De nuevo madrugamos. A las 8:30 estamos en pie ya que hoy queremos visitar la zona de Notre Dame y seguramente nos tocará hacer fila, así que cuanto antes mejor.
A las 09:50 cogemos el metro que nos dejó justo enfrente de la fuente de Saint Michelle, al otro lado del Sena respecto a Notre Dame. Cruzamos el puente y nos dirigimos a la Saint Chapelle….
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Hay bastante fila pero tampoco es algo espantoso, así que allí nos plantamos. Cuando llevamos casi un cuarto de hora me fijo en que una familia de españoles se dirige a la puerta a donde nuestra fila nos llevara y directamente pasa…. Que llevan en la mano?? Oh si! La Pariss Pass!! Nos sentimos un poco estúpidos al no haber ni siquiera pensado que tal vez hubiera entrada prioritaria pero así es, así que abandonamos nuestro puesto en la fila y pasamos todo orgullosos directamente a la entrada. Adiós fila!.
Al pasar la entrada, te encuentras en una espacio de patio principal donde puedes ver la Santa Capilla con sus agujas impresionantes en lo alto. Y aquí de nuevo….. otra fila…. Pues nada, allí que nos ponemos…. Y que paso? Oh, sí, de nuevo somos estúpidos…. La misma familia que antes había visto entrar directamente y que en teoría y gracias a que el guardia les revisó la mochila (te la miran) estaba detrás de nosotros en esta segunda fila, de repente desaparecen de detrás y les veo enfilar hacia la entrada a la Capilla….. la Pariss Pass también nos ahorraba tiempo aquí!!! Ala, con cara de “somos muuuu tontos” dejamos la fila y entramos. (En lo que a nosotros respecta solo nos ahorramos fila aquí, en lo demás lo único que te ahorras es la fila de comprar la entrada)
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La Saint Chapelle consta de dos plantas. La inferior es simplemente una capilla pequeña a la que la tienda de souvenir ha quitado espacio y encanto. Llama la atención el techo y la pequeña Virgen del fondo, pero si que es verdad que si sólo constara de esto no sería nada del otro mundo. .. lo increíble llega cuando subes las viejas escaleras de caracol y de repente asomas la cabeza a través del suelo de la planta superior….. paredes de colores a través de las que se filtra la luz sin fin. Me quedé como en trance cuando entré en esa impresionante capilla… Es simplemente preciosa.
Hay sillas en los laterales así que nos sentamos allí un rato para disfrutar de esa maravilla compuesta de vidrieras.
La puerta principal de esta planta sólo da acceso a un pequeño balcón, sin salida, desde donde puedes fotografiar la puerta perfectamente labrada. Para bajar hay que hacerlo por otra escalera de caracol en una de las esquinas (a mi me costó encontrarla).
Al salir de la Saint Chapelle podéis ver el Palacio de Justicia ya que está al lado, compartiendo espacio antes de las verjas.
Después de haber descubierto que algo tan pequeño puede ser tan bonito, nos dirigimos hacia otro de los puntos clave de Paris: Notre Dame.
Por cierto, de nuevo, el sol fue el protagonista durante todo el día. Pero qué suerte tuvimos!!!
A las 11 estábamos en la fila, la cual era probablemente con la de Versalles la más larga, aunque está al ser entrada libre iba muy rápida ya que la gente entra y sale continuamente.
Un consejo para el tema de las fotos. Para hacer unas fotos chulas, sin apenas gente(al menos de por medio), y que salga toooooda la catedral, el mejor sitio al menos por lo que vi, es casi al final de la plaza, detrás de los setos. Al estar más bajo que la plaza casi no se ve a la gente que está en ella y la catedral se coge enterita. (El ejemplo en la foto de abajo)
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Bueno, el caso es que la fila, que además es muy curiosa porque se hace en forma de caracol, avanza rápido, así que en media hora estábamos dentro (para la fila que había no es nada de tiempo). A mí personalmente de Notre Dame me encanta el exterior pero lo que es el interior no es algo que me llame la atención demasiado. Es oscura pese a los dos rosetones famosos, tiene muchas columnas que no permiten verlo todo bien ni por supuesto poder hacer fotos que reflejen bien la propia iglesia, y aparte está tan masificada que no se puede disfrutar del todo. De todas formas no deja de ser un sitio al que hay que visitar, y para nada es feo.
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A las 11:50 salíamos de Notre Dame mirando las curiosas estatuas del pórtico de salida (echad un ojo cuando vayáis). Decidimos comenzar un paseo que nos llevase hasta el barrio de Halles y de paso ir disfrutando del maravilloso día que hacía.
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Así que andando andando: Caminamos por el Sena hasta la Plaza Dauphine, cruzamos el bonito Pont Neuf en cuyo final nos encontramos con los famosos almacenes La Samaritaine (están cerrados) y enfilamos por la Rue de la Monnaie hasta encontrar el Forum de las Halles, bastante triste porque esta de obras y las vistas son vallas y lonas cubriéndolas (se pude entrar a las galerías inferiores por un paso subterráneo), y el edificio de la Bolsa, junto al que aprovechando un parquecillo nos comimos nuestra ya famosos sándwiches jaja.
Tras este descanso para nuestros pies y alimentado nuestro estomago nos acercamos a la iglesia de Saint Eustache, una parada digna de hacer tanto por lo grandiosa que es como por lo poco visitada que esta (al menos cuando estuvimos nosotros) lo que aun le da más encanto.
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Si vais por allí no paséis por alto la “pequeña” regadera situada en los jardines, ni la escultura “La escucha” de Henri de Miller. La imagen de esta “cabeza gigante” delante de la iglesia es cuando menos llamativa.
Saint Eustache como os he dicho digna de ver. Nosotros estuvimos sentados en ella un buen rato. Se estaba tan bien sin gente, en silencio, fresquitos….
Debía ser cerca de la 1 cuando re-emprendimos el camino, esta vez pasando por todo el meollo comercial de Les Halles, y haciendo la paradita de rigor en el siempre raro Museo Pompidou (a mi me parece horrible pero para gustos los colores), bajando por la Rue Sant Martin donde me compré un delicioso pastel (en Paris abundan las pastelerías con sus atrayentes escaparates, que artistas son estos franceses!), apareciendo en la Rue Rivoli donde nos encontramos sin querer con la Torre Sant Jacques, y finalmente terminando en la plaza del Hotel de Vilet con el Ayuntamiento de la ciudad.
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Los pies dolían pero estando al ladito del barrio de Le Marais no nos podíamos resistir…. Ya descansaríamos al volver a España!.
Así que andando, andando por la larguísima Rue de Rivoli nos adentramos en este viejo barrio judío, donde aun se pueden ver estrellas de David en algunas puertas y donde abundan los sitios que visitar (no era nuestro caso que preferíamos patear): Museo Picasso, Museo Carnavalet…
Nuestro objetivo era otro, encontrar la Plaza des Vosgues de la que habíamos oído que era muuuy bonita. Y así nos lo pareció cuando cruzamos sus verjas.
La plaza des Vosgues, es más que una plaza, un miniparque cuadrado cerrado por antiguas casas. El verde lo llena todo, con árboles frondosos y dando sombra a los bancos en los laterales y con la hierba y fuentes en la zona interior donde muchísimos jóvenes aprovechaban los rayos del sol. Allí nos quedamos a descansar un gran rato, hasta que saliendo por el Boulevard Marchais bajamos hasta la famosa Plaza de la Bastilla donde de nuevo un metro nos llevó a que nuestros pies tuvieran sus merecidos masajes.
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PARIS DE NOCHE POR EL SENA Y UN FINAL DE DIA MUY, PERO QUE MUY ESPECIAL
A las 20 comenzaba una noche que sin yo ni siquiera imaginármelo terminaría siendo muy, pero que muy especial…
Esa noche queríamos disfrutar de Paris desde el Sena, así que nos acercamos a la orilla para coger alguno de los diferentes cruceros que hay. En principio pretendíamos ir con los famosos Bateaux Mouches, pero no lo encontrábamos (otro día vimos que para cogerlos había que ir hacia el Puente del Alma). Así que cogimos billete en los Vedettes del Sena. Cuesta 12 euros y dura una hora y 10 minutos. Tiene cubierta exterior y también se puede ir dentro y da explicaciones en inglés, francés y castellano, que se escuchan bastante bien aunque todo depende de si hace aire (a nosotros se nos levantó un poquito y hacia frio así que cogeros chaqueta).
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Como queríamos verlo, fotografiarlo y filmarlo todo bien, nos quedamos en la fila ya que así podíamos elegir un buen sitio. Y menos mal porque vimos parejas que al llegar de las últimas tuvieron que hacer este romántico recorrido en diferentes sitios

A las 21 nuestro barco zarpaba, justo cuando la Torre Eiffel se iluminaba por completo arrancando bajo sus pies el ya conocidísimo OHHHHHH. (Seria la 4 vez la veíamos así y a nosotros aún se nos escapaba).
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Paris de noche y por el Sena es preciosos. No dejéis de verlo!!. Se ve totalmente distinto y con la iluminación tan perfecta que tiene la ciudad es imponente.
El viaje en barquito fue perfecto, una noche inmejorable… seguro?
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Como hacia buena noche (el aire solo se notaba en el barco al estar en zona húmeda), nos fuimos hacia Trocadero, pues nos había encantado la primera vez que estuvimos, tan romántico con la Torre Eiffel al fondo iluminada y pudiendo verse por completo, con sus banquitos en los laterales por donde pasaba muy poquita gente, con la oscuridad justa y necesaria…. El sitio perfecto, de la ciudad perfecta, donde, con la música perfecta, con el anillo perfecto, y con mi perfecta ignorancia ante lo que iba a ocurrir mi maravilloso novio me preguntó la frase que más veces habrá oído Paris (aunque para mí fue única) y a la que yo tras llorar, reír, llorar y reír, y besarle mil y una veces, le dije que SI!

¿Es o no un buen final para este día?
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