![]() ![]() RUSIA: De San Petersburgo a las montañas de Altai ✏️ Blogs de Rusia
Recorrido de tres semanas recorriendo Karelia de San Petersburgo a Murmank, Moscú y el anillo dorado, una parte del Transiberiano de Kazan a Novosibirsk, Tomsk y las montañas de Altai. Verano de 2012.Autor: Globaltrote Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (6 Votos) Índice del Diario: RUSIA: De San Petersburgo a las montañas de Altai
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Etapas 4 a 5, total 5
Para ir de Tomsk a Barnaúl lo mas barato y directo es el tomar el autobús. Sin embargo, es bastante mas agradable seguir disfrutando de la vida en el tren, a pesar de que cueste tres veces más y haya que hacer una parada de tres horas en la anodina Novosibirsk. Esta vez el viaje es en tercera, con lo que el paisaje es todavía más humano, aunque no reparo en él ya que me paso todo el trayecto, de unas cuatro horas, escribiendo las impresiones del viaje entre idas y vueltas al samovar para rellenar la taza que me presta la provodnitsa con agua caliente para hacerme té.
Llego a Novosibirsk y dejo la mochila en consigna. Cuando salgo de la inmensa estación, la primera impresión es el de una ciudad gris bajo una plomiza niebla que le da un aspecto sombrío. Si a esto sumamos al constante ruido del intenso tráfico de sus grandes avenidas y la arquitectura impersonal que las define, el resultado es el de un paisaje inhóspito y misterio. Aprovechando las tres horas de estancia decido ir a darme un homenaje, así que pongo rumbo a uno de los restaurantes que recomienda la guía. De repente, y en medio de este ambiente triste, en mi camino, y como si un programa de telecinco se tratase, empiezo a ver pibones saliendo de los edificios impersonales camino del metro. Todas ellas parecían caminar bailando sobre sus tacones al ritmo de la música de mi iPhone. ¿Quien dijo anodina?. ![]() ![]() Novosibirsk En el trayecto a Barnaúl acabo de escribir y entonces reparo en el ambiente del tren: un chaval tapando a su madre para que se cambie, una chica joven que aparta a su marido para hacerle la cama, un señor mayor que conversa con la provodnitsa, que resulta ser una cachonda y después se pasea por el pasillo con un cesto repleto de latas de bebida y bolsas de aperitivos haciendo cantinela... El ambiente es muy relajado y las cinco horas se me pasan volando. Llego a Barnaúl a la 1:30h y lo que creía que iba a ser una corta caminata hasta el hotel que había reservado, resultó un adelantado trek de media hora a oscuras, tratando de adivinar el nombre de las calles que atravesaba acercándome a las placas de las esquinas como un cegato. Decididamente, la escala del plano de la guía no era el correcto, pero el emplazamiento del hotel sí. La suerte fue que la recepcionista supiera inglés, la mala suerte fue que la tía debía sacarse un sobresueldo trabajando para la antigua KGB, ya que me tuvo media hora interrogándome sobre mis anteriores alojamientos. Hasta ese momento no me había enterado que debía coleccionar los infinitos papeles que te entregan cuando haces el check-out de los hoteles. Afortunadamente conservaba el del último, así que la mujer no me retuvo más de la cuenta. A las 8:00h de la mañana siguiente descubro que la habitación tiene teléfono. Una voz al otro lado del aparato dice que viene a buscarme en nombre de la agencia con la que había contratado la excursión a través de internet. Esto empieza bien, pensé. Ante las dificultades que la guía exponía para visitar la región de Altai, tales como permisos especiales o un complicado transporte, decidí contratarlo desde Barcelona y por internet, una excursión a través de una de las agencias locales que figuraban en la guía. Sólo contestó una, zakaz@aktour.ru, que por los condicionantes de duración de mi viaje, proponía una salida de seis días a la garganta de Aktru. Olga, la administrativa, no sabia inglés, así que me envió el programa de viaje y tres ficheros más de documentación, todo en ruso. Google.translate hizo el resto y di el OK. Así pues en la oficina nos juntamos los seis que en principio íbamos a compartir los seis días de viaje. Shasha y Anna, una pareja de Moscú, Max un chaval de unos 25 años también, una madre mas joven que yo y su hijo de 15 años. El primer día de la excursión son para cubrir los 620km que separan Barnaúl de Chibit. Los primeros 300 se me pasan volando hablando con Anna, que tiene un buen nivel de inglés. Me hace hablar en ruso, pero enseguida abandono la idea visto mi precario nivel. Me excuso diciendo que he sido un mal estudiante. Ella me corrige y me dice que 'mal estudiante' es un concepto muy genérico, que ella ve mas apropiado ´vago´. Joder con la niña, pensé. Paramos a almorzar en un bar de carretera. En el comedor preside un gran busto dorado. La madre le dice a Anna que me pregunte si conozco al personaje. Lenin - digo - es difícil no reconocer un rostro que se repite en casi todas as grandes plazas y avenidas rusas. Aprovecho y le pregunto el porqué de esta devoción, al fin y al cabo ha sido uno de los mayores tiranos. Me contesta que ella también se pregunta lo mismo. Nostalgia, responde. Ella nació después de la caída del muro de Berlín. Los siguientes 300km transcurren por una espectacular carretera en la que las montañas cada vez de hacen más altas, los bosques más densos y las poblaciones más pequeñas. De vez en cuando se ve volar a algún águila y se empieza a ver personas de etnia mongol. Cuando llegamos al campamento los monitores preparan la cena a base de pan y conservas mientras montamos las tiendas al lado de un río de montaña. Son chavales de veinte años. ![]() ![]() Paisaje camino a Altai Al día siguiente desmontamos el campamento y nos subimos a un camión militar de tracción cuatro por cuatro para llevarnos por empinadas pistas de montaña a la segunda base atravesando un denso bosque de abetos. Llegamos a un llano que antes debía ser parte del circo de un gran glaciar que se ha ido reducido con el paso del tiempo, formando varios más pequeños. Nos juntamos con un grupo de nueve personas más, todos rusos. Ahora la comida la hace una instructora, más capacitada que los chavales. Damos una vuelta por el extraordinario entorno. El tercer día amanece con solazo, desayunamos unas gachas típicas rusas y subimos a uno de los altos de las montañas que rodean al glaciar, a la cota 3000. En la bajada comienza a llover, menos mal que lo hace en forma de granizo ya que no había cogido el impermeable con lo que me mojé poco. De regreso comemos y me hecho una siesta y cuando me levanto, el grupo agregado está bebiendo. Me preguntan si me gusta el alcohol y me invitan a acompañarlos. Los rusos beben en chupitos por rondas, en este caso de cualquier bebida, desde ginebra a palo seco a un licor checo que ninguno sabía decir de que era. Cada trago se bebe entero y previamente va acompañado de un brindis, todos diferentes del formal NAS DAROVIA (por nuestra salud). Soy su invitado y me hacen hacer el primer brindis a bocajarro. Por Rusia, fue mi primer brindis. Si, original. Después de brindar por las mujeres, por el Barça, por el buen tiempo, por los viajes, la naturaleza,... me piden que cante una canción en español. Asturias, Patria querida, parecía la apropiada. Creo que no la entendieron, a pesar de que habíamos pasado las fases de la borrachera de negación de la evidencia y exaltación de la amistad. Después entendí porqué: cogieron la guitarra y empezaron a cantar canciones rusas alrededor del fuego, una de ellas: www.youtube.com/watch?v=3m5peDpAFVs. El cuarto empezó con niebla. Ascendimos bordeando el glaciar apreciando de cerca el hielo y la roca desnuda que también resultan fascinantes de ver desde la lejanía de la base. Hace tal frío que una vez llegado al punto más alto debemos regresar porque la pista estaba helada y no estábamos bien equipados. De regreso estoy destemplado tomo un bania para entrar en calor, que aquí es una instalación muy apañada dentro de una tienda de campaña. El bania es una tradición rusa que consiste en someter el cuerpo a unas temperaturas de unos 80º con vapor de agua para alternarlas con baños de agua fría, para finalmente asearse. Está formado por una piscina de agua fría, que aquí es un remanso del río, una mesa exterior donde se bebe y conversa mientras se va adaptando la temperatura, una antesala caldeada que es donde se desnuda uno y el parilka o sala de vapor, que es como una sauna finlandesa pero con una estufa con piedras y barreños con agua. Así es imposible no entrar en calor. En el quinto día descendimos al campo base y allí pude tomar un bania en condiciones. Me acompañaron a las instalaciones de la base, las cuales se acercan más a lo que es un bania normal. Alguno de los monitores y me explicaron como funcionaba eso. Primero te despelotas en la antesala, entras en el parilka, tiras agua con un cazo a las piedras calientes y aguantas el calorazo mientras puedes. Cuando no puedes mas, vas corriendo como un poseso a la piscina de agua fria (aquí nuevamente el río) y te tiras sin pensarlo. Luego vas al porche y te tomas un te o una cerveza mientras sube tu temperatura corporal. Repites la operación tantas veces como quieras. Cuando acabas, saludas a tus compañeros de baño con un S Lyogkim parom (espero que tu vapor haya sido fácil). No, no fue nada fácil, ya que el más bromista de los monitores no paraba de echar a agua a las piedras al grito de kruskinamat. Cuando de regreso pregunte que significaba kruskinamat, nadie supo explicarmelo, pero el concepto sería el de un órgado. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() El último día me levanté a las 5:30 con un temblor. No, no es una cursi metáfora, hubo un terremoto de nivel 5 en la escala Richter, afortunadamente sin incidentes. Con la impresionante sensación de la sacudida cuando tu cuerpo esta literalmente en contacto con la Tierra, desayunamos y deshicimos los 620km que nos separaban de Barnaúl, donde me esperaba la agente de la KGB. Etapas 4 a 5, total 5
Para ser preciso, deshice sólo los 620km que me separaban de Barnaúl, donde me esperaba la agente de la KGB. El resto de mi grupo se quedó allí tres días más para descender unos 70km de río haciendo rafting.
Al día siguiente me desperté a las 5h. El desayuno y el taxi me aguardaba a la hora acordada con la agente de la KGB. Avión al aeropuerto de Domodedovo en Moscú, tren a la ciudad, metro a estación apropiada y tren a Vladimir. Tras informarme de los horarios de los autobuses a Suzdal, visito dos interesantes iglesias próximas a las estaciones de tren y autobuses. ![]() ![]() Vladimir El autobús arranca al minuto de llegar y llega a destino una hora después. El hombre que se sienta a mi lado me dice que el autobús prosigue al centro del pueblo. El billete vale 13 rublos. Me bajo en la plaza principal y noto el silencio cuando se marcha el autobús. Qué gran sensación. Qué tranquilidad. Me cuesta encontrar el alojamiento reservado. No tiene ninguna indicación. Pregunto a dos mujeres que están de charla a la sombra de una casa. Una de ellas me acompaña. Me abre la puerta en tetas Vlad, un tio sin pelo alguno. Me explica las 'reglas de la casa': debo caminar descalzo, tengo derecho a cocina y, sorpresa, el baño no esta en la habitación. Estoy solo en el alojamiento y no veo problema. La casa esta muy bien cuidada y es limpia y acogedora. Después de ducharme me doy una vuelta antes de que se ponga el sol. Casi me la recorro toda, es pequeña y agradable. Paz después de un día intenso. Ceno y compro el desayuno del día siguiente en un supermercado que abre las 24h, que en Rusia son muy habituales. ![]() ![]() ![]() ![]() Suzdal Accedo a los interiores de los principales puntos de interés que no pude visitar el día anterior. Por la tarde deshago el camino hasta Moscú. Estoy cansado y me quedo en el hotel. Mireia Belmonte gana una medalla. Siento vergüenza de la retransmisión y de los torpes comentarios de la periodista que la entrevista. Estudia para eso!. En Moscú me encuentro la turistada que no he visto en toda Rusia. Reservo por internet un tour turístico gratuito recomendado por la guía. Masha aparece a la hora anunciada. Es una tía simpática y resuelta que explica primorosamente bien el recorrido. Le pregunto por Lenin y me contesta que es una figura respetada, no como Stalin, del cual solo hay un monumento oficial en Rusia, el busto que preside su tumba en la parte de atrás del mausoleo de Lenin. Al fin y al cabo, Lenin no habia matado a tanta gente (!). Me impacta la enormidad de la Plaza Roja, no tanto la catedral de San Basilio y agradezco sus explicaciones. Por la tarde como me paseo por Arbat, una calle típica moscovita. No me sorprende, es como tantas otras que he visto en Rusia, poblada de locales de comida rápida reconocibles. Visito la casa de Gogol y Gorki y me doy una vuelta por las estaciones renombradas de metro. Si bien son sorprendentes, tenía una idea preconcebida de ellas de mayor fastuosidad. El último día desayuno en el centenario Café Pushkin. Servicio impecable en un marco histórico. Visito los restos de Lenin. Me inquieta toda la parafernalia macabra, por no hablar de la momia, que podría tratarse de una figura más del museo de cera, toda iluminada con luces de tonos rojos. Tras una hora de cola para sacar las entradas, logro acceder al Kremlin. Los puntos de atracción turística están saturados, lo que hacen su visita desagradable. Visito el decepcionante interior de la catedral de San Basilio. Me siento en la escalera mientras deja de llover. Camino por los margenes del rio hasta llegar al museo de pintura rusa. Ya de noche, depues de cenar voy a la zona de bares. Es pronto y no hay ambiente. Masha ya me habia advertido que Moscu es como cualquier otra capital europea y aprovechaban bien la noche. Cruzo un puente y veo a grupos de gente conversando alrededor de botellas en pie, me sumo a ellos, me compro unas cervezas en un supermercado y las bebo sentado en la ancha barandilla del puente, viendo pasar los barcos que desdibujan los reflejos de las luces de la ciudad. ![]() ![]() ![]() ![]() Etapas 4 a 5, total 5
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