta principal del Venetian esperando a la limusina, que fue bastante puntual. Era la primera vez que subíamos en una limusina y la verdad es que nos hizo gracia, aunque hubiera estado bien que llevara una botellita de champán o algo así.
Llegamos a la Chapel y nos recibió el fotógrafo, pagamos la boda, dimos las propinas “voluntarias” (lo de las propinas en EEUU merecería un capítulo aparte, soy enemigo de las propinas, pero allí no te escapas) y, de repente, apareció Elvis. Hablaba un buen castellano, lo que nos hizo ilusión, porque preferíamos que la boda fuera medio en ingles medio en castellano, tampoco toda en castellano para darle la gracia. Estuvimos un rato hablando con él, nos dijo lo buena que era nuestra selección de fútbol (tema recurrente allí) y empezó la boda. Unos cuantos mensajes al móvil nos hicieron saber que desde España mucha familia y amigos estaban viéndonos por internet. Fue muy divertida. Elvis nos cantó tres canciones, reímos, bailamos, “cantamos”… Una muy buena experiencia. Después estuvimos un rato hablando con el fotógrafo mientras nos preparaba un dvd con las fotos y otro con el video de la boda y cuando volvió el señor de la limusina volvimos al hotel.

En el hotel nos dimos una duchita y volvimos a salir a continuar disfrutando de Las Vegas parque temático. Fuimos al Caesar’s Palace. El exterior es impactante, pero el interior fue el que más nos impresiono de todos los que vimos en Las Vegas. El interior es como un inmenso centro comercial con las marcas más caras metido en una ciudad de la antigua Roma, hay hasta una réplica del David de Miguel Angel, que no tiene mucho que ver con la antigua Roma, pero queda muy bien. Sin duda es uno de los hoteles que no hay que perderse. Aunque te pierdas dentro, no hay que perdérselo.
Después decidimos ir a subir a la torre del hotel Stratosphere. Al llegar allí puedes elegir si subir solo a la torre para ver las vistas o subir a la torre y montarte en alguna de las atracciones que hay arriba. Dependiendo de lo que elijas, el precio varia. Nosotros cogimos la entrada de subir a la torre y montar en una atracción y nos costo $23 por cabeza.

Cuando subimos ya era de noche y las vistas de Las Vegas tampoco nos parecieron tan impresionantes. Te das cuenta de lo grande que es Las Vegas y lo “pequeña” que es la parte turística, tan solo la calle del strip. La parte bulliciosa del strip nos pareció que quedaba bastante lejos como para que las vistas fueran tan impresionantes como habíamos leído. Lo de la atracción es cosa aparte, nos subimos al X-Scream. Es una minimontaña rusa, que te saca de la torre y te deja en el aire a 300 m sobre el suelo. Yo debo tener alguna alteración genética porque esas cosas no me impresionan (y eso me da rabia), pero el resto de gente, incluida mi novia, salieron bastante impactados.

Teníamos varios sitios a los que ir a cenar, pero nos decidimos por ir al famoso Hooters. Lo habíamos visto en muchas películas y nos hacía gracia verlo en persona. La comida estaba buena, pero el reclamo de las famosas camareras hooters dejó bastante que desear.

Se estaba acabando nuestro tiempo en Las Vegas y de camino al hotel decidimos pasarnos por el Bar Coyote, en el New York New York, pero había tanta gente y hacía tantísimo calor que decidimos saltárnoslo e ir paseando hasta el hotel disfrutando de nuestra última noche en Las Vegas. De camino a Las Vegas fuimos entrando en cada uno de los casinos famosos y comprando una ficha de $1 para traérnosla de recuerdo, creo que tenemos del Bellagio, el Flamingo, el Caesar’s Palace, el Venetian y no se si alguno más. También en el Flamingo decidimos apostar en la ruleta. No nos gusta demasiado el juego, así que solo jugamos $10 que era la apuesta mínima. Comenzamos triplicando nuestra apuesta y luego volvimos a ganar un par de veces (siempre duplicando o triplicando, haciendo las apuestas “fáciles”), pero acabamos como esperábamos acabar, perdiéndolo todo, pero de eso se trata en Las Vegas no?

Las caminatas de tantos días y el cansancio estaban pudiendo con nosotros. Por fin llegamos al hotel y nos fuimos a dormir, se acababa nuestra ruta por los USA.

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