Iquitos, viajando por la selva por libre. ✏️ Blogs de Peru

Cuando decides residir en un país distinto a tu lugar de origen, automáticamente, se genera una obligación para con la familia, amigos, amigos de los amigos, amigos de la familia y un largo ect , que, como es normal, buscan asesoramiento de “primera mano“ para preparar su viaje. En nuestro caso, como siempre nos ha encantado viajar, esto termino convirtiéndose en nuestro trabajo. Así después de recibir y organizar el viaje de amigos por varios años, terminamos teniendo nuestro pequeño negocio dedicados a a ser anfitriones “profesionales“, aunque muy a nuestra manera. La idea, siempre es, tratar de que, la persona que se da el palizón de 12 horas de vuelo, mas el tremendo desembolso que económico que supone viajar al Perú, una vez aquí, viaje por los precios que lo haría un peruano y no tenga que pagar esa especie de impuesto revolucionario que supone el ser extranjero en Latinoamérica.

Y comienzo así, porque así, una vez más, comenzó este viaje. Normalmente, con familia y amigos, hacemos un hueco en nuestras agendas, para acompañarles en el viaje y de esta manera darnos el gusto también nosotros. Esta vez era mi hermana la que viajaba por 3era vez a Perú, con su hijo de 8 años y debíamos prepararles un viaje, con la dificultad añadida de hacerlo para alguien que ya conocía tanto la sierra como la selva peruana.

Siempre había escuchado hablar de Iquitos, aunque no lo conocía. En principio, no me gustan demasiado las ciudades, pero sabía de las particularidades de esta, es una ciudad que se encuentra totalmente aislada en medio de la selva amazónica. Iquitos a finales del siglo XIX principios del siglo XX vivió una etapa de esplendor en medio de la era del caucho. De esa época, guardan múltiples recuerdos sus calles, sobre todo, en forma de casonas y pequeños palacetes de arquitectura europea que lucen extemporáneos en la ciudad actual, aún mas en un lugar como el Amazonas.

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Por ser la primera vez que visitaba Iquitos, mas todavía, al hacerlo con un niño, buscamos un hotelito, como siempre ni el mas barato ni el mas caro, pero bien situado.
Este hostal me pareció muy recomendable, sobre todo para un pequeño grupo como éramos nosotros, que pensábamos utilizarlo como “campamento base“, ya que con el crío y para no gastar demasiado, optamos por no tomar uno de los múltiples tours que te ofrecen en las agencias de la ciudad. Estos tours incluyen pasar varias noches en la selva en un Lodge, con actividades varias, pero desgraciadamente los precios no varían demasiado y son altos. El nombre de nuestro hotel, por si a alguien le interesa La Posada del Cauchero hotelcauchero.com/ , tiene aire acondicionado, casi imprescindible en la selva baja y piscina que también es de agradecer, pero sobre todo, unas vistas alucinantes sobre el rio y la selva desde la habitación:

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En cualquier caso, es 100% recomendable buscar un hotelito en el malecón. Salir a pasear desde allí es un placer, para las personas, que como a mi, les guste salir a “patear calles“ y disfruten del toque bohemio y decadente, que tienen este tipo de lugares que ya dejaron muy atrás su época de esplendor. En la parte antigua de Iquitos, se dejan ver cantidad de extranjeros, que en muchas ocasiones pasan semanas incluso meses allí, buscando la experiencia del Ayahuasca.
Respecto al Ayahuasca, un consejo, es mejor hacerlo mediante una empresa, sea hotel o touroperador, que nos facilitarán tener la experiencia, en muchos casos incluso organizan ellos las tomas del brebaje. Digo esto, porque año tras año, hay noticias de extranjeros que mueren en la selva por este motivo. Como en cualquier actividad que genere dinero, hay algunas personas que organizan tomas de Ayahuasca sin conocimiento y a este tipo de rituales esta bien asistir, dejando la frivolidad en casa y haciéndolo con mucho respeto y de la mano de chamanes que puedan sacarte si tienes “un mal viaje“. Las empresas o touroperadores que pretenden continuar años en su actividad, no corren riesgos y normalmente tiene “profesionales“ para realizar este tipo de ceremonias, que habitualmente se realizan en la selva y trás varios días de preparación del cuerpo para ello a base de dietas, meditaciones, baños con yerbas y un largo ect. No se trata de pretender ir “correrse“ la experiencia en un par de días, tomando Ayahuasca como el que se toma una Coca Cola.

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Nuestra manera de realizar esta inmersión en la selva, fue totalmente por nuestra cuenta, durante el día salíamos a recorrer la selva, por la tarde disfrutábamos de la ciudad de Iquitos y por la noche descansábamos en un hotel en la misma ciudad.

Hay personas, que querrán dormir en medio de la selva sí o sí, para esto, la única manera es contratar un tour que incluyen varias noches en los Lodges de la selva.
Los tours, todo incluido, en el Perú son caros, un consejo, nunca contratarlos hasta llegar a la ciudad de destino, porque, en el caso de hacerlo por teléfono o internet y aprovechando la inseguridad de los viajeros, multiplican el precio de los mismos por dos y hasta por tres. Conozco algo la forma en que funciona el turismo y en muchas ocasiones, estamos contratando un tour que, el que nos lo vende se lleva una comisión del minorista, este de una empresa mayorista y esta del hotel en cuestión, convirtiendo los precios en algo insufrible. Así que, el que quiera tours y es solo un consejo, que llegue a la ciudad de destino, se tome tiempo en visitar dos o tres agencias y que negocie el precio a muerte, de esta manera, viajar no resulta ni la mitad de costoso.

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Madrugar, para ver un amanecer en la selva con los ojos apenas abiertos cual Jackie Chan, sin tener que levantarse de la cama para ello, no tiene precio, es algo que me gustaría poder hacer todos los dias de la semana y mira que detesto madrugar. De ahí una ducha que ayude a abrir los ojos a un 70% de su capacidad, para, poder bajar las escaleras del hotel sin mayores problemas. Un desayuno con el calorcito de la selva, consulta a mi sobrino, “el jefe de la expedición“ sobre que le interesa visitar durante el día y la consigna es clara, quiere ver animales, animales le daremos.

Para moverse por Iquitos, como en cualquier otra ciudad en la selva, hay un vehiculo que domina las calles, el mototaxi. Los hoteles, por lo general, tienen sus mototaxistas de confianza, en nuestro caso y siendo de día, tomamos un mototaxi en la calle, que siempre sale mas económico. Por alrededor de 15 soles, nos llevarán desde la ciudad de Iquitos hasta el puerto de Nanay. Es genial viajar en mototaxi en lugares de tanto calor, es como el descapotable de los pobres, el único inconveniente son los mosquitos, no ya, los que te pican, si no los que parecen obsesionados por vivir en tus retinas, asi que, cuando viajes en mototaxi, no olvides ponerte gafas.

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El viaje hasta el puerto es de unos 30 minutos, al principio callejeando por Iquitos, para después, poco a poco ir abandonando la ciudad. Desde “el descapotable“, podrás ver como es el día a día en una ciudad como Iquitos, los mercados de frutas, el desorden, todo un crisol de colores en un caos dificil de comprender, pero aunque no seamos capaz de verlo, existe un orden allí, que todos en el lugar conocen.

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Una vez en el puerto, el procedimiento es sencillo. Antes de bajarte del mototaxi y gracias a tu careto de gringo, que aunque no lo creas lo tienes y es imposible de disimular, mas de una decena de personas trataran de llevarte en su bote. Con un poco de paciencia y hacerles entender que tu ya tienes la persona que te va a llevar, la gran mayoria se rinden al instante, lo que te permite caminar hacia la zona, a pocos metros, donde se encuentran las pequeñas lanchas, allí ya es cuestión de hablar del precio con los dueños.
Nosotros, lo que hacíamos es, agarrar un bote por horas, es decir pagabamos 60 soles por 5 horas, en las que, nos llevaba a donde quisieramos, nos esperaba cuando parabamos a comer y todo para nosotros. Este es el aspecto del puerto:

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Ni que decir tiene, lo alucinante que es, decirle al “conductor“ oye amigo, primero llévame al río Amazonas que voy a darme un chapuzón. El río desde el que parten las lanchas, no recuerdo el nombre, esta a pocos metros de juntarse al inmenso rio Amazonas por lo que, en menos de 10 minutos te encuentras flotando en un rio que tantas veces has visto en TV con la esperanza de ver nadar a un delfín rosado a tu costado. En prinicipio, bañarse en el rio no es mayor problema, ya que, por el continuo transitar de botes y barcos, no hay cocodrilos ni nada parecido, asi que, creo yo, hay que darse el gusto.

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Después del baño y puesto que nuestra premisa era ver animales, fuimos a visitar varios centro de rescate que se encuentran a no mas de 1 hora de distancia. Visitar este tipo de lugares, es también una contribución para poder mantenerlos, por lo que el viaje se aprovecha doblemente. Para un niño de 8 años, la experiencia es inolvidable, no es lo mismo ir a un zoologico y ver a los animales detrás de los barrotes y en malas condiciones, que estar en una laguna en medio de la selva rodeado por monos que corren alborotados a tu alrededor. Una gozada.

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Y así vas pasando el día de un centro de rescate a otro, sentado en la parte de adelante del bote, con los pies metidos en el agua mientras te llenas los ojos del esplendor de la selva, que conforme vas a lejándote del puerto, comienza a ser lo que tu esperabas.
De vez en cuando, sobre todo cuando permaneces a 1 o 2 horas de distancia del puerto, hay algún restaurante flotante, para comer y hacer la disgestión tirado en una tumbona, los menús no son demasiado económicos, desde el punto de vista peruano, pero estan lejos de ser caros, por un promedio de 25 soles, puedes comer muy bien y hacer la digestión en un entorno así, paga con creces el posible esceso.

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Por la tarde, cuando regresas a la comodidad del hotel, la sensación es, que si bien este es un viaje “light“, sin grandes trekkings o zambullirse en lo mas profundo de la selva, es una experiencia muy bien aprovechada, sobre todo teniendo en cuenta el presupuesto empleado y que viajar con un niño, no te permite tomar los riesgos, que un grupo de adultos podria asumir.

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En no pocas ocasiones, nuestros viajes se encaminan a una ciudad en concreto, Paris, Roma, New York, ¿para hacer que?, visitar monumentos, museos, hacer compras y colgar fotos en el facebook o aburrir a nuestros parientes en alguna cenita, como escusa para exhibir nuestra bateria de tropecientas fotos.

En lo personal, una ciudad pequeña como es Iquitos, sirve para todo esto, con el añadido de lo exótico de su comida, el encanto e historia de su casco antiguo y la hospitalidad de su gente. Si algún parisino lee esto, que me disculpe, pero no es comparable tomar un cafe en Paris, donde un camarero con cara de pocos amigos, te perdona la vida mientras sirve una relaxing cup of cafe con leche , que, tomarse media docena de cervezas, sudando como solo en el infierno puede hacerse, mientras charlas animadamente con el dueño de un cafe cualquiera en Iquitos. Es cuestión de gustos, para mi, no hay color.

Regresando a nuestro viaje, “el jefe“ día tras día quería animales, mi hermana y yo por otra parte, estabamos encantados en darle el gusto, así que seguimos visitando una tras otra varias reservas más, previo paseo por el río Amazonas, para llegar a las mismas, el precio de entrada es casi una tarifa plana de 15 soles. En estas reservas, por estar en la selva, además del espectacular entorno, se puede disfrutar, por ejemplo de un refrescante baño en un lago.

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Cuando estas en Iquitos, todos los operadores turisticos, hoteles ect, ofrecen una visita a una tribu Bora. Por supuesto es algo que despierta la curiosidad, quien no quisiera visitar un lugar donde una cultura ancestral, resiste a las embestidas de nuestro tiempo, donde la gente vive aún de la naturaleza, donde poder contrastar que tan avanzados o atrasados somos en nuestra forma de vida. Y si, por supuesto, nosotros tambien queriamos tener esa experiencia, así que le pedimos al “lanchero“ que nos llevara río arriba hasta donde vive la etnia Bora.

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En cuanto llegas, te das cuenta que, todas esas expectativas que tenias al respecto de esta visita, debes dejarlas a un lado. La tribu de los Boras, ha decidido avandonar un poco su “modus vivendi“ y ser un eslabón mas dentro de la industria turistica local. A titulo personal, ni los juzgo ni los culpo, faltaría más, si nosotros mas a menudo de lo que deberíamos sucumbimos a las tentaciones que una sociedad capitalista ofrece, porque ellos, siendo mucho mas buenos e inocentes, no van a tener la misma tentación.
No obstante, dejaré mi opinión al respecto. El que quiera conocer culturas selváticas ancestrales, deberá ir a lo mas profundo de la selva, con el riesgo que esto conlleva. En Perú existen incluso, grupos de personas no contactados. Sin llegar a ese extremo, en 10 o 12 horas rio adentro y alejadas de los Lodges, viven comunidades indigenas que al visitarlas, si se siente una experiencia plena, pero esto conlleva su riesgo. Dentro de estas comunidades, existen, cuentos leyendas, en los que el “hombre blanco“ no sale muy bien parado, por lo que aventurarse en las profundidades del Amazonas y pretender ir allí a sacar fotos con nuestra última tecnologia “rechupiguay“, nos puede costar caro.

Volviendo a la visita a los Boras, es basicamente asistir a un teatro. Nosotros a mi sobrino, obviamente no le dijimos nada, disfruto muchisimo, se puso un traje típico de la etnia, con arco flechas todo, bailo con ellos danzas tipicas y seguro que en el cole no paró de contar la experiencia. Para los adultos, hay que sentarse a disfrutarlo como lo que es y entender que a 2 o 3 horas de Iquitos, la gente solo se pone el taparrabos para trabajar, el resto del dia en chandal como La Pantoja.

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De cualquier manera, yo SI recomiendo esta visita, en primer lugar, porque muchas veces pagamos por ir al teatro en las ciudades, incluso vemos mucho teatro aun sin pagar, en segundo lugar, porque esta gente es invadida por nuestra modernidad y tienen derecho a ganarse la vida, derecho a poder ir al hospital si enferman o a que sus hijos puedan tener acceso cuando crezcan a una universidad. Cuando llegas, como nosotros por tu cuenta, el dinero que cobran es integramente para su comunidad, si llegas por medio de una agencia u hotel, estos se quedan con al menos el 50% de lo que pagas.
El precio es de 25 soles por la visita, un precio mas que justo, así que no podemos pretender que continuen en taparrabos para hacer las delicias de los fotográfos “aventureros“ y no puedan ganarse la vida con ello, ofrecen algo por lo que cobran en su visita, que es un bonito teatro y su artesania. Digo esto, porque muchas veces cuando viajamos, especialmente los españoles, somos muy quejumbrosos con los precios y tendemos a sentirnos engañados, siendo en casos como este muy injustos con las comunidades locales. Además son buenisima gente y eso, en los tiempos que corren debería de tener hasta subvención.

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Otro punto recomendable y curioso a mi juicio en la ciudad de Iquitos es el puerto donde se encuentran los grandes barcos. Al menos para un pueblerino como yo, que el río mas grande que había visto hasta ese momento era el Arga, fué alucinante ver los enormes barcos que surcan el rio Amazonas, que además, ofrecen una peculiar arquitectura y colorido que contrasta con el verde de la selva.

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