(No os relatamos el quinto dia, ya que fue de hotel).
Este día nos tocaba la excursión del jeep. En este momento aparece en escena Oswaldo (os acordáis no??). A la hora convenida se presenta este señor en un taxi con el conductor del mismo. Hablando hablando, le comentamos que el último día en RD queríamos ir a un par de sitios para acabar de hacer las compras pertinentes, así que nos ofrece el mismo taxi por 30 dólares toda la mañana. Como nos pareció un buen precio, le dijimos que si, y nos pidió el dinero, dándonos una especie de recibo. Como lo de los jeeps no parecía ser un timo, ya que estábamos en un taxi de camino allí, le damos el dinero y quedamos para el día siguiente. A todo esto, Oswaldo nos dice que le demos el dinero que faltaba de la excursión (serian unos 200 dólares) y se baja del taxi antes de llegar a la “sede” de los jeeps. Total, que una vez ahí, nos asignan un jeep, y a la que vamos a empezar la excursión, se nos acerca el jefe y nos dice que a quien le hemos dado el dinero, ya que él no lo tiene. Nos empezó a oler mal la cosa. Le dijimos que el dinero lo tenía Oswaldo. Y nada, nos dejaron salir, aunque no sabemos al final quien se quedo con el dinero. (Hay una cosilla más de la historia de Oswaldo, pero toca el día 7 jeje).
Bueno, hablando de la excursión, que es lo más importante. Se trata de la excursión PUNTA CANA EXPRESS-JEEP SAFARI AND TRUCK ADVENTURE, y a nosotros nos costó unos 85 dólares cada uno. Aunque por el nombre lo parezca, no se trata de un safari. Cada familia o grupo lleva su propio jeep (que madre mía vaya jeeps, no eran de la 2ª guerra mundial ni nada, pero de lo rotos que estaban, lo parecían… con deciros que nuestro freno de mano era una roca enorme que había que poner detrás de una rueda a modo de cuña cada vez que parábamos en rampa…parecía calcado de la peli “los dioses deben estar locos”) y éstos van unos detrás de otros, no nos podemos perder.

La aventura empieza yendo a ver una fábrica de tabaco, por si alguien quería comprar regalitos, ya que los precios eran fijos, una ventaja, la verdad. Nos ponemos en marcha otra vez, y nos llevan a unas plantaciones de caña de azúcar. De camino, nos encontramos con nenes muy pobres, como locos por un dólar o por caramelos. Se trata de familias haitianas, según nos dicen. Seguimos la excursión y nos internamos en la selva profunda. La verdad es que fue una sorpresa, ya que no esperábamos que la excursión fuera tan aventurera. Con calma, el jeep va avanzando poco a poco entre caminos llenos de charcos de barro, de piedras, de baches... hasta que llegamos a una explanada en la que nos explican cómo se extrae el cacao, y nos dan a probar cacao de verdad, que para nada parece nuestro colacao de toda la vida. Después de la explicación nos ofrecen comprar productos típicos de allí, como cacao, café auténtico, extracto de vainilla, aceite de coco… etc., al precio de 5 dólares el bote. La verdad es que muchísima gente compró, ya que el precio era justo, son regalitos perfectos para llevar, ya que café por ejemplo en una casa siempre se usa, y además con ese dinero ayudas a las familias de la zona, que falta les hace. Otra vez al jeep, y llegamos a la zona donde acabaremos de pasar el día. Es una especie de rancho en el que podemos subir a caballo, hacer tirolina (no la típica tirolina cutre no, 4 tirolinas, cada cual más larga que la anterior, muy emocionante), ver un cocodrilo enorme, loros e iguanas. Además, comemos allí comida típica del lugar.

Descansamos y a eso de las 4 o así, cogemos los jeeps y nos llevan a la playa del Macao, una playa preciosa, con unos contrastes para hacer fotos perfectas. Y nada, nos dan tiempo para bañarnos allí, y volvemos a coger los jeeps, hasta la “sede”. Este último trayecto fue el más largo, y la verdad, jamás pensamos que podríamos recorrernos tantos kilómetros conduciendo nosotros mismos y mas por esas carreteras. Una experiencia única, de verdad. Os aconsejamos que la hagáis, ya que a lo mejor la experiencia de los jeeps no la tenéis nunca más, no al menos en RD.
