Galicia al completo, 10 días entre las montañas y el mar (Fotos, vídeos y mapas) ✏️ Blogs de España

Nos levantamos a las 8h de la mañana como de costumbre. Aunque algo cansados por el ajetreado día anterior y las pocas horas dormidas. Aun así, estamos preparados para darle este segundo asalto a las Rías Altas en la Costa da Morte.
Amanecimos delante de la ría que hay en Camelle y el paisaje no podía ser otro que de postal y precioso. Camelle no es de las poblaciones que destaque por sus atractivos, aun así, levantarse por la mañana cuando apenas han salido los primeros rayos de sol, en un lugar como aquel, merece la contemplación de al menos unos minutos en silencio.

Museo al aire libre que se encuentra en la población de Camelle. Fue un museo creado por un hippie alemán que llego a las costas gallegas hace varias décadas. Este hombre se puede considerar la única víctima mortal del famoso Prestige y el vertido de crudo que llegó donde él vivía y lo arrasó todo. El consideraba el mar, la costa y sus obras escultóricas como sus hijos y al verlos todos manchados de negro falleció en la depresión a los pocos días en el año 2002.

Este lugar realmente pone la piel de gallina. Cuando uno entra al reciente de la casa del señor Man y ve de cerca y hasta toca sus obras, realmente puede llegar a sentir la conexión de este hombre con la naturaleza. Para muchos un loco, para otros un espiritual, aun así, no se puede negar que Man forma parte inseparable de la historia de Camelle y que su obra representa la unión al máximo con la naturaleza.

El actualmente se encuentra en un estado realmente deteriorado tanto por las riadas que suelen haber en la zona como por el descuido del gobierno del pueblo por mantenerlo en condiciones dignas y adecuadas.

Después de ver aquel lugar tan especial, cogimos el coche y recorrimos la distancia hasta nuestra siguiente parada, el tercer cabo de nuestro viaje y concretamente: Cabo Touriñán.

Es uno de los cabos más conocidos y famosos de las costas gallegas. En este podemos encontrar un faro y la porción de tierra que se adentra al mar es de cerca de 1 km con una anchura mínima de 150 metros y una altura de 93 metros. Como dato curioso podemos decir que este lugar es el punto más occidental (al Oeste) de toda España.

Y que deciros de este cabo… realmente el lugar era precioso al igual que los anteriores dos cabos (Estaca de Bares y Ortegal). Aunque este recordaba más a Estaca de Bares por su estado más virgen y natural.

Quizás las vistas no resultan tan impresionantes como los dos anteriores pero pensar que es el punto más occidental de toda España y Europa continental pues tiene un valor añadido y especial…

Cuando uno llega a la población de Fisterra, se da cuenta de aquel es un lugar mucho más lleno y dedicado al turismo que sus vecinos más cercanos. Antes de llegar al Faro y Cabo Fisterra, nos paramos en tres ferreterías para poder comprar una nueva bombona de butano (Recordar que en la primera noche de A Coruña, en el día 2, se nos acabó el gas para cocinar) puesto que el día anterior era domingo lo que dificultaba claramente encontrar algún establecimiento abierto. Aquel lunes en nuestro 4 día de viaje, tampoco tuvimos demasiada suerte en aquel primer momento y en ninguna de las tres ferreterías encontramos un recambio para comprar.
Después de desistir, pusimos rumbo al Cabo Fisterra unos pocos kilómetros después de su población. Antes de llegar, en la carretera que une el pueblo con el cabo, encontramos una gran cantidad de peregrinos, tal como hemos comentado que iban a realizar su última etapa a este lugar tan emblemático y especial.

Al llegar a Cabo Fisterra todo es muy diferente al resto de los cabos visitados anteriormente. Hay varios coches aparcados, una gran cantidad de gente en comparación con los otros acantilados y un conjunto de varias tiendas relacionadas con el mar, el faro y el mundo celta. El despliegue que se ha realizado en este cabo realmente es asombroso e impactante.
Dejando atrás las tiendas, seguimos caminando unos metros hasta llegar al Faro de Fisterra y la parte más natural de este. Si comparamos el Cabo Fisterra con los otros tres, no cabe duda a nuestro parecer que en lo que se refiere a cuestiones naturales, este digamos que es el menos atractivo. A pesar de ello es el más visitado de todos y con mucha diferencia.

La diferencia de visitas y el atractivo de este lugar no se limitan únicamente a la historia de su nombre como el fin de la tierra que apodaron los romanos. Lo más especial de este sitio no es otra cosa que el ambiente y las energías que se respiran en él. Es habitual encontrarse a personas meditando, rezando o dedicando unas palabras al Dios cosmos. Todo ello se rodea de un ambiente de paz y está acompañado por los recuerdos de “El camino”(de Santiago) que la gente va dejando cuando llega a este lugar.

La cascada es del río Xallas y desemboca directamente al mar. El salto de agua es de 40 metros de altura. En los últimos años ha pasado por varios problemas puesto que querían ampliar la empresa hidráulica que existe actualmente. Hace poco más de 2 años que la caída de agua está abierta todos los días del año. Como datos curiosos podemos decir que es la única cascada de Europa continental que desemboca directamente en el océano.

Antes de llegar al pueblo de Ézaro, hay una desviación que nos conduce directamente a la cascada que lleva su mis nombre. Antes de llegar al lugar, nos encontramos con la central hidroeléctrica de Ézaro. En los últimos años, esta empresa ha tenido gran cantidad de problemas al cerrar el paseo de agua la mayor parte de días y solo dejar pasar un pequeño porcentaje de agua. Existe actualmente la buena noticia de que la cascada está abierta todos los días del año, las 24 horas y con una caída en muy buena condiciones para apreciar la cascada.
Al bajarnos del coche, caminamos hasta el lugar donde empieza un bonito y agradable minipaseo por maderas. En breves momentos empezamos a escuchar la cascada y a ver las aguas del mar y del río mezclarse. Por el centro, el agua de la cascada que va saliendo hacía el mar, a los dos laterales, el agua del mar que se aparta amablemente para dejar paso al agua dulce.

A medida que nos vamos acercando, la sensación de humedad, el sonido del agua y el ambiente de naturaleza, se va acentuando. A pesar de ello un incendio ocurrido los últimos años en la zona, dejó el paisaje de rocas y árboles de colores grisáceos y alguna ocasión hasta negros lo que da un golpe de tristeza al alma y hace reflexionar sobre el cuidado del medio ambiente.

Cuando llegas a la cascada, no puedes parar de maravillarte. Y es que la forma de esta, no es la habitual en la mayoría de los casos, esta cae entre rocas de forma elegante y algo dispersa. Además, si a ello le unimos que esta cascada es la única que cae directamente al mar de toda Europa continental, pues el ambiente se vuelve impresionante e increíble.

Hay que decir y tener en cuenta que la subida se las trae y no para nuestros pies, sino para el pobre coche que tuvo que pasarse cerca de 2 kilómetros en pendiente ascendente continua con rampas que probablemente superaban el 20% de desnivel.
Cuando llegas arriba del todo, solo puedes decir una palabra: oh! Y es que este lugar actualmente sorprende por dos cuestiones. La primera las vistas impresionantes y panorámicas que se tienen de todo el paraje natural hasta llegar a ver el mar entre las montañas. Y la segunda, algo menos agradable y es que se puede apreciar toda la parte que está arrasado por el incendio reciente que deja las vistas casi en su totalidad de color negro y gris.

A pesar de ello, este lugar vale mucho la pena una visita puesto que se encuentra justo al lado de la famosa Cascada de Ézaro y además cuenta con algunas mesas para poder realizar un piknic de altura, nunca mejor dicho y con unas vistas maravillosas. Después de visitar este lugar, nos dirigimos a nuestro siguiente destino del día, Carnota y su hórreo tan peculiar y de records para muchos.

Los hórreos son construcciones que existen prácticamente en su totalidad en la Península Ibérica. Estos se construían para guardar el grano y los pies en forma redonda que tienen ahuyentaban las ratas. El hórreo que existe en el municipio de Carnota se empezó a construir en el año 1768 y se finalizó en el 1783. Tiene una longitud de 35 metros, 1,9 metros de ancho y cuenta con 22 pares de pies. Como datos curioso podemos decir que es el único hórreo del mundo declarado Monumento Nacional y el hórreo más grande del mundo en sus dimensiones en conjunto.

Dentro del pueblo de Carnota, es probable que haya pocas cosas a destacar aparte de su zona más antigua y la iglesia. A pesar de ello, este lugar es muy frecuentado por viajeros y turistas que desean conocer de cerca uno de los elementos más característicos de la cultura gallega, los hórreos.
Tal como hemos comentado, este es el hórreo considerado más grande en dimensiones de todo el mundo. Durante el viaje por Galicia, se uno se adentra por las nacionales y carreteras secundarias, se pueden ver gran cantidad de hórreos y en uso, en contra de lo que muchos piensas que el algo que ya forma parte del folklore. A pesar de ello, este hórreo impresiona realmente por sus enormes dimensiones en todos los sentidos, la altura, la anchura, la longitud y su capacidad.

Antes de abandonar aquel lugar, entramos a la tienda que hay justo al lado para dar una vuelta y descubrir figuras y recuerdos muy bonitos aunque no recomendables de comprar en este lugar puesto que son más caros que en el resto de sitios.
Finalizada la visita, nos dirigimos a nuestro siguiente lugar. Algo que también está muy arraigado a la cultura gallega y sobretodo celta y que en este caso sí que forma parte del folklore: sus castros. Y el primero de ellos que visitamos en este día fue Castro Baroña.

Un castro es una fortificación que data de la edad de Hierro. Son construcciones celtas de época prerromana. El castro Baroña, se calcula que estuvo poblado entre el siglo 1 aC. hasta el siglo 1 dC. Poseía dos murallas a su alrededor en la actualidad parcialmente conservadas y así como la planta de 20 viviendas. Probablemente el poblado era autosuficiente aunque en el interior no se encuentra ni agua ni manantiales por lo que estos servicios eran conseguidos del exterior. Como dato curioso podemos decir que en Galicia están los castros mejor conservados y más grande de toda España.

Es cierto, que cuando la gente va a Galicia a conocer sus castros muchas veces se dirige al Castro de Santa Tegra en A Guarda. A pesar de que nosotros incluimos este en nuestro itinerario, nos planteamos conocer también un castro que se encontrara en un entorno natural e idílico que hiciera más especial la visitada y este fue Castro Baroña.
Al bajar del coche, antes de llegar a poder ver el castro hay que caminar alrededor de 10 minutos por un pinar con suelo algo pedregoso. Cuando empezamos nuestra visita, de repente empezamos a ver a lo lejos aquel precioso castro.

Cuando uno se acerca poco a poco al lugar, nunca se imagina que pueda llegar a ser tan grande e imponente. Desde lejos el lugar impresiona a pesar de no parecer grande pero es cuando uno se va acercando al arenal de la playa cuando aprecia realmente que el lugar y sus construcciones son enormes.

Cuando llegas a la entrada del castro, te das cuenta rápidamente de que te encuentras en un lugar que en el pasado tuvo que ser muy importante. La altura de los muros y lo ancho de las paredes impresionan por sus dimensiones megalómanas.

En el interior del castro encontramos la parte inferior de lo que en su día era un lugar lleno casas de todo tipo. Aunque la planta de estas casas no destaca por ser excesivamente grande, la gran cantidad que hay y unas junto a las otras, facilitan el imaginarse la vida del lugar en un pasado ya muy lejano.

El paisaje de los alrededores no podría acompañar más y es que junto al mar y a dos playas a derecha e izquierda el lugar se encuentra en un lugar privilegiado. Cuesta entender los motivos para asentarse un lugar tan cercano al mar junto a unos acantilados con la humedad y sobre todo el viento del lugar que apenas paró unos segundos desde que llegamos a aquel lugar.

Antes de abandonar aquel lugar subimos a la parte más elevada del lugar y seguimos un minisendero de apenas unas decenas de metros hasta llegar a lo más alto del lugar donde poder apreciar todo el castro en una vista casi aérea y ser conscientes de la grandeza de todo el lugar en conjunto.
Una vez conocido aquel precioso lugar y nuestro primer castro, algo que forma parte plena de la historia de Galicia, nos dirigimos a nuestro último destino del día. Estando cerca del mar, con playas llenas de arenales y estando en las últimas horas del día, no podíamos ir a otro lugar que el Parque Dunar de Corrubedo.

La superficie de este parque natural es cercana a las 1.000 hectáreas. Como el nombre indica, el parque comprende las dunas de arena y dos lagunas. Las dunas de Corrubedo son consideradas zona Ramsa lo que quiere decir que es una zona húmeda de importancia internacional. En este parque podemos encontrar más de 35 especies de aves y un 70% de las especies de anfibios y réptiles que existen en Galicia.

A pesar de no estar demasiado indicado, este lugar merece una visita si se está cerca de él. Aparcamos el coche en uno de los aparcamientos habilitados del lugar y nos dirigimos directos a conocer la gran duna del lugar. Antes de entrar a la zona protegida de esta reserva, hay que decir que esta se encuentra realmente muy protegida. Prácticamente todo está prohibido y lo único que se puede realizar es pasear por una pasarela hasta llegar a la duna.

El lugar está aún más protegido que el resto y es que aquí ni siquiera se puede traspasar la valla para poder subir a la duna y ver sus vistas. Las multas de entre 3 y 4 dígitos no invitaban a pasar aquel lugar. Y a pesar de que nos hacía mucha ilusión subir a la duna y poder ver las vistas de aquel lugar, no nos animamos a pasar la valla así que la posible multa hizo su efecto.
Puesto que no estábamos demasiados contentos con lo que habíamos visto, intentamos entrar por otro camino para llegar a otra parte de aquella reserva. Antes de entrar por aquel lugar, vimos que estaba prohibido la entrada de coches por aquel lugar y el trayecto caminando era de unos 5 o 6 kilómetros. Después de todo el día, desestimamos esa opción y apostamos por una tercera y última opción por otro de los lugares. Cogimos el coche y nos dirigimos a él.

Nuestro siguiente destino era Santiago de Compostela, estábamos muy entusiasmados de poder conocer aquella fantástica ciudad llena de historia y magia, poder recorrer sus calles y como no lo que más nos gusta hacer, tomar muchas fotos y grabar toda nuestra experiencia en video y de esta manera poder compartirla con vosotros. Cuando llegamos a Santiago de Compostela buscamos un buen sitio para poder descansar, después de casi una hora de búsqueda por fin encontramos un lugar perfecto para pasar la noche, que se encontraba en un pequeño aparcamiento un poco apartado de los edificios de viviendas y bien iluminado, el único inconveniente era que estaba cerca de la autovía y se escuchaba continuamente pasar los coches pero con el cansancio que traíamos eso no nos impidió quedarnos profundamente dormidos.

Nos subimos al coche y en menos de 10 minutos estamos en el centro de Santiago de Compostela. A pesar de no tener la estructura de una capital de comunidad autónoma nos sorprende por la cantidad de vida que hay en ella. La entrada a la ciudad estaba llena de coches y eso nos dificulta enormemente la posibilidad de encontrar un lugar donde poder aparcar nuestro vehículo.
Afortunadamente, en algo más de media hora encontramos en la Plaza de Galicia un parking subterráneo en el que poder aparcar el coche unas 20 horas (hasta la mañana siguiente) por unos 12 euros y quedarnos tranquilos.
Salimos al exterior y empezamos nuestra aventura por aquella nueva y preciosa ciudad, Santiago de Compostela.

A pesar de que nuestro objetivo era ir directos a ver la Catedral de Santiago de Compostela y disfrutar de su interior, no pudimos realizar varias paradas en el camino para disfrutar de las calles, los arcos, los portales… en resumen, las preciosidades y rincones que esta ciudad ofrece tanto a sus visitantes como a sus residentes.

Llegamos a una de las fachadas de la catedral de la ciudad en la plaza de Platerías. Esta fachada es algo menos conocida que la principal aunque no menos bonita e impresionante. Después de andar por pequeñas calles y callejuelas impresiona ver una plaza mediana donde apenas alzando la vista se puede ver la parte más elevada de la torre.

Conocida como destino de peregrinación histórica, esta catedral data del siglo 13. Fue declarada en el año 1896 Bien de Interés Cultural. De ella destaca el famoso Botafumeiro un incensario que pesa 62 kg y mide 1,6 m. Cuando está lleno peso 100 kg puesto que lo llenan con 40 kg de carbón e incienso. Y como dato curioso sabemos y comprobamos que es el lugar más visitado de toda Galicia.

Nos dirigimos a su interior y la verdad es que el lugar estaba lleno de visitantes. En los últimos años hemos visitado algunas de las catedrales más conocidas y bonitas de España: Sevilla, Córdoba, Barcelona… aún así, nunca nos habíamos encontrado tanta gente al mismo tiempo en el interior.

A pesar de ello, en pocos minutos la misa finalizó y resultó bastante curioso ver a la procesión de todos los obispos (y personalidades religiosas varias) abandonar la catedral entre una multitud de gente con dispositivos de todo tipo para captar imágenes de ellos.

Una vez acabó la misa nos dispusimos a conocer su interior. No es uno de los interiores más llamativos arquitectónicamente hablando aunque a pesar de ellos uno de los más especiales por los devotos del lugar, la gran cantidad de visitantes que hay en su interior y la historia y leyendas que hay detrás de esta catedral.

Del retablo mayor destacar principalmente el emblema de la catedral, el apóstol Santiago con la calabaza, la vieira y todo su típico atuendo.

Y finalmente la capilla, un lugar agradable y obligatorio en la visita si se entra a la catedral. Con paredes verdosas y ocres destaca por su recargada decoración si la comparamos con el resto de la catedral.

Finalizada la visita de la catedral salimos al exterior por otra de las puertas que ofrece una preciosa vista del Monasterio de San Martiño Pinairo. A pesar de que no entramos en su interior, la fachada exterior de piedra junto con el verde de los jardines frontales bien merecen alguna que otra fotografía.

Como curiosidad de la plaza central de Santiago, comentar que se concentran y representan los cuatro poderes fácticos: religioso, universidad, político y económico. Aparte, esta plaza está llena de vida, en ella encontramos turistas, viajeros e incluso residentes a los que les resulta agradable dar una vuelta por este emblemático lugar.

Allí nos paramos a comer y acto seguido seguimos nuestro paseo por la ciudad en busca de nuevos lugares para conocer. Caminando por el centro descubrimos una tienda de esas que no se olvidan: Pala-Dar. Un lugar donde abundaban casi en la totalidad los alimentos con denominación de origen y hechos de forma artesanal. En ella pudimos hacer degustación de varios quesos de tetilla, la deliciosa Tarta de Santiago, galletas y bizcochos varios y embutidos locales aunque la tienda disponía de muchas cosas más.

(Si deseas ver estas delicias gastronómicas visita nuestro reportaje de viaje de Santiago de Compostela)

Con los estómagos medio llenos seguimos nuestro camino hacia el norte de la ciudad en busca del famoso Mercado de Abastos.

El mercado de Abastos data del año 1870 y es el segundo monumento más visitado de la ciudad de Santiago de Compostela. Como dato curioso podemos decir que es uno de los cinco mercados más importantes de España.

Triste y lógicamente, eran ya las 15h de la tarde y el mercado estaba cerrado. A pesar de ello pudimos asomarnos para ver algunas paradas de aquel lugar y comprobamos que en la actualidad el mercado también se dedica a vender suvenires y algunas cuestiones de artesanía.

Finalizada aquella breve visita del exterior del mercado seguimos nuestro camino hacia el coche para poder hacer la entrada al hotel de aquel día, nuestro segundo y último hotel del viaje por Galicia.

Antes de llegar al hotel dimos algo de vuelta por el centro para pasar por última vez por la última fachada de la catedral y una plaza trasera realmente preciosa en pleno centro. Este lugar se conoce como plaza de la Quintana y en un día habitual, las majestuosas escaleras que dispone suelen estar repletas de gente, nosotros las bajamos en solitario al estar lloviznando todo el día.

Llegamos al coche y antes de sacar nuestras maletas para aquella noche nos fijamos donde se encontraba nuestro hotel. La suerte había estado de nuestro lado puesto que en la primera calle a la izquierda cuando entramos al casco histórico se encontraba calle Entremuros lugar de nuestro querido hotel A Nosa Casa.

Realizamos la entrada sin problemas buena atención al cliente, buen servicio y rapidez. Subimos al primer piso entramos a la habitación a dejar las maletas y después de dormir unos 20 minutos salimos en busca de nuestro último atractivo turístico del día.
Después de saber donde íbamos a pasar nuestra siguiente noche pasamos a nuestro último lugar: Museo do Pobo Galego.

El museo abrió en el año 1977 dentro de un antiguo convento. En el año 2008 se le otorgó el Premio Nacional de Cultura Tradicional. Sus diferentes aspectos temáticos están repartidos en nueve salas: mar, campo, oficios, música, indumentaria, hábitat y arquitectura, artes plásticas, sociedad, tradición.

Este probablemente es uno de los mejores museos que hemos visitado dedicado a la vida antigua de una región y/o pueblo. Una de las cosas que más nos gustó de este lugar fueron las maquetas en las diferentes secciones.

El museo también estaba repleto de decorados con herramientas y máquinas de verdad en las que uno podía conocer de forma totalmente directa y vivencial, como era la vida en este lugar hace algunas décadas.

Y finalmente una última sección en la parte superior de este museo en el que pudimos disfrutar de espacios reconstruidos de la época en los que pudimos apreciar un aula de escuela, una cocina, un comedor, una habitación y trajes típicos.

Antes de abandonar este lugar, es importante destacar la escalera triple por la que se accede a los diferentes lugares, algo muy curioso y que bien merece atención dentro de este lugar.

Saliendo de ese lugar dimos un último paseo por Santiago para poder ver si todavía nos quedaba algún pequeño rincón que descubrir y nos dirigimos al hotel. Una noche de paz y a plena comodidad nos esperaba en aquel lugar acompañados de ducha caliente y nerviosos por nuestro siguiente destino: las Islas Cíes a las que no podríamos acceder.